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martes, 20 de diciembre de 2011

"ARIADNE AUF NAXOS" (Richard Strauss) - Palau de les Arts - 16/12/11

Una de las citas más esperada por mí de la presente temporada del Palau de Les Arts era la ópera “Ariadne auf Naxos”, de Richard Strauss, que se ha representado finalmente los pasados 16 y 18 de diciembre. La verdad es que mi ilusión había bajado muchos enteros cuando, primero, se anunció que se ofrecería en versión concierto, después canceló Riccardo Chailly por problemas médicos y se comunicó que sería sustituido por Sir Andrew Davis, y, por último, sin previo aviso y sin una mísera nota explicativa, como suele hacer las cosas Helga Schmidt, la soprano Adrianne Pieczonka también caía del reparto, anunciándose en su lugar a una desconocidísima Amber Wagner. Para rematar el asunto, las geniales mentes pensantes de Les Arts decidieron, una vez más, que la representación tuviera lugar en su impresentable Auditorio en lugar de en la sala principal.

Pues bien, pese a todo lo anterior, lo primero que tengo que reconocer es que he vivido dos veladas memorables de Ópera con mayúsculas, y ni el repugnante sonido del Auditorio ni la ausencia de escena consiguieron disminuir el enorme disfrute de la música de Strauss en manos de unos músicos y cantantes sensacionales.

De la dirección de Sir Andrew Davis esperaba que fuese correcta y poco más, pero lo cierto es que la labor llevada a cabo por el veterano director inglés resultó excelente. Quizás no alcance la chispa de genialidad de otras ilustres batutas, pero no le hizo ninguna falta. Consiguió que la Orquestra de la Comunitat Valenciana, reducida para la ocasión a poco más de una treintena de componentes, brillase como en las mejores noches, haciendo refulgir, como merece, la maravillosa partitura de Richard Strauss. Sonó a orquesta de cámara cuando así se requería, mientras que en otros pasajes, como el impresionante dúo final, la agrupación orquestal parecía estar engrosada por un centenar de músicos. Davis realizó un esmerado y meticuloso trabajo de dirección donde todo sonaba cuando y como debía sonar, aunque en algunos instantes hubiese sido preferible controlar un poco el volumen. Estuvo muy atento en todo momento a los cantantes, marcando sus entradas con precisión e incluso interactuando con ellos desde el podio. La complicidad del director con sus músicos era también evidente y quedó plenamente de manifiesto al finalizar la representación, momento en que éstos le tributaron una cariñosa y sentida ovación.

Todas las secciones orquestales estuvieron impecables, destacando por su virtuosismo cada uno de los atriles solistas que tuvieron ocasión de lucimiento, debiéndose reseñar en este apartado la maestría del joven concertino Serguéi Ostrovski.

Que la Orquesta de la Comunitat Valenciana ofrezca unas excelentes prestaciones siempre es una buena noticia, aunque, afortunadamente, ya no es una sorpresa. Lo que sí constituyó una sorpresa enorme, al menos para mí, fue el nivel vocal ofrecido por los cantantes, sobre todo por la soprano Amber Wagner, que llegaba a Les Arts como una perfecta desconocida para interpretar el papel de Primadonna y Ariadna y se marcha de aquí con la rendida admiración de todos los que tuvimos la suerte de escucharla en directo.

Nada más afrontar sus primeras frases en el Prólogo ya pudimos apreciar la belleza de una voz ancha, cálida, esmaltada, homogénea y de gran volumen que además moldeaba con un gusto exquisito, pero sería durante la exigente segunda parte cuando todo el potencial del instrumento de la Wagner nos cautivaría incondicionalmente. Su “Es gibt ein Reich” fue todo un recital de canto en el que exhibió una técnica portentosa y una abrumadora capacidad expresiva, vocal y gestual. Demostró gran control del fiato y un fraseo inmaculado que adornó con deslumbrantes matices. Acometió notas en pianísimo con apenas un hilo de voz, aumentando la intensidad del sonido gradualmente sosteniendo el mismo golpe de aliento en un progresivo crescendo hasta inundar la sala con un volumen espectacular. Su dúo final con el Baco de Nikolai Schukoff y la orquesta a pleno rendimiento, es de los que se tarda mucho tiempo en olvidar.

Creo que hemos tenido la fortuna de presenciar los primeros pasos de una mujer que me atrevo a aventurar que esté llamada a ocupar un lugar de honor en el mundo de la ópera durante los próximos años. Y en el momento en el que su registro grave adquiera un poco más de envergadura y perfeccione aún más su técnica podemos encontrarnos ante una soprano de referencia.

El tenor austriaco Nikolai Schukoff tuvo que hacer frente al diabólico papel de Tenor/Baco. Decir que acabó la representación sin romper la voz ya sería todo un mérito, pero es que además llevó a cabo una actuación que considero muy meritoria y, por momentos, brillante, aunque al final pasase sus apuros, cercanos a la defecación, y todavía tenga algunas cosas que pulir.

Julia Bauer también tuvo una destacada actuación en otro papel complicado como es el de Zerbinetta. Su voz, delgada, blanquecina y desprovista de esmalte, no me resulta especialmente grata. Es verdad que adquiere más valor en la zona alta, pero con tendencia al chillido. Pese a esto, debo reconocer que la ejecución de su aria fue estupenda, consiguiendo, gracias también a la paradinha estratégica de Andrew Davis, una fuerte ovación a su finalización.

Me gustó bastante la mezzosoprano Cecelia Hall como El Compositor. Su voz me pareció francamente bonita, con un registro central luminoso y aterciopelado. Presentó ciertas carencias en la zona grave y los agudos sonaron ocasionalmente hirientes, pero su musicalidad, exquisita línea de canto y profunda expresividad, compensaron sobradamente sus limitaciones.

Existía gran expectación por presenciar el retorno a nuestra ciudad del barítono Carlos Álvarez, en el papel de Maestro de Música, tras el prolongado periodo en que una grave enfermedad le ha mantenido apartado de los escenarios.

Me resulta enormemente satisfactorio poder decir bien alto que el cantante malagueño nos sorprendió a todos muy favorablemente, mostrando un estado vocal aparentemente estupendo. Es verdad que el papel no es excesivamente largo y que en su tramo final se le vio un poco forzado, pero exhibió potencia y musicalidad y fue un auténtico placer volver a reencontrarse con la nobleza de timbre de uno de los mejores cantantes que ha dado este país y al que deseo que muy pronto pueda retomar plenamente su carrera. De momento, en una sorpresa más de Helga (esta vez agradable), nos han anunciado de repente que, el próximo 15 de enero, Carlos Álvarez volverá a Les Arts para interpretar un recital de zarzuela.

Del resto del reparto destacaría a Nikolái Borchev como Harlekin, con bonito timbre y maneras de liederista, y al Brighella del tenor británico Barry Banks, muy solvente en lo vocal y sobresaliente en su interpretación. Notable actuación también de Vicenç Esteve como Maestro de Danza y Scaramuccio, y de Sandra Ferrández como Eco.

El público aplaudió calurosamente a todos los artistas y a la salida se podía palpar la emoción de las grandes noches, coincidiendo la gran mayoría en alabar la calidad de lo escuchado y en manifestar su sorpresa y admiración por la interpretación de Amber Wagner, a quien, por cierto, tuve oportunidad de saludar personalmente, pudiendo comprobar su simpatía y sencillez.

Desde luego es una soprano a seguir de cerca. A ver si Helga se anima y consigue que la podamos disfrutar por aquí más a menudo. Si no es así, por si hay alguien interesado os diré que tiene previsto cantar la Sieglinde de “La Valquiria” en junio del próximo año en Frankfurt.