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lunes, 26 de noviembre de 2012

RIGOLETTO È UN'ALTRA COSA


El pasado sábado tuvo lugar en el Palau de les Arts la última de las representaciones de “Rigoletto”, la ópera de Giuseppe Verdi con la que ha comenzado la temporada operística 2012-2013 en el teatro valenciano.
 
Respecto a cuanto comenté con motivo del estreno, pocas cosas más puedo decir de la producción presentada en Les Arts después de haber asistido a un par de funciones más. Lo único que se salió un poco del guión fue la sustitución a última hora del Rigoletto anunciado para la representación del día 24, el mongol Amartuvshin Enkhbat, por el barítono polaco Andrzej Dobber. Me consta que las malas prestaciones de Enkhbat como Monterone en las funciones previas han tenido mucho que ver en esa decisión. Pero el cambio tampoco fue para tirar cohetes, Dobber mostró una voz potente, pero poco más. El pobre hombre estuvo además  perdidísimo en escena, sin duda debido a la ausencia de ensayos.
 
Por lo demás, es verdad que los desajustes entre foso y cantantes han ido disminuyendo respecto al día del estreno, pero Wellber ha seguido atropellando a los solistas y demostrando bastante poca maña en los concertantes. Y es que, como dije con ocasión del estreno, mi mayor desencanto con esta ópera inaugural ha venido de la mano del director titular de la Orquestra de la Comunitat Valenciana, que ha llevado a cabo una labor muy decepcionante y de escaso color verdiano.

Precisamente en relación con estos comentarios sobre las esencias de Verdi, y gracias al amigo Paco, miembro de Amics de l’Òpera i de les Arts de la Comunitat Valenciana, tuve la ocasión de conocer unos videos cuya existencia reconozco que ignoraba, y con los que he pasado dos horas y media enormemente instructivas y divertidas, por lo que he decidido traerlos al blog para compartirlos con todos los que paséis por aquí y os pueda interesar.

Se trata de una charla sobre la ópera “Rigoletto” ofrecida por el gran director  Riccardo Muti, en el año 1994, en el Aula Magna de la Universidad Comercial Luigi Bocconi de Milán. Por aquel entonces Muti era director musical en el Teatro alla Scala e iba a estrenar una versión de esta ópera de Verdi caracterizada por el escrupuloso respeto a lo escrito originariamente en la partitura por el compositor de Busseto. Más que una charla es toda una clase magistral y, sobre todo, un show entretenidísimo protagonizado por un señor tan serio como Riccardo Muti que, sin embargo, es un excelente comunicador, enormemente apasionado y con un gran sentido del humor.

Muti hace aquí un profundo y detallado análisis de “Rigoletto” y justifica el haber limpiado la partitura de agudos y florituras al no estar escritas por Verdi, pese a que se hayan convertido en habituales tras muchos años en los que se ha impuesto el lucimiento personal de los cantantes frente al rigor musical. Muti no critica estas otras versiones y reconoce que incluso pueden haberse logrado momentos muy bellos, pero, como repite reiteradamente, eso no es Rigoletto, è un'altra cosa” (es otra cosa).

Como decía antes, los dos videos tienen una duración total de dos horas y media, y están sin subtitular, en su versión original en italiano, pero creo que se entiende todo sin demasiados problemas y os garantizo que el tiempo se pasa volando con el showman Muti en todo su esplendor. Podría comentar aquí mil cosas acerca de todo cuanto dice el Maestro, pero creo que lo mejor es dejarle que sea él quien hable (y cante):






Unos días después de esta charla, se estrenaba en La Scala el “Rigoletto” dirigido por Riccardo Muti, con Renato Bruson como Rigoletto, Roberto Alagna como Il Duca, Andrea Rost como Gilda, Dimitri Kavrakos en el papel de Sparafucile y Mariana Pentcheva como Maddalena. La producción era la misma que se ha podido ver estos días en Les Arts, con dirección escénica de Gilbert Deflo.

Pese a que había serias dudas acerca de cómo reaccionaría el público milanés ante una versión poco habitual de esta ópera, fue todo un éxito. Y aquí está el video íntegro de aquel “Rigoletto”:


video de Shawn Melon

lunes, 20 de septiembre de 2010

DANDO RESPUESTA A BÚSQUEDAS FALLIDAS


Hace ya bastante tiempo que me pasó por la cabeza hacer una entrada acerca de qué está buscando la gente cuando entra en mi blog. Y creo que hoy puede ser el día.

Siempre he dicho que hay cosas de Internet que me parecen directamente obra del Maligno, y, en este sentido, una de las posibilidades que nos brinda a quienes administramos un blog es conocer qué parámetros de búsqueda han utilizado nuestros visitantes (o sea, qué han escrito en Google) para acabar viendo en su pantalla las tonterías que de vez en cuando me da por escribir.

Está claro que, en la mayoría de las ocasiones, las búsquedas están directamente relacionadas con los temas sobre los que escribo, pero hay veces en que sólo Bill Gates sabrá por qué surrealistas circunstancias acaban aquí algunas personas que buscaban en la red informaciones, en algunos casos de lo más insólito, que no tienen nada que ver con el contenido del blog y que, obviamente, no encuentran respuesta en el mismo.

Así que hoy he decidido reflejar algunas de esas búsquedas frustradas, intentando dar solución a lo que inquietaba a esos osados navegantes de las procelosas aguas de la red de redes que arribaron esperanzados a las costas del blog de Atticus y marcharon de él abatidos por el fracaso; confiando en que si el Diablo Google vuelve a engañarles con malévolos cantos de sirena atrayéndoles hacia aquí, puedan ver sus expectativas cumplidas. Al menos en parte, porque al no ser yo experto en estos temas, quizás mi información no sea todo lo precisa que esperan, pero la intención es lo que cuenta.

Bueno, pues vamos allá con una pequeña selección.

¿Cómo es el canto de un isabelita del Japón?
El isabelita del Japón es un pájaro de cuerpo fuerte, cola ancha y plana, con un pico fuerte de color carne en los jóvenes y gris oscuro en los adultos, y las patas son de color pardo con las uñas oscuras. Hay quien dice que el canto es la única forma de diferenciar al macho de la hembra, pero no es así. Ambos pueden cantar, aunque la hembra en un tono más grave que el macho. La única forma real de diferenciarlos parece que es porque el que baila en el cortejo nupcial es el macho. Y yo añado que si pone huevos es hembra, fijo. En cuanto a cómo canta, aquí te dejo un video apasionante:

 

Sonidos guturales director negro Scala de Milán
Yo recuerdo a Henry Lewis un director de orquesta norteamericano que creo que sí llegó a dirigir en alguna ocasión en la Scala en los años 60, pero dudo mucho que se dedicara a emitir sonido alguno mientras dirigía. Más bien tu consulta creo que encuentra respuesta en que, en el año 2000, Vittorio Grigolo debutó en la Scala y, ante la continua emisión de berreos y sonidos guturales por parte del muchacho, el director, Riccardo Muti, acabó negro.

¿Cuántos años tiene doña Schmidt?
Eso está muy feo. Indagar la edad de las mujeres siempre ha sido contrario a las básicas normas de urbanidad. Así que sintiéndolo mucho no te voy a facilitar la fecha de nacimiento de nuestra querida Helga Schmidt, pero para que no te vayas otra vez de vacío, te daré algún dato. Dice ella misma que se colaba cuando era niña en los ensayos del Festival de Salzburgo para ver dirigir a Fürtwangler. Bueno, pues Fürtwangler empezó a dirigir en Salzburgo en 1937 y murió en 1954. Tú mism@.

Videos de señoras en medias de sedaIgnoro si el interés de la consulta es meramente profesional y procede de un directivo de Golden Lady, o si el propósito de la búsqueda es de índole lúbrico y fetichista. A mí, dentro de mis limitaciones, no se me ocurre mejor video que el de este pedazo de señora que se llamaba Cyd Charisse, en medias de seda, o sea en la película “Silk Stockings” (traducida en España con ese gracejo que nos caracteriza como “La Bella de Moscú”), acompañada de Fred Astaire, bailando el tema “All of you” de Cole Porter:



¿Por qué los marranos engordan más escuchando música de Beethoven y Mosar?
Doy por sentado que no es una alusión a mi persona, sino una inquietud científica y que Mosar es Mozart. Pues bien, parece ser que es verdad que el ganado porcino aumenta su engorde en las granjas si escuchan música clásica y en concreto se habla de tres compositores: Beethoven, Mozart y Haydn. Parece que los cerditos se relajan cuando escuchan la música y así asimilan mejor el alimento sin quemar energía por stress. No sé si el que esos tres compositores sean los preferidos se deberá a que sólo han hecho la prueba con estos tres o a que realmente su música es más propicia para el engorde. Yo por si acaso me he puesto a escuchar a Schönberg a ver si hace el efecto contrario.

Garanca Netrebko en la cama
Querid@ visitante: Denoto cierto tenor guarrindongo en tu búsqueda. ¿No serás tú quien buscaba también lo de las señoras con medias de seda?... He encontrado una imagen de la producción de “I Capuleti e I Montecchi” de Bellini, que pudo verse en Londres el año pasado, donde ambas cantantes están en la cama, aunque posiblemente no sea lo que tú querías ver. Si prefieres un video, como no he encontrado nada de las dos juntas encamadas, aquí te adjunto uno de Netrebko en la cama, aunque con Alagna, interpretando “Romeo y Julieta” de Gounod. Igual te corta un poco el rollete ver a Roberto en gallumbos luciendo pantorrillas, pero es lo que hay:



Danny Daniel tiene el mismo timbre que Juan Diego Flórez

No sé si te refieres al Danny Daniel que en los años 70 cantaba “El vals de las mariposas” con Donna Hightower. Si es así, he de decirte que el timbre no es exactamente igual. Si observas detenidamente la foto, podrás percatarte que el de la derecha, que es el de la mansión de JDF, tiene videoportero, y el del piso de Danny, no.

Escuchar ópera Lucía de la muermón
Ya sé que hay quien opina que la obra de Donizetti es aburrida. No es mi caso (bueno, L’Elisir…). Pero precisamente la Lucía no es un muermón, hombre. Para que lo compruebes aquí te dejo este video del final del acto I, con Nino Machaidze y el magnífico Celso Albelo:



Hugh Jackman se parece a Robert Powell
Lo que más me sorprendió de esta consulta era la ausencia de signos de interrogación, con lo cual doy por hecho que es que se afirma que Hugh Jackman se parece al también actor Robert Powell. Esto de los parecidos es algo muy personal, así que lo mejor es ver la imagen de los dos juntos y cada uno que se forje su opinión. Ahí los tenéis. Clavaditos.

Oscar de Yon Wein

Querid@ visitante: El actor norteamericano Yon Wein pese a haber llevado a cabo inolvidables (y peculiares) interpretaciones a lo largo de su carrera, sólo al final de la misma consiguió ganar el Oscar de la Academia, por “True Grit” (Valor de Ley) en 1969, teniendo grandes rivales ese año que también estaban nominados, como Dastin Jofman, Yon Boit, Richar Barton y Piter Otul.

Escuchar wa yen si ei
Cuando vi esta búsqueda no entendía nada. No sólo por qué narices acabó alguien aquí escribiendo semejantes palabros, sino ni siquiera lo qué buscaba. Pero releyendo la frase una y otra vez, de pronto hízose la luz y comprendí, ¡querías escuchar la canción “YMCA”, de Village People!. Así que eso tiene fácil solución. Eso sí, intenta apuntarte aunque sea al curso ese de “El inglés en mil palabras” que anuncian en la radio. Tus deseos quedan cumplidos con el video con el que finalizo este disparate de post que me ha salido hoy y que podrás ver si pinchas aquí.

domingo, 1 de noviembre de 2009

"LES TROYENS" (Héctor Berlioz) - Palau de les Arts - 31/10/09


Hacer un estreno operístico la noche de Halloween, tiene el riesgo de que la platea y palcos se te pueblen de fantasmas y muertos vivientes, como ocurrió ayer en el Palau de Les Arts de Valencia, que inauguró temporada con el importante reto de poner en escena la colosal ópera de Héctor BerliozLes Troyens”, en una producción propia del coliseo valenciano en colaboración con el Teatro Mariinsky de San Petersburgo y el Teatr Wielki de Varsovia, en lo que, parece ser, supone la primera representación en España de la versión escénica íntegra de la obra.

De entrada, hay que reseñar otra primicia, cual fue que anoche se produjo el primer abucheo de la corta historia de este teatro, dirigido a Carlus Padrissa y La Fura dels Baus, responsables de la puesta en escena y presunta dirección artística de la obra.

La propuesta furera traslada la epopeya troyana a un mundo futurista donde se mezclan virus informáticos, naves espaciales y toda la utillería ya mostrada en otros espectáculos por el grupo catalán, levemente reciclada.

Declaraba Padrissa en el escueto programa de mano entregado que “la ópera es un lugar donde la noción del tiempo desaparece si el espectáculo es capaz de seducirnos de manera global a través de los sentidos”. En este caso, su dirección escénica no sólo no contribuye a esta seducción global, sino que la lastra de forma definitiva. Yo fui uno de los que defendieron y alabaron, con matices, la labor de Padrissa y sus chicos en las sucesivas entregas del “Anillo del Nibelungo”, pero ayer reconozco que me sumé a la protesta ante una versión escénica aburrida, reiterativa, absurda y profundamente fea.

Se han repetido y potenciado en esta producción los elementos fureros más criticables: una nula dirección de actores a los que muchas veces se les ve perdidos; los continuos movimientos en escena de la gente de La Fura, entre los cantantes, arrastrando plataformas, enganchando cables, etc. con sus correspondientes ruidos; y esa excesiva información visual permanente que distrae al espectador incluso cuando no debe, cuando la atención debe estar concentrada en la música y los artistas.

Ayer vivimos algunos momentos escénicos realmente bochornosos. Destacaría especialmente el precioso dúo del acto IV entre Enéas y Dido, “Nuit d’ivresse”, posiblemente el momento musicalmente más bello de toda la obra, donde en lugar de quedarse los dos amantes solos, tal y como marca el libreto, tuvieron en escena la compañía de dos miembros de La Fura que les vigilaban, cual lúbricos voyeurs, porque al señor regista se le había pasado por el moño que cantasen ese momento colgados por los sobacos. Si pretendía ser original Padrissa, debe saber que lo único que consiguió fue una pérdida brutal de la magia y poesía de la escena.

Otros instantes, a mi juicio, muy desafortunados de la propuesta escénica, fueron el patético combate de boxeo que tiene lugar en el Paso de los luchadores del acto I, o el desfile de modelos con prótesis peneanas, en la danza de sátiros y faunos del comienzo del acto IV, de indudable mal gusto. Y tampoco tuvo justificación el humillante numerito que se le impuso a Eric Cutler, obligándole a cantar el aria de Iopas, “O Blonde Cérès”, micro en mano (apagado, claro) y haciendo posturitas dignas de fase clasificatoria regional de Festival OTI.

El instante de la entrada en escena del caballo de troya resultó muy molesto, al deslumbrarse a los espectadores con el reflejo de los focos en el caballito, construido con retales de la sierpe dragón de “Siegfried” y unas enormes ruedas, que le daban la apariencia de regalo de huevo Kinder en grande.

Sin embargo, sí me pareció medianamente interesante la resolución de la muerte de Laocoonte por las serpientes.

El horroroso y sonrojante vestuario diseñado para la ocasión, sólo consiguió llevar al límite de la indignidad a los artistas y que el público se tomase a chirigota momentos dramáticamente intensos, como la aparición de Casandra, poco antes del suicidio colectivo de las troyanas, vestida como una mezcla de Geyper Man y jugador de fútbol americano con escuditos y colores que se asemejaban demasiado a los del Valencia CF.

Las ridiculeces gratuitas en el vestuario y la dirección escénica eran continuas: los soldados troyanos convertidos en clones de las tropas imperiales de "Star Wars"; la pobre Daniela Barcellona colgada por los aires cada dos por tres y tocada con un espantoso peinado a lo fallera afro; Iopas con túnica horrorosa, posiblemente en homenaje a Rappel, presente en la sala y que si hubiese subido al escenario habría pasado desapercibido; o Andrómaca y Astyanax vestidos de caballeros Jedi, el último además con gafotas a lo Elton John y un cochecito teledirigido que con su ruido molestó ostensiblemente el solo de clarinete que sonaba en ese instante.

Tanta interferencia en la obra, desconcierto al espectador y ausencia de innovación en la propuesta de Padrissa, motivaron el sonoro y mayoritario abucheo que se le propinó al finalizar la función.

En el ámbito musical el resultado fue ostensiblemente mejor. Aquí hay que empezar elogiando de nuevo el trabajo realizado por todos y cada uno de los músicos que componen la sensacional Orquestra de la Comunitat Valenciana, absolutamente fantástica en todo momento. Espléndida la sección de viento, con unas trompas alcanzando la perfección al inicio del IV acto.

El director ruso Valery Gergiev condujo con su ya habitual gusto por el volumen descontrolado que le hace moverse permanentemente entre el forte y el fortissimo, faltándole matización, aunque en términos generales su lectura me resultó agradable y, si bien careció de esos momentos de mágica emoción, tampoco me llegó a molestar.

El Coro de la Generalitat tenía una prueba de fuego en esta exigente obra en la que tiene un papel protagonista. El resultado final fue de matrícula de honor. Cuando ya creíamos que era difícil hacerlo mejor, ellos se superaron a sí mismos y lograron imponerse con perfecto empaste por encima incluso de los volúmenes impuestos por Gergiev.

En las voces solistas hubo dos grandes triunfadoras, Elisabete Matos y Daniela Barcellona.
Matos, pese a mostrar alguna carencia en el registro grave, compuso una Casandra excepcional. Fue de menos a más, con una absoluta entrega dramática y poderío en el agudo con algunos ataques prodigiosos.

Daniela Barcellona conquistó a la totalidad del auditorio estando en todo momento implicadísima con el personaje de Dido, pese a la ridícula apariencia impuesta por Padrissa, consiguiendo que su voz, amplia y flexible se impusiera con autoridad, derrochando expresividad y sabiendo transmitir con credibilidad los sucesivos estados de ánimo del personaje. Su “Adieu, fière cité” fue glorioso.

Stephen Gould demostró que no está precisamente en su mejor estado vocal. Tuvo que iniciar su actuación con la terrible entrada escrita por Berlioz “Du peuple et des soldats”, donde presentó problemas de fiato y caló el do. Posteriormente se le vio muy apurado en los agudos, recurriendo a feos falsetes en un par de ocasiones, y mostrando un evidente cansancio. No obstante, le puso mucha voluntad y hay que reconocer su esfuerzo y entrega dramática en este exigente papel.

Eric Cutler, que no es precisamente un cantante por el que sienta especial predilección, estuvo soberbio en el “O Blonde Cérès”, a pesar del numerito OTI que ya he comentado, mostrando una exquisita delicadeza y buen gusto.

El resto del reparto cumplió con corrección, aunque me gustaría destacar la bonita voz de la joven Oksana Shilova, procedente del Mariinsky, que interpretó el breve papel de Ascanio.

A la salida, más allá de la una de la madrugada tras cinco horas de representación (lo que debería hacer a la dirección de Les Arts replantearse la hora de inicio de funciones de esta duración, al menos en día laborable), el abucheo a La Fura era el centro de todas las conversaciones y generó la típica controversia entre quienes opinan que es una falta de educación y quienes, como yo, pensamos que es una tradicional y legítima muestra de descontento en los teatros de ópera. Para mala educación la de aquellos que nos obsequian a todos con sus toses huracanadas, los caramelitos que tardan horas en desenvolverse, los bolsillos agujereados de los que no cesan de caerse ruidosamente objetos al suelo, o las virtuosas del rítmico golpeado del abanico contra sus protuberancias mamarias.

Pese a todo lo expuesto, disfruté muchísimo del espectáculo musical de la noche, que no pudo tener mejor colofón que la cena troyana que compartimos los amigos catalanets y la sección levantisca.

Si queréis tener otras visiones de lo acontecido, podéis leer las estupendas crónicas de FLV-M, Maac y Joaquim.

Para finalizar os dejo a la ex pareja Alagna-Gheorghiu en el dúo del IV acto "nuit d'ivresse", en una grabación con Richard Armstrong dirigiendo la Royal Opera House Covent Garden Orchestra:


video de glenmed

jueves, 15 de octubre de 2009

"CARMEN" (George Bizet) - Royal Opera House - Londres 10/10/09


Tras las intensas emociones vividas el día anterior con la Isolde de Nina Stemme, me dispuse a disfrutar una nueva velada en la Royal Opera House londinense, esta vez con una de las grandes óperas francesas, “Carmen” de Georges Bizet, en la producción de Francesca Zambello que se presentó en 2006 con Jonas Kaufmann y Anna Caterina Antonacci, siendo los protagonistas en esta ocasión mi admirada Elina Garanca y Roberto Alagna.

Gracias al amigo Álvaro tuve además la oportunidad de vivir la experiencia desde una nueva perspectiva que hasta ahora no había experimentado en la ROH, cual fue disfrutar de una localidad de las primeras filas del patio de butacas, lo que posiblemente también condicione algunos de los comentarios que vaya a hacer a continuación.

De entrada, la producción se caracteriza por ser visualmente apabullante. El polo opuesto del minimalismo en blanco y negro del "Tristán" de Christof Loy. La propuesta de Zambello es colorida, vistosa y con un excesivo abigarramiento escénico, con reminiscencias de la comedia musical. Loy no llegaba y Zambello se pasa. Hay una exagerada aglomeración en escena de figurantes, coros y cantantes, y por si eran pocos también aparecen fuentes, acróbatas, asnos y un caballo. Los diseños de Tanya McCallin contribuyen al colorido y realismo de esta puesta en escena de corte clásico, donde se presenta una Sevilla decimonónica y un tanto arquetípica, en tonos ocres, con sus gitanas, guardias civiles y hasta un absurdo paso de Semana Santa de la Virgen Macarena en procesión cerrando el desfile de los toreros.

He de reconocer que me resulta una propuesta atractiva y considero que la dirección de los figurantes y coros está muy trabajada, y toda esa masa se mueve con cierta soltura por el reducido espacio escénico. Otra cosa es la dirección de actores respecto a las voces solistas. También se aprecia que hay detrás un trabajo en ese sentido, aunque bastante simple, sin que se aporte ninguna lectura añadida a los rasgos y motivaciones de los personajes. Sí se agradeció que, por lo general, en los momentos musicalmente más intimistas se procurase vaciar el escenario de gran parte de la distracción visual, centrándose la acción en los cantantes.

La dirección musical corrió a cargo de Bertrand de Billy, a quien recientemente escuché en Viena dirigiendo con solvencia “Faust”. En esta ocasión el francés no brilló especialmente. La orquesta, como siempre, tocó de forma impecable, pero se apreciaron algunos desajustes entre el foso y la escena, y la lectura de De Billy no aportó ningún matiz especial, aparte de pura velocidad y apresuramiento, especialmente en la obertura.

El Coro, en una obra que permite su lucimiento, se mostró compacto y potente, destacando la cuerda de sopranos, y estuvo siempre muy pendiente de su movimiento escénico. Estuvo bastante más inspirado que el día anterior el masculino en “Tristán”, aunque la pronunciación francesa fue su punto flaco. Excepcional el coro infantil.

En cuanto a los intérpretes solistas, tener tan reciente el precedente de la pareja Antonacci-Kaufmann hacía un flaco favor a los actuales protagonistas, pues les colocaba el listón altísimo.

Elina Garanca hizo gala, una vez más, de una formidable técnica y de su prodigiosa voz, robusta, de amplio registro, que proyecta con contundencia y aparente facilidad. En esta ocasión, además, superó su caballo de batalla, moviéndose con autoridad en el registro grave manteniendo la homogeneidad de su canto. En los momentos de mayor lirismo supo jugar con las intensidades, añadiendo emoción a su fraseo. Se nota que ha trabajado su pronunciación francesa y tuvo menos problemas idiomáticos que en anteriores experiencias. Vocalmente creo que no se le puede efectuar reproche alguno. No perdió la intensidad dramática durante toda la representación, llevando a cabo un trabajo actoral sobresaliente. Bailó acompañando al cuadro flamenco, tocó la pandereta y hasta repiqueteó las nalgas de un soldado. A mi juicio, compuso una Carmen más que solvente, descarada y con desparpajo. Consiguió aparcar la frialdad letona metiéndose de lleno en los rasgos mediterráneos del personaje, aunque quizás le faltase una pizca de espontaneidad. La Carmen de Garanca desprendía sensualidad, con ese puntillo guarrindongo, sobre todo en el primer acto, de continuo roce y despatarre, que no creo que sea una aportación suya al personaje, sino de la dirección artística.

Roberto Alagna estuvo toda la noche pletórico, con muchas ganas, deseando hacer algo grande. Se le veía feliz (ignoro si por su reciente separación de Angelita). Exhibió una voz de enorme volumen, bastante fresca, atacando las notas por derecho y haciendo autentica ostentación de poderío vocal. Pese a todo, y sabiendo que discrepo de la mayoría del público, a mí, pese a encantarme su voz, no me gustó su canto. No le vi en ningún momento como Don José. Ese aire chulesco y proxenetil que caracteriza a Alagna le viene muy bien en los dos últimos actos, cuando el personaje da rienda suelta a su faceta “violencia de género”, pero en los anteriores, sobre todo en el segundo acto, eché en falta un trabajo actoral más creíble y una mínima regulación de intensidades en su voz, presentando una absoluta discordancia entre lo que decía y cómo lo decía. Alagna no supo dibujar la evolución del personaje, desde mi punto de vista, ni vocal ni dramáticamente, estando demasiado preocupado en todo momento por los fuegos de artificio, lanzando agudos a cascoporro, a un volumen desatado, alargándolos, primando el exhibicionismo sobre el buen gusto. Su aria de la flor me pareció pésima. Lució buenísima voz, pero debía pensar que la Garanca estaba sorda y no bajó del forte ni en una sola nota. Simple estridencia. Nada de matización. Nada de sentimiento. La antítesis de Kaufmann. Reconozco que en el último acto me gustó más. Su voz, que siguió sonando a todo volumen, mostró una juvenil resistencia y llegó fresquísima al final, se implicó dramáticamente mucho más en el papel y, aunque un pelín sobreactuado “a la Villazón”, consiguió transmitir toda la emoción que previamente no había logrado. Al menos conmigo, porque el público le jaleó con estruendo y a él se le veía exultante.

Ildebrando D’Arcangelo repetía de nuevo en esta producción en el papel de Escamillo que ya protagonizara en 2006. Dramáticamente estuvo entregado, aunque le faltaba ese puntito chulesco que le sobraba a Alagna. Su porte le acompaña para la composición del personaje, aunque vocalmente pienso que, pese a que cantó con enorme corrección, no es el papel más adecuado a sus características, presentando dificultades para mantener la homogeneidad de la emisión en las notas más graves, y su pronunciación fue más bien regular.

Liping Zhang como Micaëla mostró una voz agradable, bien proyectada, aunque tuvo alguna descoordinación en el dúo del primer acto con Alagna y estuvo bastante hierática en escena, transmitiendo cierta frialdad.

El papel de Frasquita estuvo encomendado a la japonesa Eri Nakamura, a quien le tengo especial aprecio desde que asistiese a su estreno en un papel protagonista el marzo pasado en este mismo recinto sustituyendo a Netrebko en “I Capuleti e i Montecchi”. Nakamura volvió a exhibir su facilidad desmesurada en el registro agudo y sobrado desparpajo en escena.

Al finalizar, el público, con un considerable número de fans Alagnistas venidos de Francia, ovacionó fuertemente a todos los participantes con especial intensidad para la pareja protagonista.

A pesar de los reparos que he hecho, la verdad es que pasé una noche estupenda de ópera disfrutando de la voz de Garanca en ese magnífico teatro, modelo de buena organización y atención al cliente. A modo de ejemplo: Nada más llegar a España recibo un email de la ROH Covent Garden donde me remiten una encuesta de satisfacción detallada sobre los servicios recibidos en mi visita al teatro, desde el proceso de reserva de entradas, la comodidad de las localidades, la facilidad de acceso y localización de las mismas, los consumos en los entreactos, la atención de todo el personal… Vamos, igualito que en Les Arts.

Os dejo con Garanca en Baden Baden el año pasado, dirigida por su marido Karel Mark Chichon, interpretando "Les tringles des sistres tintaient":


video de klassizismus