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domingo, 26 de septiembre de 2010

ERIK SATIE Y EL CABARET

“El bohemio (Erik Satie en su estudio de Montmartre)” - 1891 – Santiago Rusiñol

Durante bastantes años el compositor francés Erik Satie intentó sobrevivir a su pobreza trabajando de pianista en distintos locales, especialmente en el cabaret parisino “Le Chat Noir”. En la entrada de este mítico recinto de Montmartre había un cartel que decía algo así como: “¡Paseante, detente!. Este edificio fue consagrado por voluntad del destino a las Musas y a la Alegría bajo los auspicios del Gato Negro. ¡Paseante, sé moderno!”.

Y es que, en aquellos años, “Le Chat Noir” era el paradigma de la modernidad y centro de reunión de la sociedad parisina en su animada vida nocturna. Pero también era el lugar al que acudían jóvenes artistas con el propósito de conseguir algún día leer sus versos, cantar sus canciones, vender sus dibujos o simplemente para
dejarse ver con aire bohemio e intelectual en aquel templo de la modernidad.

Uno de esos jóvenes fue Satie. Con apenas 20 años, tras dar por finalizado su servicio militar con alguna que otra argucia (parece que se provocó una bronquitis para ser licenciado), se instaló en el barrio parisino de Montmartre y entró en contacto con el mundo bohemio de la capital, apareciendo un buen día por “Le Chat Noir”, donde se presentó como “Erik Satie, Gimnopedista”, y al poco tiempo era uno de los pianistas habituales del cabaret.

Su actividad en el mundo del music-hall no se limitó a “Le Chat Noir” y estuvo presente en otros locales emblemáticos de París, como “Le Divan Japonais”, inmortalizado por los carteles de Toulouse-Lautrec, o “L´Auberge du Clou”, donde conoció a Claude Debussy.

Durante las casi dos décadas en las que se ganó la vida como músico de cabaret o café-concert, Satie realizó arreglos de más de un centenar de canciones populares y además compuso algunas propias, muy alejadas del estilo de música que le consagraría definitivamente como uno de los más relevantes (y extravagantes) compositores de principios del siglo XX.

Satie siempre renegó de estas composiciones de cabaret, que consideraba decadentes y puramente alimenticias, pero no pudo evitar que esa música tuviera cierto reflejo en obras suyas posteriores y, en cualquier caso, aun constituyendo obras menores dentro de su producción, son atractivas, cadenciosas y pegadizas melodías que nos transportan inmediatamente al ambiente de las noches parisinas de comienzos del siglo XX.

Posiblemente las obras más conocidas sean
“Tendrement”, “La Diva de l’Empire” y “Je te veux”. Al igual que otras muchas de las canciones de Satie de este periodo, fueron compuestas para Paulette Darty una cantante francesa que era conocida como “la reine de la valse lente”. Darty llegó a ser muy popular en el ámbito del cabaret y el music-hall, llegando a cantar en La Scala… bueno, en la otra Scala, un afamado music-hall parisino homónimo del teatro milanés.

“Tendrement”, con texto de Vincent Hyspa, es un ejemplo de esos “valses chantées” que popularizara Paulette Darty en los últimos años del siglo XIX. Aquí podemos escuchar esta pieza, en su versión para piano solo, interpretada por Jean-Yves Thibaudet:


Video de newFranzFerencLiszt

“La Diva de l’Empire” fue compuesta originariamente para voz y piano, con letra de Dominique Bonnaud y Numa Blès, aunque curiosamente se popularizaría en su versión para piano solo. No llega a ser un típico “valse chantée”, sino que suele asociarse más a los ritmos del cakewalk o el ragtime. He traído hoy la versión de la soprano británica Felicity Lott, acompañada al piano por el gran Malcolm Martineau, tal y como la interpretaron en el Liceu en la temporada 2002-2003:


Video de LiceuOperaBarcelona

“Je te veux”, con letra de Henry Pacory, fue estrenada en 1903 en La Scala (el cabaret) y es un prototipo de chanson de café concert con un bello aire de vals. La versión que de ella hace Jessye Norman, acompañada al piano por Elisabeth Cooper, me parece el mejor cierre posible para este post de hoy:


Video de PakoChile

miércoles, 30 de diciembre de 2009

ATTICUS AWARDS 2009


El año 2009 toca a su fin. Todos los fines de año, hay costumbres que se repiten puntualmente y que esta vez, lamentablemente, tampoco faltarán, como las retransmisiones televisivas de las campanadas, los programas joseluismorenescos, los cotillones con baile de conga con corbata anudada en la frente, etc.

Otra tradición, menos perjudicial para la salud, es el hacer balance de lo ocurrido en los 365 días anteriores. Así que, ya que no voy a cumplir ni con las congas ni viendo a Raphael cantar el tamborilero, he decidido hacer mi propio resumen musical del año, con una particular entrega de premios a lo que considero más destacado de aquellos espectáculos que he podido presenciar en directo durante 2009.

Así que, por votación unánime del jurado de los Atticus Awards 2009, compuesto por el autor de este blog reunido consigo mismo y su circunstancia, los premios otorgados son los siguientes:

Helga de Oro a la mejor dirección musical:
En esta categoría quizás el premio se vea lastrado por mi imposibilidad de asistir a ninguna de las funciones de la “Turandot” que dirigió Lorin Maazel en Les Arts en abril, y porque el “Parsifal”, dirigido también por Maazel en el mismo recinto, tuvo lugar en 2008. Así que ajustándome escrupulosamente a las normas que yo mismo me he autoimpuesto, voy a conceder la Helga de Oro en este apartado a Antonio Pappano por su magistral dirección, llena de profundidad y matices, de “Il Barbiere di Siviglia” rossiniano en el ROH londinense el pasado mes de julio.

Helga de Oro al mejor Coro:
Sin duda alguna, el premio va a parar al Cor de la Generalitat Valenciana, por todas y cada una de las intervenciones que ha tenido este año, con referencia especial al magnífico desempeño demostrado en la exigente partitura de “Les Troyens”.

Helga de Oro a la mejor Orquesta:
Tampoco he tenido que pensar mucho. La dorada Helga es para la Orquestra de la Comunitat Valenciana, que nos sigue sorprendiendo favorablemente función tras función, y que ha alcanzado unos niveles de excelencia que la colocan en el primer rango internacional.

Helga de Oro a la mejor dirección artística:
Si el premio fuese para la peor labor en este apartado, el galardón habría estado reñidísimo, pero si tengo que destacar una puesta en escena que me haya convencido plenamente, aportando originalidad, respeto a la obra e inteligencia en la propuesta, me inclino por conceder la Helga de Oro al italiano Damiano Michieletto y su sensacional dirección artística concebida para “La Scala di Seta” de Rossini.

Helga de Oro al mejor intérprete individual:
En este apartado es en el que ha habido más dudas, ya que he tenido la suerte de escuchar en directo a artistas de talla indiscutible (y a algunos conocerlos personalmente) como Plácido Domingo, Waltraud Meier, Piotr Beczala, Juan Diego Flórez, Joyce Di Donato, Renée Fleming, Elina Garanca o mi admiradísima Eva Maria Westbroek a quien hasta el último momento he estado dudando si le adjudicaba el premio por la maravillosa Sieglinde que nos ofreció en “Die Walküre” en junio en Les Arts. Pero, finalmente, he decidido que la Helga de Oro vaya a parar a la sueca Nina Stemme por la interpretación que hizo de Isolde en el "Tristan und Isolde" de Wagner que pude escuchar en Londres el pasado mes de octubre, donde demostró que es la nueva cantante de referencia de este papel, consiguiendo elevar los niveles de emoción del público a cotas altísimas.

Helga de Oro al mejor espectáculo del año:
Habiendo disfrutado tanto como lo hice este mes de junio en Les Arts, creo que es de justicia que esta Helguita vaya a parar al “Der Ring des Nibelungen” wagneriano que se ofreció completo en Les Arts en el II Festival del Mediterrani, con la puesta en escena de Carlus Padrissa y La Fura dels Baus, dirección musical de Zubin Mehta al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana y un elenco de cantantes homogéneo, que ofreció un inmejorable rendimiento y que estuvo muy por encima de lo que pudimos escuchar en Bayreuth este verano.

Bueno, pues hasta aquí mis particulares chorra-galardones. Para poner el broche musical a los mismos, he decidido que sea con un video de la premiada Nina Stemme, en esta ocasión cantando la escena final de "Salomé" de Richard Strauss, en la abominable producción que se pudo ver este año en el Liceu barcelonés:


video de LiceuOperaBarcelona

Y como punto final a este 2009, con mis mejores deseos para todos vosotros para el próximo año, os dejo con uno de mis finales operísticos favoritos, el trío final de “Der Rosenkavalier”, también de Richard Strauss, en la interpretación de Anne Sophie von Otter (Octavian), Barbara Bonney (Sophie), y Felicity Lott (Marschallin):


video de rwprof



¡¡FELIZ AÑO 2010!!