Hoy se ha conocido el fallecimiento en Suiza de la mítica soprano australiana Joan Sutherland, una de las cantantes más relevantes del pasado siglo y por extensión de la historia misma de la ópera.
Tras unos comienzos centrados en el barroco, sería en el repertorio belcantista donde obtendría sus mayores triunfos, especialmente a raíz del enorme éxito cosechado en 1959 en Londres con "Lucia di Lammermoor", papel que posiblemente sea su personaje más emblemático.
En 1990 se había retirado discretamente de los escenarios y ahora nos deja para siempre. Aunque nos queda el consuelo de contar con los testimonios visuales y sonoros de una de las mejores voces de la ópera.
Como esta grabación de 1972, donde la podemos ver con uno de sus famosos peinados imposibles, en compañía de Luciano Pavarotti, interpretando el dúo final del acto I de "Lucia di Lammermoor" de Donizetti:
La gestión de la querida Helga Schmidt al frente del Palau de Les Arts es un ejemplo. En estos momentos en que los teatros de ópera de todo el mundo están sufriendo también las consecuencias de la maldita crisis globalizada, se necesitan gestores eficaces, serios y responsables. Así que temblemos, porque todos van a desear llevarse a Helga. Cada día que pasa nuestra amiga nos vuelve a dar una lección de gestión de un recinto operístico, a la par que derrama por todos sus poros atención y respeto ejemplar a sus abonados.
Eres un ejemplo, Helga. Si es que hay escuelas de aprendizaje del oficio, allí deberías estar… pero para que todos vieran cómo no se deben hacer las cosas. En cada contacto que tiene el ciudadano con Les Arts, por mínimo que sea, surge una muestra de ineptitud manifiesta.
Último acontecido: Al fin nos han contestado a los que hicimos la solicitud por escrito para el ciclo completo del Anillo. Nos han ofrecido lo que dicen que está disponible, sin explicar, por supuesto, por qué no está disponible el resto. Pero bien, tragamos. Una vez hecho, damos los datos de la tarjeta para el pago, te dicen que ya está… y te cuelgan el teléfono, dejando al ciudadano con más cara aún de tonto de la que Natura tuvo a bien concedernos.
Yo no tengo ni un solo justificante de que he pagado (salvo el que me remita el banco) y mucho menos de que lo que he comprado ha sido la entrada para 4 representaciones en unos días determinados y en una butaca concreta, a un precio considerable. He esperado para ver si mandaban algún correo, e-mail, sms, llamada telefónica, paloma mensajera o remotas señales de tam-tam, pero nada. Contacto telefónicamente con el divertidísimo contestador automático del box office de Les Arts y cuando, tras múltiples esperas y pulsaciones varias de teclas, tonos y politonos, consigo escuchar una voz humana... me dicen que es normal. Que ellos lo hacen así, que no envían nada, pero que no me preocupe, que, en el improbable caso de que haya algún problema, con el resguardo del banco me devolverán el dinero (hombre, ¡sólo faltaba!). A la próxima estos tipos se lanzarán un escupitajo en la palma de la mano y nos dirán que choquemos esos cinco que así se hacen los tratos entre hombretones.
En cuanto al ámbito puramente musical, el desgobierno y la desinformación siguen siendo la pauta de la gestión de Schmidt. Ya se ha había caído de Faust la soprano prevista, Gallardo-Domas, ahora le ha tocado a Lorin Maazel aquejado de presunta bronconeumonía y se especula con la posibilidad de que la vulgar Voulgaridou, prevista para sustituir a la Gallardo, también caiga del cartel (lo cual no estaría nada mal, por cierto) debido a la enfermedad de un familiar.
A mi que no me digan, pero esto no es normal. Es recibir la llamada de Les Arts y aquí enferma hasta el apuntador con semanas de antelación. Creo que hay que adoptar soluciones drásticas. Es hora de que se llame al padre Karras y emprenda un ritual de exorcismo en el recinto.
Pero lo más gordo es que entras en la página web de Les Arts y se han limitado a cambiar el nombre de Maazel por el de Frédéric Chaslin sin más explicaciones. Y la Vulgar sigue apareciendo anunciada, por desgracia. Si al final no canta no sabemos si tendrá que ser la propia Helga quien tenga que asumir el papel de Marguerite, y el caso es que, con el perdón de Bianca Castafiore, un cierto aire le tiene a esta insigne intérprete del rol.
Bueno, Helga me tiene un poquito quemado, pero ahora mismo me relajo escuchando al grandísimo Alfredo Kraus, como Fausto, cantando "Salut demeure, chaste et pure", y a Joan Sutherland en el aria de las joyas, que la canta mucho mejor que Helga.