Mostrando entradas con la etiqueta Bellini. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Bellini. Mostrar todas las entradas

lunes, 9 de marzo de 2015

"NORMA" (Vincenzo Bellini) - Palau de les Arts - 08/03/15

Jornada llena de emociones la de ayer en el Palau de les Arts. Para empezar, se representaba el que, a todas luces, es el plato fuerte de esta temporada operística en Valencia, una de las obras cumbres del género, Norma, de Vincenzo Bellini, con un reparto sumamente atractivo. Y, por otro lado, a media tarde comenzaron a circular distintos rumores acerca del nombramiento del nuevo director musical titular de la Orquestra de la Comunitat Valenciana.
 
Se sabía que hoy lunes se anunciaría el nombre del sustituto del ya olvidado Omer Meir Wellber, tras demasiado tiempo con la orquesta de la casa sin titular, pero pocos minutos antes de comenzar la representación se empezó a escuchar por los pasillos que el elegido podía ser Fabio Luisi. Poco tiempo después, desde la página de Beckmesser, origen de la errónea información, se rectificaba y se decía que sería Fabio Biondi. Todo tipo de especulaciones corrieron a partir de ese momento. Esta mañana, finalmente, se ha hecho oficial que la titularidad de la dirección musical de Les Arts será compartida por los italianos Roberto Abbado y  Fabio Biondi, con el valenciano Ramón Tébar como primer director invitado.

El tema da para un amplio debate, pero ya habrá tiempo para ello. De momento hay que congratularse de que por fin se despeje la incógnita que estaba manteniendo demasiado en vilo a la orquesta, lo cual sólo podía ir en perjuicio de la misma. Además, después de las imbecilidades reiteradas, lanzadas desde la conselleria de Cultura y su entorno, acerca de la necesidad de que el nuevo director fuese valenciano por decreto de marijose, es de agradecer que se haya optado por criterios más o menos acertados, pero al menos no basados en partidas de nacimiento.

Por otra parte, los nombres de Abbado y Biondi, en principio, llaman a ser optimistas, sobre todo después de ver el sensacional rendimiento del primero junto a la orquesta de Les Arts en el reciente Don Pasquale, y la categoría contrastada del segundo, cuyo trabajo también hemos tenido la oportunidad de disfrutar en el Palau de la Musica varias veces en los últimos años. Lo de Ramón Tébar suena a cuota conselleril, pero no hay duda de que es un director solvente que puede hacer un buen trabajo como principal batuta invitada, si bien Gimeno o Bernàcer también podrían haberlo sido.

Habrá que esperar a ver si nos cuentan cómo se va a organizar esa bicefalia batutera, que es algo que a mí personalmente ya me causa más reparo. Yo soy partidario, a priori, de que haya un solo director titular que pueda marcar carácter a la orquesta y personalidad propia. Y otra cosa que me origina cierta preocupación es que, también a priori, parece que tenemos expertos en repertorio belcantista y barroco, quedando mucho más descuidado el más contemporáneo.

Pero bueno, como decía antes, ya habrá tiempo de comentar esto. Además, recuerdo aquí lo que escribí en mi crónica de Don Pasquale de hace apenas un mes: “Si mañana anunciase el verborreico Livermore que Abbado, ya que está por aquí, se va a quedar de director titular, no sería yo quien protestase”… Pues eso mismo.

Ahora voy a procurar centrarme en la crónica de una noche de ópera que, en términos musicales, fue de un nivel espléndido.

La coproducción del teatro valenciano con el Teatro Real y ABAO-Olbe presentada ayer, cuenta con la dirección escénica del Intendente, director artístico, director del Centre de Perfeccionament, y yo que sé cuántas cosas mas, Davide Livermore, que a este paso va a acabar con más títulos en sus tarjetas que la fallecida Duquesa de Alba, y no me acabó de convencer del todo, aunque el balance general creo que debe valorarse de forma positiva.

He de empezar diciendo que no conozco Juego de Tronos, porque ayer escuché un millón de veces distintas referencias a ello. La estética de este nuevo trabajo de Livermore a mí me recordaba al mundo de El señor de los anillos que es algo que controlo más. La propuesta es muy Livermore, para lo bueno y para lo malo.

Una escenografía casi nula. Apenas unos chirimbolos metálicos que simulan los árboles del bosque y un enorme tronco retorcido, con una escalinata en uno de sus lados, que servía para todo.

El tronco avanzaba y giraba consiguiendo algunos efectos interesantes, pero, a mi juicio, se abusó en exceso de esos giros. Cualquier ocasión era buena para hacer subir a los cantantes al tiovivo, perdiéndose las voces al proyectarse en dirección opuesta a las butacas. Tampoco favorecía la proyección de las voces el hacerles cantar desde lo alto del mamotreto. Y no me pareció nada adecuado que a una señora de edad respetable como Mariella Devia la tuviesen subiendo y bajando escaleras media función, que la verdad ya no se sabía si aquello era Norma de Bellini o Norma Duval.

Me resultó criticable que, nuevamente, se pretenda escenificar una obertura, como si temiesen que los aficionados nos aburramos cuando sólo hay música. Esto además se vio agravado al consistir el presunto divertimento en una panda de danzarines en bolas que no sé si pretendían representar los espíritus del bosque o una manifestación anti abrigos de piel, pero que, desde mi humilde punto de vista, sobraba. Estas son las cosas de tener que amortizar el tener al Ballet de la Generalitat, magnífico por otro lado, pero que debería tener su propio espacio diferenciado o reservarlo para las óperas que llevan ballet, y no ser utilizado para ahorrarse figurantes o para tener que montar bailes en cualquier ocasión, vengan o no a cuento.

Las consabidas proyecciones que inundan los trabajos de Livermore volvieron a estar presentes, casi hasta el empacho, sin que, a diferencia por ejemplo de lo que ocurría en La forza del destino, se aportase apenas nada al devenir dramático y, por el contrario, se rozase el ridículo en algunas ocasiones. Por otro lado, la obsesión de colocar una pantalla entre los cantantes y el patio de butacas para proyectar allí imágenes, llegó a hacerse molesta por excesiva, entorpeciendo la visión.

Claro, y ahora os preguntaréis ¿por qué habla este tío de balance general positivo después de repartir semejante estopa? Pues principalmente porque, como también suele ser habitual en los trabajos de dirección escénica de Livermore, hay una importante labor de dirección de actores y movimiento escénico, lo cual es más meritorio aún en una ópera intimista y de escasa acción, como es el caso de Norma. Cada personaje y miembro del coro estaba perfectamente instruido acerca de sus movimientos y actuación en escena, resultando el conjunto bastante eficaz y potenciándose el sentido dramático del texto.

Entrando ya en el apartado musical, en el foso se colocaba por primera vez al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana dirigiendo una ópera, Gustavo Gimeno, uno de los directores valencianos cuyo nombre había sonado insistentemente como posible candidato a la titularidad de la batuta de Les Arts. Yo he defendido estos días mi opinión acerca de que considero que la orquesta precisa de un director con más carácter y más experimentado en lides operísticas, sin cuestionar en absoluto su valía en el terreno sinfónico. Y, aunque lo sigo manteniendo, desde ayer poco voy a poder criticarle en el campo operístico, al menos por lo demostrado en esta Norma, donde llevó a cabo una labor extraordinaria.

Gimeno demostró, ante todo, oficio. Una claridad en el gesto ejemplar y una atención permanente a la conexión entre foso y escena, que fue impecable. Supo respirar con los cantantes en una ópera tan exigente como esta, marcando todas las entradas y llevando a cabo el que creo que ha sido uno de los trabajos de batuta más cuidadosos con las voces que yo he contemplado en este teatro. Manejó las dinámicas con gran inteligencia y momentos como el concertante final o el prescindible coro Guerra, Guerraestuvieron cargados de tensión dramática. En resumen, una dirección musical sobresaliente.

Entre los solistas, destacaron Magdalena Martínez en la flauta y Tamás Massànyi al clarinete, con una sección de violonchelos al mando de Rafal Jezierski espectacular en el inicio del acto segundo.

El Cor de la Generalitat, una vez más, respondió incluso por encima de las expectativas, contundente el masculino en sus escenas con Oroveso, y delicadísimo y casi celestial el acompañamiento de las voces femeninas en la cavatina Casta diva. En la ya mencionada escena de Guerra, Guerra, se lució demostrando poderío vocal y un empaste magnífico, y, como siempre, destacaron en el apartado dramático. No por repetido deja de ser verdad el lujazo que es contar en el Palau de les Arts con estos cuerpos estables.

Mariella Deviaes una auténtica diosa del belcanto. Soy un devoto admirador suyo y, quizás no sea demasiado objetivo, porque esto es lo que tiene también la pasión operística. Reconozco que no la había escuchado en el papel de Norma que, pese a su larga carrera, ha debutado hace menos de un año, así que iba también con un poco de prevención porque, a priori, no parece el rol que mejor se adapte a su vocalidad y, además, la señora está a punto de cumplir 67 años. Bueno, pues he de decir que me reafirmo en que puede no ser el papel que mejor se adapta a sus características, pero, por Tutatis, vaya lección belcantista nos ofreció la Devia anoche.

La voz ofrece algún pequeño síntoma de desgaste y en los descensos al grave se denotaban apuros y cambios de color, pero ahí pondría yo el punto y final a cualquier crítica que se pretenda hacer de una labor cuyos puntos positivos compensaron, con mucho, cualquier reparo. Su técnica respiratoria y el prodigioso control del fiato le permitieron exhibir un legatoexcelso, elegante hasta el desmayo. La precisión en los ataques, la afinación y la musicalidad infinita que derrochó fueron ejemplares. Si en los pasajes dramáticos percibía más limitaciones, la soprano los compensaba con expresividad a raudales a base de pura técnica canora. Además de eso, su comportamiento escénico fue encomiable, pese a tener que hacer de vedette sube y baja escaleras.

Una gratísima sorpresa fue la Adalgisa que ofreció la mezzosoprano armenia Vaduhi Abrahamyan. Su voz oscura, de bello timbre, grande, se apoderaba de la sala, mostrando gran expresividad, buena dicción y sentido musical. Empastó perfectamente en los dúos con Norma, aunque técnicamente pasó algún apuro en las agilidades.

El Pollionedel tenor norteamericano Russell Thomastambién fue digno de destacarse, con un importante vozarrón que brilló especialmente en los agudos, mostrando voluntad para adornar el canto con algunos matices y recursos expresivos que no acabaron de salir bien del todo. La pena fue una dicción bastante mala y un escaso sentido del legato belcantista, debido sobre todo a una técnica de emisión ruda, a empujones. Yo me preguntaba cómo una mujer tan elegante vocalmente como Norma podía haberse enamorado de este romano tan basto… Aunque igual es que el nombre del personaje no es casualidad.

Tampoco fue un ejemplo de elegancia belcantista el bajo Serguéi Artamonovcomo Oroveso, pero su voz oscura se adaptaba a los requerimientos del personaje. Buenas prestaciones ofreció Cristina Alunno como Clotilde y algo más justito David Fruci, como Flavio, con problemas de proyección; ambos alumnos del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo.

La sala se encontraba ayer más llena que en los últimos estrenos, castigándonos con su presencia en el palco la nefasta consellera María José Catalá, a quien acompañaba el President Fabra, quien por hacerse la foto se tuvo que chupar la ópera enterita. Sus ronquidos no se llegaron a escuchar, posiblemente debido a que serían tapados por el concierto de desaforadas toses que tuvimos que padecer durante toda la noche, con especial intensidad al comienzo del segundo acto.

El público aplaudió y braveó con calidez durante toda la representación los principales momentos, y al finalizar fueron singularmente efusivas las ovaciones dedicadas al terceto protagonista, especialmente a Mariella Devia. También la dirección escénica de Livermorefue acogida con unánime aprobación, así como el trabajo de Gustavo Gimeno al frente de la orquesta y el del Cor de la Generalitat.

A la salida todos los comentarios se centraban en cruzar apuestas acerca de quién sería el designado hoy tras filtrarse el nombre de Biondi. Bueno, pues ya ha habido fumata blanca. Esperemos que este sea el inicio de una vuelta a la normalidad lo más rápida posible que ayude a consolidar la continuidad y calidad de nuestra orquesta. Mimbres hay, ahora hay que saber hacer los cestos.

lunes, 20 de febrero de 2012

"NORMA" (Vincenzo Bellini) - Palau de la Música - 18/02/12


El pasado sábado tuvo lugar en el Palau de la Música de Valencia la representación en versión concierto de la célebre ópera de Vincenzo Bellini, “Norma”, a cargo de la formación Europa Galante bajo la dirección de su titular Fabio Biondi. El principal aliciente de esta versión estribaba en la recuperación que se ha hecho de la partitura original y su interpretación con instrumentos de la época.

Reconozco que suelo ser bastante poco amigo de estas versiones “historicistas”, lo cual, unido a un elenco solista del que confieso que no conocía a ninguno de sus integrantes, me hacían desconfiar bastante del resultado final. Pero, como tantas otras veces, me equivoqué de cabo a rabo y el público asistente pudo disfrutar de una extraordinaria tarde de ópera.

Muy lejos de las sonoridades ásperas y rígidas que esperaba, esta "Norma" dirigida por Fabio Biondi, aun presentando matices distintos a los habituales, siempre consiguió que brillase la genial partitura de Bellini con muchísima inteligencia melódica y con algunos detalles sonoros excelentes, aunque otros fuesen más discutibles, como la inclusión de un pianoforte que, a mí particularmente, me chocaba bastante.

La dirección de Biondi fue tremendamente vivaz, cargada de fuerza, marcando con enorme precisión las entradas al coro y a los solistas, y haciendo un cuidadísimo uso de las dinámicas que doto a su lectura de múltiples matices. Fabio Biondi es un hombre al que da gusto verle dirigir en directo. Se palpa claramente su amor por la música y cómo transmite esa misma pasión a los músicos y cantantes que están a su cargo, extrayendo de ellos todas sus capacidades interpretativas.

Así ocurrió con los músicos de la orquesta Europa Galante, todos ellos muy jóvenes, que tuvieron un comportamiento ejemplar, con unas trompas en estado de gracia y unas maderas impecables.

Otro tanto podría decir de la Coral Catedralicia, cuya excelente actuación merece una especial reseña. A la agrupación dirigida por Luis Garrido ya había tenido ocasión de escucharla en este mismo recinto, no hace demasiado tiempo, con dos obras como la Tercera Sinfonía de Gustav Mahler y “Diálogos de Carmelitas” de Poulenc, habiendo alabado en ambas ocasiones la calidad de la agrupación, pero en esta ocasión los resultados han ido bastante más lejos, ofreciendo un rendimiento inmejorable, con perfecto ajuste, empaste y compensación en todas sus cuerdas, y con unos tenores que brillaron como nunca.

Como ya dije antes, yo no había escuchado anteriormente a ninguno de los cantantes elegidos en esta ocasión para interpretar los papeles solistas, y ni siquiera había oído hablar de ellos, lo cual me parece imperdonable después de haber contrastado la calidad de alguna de las cantantes que intervinieron.

Por ejemplo, la soprano Katia Pellegrino, que me gustó muchísimo. Hizo frente a un papel tan exigente como el de Norma con una fuerza expresiva brutal, consiguiendo salir indemne de todos los retos que la partitura presentaba, llegando al final de la obra sin la más mínima señal de desfallecimiento. La voz no es especialmente bonita, pero sí muy homogénea y de sobrado volumen. Estuvo excelente en los pasajes más líricos, ofreciendo una rica paleta de matices con gran sensibilidad; solventó las dificultades de la coloratura con precisión y agilidad; enhebró algunas frases bellísimas a base de buen legato y control del fiato; y en la vertiente más dramática ofreció poderío interpretativo con el que suplía las posibles carencias que puntualmente asomaron. Y todo ello con un ajuste en estilo y una ‘italianidad’ irreprochables.

Fuimos muchos los que comentamos a la salida cómo era posible que no hubiésemos oído antes hablar de una cantante de este nivel, muy superior desde luego a algunas y algunos mediocres que son habituales en muchos recintos operísticos europeos.

Sobresaliente fue también la actuación de la mezzosoprano Lucia Cirillo como Adalgisa, quien mostró una voz ancha, de enorme volumen y bellísimo timbre, algo ajustada en la parte aguda, pero siempre exhibiendo un exquisito sentido belcantista, con un fraseo ligado y muy intencionado, y un ajuste perfecto en sus dúos con Norma.

No tan bien rodaron las cosas con los intérpretes masculinos. El alemán Ferdinand von Bothmer fue un Pollione bastante decepcionante. Es un tenor lírico-ligero de agradable timbre, pero estuvo bastante lejos de ofrecer lo que se espera del personaje, pasando muchos apuros y quedando permanentemente tapado por orquesta y coro, además de lucir menos expresividad que un maniquí de Zara.

Tampoco anduvo muy fino el ruso Nikolai Didenko como Oroveso, falto de rotundidad y peso vocal, aunque en su intervención final mostrase un poco más de contundencia.

Muy correctos en sus breves intervenciones se mostraron Gian Luca Zoccatelli, como Flavio, y Gemma Bertagnolli, como Clotilde.

Al finalizar la obra, grandes ovaciones para todos por parte de un público entusiasmado que prácticamente llenaba la sala. Mención aparte merecen las dos señoras que tuve la desgracia de que instalasen sus posaderas en los asientos situados inmediatamente detrás del mío, quienes durante toda la tarde nos obsequiaron con todo el repertorio de sonidos habituales en estos casos: comentarios en voz alta, caramelitos envueltos en quilos de ruidoso celofán, toses, bostezos, utilización del programa a modo de abanico, ronquidos (sí, ronquidos)… sólo faltó el móvil, pero a cambio tuvimos la oportunidad de conocer su crítica musical a mitad de “Casta Diva”: “qué fino canta esta chica”.

La presidenta del Palau y Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Valencia, Mayrén Beneyto, volvió a tener el bonito detalle de llegar al recinto en coche oficial, supongo que para que veamos que, como estamos en crisis, no malgasta su ajustado sueldo en taxis.

Bueno, pues una vez más en esta temporada una ópera en versión concierto nos ha proporcionado una magnífica velada musical. Espero que si nuestra amiga Helga Schmidt lee o le leen esto, no lo interprete como una alabanza de este tipo de representaciones y nos siga cargando la temporada con óperas en concierto, porque, sinceramente, para eso no hacía falta el derroche de Les Arts y ya teníamos el Palau de la Música, por cierto con una acústica infinitamente mejor que la del Auditorio del monstruo de Calatrava, donde sigue empeñada nuestra Intendente favorita en castigarnos programando representaciones.

Sobre esto mismo habla también maac en la estupenda crónica que ha hecho de esta “Norma” y que podéis leer aquí.

jueves, 6 de octubre de 2011

BELLINI, "I PURITANI" Y UNA CANCIÓN PERDIDA

"Oliver Cromwell y su secretario John Milton" - Charles West Cope - 1872

En 1833, el compositor siciliano Vincenzo Bellini se traslada a París con el propósito de lograr una definitiva repercusión internacional para su producción operística, que ya gozaba de un importante prestigio en Italia y en Inglaterra. En la capital francesa, auténtico centro europeo de las artes en aquella época,  contó con la inestimable ayuda de Gioachino Rossini, quien le introdujo en los círculos musicales parisinos, consiguiendo que se representasen en el Théâtre-Italien de la ciudad las óperas “I Capuleti e i Montecchi” y “Il Pirata”, las cuales alcanzaron un éxito notable y posibilitaron que se encargase a Bellini que escribiese una nueva obra para ser estrenada en dicho teatro.

En el verano de 1834, Bellini comienza a componer en París la que a la postre sería su última ópera, “I Puritani”, contando para ello con la colaboración del poeta y Conde boloñés Carlo Pepoli, inexperto libretista, que fue quien se encargó de los textos. La relación entre ambos no fue especialmente fluida, quejándose a menudo Bellini de la complicada escritura de Pepoli y de su ausencia de pasión y fuerza dramática, insistiéndole en que el objetivo de la ópera era “hacer llorar, temblar y morir al espectador a través del canto”. Sea como fuere, tras múltiples correcciones se obtuvo un resultado que parece que no acabó de desagradar al compositor.

Finalmente “I Puritani” se estrenaría en el Théâtre-Italien de la capital francesa en enero de 1835, con un reparto de campanillas en el que destacaban la reputada soprano Giulia Grisi y el famosísimo tenor Rubini. La obra obtuvo un enorme éxito y Bellini alcanzó en Francia la fama que ansiaba, llegando incluso a ser condecorado con la Legión de Honor. Muchos eran los proyectos que se vislumbraban en el horizonte del siciliano, pero para su desgracia, apenas 8 meses después del estreno de “I Puritani”, el compositor fallecería en el suburbio parisino de Puteaux debido a una infección intestinal cuando tan sólo contaba 33 años de edad.

“I Puritani” siempre me ha parecido una auténtica maravilla. Cuenta con una escritura orquestal rica y brillante y está plagada de melodías inspiradísimas. Entre ellas, como toda ópera de la época que se preciase, contiene su correspondiente escena de la locura, en la que suena la preciosa aria “Qui la voce sua soave”.

La música de este fragmento en realidad no era original, sino que fue reciclada por el compositor de una canción que había escrito pocos meses antes en París, en la que puso música a unos sonetos precisamente del Conde Carlo Pepoli. La canción en cuestión se tituló La Ricordanza y parece que formaba parte de un grupo de cuatro, compuestas sobre otros tantos sonetos de Pepoli, que permanecieron perdidas durante mucho tiempo y de las cuales tan sólo se ha recuperado ésta, al ser encontrado su manuscrito en la Biblioteca del Congreso de Washington, siendo publicada por primera vez en una fecha tan reciente como 1974.

Bueno, ahora es cuando en el blog toca escuchar algunos ejemplos sonoros de aquello de lo que se ha hablado, con las versiones que considere más apropiadas o más me gusten de entre las que se puedan encontrar disponibles por la red. Pero como la crisis aprieta, la cosa va a cambiar un poco. No puede seguir permitiéndose este blog, en la situación actual, seguir trayendo a los mejores cantantes y orquestas, con desorbitados cachés, así que, adaptándonos a las circunstancias, procuraremos contentarnos esta vez con unas versiones más modestas.

En primer lugar escucharemos la canción “La Ricordanza”, de Bellini, en la sentida interpretación que nos ofrece Kenneth Kamal Scott, acompañado al piano por Gerald A. Brown. He investigado un poco sobre este cantante, muy apreciado en el mundillo de Broadway,  y, a pesar de los indicios, nada apunta a que haya sido acusado oficialmente de tragarse al Pato Donald y que sea a éste a quien realmente se escuche en la grabación. Os aseguro también, tras una ardua labor de traducción, que Mr. Nariz canta en italiano:


video de kamalscott1

Ahora vamos a escuchar el reciclaje que hizo Bellini de esa canción en el aria de “I Puritani” “Qui la voce sua soave”. Si le ponemos un poco de voluntad podremos apreciar la similitud entre este fragmento y la canción que escuchamos antes. La interpretación, o lo que sea, corre a cargo de una muchacha llamada Seungah Shin, acompañada al piano de un misterioso sujeto que no se da a conocer, supongo que para evitar represalias. El que ha subido el video se hace llamar My God, y esto sí imagino por qué. Bueno pues aquí está “Qui la voce sua soave” seguida de la cabaletta “Vien diletto”:


video de mygod0606

No puedo acabar sin subir un poco el nivel, así que vamos de nuevo con “Qui la voce sua soave… Vien diletto”, esta vez en la interpretación de una cantante llamada Lina Privitera. Yo también pensaba al principio que se trataba del zaguero de la selección galesa de rugby con peluca, pero no, es una soprano auténtica. La acompaña al piano Dario Virgillito:


video de stefanofnc12

La verdad es que esto no puede quedar así, que le den morcilla a la crisis, y, al menos desde este blog, en cultura no se va a recortar. Así que vamos a escuchar ahora de verdad la canción “La Ricordanza” de Bellini interpretada por el tenor estadounidense Lawrence Brownlee acompañado al piano por Martin Katz:


video de MrRobuso

Y, para finalizar, os dejo con el aria y cabaletta "Qui la voce sua soave... Vien diletto", de "I Puritani" de Bellini, en la estupenda interpretación de la soprano Mariella Devia:


video de Gobrias

jueves, 21 de octubre de 2010

LAWRENCE BROWNLEE, TENOR


En vísperas de acudir a mi primera cita esta temporada con el Palau de Les Arts, para asistir a “L’Italiana in Algeri” de Rossini, he querido traer hoy al blog a Lawrence Brownlee, un magnífico tenor que es todo un especialista en el repertorio rossiniano.

Hablar a estas alturas de Lawrence Brownlee como tenor emergente o joven promesa, es una solemne bobada, ya que, pese a su juventud, ha tenido la ocasión de mostrar en los últimos años sus excelentes cualidades en los principales teatros de ópera del mundo. Debutó en 2002 como Almaviva en “Il Barbiere di Siviglia” en la Ópera de Virginia y desde entonces ha actuado en Viena, Milán, Londres, Madrid, Nueva York, Berlín, Washington, Roma, Munich, Bruselas, Los Ángeles, Pesaro, etc. obteniendo siempre unánimes elogios de la crítica. Su más reciente actuación ha tenido lugar este mismo mes de octubre en el Palais Garnier de París, precisamente como el Lindoro de “L’Italiana in Argeli”, y su siguiente compromiso, en apenas unos días, será en St. Gallen como Elvino, en “La Sonnambula” de Bellini.

En Valencia estuvo en 2007 en el Palau de la Música, donde, junto a René Jacobs y la Orquesta des Champs-Elysées, interpretó “Tancredi” de Rossini. También estaba prevista su participación ese mismo año en Les Arts, en la ópera de Lorin Maazel “1984”, que finalmente no llegó a representarse debido a la inundación que sufrió el coliseo valenciano. Ahora la ópera de Maazel se ha incluido en la programación de la presente temporada, pero esta vez, lamentablemente, sin la participación del tenor norteamericano.

Este verano ha grabado para Emi Classics el “Stabat Mater” de Rossini, junto a Anna Netrebko, Joyce di Donato, Ildebrando D’Arcangelo y la Accademia Nazionale di Santa Cecilia bajo la dirección de Antonio Pappano, una grabación que está previsto que salga a la venta el próximo mes de noviembre.

Brownlee posee una voz extensa, homogénea, fresca y limpia, de bellísimo timbre, con un soberbio registro agudo en el que se mueve con una facilidad inusual y un centro y graves de atractivo color, con matices más oscuros (no es un chiste) de lo que suele ser habitual en este tipo de voces. Hace gala de un impoluto dominio de la técnica, adecuación estilística, impecable legato, desbordante musicalidad, elegante línea de canto y descarado arrojo para afrontar por derecho y como mandan los cánones las partes más exigentes de la partitura.

Yo no he tenido la oportunidad de escucharle en directo y me cabe la duda del volumen de su voz que, tratándose de un tenor lírico-ligero, es probable que no sea especialmente grande.

Brownlee se ha quejado públicamente de que el color de su piel y su baja estatura le han cerrado en alguna ocasión las puertas a algún contrato, lo cual me parece lamentable. Lo que sí está claro que juega en su contra a la hora de alcanzar una mayor proyección pública, es el hecho de que comparta repertorio con otro excelente cantante de enorme impacto mediático como es el peruano Juan Diego Flórez, que concentra todas las atenciones. Pero dejando aparte odiosas comparaciones (en las que no siempre saldría perdiendo Brownlee), resulta obvio que el norteamericano tiene sobradas condiciones para consolidarse en lo más alto del escalafón y brindarnos excelentes momentos de la mejor ópera.

Ya me he enrollado más de lo que quería, porque no pretendía en modo alguno que fuese hoy el texto el protagonista del blog, sino que mi propósito era dejar simplemente que la voz de Lawrence Brownlee hablase por sí misma. Así que vamos a ello(*).

(*)Los genios de Youtube han eliminado los videos que había insertado originariamente, así que los he tenido que sustituir.

En primer lugar, podemos escuchar a Brownlee en uno de sus papeles emblemáticos, el Almaviva de "Il Barbiere di Siviglia", de Rossini, con la endiablada "Cessa di più resistere":


video de LawrenceBrownleeFan

A continuación, podemos escuchar a Brownlee junto a Norah Amsellem en un magnífico (a pesar de ella)"Credeasi Misera", de la ópera "I Puritani", de Bellini:


video de DRGeoduck

También de "I Puritani" es el aria "A te, o cara" que interpreta ahora Lawrence Brownlee:


video de DRGeoduck

Seguidamente podemos ver a Brownlee en "Si, ritrovarla io giuro", de "La Cenerentola" de Rossini:


video de TheEternalCount

Para finalizar esta entrada dedicada a Lawrence Brownlee, os dejo con la pirotecnia del "Ah!, mes amis... Pour mon âme" de "La Fille du Régiment" de Donizetti:


video de brividocaldo

martes, 10 de marzo de 2009

"I CAPULETI E I MONTECCHI" (Vincenzo Bellini) - Royal Opera House - Londres 07/03/09


Al fin llegó el día en que iba a ver juntas en directo a Anna Netrebko y Elīna Garanča. O eso creía yo...

Al llegar al Royal Opera House Covent Garden, unos carteles anuncian que Anna Netrebko “ha decidido retirarse de la función” porque tras el nacimiento de su hijo en septiembre aún no se ha recuperado en plenitud para mantener su resistencia ante el apretado calendario al que se comprometió antes de su embarazo, por lo que el papel de Giulietta sería cantado por la soprano japonesa Eri Nakamura, que debutaba en ese rol.

Pues vaya –pienso- y de todo ese calendario apretado, el día elegido para cancelar tenía que ser precisamente el día que voy yo… (Papá, ¿por qué somos del Atleti?).

Importante decepción que, en un principio, aminora la enorme emoción que siempre supone acudir a una representación en el ROH. La verdad es que sólo por vivir ese ambiente que se crea alrededor de las funciones en estos recintos operísticos de primer nivel, vale la pena el viaje. Allí consigues olvidarte de las Helgas Schmidt que infectan otros teatros y parece que lo normal es que todo funcione correctamente.

Pese a la noche fría y ventosa de Londres, observé, como ya hice en anteriores visitas, que la acumulación de animales muertos con mangas era notoriamente inferior a la que se produce en las representaciones de Les Arts, donde las señoronas suelen acreditar su distinción con una variada fauna cadavérica sobre sus hombros. Eso sí, la vecina del asiento de detrás abrigaba sus famélicas carnes con la piel de lo que debió ser un juvenil leopardo allá por el Pleistoceno, dada la provecta edad de la dama, y el abriguito lo debía tener guardado en el armario desde la coronación de la Reina Victoria (siglo arriba - siglo abajo), a juzgar por la intensidad del pestuzo a naftalina que me acompañó durante toda la representación.

El público asistente era, en general, bastante mayor. Bueno, digamos, para precisar algo más, que la media de edad sería similar a la de los protagonistas de la sección de esquelas del ABC. Los primeros en llegar fueron tomando posiciones en la barra del bar para endilgarse la primera copichuela antes de la función y encargar las sucesivas para el entreacto.

Poco a poco, el teatro se va llenando. Los músicos afinan sus instrumentos. Se atenúan las luces. Todo parece listo para comenzar. Pero… hete aquí que aparece una desconocida mujer en el escenario, con un papelito en la mano, y procede a leerlo. Confirma lo que ya anunciaban los carteles del Hall: Netrebko será sustituida por Eri Nakamura. Se escuchan murmullos entre el público y alguna muestra de reprobación, silbido hispano incluido. Alguien incluso grita que no debe ser el mismo precio (a ese le contrataba yo para que viniera a Valencia y se lo gritara a Helga cuando saque a la Voulgaridou).

La salida de Mark Elder al podio, torna los murmullos en encendidos aplausos que progresivamente se van apagando hasta, y esto sí es inaudito, lograr el silencio absoluto. Ni una sola tos, estornudo, carraspeo, o sonido gutural interrumpió la interpretación de la Obertura, que fue además aplaudida a su final viéndose forzado Elder a saludar. Bien es cierto que tras el intermedio reaparecieron los habituales virtuosos del concierto para bronquio y caramelito en cof, cof mayor.

La producción de Pier Luigi Pizzi, adaptada para la ocasión por Massimo Gasparon, data de 1984, habiéndose estrenado precisamente en este mismo recinto con las sensacionales Agnes Baltsa y Edita Gruberova, dirigidas por Ricardo Mutti. Los años se le notan al planteamiento escénico que destila una cierta ranciedad, si bien el resultado final es positivo. Puesta en escena clásica y sencilla, pero eficaz. Apenas unas columnas, una cama, un balcón, constituyen toda la escenografía, pero bastan para enmarcar la acción y, gracias a una buena disposición y movimientos de los intérpretes, se compensa su planteamiento minimalista. Los juegos de luces, especialmente en el acto II, resultan efectistas, realzando la escenografía, dando profundidad al escenario y trazando planos diferentes, con sentido y buen gusto.


El vestuario también se presentó clásico, dominando el tono negro, tan sólo con las notas de color de las capas rojas de los Capuletos y azules de los Montescos, para que nadie se confundiese de bando. Destacó en esa negritud la blancura refulgente del vestido de Giuletta, que, posiblemente por lo imprevisto de la sustitución, le venía claramente grande a Nakamura.

Mark Elder dirigió a la Orquesta del ROH con maestría y elegancia. Esta orquesta suena bien casi siempre, ayudada por la acústica fantástica de la sala, pero el otro día, además, supo adaptar en todo momento sus volúmenes a los intérpretes, sin absurdas exhibiciones, y sin que se resintiese la brillantez orquestal. En el terreno solista la partitura ofrecía lucimiento especial al arpa, clarinete y trompa, cumpliendo sus titulares con sobresaliente.

El Coro masculino, pese a un leve desajuste al comienzo, se mostró en todo momento empastado y muy potente, ofreciendo una musicalidad extraordinaria el femenino en su breve aparición con el cadáver de Giuletta.

Las coreografías de las luchas a espada dirigidas por Mike Loades no pudieron dejar indiferente a nadie. Desde luego no vimos los ridículos choques de armas propios de función de fin de curso, al contrario, en algún momento llegué a temer por la integridad física de alguno de los intérpretes dada la fogosidad que le estaban echando al tema. Quizás sobrase tanto amago chulesco tipo “a que te meto”.

En cuanto a los solistas vocales he de empezar por la debutante. Eri Nakamura, una japonesa de apenas 30 años, que se encontró con la oportunidad de su vida. La sustitución de Netrebko, de un día para otro, sin haber llegado a hacer ni un solo ensayo con orquesta (como luego me confirmaron), con el teatro a reventar, teniendo que hacer olvidar a la rusa, con una compañera de reparto como Elīna Garanča, y teniendo que empezar a pelo con un aria como el “Oh! quante volte”, constituía un hueso bien duro de roer. Pero desde luego la nipona no desaprovechó la ocasión y se impuso a las dificultades con soltura y desparpajo.
Comenzó algo nerviosa en el recitativo “Eccomi in lieta vesta...”, pero enseguida acopló su voz y afronto el aría con seguridad y dominio de los agudos, mostrando un buen volumen y una fácil emisión. En la escena final se notó que acusaba ya un poco el cansancio vocal, y yo le eché en falta en toda su actuación un mejor juego de las intensidades (¡ay… esos matices sublimes que ofrece la Netrebko!…). Pero no hay nada que reprochar. Su actuación fue fantástica y su acople con Garanča impecable, gracias también a la ayuda de la letona que se entregó en cuerpo y alma a no hacérselo difícil. Pero insisto, es muy meritorio lo que hizo Nakamura, y ya quisiéramos que cualquier sustituta de esos teatros que frecuentamos (léase Voulgaridou) o incluso titulares (léase Voulgaridou otra vez) tuvieran la mitad de calidad, arrojo y dignidad que exhibió Nakamura el día 7. Al caer el telón obtuvo una merecida y cerradísima ovación cuajada de Bravos, muy emocionante, en lo que sin duda fue una noche que no olvidará jamás.

De Elīna Garanča me cuesta realmente escribir porque me siento impotente de trasladar a palabras todo lo que me hizo sentir esta mujer, que con 32 años escasos muestra una insólita madurez vocal e interpretativa. Puedo asegurar que ha sido la voz que he escuchado en directo que más me ha emocionado. Y he oído ya unas cuantas. Su "Ascolta… Se Romeo t’uccise" fue antológico, y el aria “Deh! tu, bell'anima, che al ciel ascendi” absolutamente estremecedora. Ante todo asombra su volumen y las inusitadas proyecciones estratosféricas de esa voz poderosa y contundente, de bellísimo timbre oscuro, que mueve por todo el registro con homogeneidad y emite con insultante facilidad. Una técnica perfecta. Línea de canto excelente. Coloraturas eficaces y expresivas, eludiendo el lucimiento puramente canoro. El fraseo depuradísimo y la expresividad de sus múltiples matices consiguen emocionar hasta el éxtasis, pasando con credibilidad del romántico mozalbete enamorado envuelto en exultante lirismo, al varonil Montesco dispuesto a combatir al enemigo con crueldad. Y todo ello con una calidad dramática e interpretativa y una presencia escénica inconmensurables, muy alejada de algunas marimachos travestidas que han pisado las tablas en más de una ocasión y se hacían increíbles de puro ridículas. Al final el público la ovacionó y jaleó con tanta fuerza que el mismísimo Nelson tuvo que agarrarse a su columna de Trafalgar Square para no caer.

El argentino Darío Schmunck salió a escena pese a arrastrar una incomoda bronquitis que afectó algo a su emisión. Su perfecta dicción, su credibilidad dramática y la elegancia y gusto de su fraseo compensaron con creces sus problemas físicos y cumplió más que dignamente con su difícil papel de rival de la galáctica Garanča, viniéndose notablemente arriba en el último acto. Confieso que me he quedado con ganas de escuchar a Schmunck en plenitud de facultades.

El norteamericano Clive Owens compuso un Capellio con poderío escénico y volumen, pero su acusado vibrato afeaba notablemente su línea de canto.
Giovanni Battista Parodi estuvo bien en lo actoral y proyecto su voz con fuerza, pero le faltó riqueza de matices.

En definitiva, pese al desencanto inicial por la “espantá” de Netrebko, el Arte con mayúsculas que se nos ofreció esa noche generó una densa emoción que traspasó la frontera de la platea, envolviéndolo todo, poniendo los pelos de punta hasta al leopardo de mi vecina.


Y eso no era todo.

Gracias a la amable gestión realizada por Darío Schmunck, un tipo grande donde los haya, tuve la oportunidad de acceder a los camerinos del ROH tras la función. Allí pude conversar brevemente con el argentino, que estaba molesto porque su bronquitis no le hubiese permitido estar al cien por cien, y deseando tomarse unos días de descanso en Buenos Aires. Al menos pude felicitarle por su trabajo y agradecerle que me hubiese permitido conocerle a él y a las protagonistas.

Pude llegar después hasta el camerino de Elīna Garanča, en cuya puerta se hallaba esperando una Eri Nakamura que no cabía en sí de felicidad, como una auténtica adolescente (más o menos como estaba yo en esos momentos).
Cuando salió Elīna Garanča, guapísima por cierto, se fundió en un emocionado abrazo con Nakamura, quien no dejaba de agradecerle su apoyo. Ambas amabilísimas, pese al cansancio por el tremendo esfuerzo derrochado, accedieron a charlar conmigo y pude felicitar a la japonesa por su exitoso debut y transmitir a la letona mi agradecimiento por la emoción sin parangón que había conseguido generar con su canto.


Finalmente se marchó de allí del brazo de su marido, el director de orquesta gibraltareño Karel Mark Chichon, no sin antes atender a todo el público que se agolpaba en el exterior de la Stage Door esperando su salida.

Una noche intensísima. De las que no se olvidan. Y eso que no estuvo Anna Netrebko

Para finalizar os dejo tres videos de Elīna Garanča. En el primero precisamente interpreta el "Ascolta… Se Romeo t’uccise" de "I Capuleti e i Montecchi":



video de primohomme

En este otro video podemos verla dirigida por su marido, K.M.Chichon, interpretando la "Seguidille" de "Carmen" de Bizet:



video de Onegin65

Por último la escuchamos cantar "Al pensar en el dueño de mis amores" (Carceleras) de "Las hijas de Zebedeo" del alicantino Ruperto Chapí:



video de Pablojvayon

... Nosotros sí que sentimos mareos encantadores al escucharte, Elīna.

miércoles, 25 de febrero de 2009

ESPERANDO A "I CAPULETI E I MONTECCHI"


Estos días sale a la venta en Europa el doble CD de la Deutsche Grammophon de la ópera de Bellini "I Capuleti e i Montecchi", interpretada por Anna Netrebko y Elina Garanca, junto a Joseph Calleja y la Sinfónica de Viena, dirigidos por Fabio Luisi, en la grabación en directo que tuvo lugar hace casi ya un año en el Konzerthaus de la capital austriaca.

Mientras aguardo su distribución en España (veremos cuando), continúo impaciente ante mi programada visita al Royal Opera House de Londres, el 7 de marzo, para asistir a la representación de esta ópera de Bellini que se estrena el próximo día 2, con la misma pareja protagonista, en una producción con dirección escénica de Pier Luigi Pizzi, en lo que constituye la cuarta reposición del montaje original de 1984.

No soy especialmente belcantista, y, dentro de la obra de Bellini, "I Capuleti e i Montecchi" no es tampoco, a mi juicio, una de sus mejores obras. Tiene momentos bellísimos, eso sí, pero carece de la redondez de conjunto que puede predicarse de "Norma" o "I Puritani". No obstante, siempre es un placer poder asistir a las representaciones del ROH, y en esta ocasión cuento con el aliciente añadido de ser la primera vez que pueda ver y escuchar en directo tanto a Anna Netrebko como a Elina Garanca.

Garanca ya se estrenó en el rol de Romeo, en su Riga natal, hace un año en versión concierto, papel que volvió a repetir, precisamente junto a la Netrebko, el año pasado en Viena, cuando se grabó el CD de la Deutsche Grammophon.

Vamos a escuchar hoy en el papel de Romeo a Joyce DiDonato, cantando el aria "Ascolta…Se Romeo t’uccise":


video de Quetzalcom

Anna Netrebko ha interpretado en diversas ocasiones el papel de Julieta, la última el año pasado en la Opéra Bastille de París junto a Joyce DiDonato, representación a la que pertenecía el video anterior.

Hoy traigo una versión de la famosa aria de Julieta "Oh Quante Volte" en la voz de Natalie Dessay:


video de pimidup

Junto a ellas, como ya comente, estará el tenor argentino Darío Schmunck en el papel de Tebaldo y tendrá que lidiar con el aria ‘E serbato a questo acciaro’, de indudable dificultad pese a su aparente sencillez, que requiere una máxima exigencia para poder afrontarla sin perder la elegancia del fraseo, jugando con las intensidades sin dañar la homogeneidad del conjunto y atacando el agudo con seguridad. Lo poco que he podido escuchar del argentino me anima a pensar que saldrá con éxito de la empresa.

Aquí dejo dos interpretaciones del aria citada en dos voces prodigiosas, las de Juan Diego Flórez y Luciano Pavarotti.



video de rexeterna



video de midas45