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domingo, 5 de enero de 2014

QUE VIENEN LOS REYES... (MAGOS)

La adoración de los Reyes Magos – Giotto di Bondone – Cappella degli Scrovegni (Padua)

Aunque ni CulturArts ni mamá Generalitat han sacado todavía la consabida nota oficial, parece confirmarse que Sus Majestades los Reyes de Oriente van a tener las santísimas y regias narices de, pese a como está el panorama por estas tierras, venir un año más cargados de regalos. Eso sí, fuentes de la Casa Real de Melchor han avanzado que tan sólo vendrán acompañados por los consabidos pajes asexuados, ya que se han dejado en casita con la canguro a todos los hijos, yernos, nueras y demás familia, no fuera a ser que al pasar por Valencia se liasen a firmar contratos con los Noós, los Gürtel o le encargasen un nuevo portal de Belén a Calatrava.

Fabra escribiendo a Melchor
A mí, como me he portado muy mal este año pasado, que ni siquiera he criticado a Helga, supongo que no me dejarán ni carbón, pero espero que al President Fabra sí le traigan lo que les ha pedido. Yo pensaba que en su carta les habría solicitado 1.500 millones de euros de financiación extra para la Comunitat, pero no, que dice que eso se lo va a dar su amiguito del alma Rajoy; así que a Sus Majestades simplemente les ha pedido dos toneladas de tubos de pegamento Imedio, para pegar el trencadís de Les Arts, y unos pantalones vaqueros, para poder entrar al edificio en cuanto dejen de ocuparlo esos gordos pegando voces y se programen espectáculos divertidos y que se entiendan, de esos como los de Lina Morgan o Tania Doris.

Visto el percal, yo les sugeriría a los mágicos monarcas que, si no les supone mucho trastorno, le dejen también a Helga Schmidt un suspensorio de banda ancha con coquilla, para que se proteja los… lo que quiera que tenga entre las piernas, en la pelea con el gobierno valenciano que se avecina en los meses venideros.

Tonterías aparte, mi intención era traer aquí hoy un poco de buena música para amenizar la inminente llegada de los Reyes, y para ello había pensado proponeros escuchar a una auténtica reina de la ópera fallecida el año pasado, se trata de la norteamericana Regina Resnik (1922-2013).

Nunca tuve la oportunidad de escuchar en directo a la Resnik, pero poseía una de esas voces que, al menos en grabaciones, generaban en mí una atracción irresistible y, aunque estuviese distraído haciendo cualquier otra tarea con la música puesta, en cuanto aparecía su voz conseguía atraer mi atención.

Comenzó su carrera como soprano, especializándose en papeles de soprano dramática, pero, tras su magnífica Sieglinde del Festival de Bayreuth de 1953, por sugerencia del director Clemens Krauss decide pasar a cantar como mezzosoprano. Fue una cantante de enorme expresividad, con voz oscura, ancha, y timbre incisivo y muy atractivo. De todas formas no voy a soltaros ningún latazo de fechas, roles, vanas alabanzas o disección de sus características vocales en plan Reverter. Escuchar la voz de un cantante puede ser mucho más definitivo, para saber si nos gusta o no, que cualquier pamema que nadie nos cuente, por mucha pedantería que se utilice al hacerlo.

Podemos empezar escuchando a Regina Resnik en una grabación de 1948, en sus primeros años de carrera, como la Santuzza de Cavalleria Rusticana de Mascagni, en este emocionante “Voi lo sapete, O mamma” junto a Claramae Turner:


video de troppofiato1

Aquí la tenemos ahora como una extraordinaria Sieglinde, en un pequeño fragmento del primer acto de La Valquiria, de ese Festival de Bayreuth de 1953 al que antes hice referencia. La acompaña Ramón Vinay como Siegmund y dirige la Orquesta del Festival Clemens Krauss:


video de nadaniente115a

Ahora podemos escuchar a Resnik como Jimena en la bellísima “Pleurez, pleurez mes yeux” del acto tercero de El Cid de Massenet. No conmoverse escuchando esto, es motivo de ir al médico y hacer testamento a la carrera:


video de Addiobelpassato

Regina Resnik fue también una reputada Éboli. Aquí podemos escucharla en el celebérrimo “O don fatale” del Don Carlo de Verdi, en una grabación del Festival de Salzburgo de 1960, acompañada por la Filarmónica de Viena dirigida por Nello Santi:


video de Addiobelpassato

Uno de los papeles que más éxito le reportó fue el de Dalila, aquí la tenemos en “Mon coeur s’ouvre a ta voix”, de Samson et Dalila de Saint-Saëns, en una grabación de estudio junto a la Orquesta del Covent Garden londinense dirigida por Sir Edward Downes:


video de Addiobelpassato

También fue importante su aportación al papel protagonista de la Carmen de Bizet. Podemos escucharla en la famosa Seguidilla, acompañada por el impetuoso Don José de Mario del Mónaco y la Orquesta de la Suisse Romande, bajo la dirección de Thomas Schippers:


video de Addiobelpassato

Y acabo con otro de los papeles más representativos de la carrera de Regina Resnik, que ha sido una de las Klytemnestra más poderosas e impactantes que yo he escuchado, y si encima tenía enfrente a una Elektra como Birgit Nilsson, los resultados podían ser estremecedores:


video de OperaDepot
 

Pues esto ha sido todo. Os deseo que esta noche de reyes vuestras ilusiones, por antimonárquicas que sean, se cumplan. Yo me conformo con ver, un año más, la sonrisa inocente de unos niños emocionados creyendo todavía en la magia y en la bondad de los seres humanos.

Ah, se me olvidaba: Majestades, este año eviten en su recorrido circular en las inmediaciones del Palau de les Arts, no se vaya a volar otro trozo de la falla de Calatrava y le abra la cabeza a Baltasar; que ya ha dicho Fabra que es peligrosísimo de la muerte pasar por allí… por lo menos hasta que Helga dimita.

Bis: A propuesta de Pep, vaya aquí otro video del Festival de Bayreuth de 1953, con Regina Resnik, la húngara Maria von Ilosvay y la austriaca Ira Malaniuk como tres excelentes Nornas en el inicio del Götterdämmerung. Dirige Clemens Krauss:


video de WeicheWotanWeiche
 

martes, 13 de marzo de 2012

"LA VIDA BREVE" y "EL AMOR BRUJO" (Manuel de Falla) - Palau de les Arts - 11/03/12


Reconozco que este programa doble de Manuel de Falla era lo que menos me atraía de toda la temporada y a punto estuve de no acudir a ninguna de sus funciones. La música de Falla me gusta, pero tampoco es que me vuelva loco, y además esta producción de “La Vida Breve” tuve ocasión de verla ya en 2010 nada menos que 5 veces, no tanto por sus méritos como por que acompañaba en el programa a aquella “Cavalleria Rusticana”, de imborrable recuerdo, dirigida por Maazel. Para empeorar las cosas, en esta ocasión el acompañante de la ópera de Manuel de Falla era “El Amor Brujo”, definido como Gitanería en un acto y dos cuadros, pero, vamos, para entendernos, un espectáculo donde lo principal es el baile… con lo que a mí me gusta…

Pero al final la llamada de la ópera fue demasiado fuerte y, llevado también por alguna crónica como la de Maac y la curiosidad de ver cómo se desenvolvía Omer Meir Wellber con la música de Falla, me acabé animando el pasado domingo a acudir a Les Arts.

Ya comenté en la crónica que hice del estreno de esta producción de “La Vida Breve”, que la dirección escénica de Giancarlo del Monaco me había gustado. Al igual que ocurrió entonces, el primer acto me produjo una sensación de agobio que, sin duda, era lo que pretendía Del Monaco, haciéndonos compartir los estados de ánimo por los que pasa la protagonista de la historia. Me parece muy interesante la resolución escénica de la historia y visualmente atractiva, conjugando inteligentemente lo que siente Salud con lo que realmente ocurre, haciendo que la narración gire en torno al drama psicológico y el conflicto interno de la protagonista, manteniendo a ésta permanentemente en escena.

La propuesta podrá gustar más o menos, pero después de haber padecido inmundicias mentales como el “Don Giovanni” de Miller, aquí al menos hay un planteamiento claro y un trabajo coherente, que se ve además reforzado con el vestuario de Jesús Ruiz y la iluminación de Wolfgang Von Zoubek. En la parte negativa consignaría, no obstante, la escenografía tan cerrada que provoca que los solistas y coros internos del primer acto queden muy deslucidos.

En cuanto a “El Amor Brujo”, la parte escenográfica ha corrido a cargo de Manuel Zuriaga con la dirección y coreografía de Goyo Montero. Visualmente me ha parecido interesante, centrando toda su efectividad en los juegos de luces y colores. Nada del otro mundo, pero se dejaba ver. De la coreografía de Montero poco debo decir, soy un absoluto desconocedor de las claves del género. Me resultó muy aburrido, pero eso en mí no es noticia. Además, opté por centrar mi atención más en el foso orquestal que en los bailarines, así que cualquier cosa que dijese sería una osadía.

En la parte musical, como decía, mi principal interés estribaba en escuchar la versión de la música de Falla que ofrecía el director titular Omer Wellber, y lo cierto es que no acabó de convencerme. En cuanto a “La Vida Breve”, es inevitable hacer la comparación con la lectura que hizo Maazel en 2010 y aquí Wellber pierde por goleada. La suya es una dirección correcta, pero que no aporta absolutamente nada. La suerte que tiene es la de contar con la Orquesta de la Comunitat Valenciana que es garantía de solvente ejecución y con la que hasta el batutero más infame alcanza unos sonidos espectaculares, porque con otros intérpretes los resultados probablemente hubieran sido menos que mediocres. Lejos quedan los múltiples matices, el desmenuzamiento de la partitura, el halo mágico que desplegaba Maazel con un simple movimiento de batuta.

La lectura de Wellber me pareció más propia de quien no busca más que cumplir con un trámite, que de un auténtico trabajo interpretativo. Posiblemente no fuese más que una impresión mía, pero curiosamente me sonó menos española y con tintes más franceses la versión del director israelí que la del maestro Maazel, quien, pese a las peculiaridades que siempre caracterizaban su trabajo, me parece que se ajustó más al espíritu de la música de Manuel de Falla.

En “El Amor Brujo”, más de lo mismo. Wellber dirigió desde el piano a una orquesta reducida para la ocasión a una treintena de componentes. El piano lo aporreaba con contundencia y gesticulaba ostensiblemente pegando saltitos en el asiento, pero el resultado obtenido fue poco más allá de una versión de impecable ejecución técnica pero falta de alma.

No se trata de condenar a Wellber por no estar al nivel de Lorin Maazel, porque si a eso fuéramos pocos directores aguantarían la comparación, pero se nos vendió a Omer Wellber como el niño prodigio que nos iba a maravillar y, hasta ahora, yo no le he escuchado ninguna genialidad. Sus versiones han sido correctas en la mayoría de ocasiones, sí, y no creo que sea un mal director, pero cada vez estoy más convencido de que, hoy por hoy, no es el brillantísimo talento que nos quisieron vender.

En cuanto a la Orquesta de la Comunitat Valenciana, estuvo espléndida. El nivel de sus atriles está ya más que acreditado y nos dieron una nueva muestra de su tremenda calidad. Los metales estuvieron soberbios, salvo un par de pifias puntuales del trompeta en “El Amor Brujo”, y la cuerda en sus cotas de excelencia habituales. Pero si alguien destacó especialmente fue Pierre Antoine Escoffier al oboe, quien con su virtuosismo y sensibilidad nos ofreció los momentos más emocionantes de la noche.

El Coro de la Generalitat también nos brindó sus mejores prestaciones, pese a no poder brillar en el primer acto de “La Vida Breve” por el inconveniente ya comentado de una escenografía que parecía pensada para fastidiar a los cantantes. Tres de los integrantes masculinos del Coro fueron también protagonistas del incidente anecdótico de la noche, cuando dos de los bailarines parecieron sufrir un desvanecimiento y los tres miembros del Coro salieron al unísono, con enorme naturalidad, a recogerlos y sacarlos fuera del escenario, en un movimiento que hacía dudar de si aquello estaba ensayado. Bravo por ellos.

La soprano chilena Cristina Gallardo-Domâs volvió a asumir el papel de Salud y de nuevo hizo gala de un volumen impresionante y una gran fuerza dramática en escena. Lamentablemente, su voz se muestra castigada y destemplada, con grandes cambios de color entre registros, tendencia al chillido en la zona aguda y un vibrato acusado; pero, como ya dije en su día, en este papel esas carencias se convierten en virtudes y potencian el dramatismo del personaje.

Germán Villar, como Paco, estuvo bastante correcto pero el papel tampoco permite mucho lucimiento, y otro tanto se puede decir de Miguel Ángel Zapater como el Tío Sarvaor, Isaac Galán, Sandra Ferrández, Mario Cerdá o Adriana García Mayer.

Sí destacó algo más la estupenda Abuela que siempre nos ofrece María Luisa Corbacho.

Flamenquísimos y desgarradores estuvieron tanto el guitarrista Juan Carlos Gómez Pastor, como, sobre todo, la cantaora Esperanza Fernández, ésta última también encargada de los fragmentos cantados en “El Amor Brujo” que habitualmente suelen interpretar mezzos. El problema en cualquier caso vino del escaso volumen de la cantaora que, pese a sus ímprobos esfuerzos, apenas podía traspasar la barrera orquestal.
El teatro no estaba lleno, pero mostraba bastante menos huecos de los que me esperaba, aunque también es verdad que, tras el intermedio, hubo bastantes espectadores que optaron por no regresar a su asiento para ver “El Amor Brujo”.

El público aplaudió con ganas todo lo aplaudible y no se escucharon las protestas hacia Wellber que parece ser que se produjeron en la función celebrada dos días antes y de las que habló FLV-M en su blog.

En los pasillos algunos cuchicheos sobre Helga y su presunto cese no confirmado, con práctica unanimidad en desconfiar de lo que pueda venir en su lugar, sobre todo si el fichaje proviene de los actuales altos cargos de la Generalitat, entre los que parece que hay más de uno que, como decía un comentarista en mi post anterior, quiere ser califa en lugar del califa.

Permitidme que finalice dedicando un emocionado recuerdo para Bernadette Sarrazin, una estupenda soprano que, junto al Cor de la Generalitat al que pertenecía desde sus inicios, nos ha brindado tantas veladas maravillosas de música y que lamentablemente falleció hace pocos días.

martes, 3 de mayo de 2011

SURTIDO NAPOLITANO


Si blogger se porta como es debido, este post se habrá publicado automáticamente mientras yo paso unos días de vacaciones por tierras napolitanas y sorrentinas. Así que para compartirlo de algún modo con vosotros, os dejo en compañía de un ramillete bastante apañado de tenores interpretando canciones napolitanas. Espero que os guste.

Empezamos con un ilustre napolitano, Enrico Caruso, cantando “Fenesta che lucive”, una canción que parece atribuirse a Vincenzo Bellini:


video de tomfroekjaer

Ahora es Beniamino Gigli quien canta “Ti voglio tanto bene”, de Ernesto de Curtis:


video de OldMusic44

También de Ernesto de Curtis es esta “Non ti scordar di me”, que podemos escuchar en la interpretación de Carlo Bergonzi, en un recital en Tokio cuando contaba 62 añitos:


video de masacian

Y, una vez más, Ernesto de Curtis es el autor de “Tu ca nun chiagne”, que nos canta, en un playback muy discretito, el siempre excesivo Mario del Monaco:


video de Oneguin65

Es ahora Giuseppe di Stefano quien canta “Tutta pe’mme” de Lama y Fiore:


video de alfonsorama1

Luciano Pavarotti, acompañado al piano por James Levine, nos ofrece su versión de “Marechiare” de Tosti:


video de uncjim

Y finalizo con mi admirado Tito Schipa cantando “Torna a Surriento” de Ernesto y Gian Battista De Curtis:


video de macciboma

domingo, 13 de diciembre de 2009

MARIO DEL MONACO COMO PINKERTON


El pasado día 9 se estrenó en el Palau de Les Arts la ópera de PucciniMadama Butterfly”. Los comentarios de aquellos que la han visto ya, coinciden en elogiar la labor de Maazel y en criticar con dureza al tenor que encarnó a Pinkerton, el ucraniano Misha Didyk.

Yo, si lo anunciado en el programa se cumple (lo que no suele ser muy habitual), creo que no veré a Didyk, sino al griego Demos Flemotomos, de quien no tengo ninguna referencia, así que tampoco espero demasiado.

El caso es que leyendo las críticas del estreno, me ha apetecido traer al blog al Pinkerton de Mario del Monaco, quien debutó con este papel en el Teatro Puccini de Milán en 1940.

Contaba Del Monaco que, cuando era joven y todavía muy poco conocido, estaba cantando un día el Pinkerton de “Madama Butterfly” en un teatro de Padua, durante los años de la segunda guerra mundial, cuando, de repente, a mitad de representación hubo una alarma de bombardeo, por lo que todo el mundo abandonó el teatro a la carrera, incluido el propio Del Monaco vestido de Pinkerton, encontrándose de pronto en mitad de la calle, uniformado de soldado americano y rodeado de lugareños italianos que le lanzaban profundas miradas de odio y amenazaban con lincharle, creyendo que sería un paracaidista invasor. Dice Del Monaco que, pese a sus esfuerzos por explicar a la gente que era el tenor de la obra, nadie le creía por lo que tuvo que demostrarlo lanzando un potente Do que fue el que le sacó del aprieto. No sé si la historia será cierta, pero, como dicen los italianos, “se non è vero, è ben trovato”.

Vamos a escucharle en “Addio fiorito asil”, el aria de Pinkerton del acto III, donde el muy canalla empieza a lamentarse de lo que dejará en Japón, del daño que hará a su Butterfly, y de lo cobarde que es, pero… ¡hasta luego Lucas, ahí te quedas Cio-Cio-San... y ya sabes donde están los cuchillos!:


video de IlGruppoDiDocci



Addio fiorito asil,
di letizia e d'amor.
Sempre il mite suo sembiante
con strazio atroce vedrò.
Addio, fiorito asil,
Non reggo al tuo squallor,
Fuggo, fuggo: son vil!


Adiós, florecido refugio
de alegría y de amor.
Su apacible rostro siempre veré
con remordimientos atroces.
Adiós, florecido refugio,
¡No puedo soportar su desolación!
¡Huyo, huyo! ¡Soy un cobarde!