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jueves, 20 de enero de 2011

LAS VOCES DE RITA HAYWORTH


Margarita Carmen Cansino nació en el barrio neoyorquino de Brooklin ya predestinada para el show-business. Hija del bailarín español Eduardo Cansino y de Volga Hayworth, una chica Ziegfield de origen irlandés, a los 13 años ya empezó a bailar en los escenarios. En 1933 llega a Hollywood y comienza a trabajar en pequeños papeles, en los que cualquier ocasión era buena para mostrar sus habilidades en el terreno de la danza.

Su carrera empieza a cobrar cierta relevancia tras su fichaje por la productora Columbia Pictures, donde cambiaría su nombre artístico por el de Rita Hayworth. Su belleza y elegancia en la pantalla y sus virtudes como bailarina no se ponían en duda, sin embargo había más reticencias acerca de su capacidad para cantar y, aunque quienes la escucharon opinaban que pese a que su voz estaba sin educar no era nada fea, se decidió doblarla en las canciones.

Ya hablé en este blog, cuando escribí el post sobre Marnie Nixon, de estas voces anónimas que durante años se dedicaron a cantar en el estudio de doblaje, sin aparecer siquiera en los créditos de las películas, mientras las artistas famosas se limitaban a mover los labios en la pantalla, situación que con tanto acierto quedó reflejada en la imprescindible “Cantando bajo la Lluvia”. En el caso de Rita Hayworth fueron varias las artistas que cantaron por ella a lo largo de su carrera.

En “Who killed Gail Preston?” (1938), una de las primeras películas de Hayworth con la Columbia, interpretaba al personaje que daba título al film, una cantante de night club que era asesinada antes de la mitad del metraje. Lógicamente tenía que cantar, pero se optó por que fuese doblada por Gloria Franklin, una cantante y actriz que conseguiría posteriormente aparecer en pantalla con algún pequeño papel en películas como “Lady of the Tropics”, “Road to Singapore” o “Los tambores de Fumanchú”.

En 1939, Rita Hayworth consigue su primer papel de importancia y las primeras críticas favorables en la genial cinta de Howard Hawks “Sólo los ángeles tienen alas”. Pero sería a raíz de su intervención en “Sangre y Arena” (1941), cuando la imagen de sex symbol de Hayworth comienza a crearse. La película, basada en la novela homónima de Vicente Blasco Ibáñez, fue dirigida por Rouben Mamoulian para la Fox, curiosamente la productora que seis años antes rechazó contratar a Margarita Cansino. Acompañada en los papeles principales por Tyrone Power y Linda Darnell, Rita Hayworth interpretaba a una Doña Sol de deslumbrante belleza y fuerte personalidad que conquistó a los espectadores. En un momento del film, la actriz debía cantar el tema “Verde Luna”, pero de nuevo se decidió que fuese doblada, y en este caso la encargada de hacerlo fue la cubana Gracilla Pirraga.

En 1941 la Warner Brothers apalabró con Ann Sheridan que ésta protagonizara junto a James Cagney y Olivia de Havilland la película que estaban preparando, “Strawberry Blonde” (La Pelirroja), dirigida por Raoul Walsh, pero una fuerte disputa acerca del salario de Sheridan les llevó a expulsar del rodaje a ésta y optaron por firmar con la actriz de Columbia Rita Hayworth. Pero para los fragmentos musicales se contrató a Nan Wynn, una actriz y cantante de big bands, para que doblara a Hayworth cuando ésta tuviera que cantar.

Un año después, fue también Nan Wynn la elegida por la 20th Century Fox para poner la voz a Hayworth en las canciones de “My Gal Sal” (Mi chica favorita), una biografía del compositor, actor y cantante Paul Dreiser, que fue interpretado por Victor Mature con su habitual cara de estreñimiento.

Ese mismo año 1942 la Columbia decide que Rita Hayworth coprotagonice con Fred Astaire “You were never lovelier” (Bailando nace el amor). Ambos ya habían compartido protagonismo un año antes en “You’ll never get rich” (Desde aquel beso). Dicen que Astaire declaró que Rita Hayworth había sido su compañera de baile preferida de todas cuantas tuvo y que Hayworth afirmaba que “You were never lovelier” era su película favorita. Sea como fuere, lo cierto es que se trata de una buena película musical, gracias principalmente a las canciones de Jerome Kern con letras del irrepetible Johnny Mercer, en las que, nuevamente, fue Nan Wynn la encargada de poner su voz al servicio de la estrella, como en este maravilloso “I’m Old Fashioned” que podemos escuchar a continuación, mientras la pareja protagonista nos brinda un inolvidable baile a la luz de la luna:


video de acubomaj

Martha Mears sería la siguiente en doblar a Rita Hayworth en 1944, cuando la Columbia encarga a Charles Vidor el rodaje de “Cover Girl” (Las Modelos). En ella, la actriz formaría pareja con Gene Kelly. Pareja profesional, me refiero, porque en lo sentimental durante este rodaje contraería matrimonio con Orson Welles.

Martha Mears dobló también a Rita Hayworth en “Esta noche y todas las noches” (1945), la película previa a su gran éxito en “Gilda”.

A continuación podemos ver bailar a Hayworth y Gene Kelly en esta escena de “Cover Girl”, mientras escuchamos a Martha Mears y al propio Kelly cantando el tema “Long Ago (and far away)”:


video de jeanbelmondo

Anita Ellis ha sido posiblemente la voz que se ha hecho más popular de cuantas doblaron a Rita Hayworth, contribuyendo a ello el trabajo realizado en las canciones de la película “Gilda”, como este “Amado mío”:


video de marquesdealcala

Ellis dobló también a otras actrices como Vera-Ellen, Shelley Winters o Jeanne Crain, fue cantante habitual en programas de radio y televisión, y grabó algunos discos que alcanzaron notable popularidad. Sin embargo, no desarrolló una carrera artística todo lo exitosa que merecía su voz a causa del paralizante pánico escénico que sentía y que la llevaba a evitar en lo posible su presencia en los escenarios. En los últimos años además se ha producido una cruel coincidencia, al padecer Anita Ellis la enfermedad de Alzheimer, la misma que acabó con la vida de Rita Hayworth.

Ellis fue la elegida, como decía, para doblar a Rita Hayworth en “Gilda”, film dirigido por Charles Vidor en 1946. Se trata sin duda del principal éxito cinematográfico de la actriz y la película que la consagraría definitivamente como estrella indiscutible de Hollywood y sex symbol de toda una generación.

En la España de aquellos años la película fue marcada con la calificación moral de 4 ("gravemente peligrosa") y la Iglesia Católica, con el simpático obispo de Canarias Pildáin Zapiáin (apellidos dignos de árbitro de fútbol) al frente, amenazó con excomulgar a todos los que viesen el film, lo que motivó una imparable afluencia a los cines del aguerrido público hispano que ponía en grave peligro su moral y se jugaba la excomunión y un eterno penar en los infiernos con tal de ver como Rita Hayworth se quitaba un guante, que, total, eso era lo moralmente reprobable, no el que luego Glenn Ford le soltase tremenda castaña a la señora.

Aquí podemos ver la famosa escena, con la preciosa voz de Anita Ellis entonando el “Put the blame on Mame”, el erotismo de Rita Hayworth y el bofetón a mano llena de Glenn Ford:


video de LiDyPM

Anita Ellis dobló también a Rita Hayworth en 1947 en “Down to Earth” (La Diosa de la Danza), y ese mismo año lo haría igualmente en “La Dama de Shanghai”, una película dirigida por su esposo, Orson Welles, por entonces en pleno proceso de ruptura con la actriz.

Y una vez más Ellis fue la voz de Rita Hayworth en una peculiar versión de la “Carmen” de Merimée, dirigida también por Charles Vidor, que se rodó bajo el título de “Los Amores de Carmen” (1948).

Tras el regreso al cine de Hayworth después de su voluntaria ausencia durante casi 4 años tras su matrimonio con el príncipe Alí Khan, la elegida para doblar las canciones de esta última etapa de su carrera fue Jo Ann Greer, una excelente cantante de jazz que grabó numerosos discos y que también se dedicó a ser la voz en la sombra de otras famosas actrices como Kim Novak, June Allyson o Esther Williams.

Jo Ann Greer dobló en 1952 a Rita Hayworth en la cinta ”Affair in Trinidad”(La Dama de Trinidad), y en 1953 en las canciones de “Sadie Thompson” (La Bella del Pacífico), como en este tema, “The Heat is on”, donde vemos que Hayworth todavía seguía poniendo burrotes a los soldados. Creo que la escena se filmó antes de que prohibiesen fumar en los locales públicos:



También fue Jo Ann Greer quien puso la voz a una madurita Rita Hayworth en las canciones de su última película musical, “Pal Joey” (1957), por la que siento especial debilidad, donde compartía reparto con Frank Sinatra y Kim Novak. Aquí podemos escucharla en uno de mis temas favoritos, “Bewitched, Bothered and Bewildered”, de Rodgers y Hart:


video de CalangofCorona

Aunque ya me he vuelto a alargar más de la cuenta, no me resisto a finalizar esta entrada de hoy sin dejaros, a los que hayáis tenido la paciencia de llegar hasta aquí, este video que considero de obligada visión y escucha. Pertenece a “Los Amores de Carmen”. En él podemos escuchar a Anita Ellis cantando y ver a Rita Hayworth bailando una elaboradísima coreografía de su padre, Eduardo Cansino. Sólo mi sólida experiencia como traductor en la ONU de chino mandarín y kazajo, me ha permitido animarme a transcribiros la imprescindible letra (aunque no sé si habré acertado en algo):


video de Connie193


Hermanito de mi corazón,
que ya tú sabrás que me estoy muriendo,
y te “pío” y te encomiendo
que llames a un escribano,
también a mi primo hermano.
Quisiera hacer testamento,
como esos payos con fundamento,
apúnteme usted señor escribano,
apúnteme usted señor escribano.
Lalalú, lalalú, lalalú, lalalú, lalalú.
Lalalú, lalalú, lalalú, lalalú, lalalú.
Apúnteme usted una cortina
que por “ca” agujero cabe una vecina;
apúnteme usted señor escribano.
Apúnteme usted una escopeta,
que no tiene llave, cañon ni baqueta;
apúnteme usted señor escribano,
apúnteme usted señor escribano.
Lalalú, lalalú, lalalú, lalalú, lalalú.
Lalalú, lalalú, lalalú, lalalú, lalalú.
Apúnteme usted un olivar,
que no se ha sembrado ni se sembrará;
apúnteme usted señor escribano.
Apúnteme un cuadro “rompío”
que ya ni Dios sabe el santo que ha “sío”;
apúnteme usted señor escribano,
apúnteme usted señor escribano.
Apúnteme usted señor escribano:
cubiertos de oro,
cubiertos de plata,
mantones "bordaos",
con flores de seda,
dos copas de anís,
dos copas de vino,
una noble gitana que
mucho me quiera.
Lalalú, lalalú, lalalú, lalalú, lalalú.
Lalalú, lalalú, lalalú, lalalú, lalalú.

viernes, 5 de junio de 2009

CYD CHARISSE. La grandeza del cine musical


Tula Ellice Finklea nació en Amarillo (Texas) el 8 de marzo de 1921. Desde muy pequeña recibió clases de ballet, llegando a formar parte a los 14 años de la compañía de ballet ruso de Sergéi Diágilev, donde bailaron nombres como Pavlova o Nijinsky.

Su nombre artístico, Cyd Charisse, proviene del apelativo cariñoso, Sid (de sister), con el que se dirigía a ella su hermano, y del apellido de su primer marido y profesor de baile, Nico Charisse, con quien contrajo matrimonio a los 18 años, y tuvo a su hijo Nico. Rota su relación, tuvo un breve romance con el multimillonario Howard Hugues, y en 1948 se casó con el actor y cantante Tony Martín, con quien permaneció unida durante 60 años, hasta el día de su fallecimiento. Un hecho verdaderamente inusual en Hollywood.

Comenzó en el mundo del cine participando como bailarina en papeles secundarios, generalmente exóticos, de películas musicales, algunas de ellas importantes como “Ziegfeld Follies” o “The Harvey Girls” (ambas de 1946).

En la Metro Goldwyn Mayer necesitaban bailarines y se enteraron que Cyd procedía de una compañía de ballet, así que le propusieron hacer una prueba. Al finalizar charló unos minutos con el productor Arthur Freed quien le dijo: “¿qué te parecería tener un contrato de siete años?”
“No sé” –respondió Cyd, entre apocada y sorprendida.
“Búscate ya un agente” –le espetó Freed- “estás contratada”.

Gene Kelly se fijó en ella y le propuso intervenir en la escena del “Broadway Melody Ballet” en “Cantando bajo la lluvia” (1952). Ahí cambiaría definitivamente el curso de su carrera. Hechizó al gran público con sus largas piernas y su aire provocativo de vampiresa rebosante de carnalidad, mientras danzaba en perfecta conjunción con Gene Kelly. Es inolvidable el plano en que Kelly, con un chaleco amarillo, se desliza por el suelo y se topa, a la altura de sus ojos, con la inacabable pierna de Cyd Charisse que sujeta, en la punta del zapato, un sombrero:

video de roquitoyyo

Estando un día en el plató ensayando, llegó Fred Astaire. Se dirigió lentamente hacia ella, mirándose en el espejo y a ella alternativamente. Charisse, conocedora de las manías de Astaire, se percató de que éste estaba comprobando si ella era demasiado alta para él, así que disimuladamente fue encogiendo sus rodillas para parecer más pequeña. Al poco de marcharse Astaire, Arthur Freed le dijo: “Cyd, tienes el papel, no le has parecido demasiado alta”. Así, pasaría a protagonizar otro gran éxito, “The Band Wagon” (Melodías de Broadway) (1953). Un musical absolutamente fantástico con algunos números inolvidables, como este “Girl Hunt Ballet”:

 
video de maryad4

Gracias a la repercusión del film, Charisse pasó a protagonizar otros musicales de primera linea como las maravillosas “Brigadoon” (1954) y “Siempre hace buen tiempo” (1955), ambas junto a Gene Kelly. De esta última podemos ver aquí la escena del baile en el gimnasio rodeada de boxeadores:

 
video de jgportilla

Después vino su participación en la que es una de mis películas favoritas. Posiblemente el último musical clásico de la época dorada de Hollywood, y que, curiosamente, fue también la última película musical que rodaron tanto Charisse como Fred Astaire. Se trata de “Silk Stockings” (La Bella de Moscú) (1957), una versión musical del film “Ninotchka”, dirigida por Rouben Mamoulian, con música de Cole Porter. La película, pese a su mensaje maniqueo y fascistoide, es de una belleza inigualable. Cuenta con unos actores en estado de gracia: un Peter Lorre, ya muy mayor, pero desenvolviéndose a la perfección en un papel cómico; un Astaire, en plenitud de facultades, deslizándose con esa elegancia que sólo él sabía imprimir al movimiento de sus zapatos; y nuestra Cyd Charisse, bellísima y sensual como nunca, realizando una solvente interpretación tanto de la fría y racional camarada comunista Ninotchka, como de la delicada mujer cautivada por el amor, la belleza y las medias de seda (ahí es nada).

La escena en que se viste tras las cortinas con esas medias, y su baile con Astaire a los sones del conmovedor “All of you” compuesto por Cole Porter, son para mí dos de los momentos cumbre del cine musical. El último número, en el que Fred Astaire baila un precoz rock and roll vestido con sus antaño característicos bastón y sombrero de copa, y donde acaba machacando éste en el suelo, es todo un símbolo del final de esa mágica etapa del cine clásico musical que él contribuyó tanto a hacer grande.

 

Con los años 60 y el final del musical clásico, Charisse se centró en su familia y en papeles de corte más dramático, tanto en cine como en televisión. De esta época debe destacarse su participación en la película “Dos semanas en otra ciudad” (1962), dirigida por Vincente Minelli y coprotagonizada por Kirk Douglas, donde Cyd demostró su altura como actriz y que era mucho más que un par de piernas bonitas que se movían con elegancia. El próximo día 18 se cumplirá un año del fallecimiento de esta gran actriz y bailarina, que se marchó tal y como vivió, discretamente, en silencio, con dignidad, alejada de la locura y falsedad del oropel Hollywoodiense. Fred Astaire dijo: “Cuando has bailado con ella nunca lo olvidas”. Yo añadiría: “y cuando la has visto bailar, tampoco”. Finalizo con otro de esos grandes momentos que nos dejó Cyd Charisse, el maravilloso baile en Central Park, junto a Fred Astaire, de la canción “Dancing in the Dark”, en la película “The Band Wagon” (Melodías de Broadway) (1953):


video de allnewj2008

domingo, 3 de mayo de 2009

CAMELOT



“Camelot” es un musical, escrito por Alan Jay Lerner (texto y letras) y Frederick Loewe (música), muy libremente basado en la novela de Terence H. White "The once and future King".

A la pareja Lerner-Loewe les debemos títulos míticos del género como “Brigadoon”, “Paint your wagon”, “My Fair Lady” o “Gigi”, y en “Camelot” construyen una auténtica obra maestra, con una partitura bellísima y una historia perfectamente estructurada, donde se cuenta mucho más que la leyenda artúrica, y se reflexiona sobre la belleza, la utopía, la felicidad, la pasión, la amistad, el amor, el sentimiento de culpa, el dolor y la esperanza.

Las canciones no son momentos aislados en la trama como mero lucimiento de las habilidades para el canto y el baile de los artistas, como ocurría en los musicales clásicos, sino que forman parte de esa trama y ayudan a expresar los sentimientos de los protagonistas, reflejando la evolución de los personajes.

“Camelot” se estrenó en octubre de 1960 en Toronto, pasando poco después, el 3 de diciembre, al Teatro Majestic de Broadway donde constituyó uno de los mayores éxitos de la década de los 60, perdurando durante más de 800 funciones y reponiéndose en décadas sucesivas, filmándose en 1967 la versión cinematográfica dirigida por Joshua Logan.

El trío protagonista original era de auténtico lujo: Richard Burton como el rey Arturo, Julie Andrews como Guenevere, y Robert Goulet como Lancelot.

Richard Burton realizó una labor magnífica y se consolidó como uno de los actores más importantes de aquellos momentos, llegando a obtener el premio Tony al mejor actor. Su papel no exige demasiado en la parte cantada, constituyendo más bien un canto recitado, parecido al Profesor Higgins de “My Fair Lady”, y con sus dotes interpretativas y su voz de exquisita vocalización solventó con creces el reto.

Julie Andrews puso todo su encanto juvenil, contaba entonces 25 años, para asumir el rol de la joven reina, y volvió a asombrar al público, como había hecho ya en “My Fair Lady”, con su cristalina voz afinadísima.
A continuación podemos escuchar a Julie Andrews interpretando el tema “I loved you once in silence”:




Y aquí tenemos de nuevo a Julie Andrews. Canta en esta ocasión la canción “Before I gaze at you again”, que se cuenta que se la entregó Lerner unos pocos minutos antes de salir a escena el día del estreno en Broadway, pidiendo que la incluyese al final de la primera parte, a lo que Andrews replicó: “Of course, darling, pero intente dármelo la noche anterior”.



Lerner y Loewe llevaban bastante tiempo buscando infructuosamente al Lancelot ideal, cuando se toparon con la imponente presencia física y voz baritonal de Robert Goulet, quien fue inmediatamente contratado para acompañar a Burton y Andrews en escena.

“If ever i would leave you” es uno de los fragmentos más bellos del musical y constituyó una balada de referencia en los 60, siendo la canción con que siempre se identificó al Lancelot de Broadway, Robert Goulet, a quien podemos escucharle a continuación cantándola con su espléndida voz. Es una pieza llena de lirismo musical y un auténtico canto al amor, donde curiosamente la palabra ‘amor’ no se menciona en toda la canción. Parece ser que porque Lerner deseaba simbolizar así lo prohibido y oculto del amor entre Guenevere y Lancelot.



video de sjbraitman

La leyenda de Arturo y sus caballeros luchando por un mundo de justicia y paz fue, además, tomada como referente del cambio que se estaba viviendo en esos años en Estados Unidos, con la llegada al poder de John Fitgerald Kennedy y sus innovadoras ideas, cuya administración fue apodada “Camelot”, en un paralelismo entre esos dos gobiernos marcados por un ideal utópico lleno de esperanzas y sueños.

Cuenta Lerner que el día que asesinaron a John F. Kennedy (que había sido antiguo compañero de Lerner en Harvard) se estaba representando en un teatro de Chicago la obra, y cuando el actor Louis Hayward, que interpretaba al rey Arturo, llegó a esa famosa frase: «No permitas que se olvide que hubo una vez un lugar, durante un breve momento de esplendor, conocido como Camelot», se escuchó un sollozo desgarrador entre el público, parándose la obra durante cinco minutos en los que público, actores y técnicos no pudieron dejar de llorar. Al día siguiente, cuando Lerner llegó a Nueva York, se quedó más impactado aún al ver como la frase que él había escrito aparecía como titular del New York Journal American en un artículo sobre el asesinato de JFK.

En 1967 Jack Warner encomienda al director especializado en musicales Joshua Logan la adaptación cinematográfica de “Camelot”, con guión del propio Alan Jay Lerner. La película, rodada en España, obtuvo tres Oscar: a la dirección artística, vestuario y música adaptada, quedando sin premio sus nominaciones a mejor sonido y mejor fotografía.

Los protagonistas de esta versión cinematográfica fueron Richard Harris como rey Arturo, Vanessa Redgrave como Guenevere y el italiano Franco Nero como Lancelot.

Respecto al reparto original de Broadway, la parte cantada pierde muchos puntos.
El que mejor suena de los tres protagonistas es Franco Nero, aunque quizás sea porque fue doblado en las canciones por un tal Gene Merlino. Las reminiscencias artúricas del peculiar apellido dan que pensar, no obstante, si se trataba del seudónimo de algún cantante conocido.

A continuación podemos ver a Nero y escuchar a Merlino, en la canción “C’est moi”, paseando por tierras segovianas:



video de wildbillOK

Richard Harris pese a no contar con una voz apropiada para el canto se beneficia del canto-recitado compuesto por Lerner y Loewe, derrochando expresividad en todas sus intervenciones y componiendo uno de los mejores papeles de su carrera.
Aquí le podemos escuchar en el entrañable tema “How to handle a woman”:



Y aquí, además, podemos verle actuar. Interpretando en esta ocasión el tema “I wonder what the king is doing tonite?":



La Guenevere de Vanessa Redgrave no resiste la comparación con la de Andrews en el terreno vocal, sin embargo, lo compensa con creces con la radiante belleza que desprende y, sobre todo, con sus excepcionales dotes de actriz, que le permiten transmitir toda la evolución psicológica del personaje, desde la joven doncella inocente que se convierte en reina, a la mujer madura llena de conflictos interiores y sentimientos complejos.

A continuación podemos ver a una resplandeciente Redgrave en la canción “The Lusty Month of May”:



video de jrgr00

Nero y Redgrave se conocieron durante el rodaje y parece que le cogieron el gustillo a eso de ser amantes en la pantalla, trasladando fuera de la escena su pasión, de la que nació su hijo, el hoy director y guionista de cine Carlo Gabriel Nero.

Aquí vemos a Franco Nero y Vanessa Redgrave, tan enamorados ellos, a los compases de “If Ever I Would Leave You”:



Video de uVaiva

La película resultó un fracaso y fue vapuleada sin piedad por la crítica de la época. De hecho es una película que cuenta con sus fans incondicionales (entre los que me incluyo) y con críticos feroces.
A mi me parece una película musical extraordinaria que constituye un punto de transición y evolución desde los musicales del Hollywood más clásico hacia una nueva forma de hacer cine musical, siendo una espléndida transposición a la pantalla de la adaptación de la historia construida por Lerner y Loewe, aprovechando además las posibilidades narrativas que ofrece el cine. Ahí tenemos esos tremendos primeros planos de los protagonistas, inusuales en un musical, que nos zambullen en los sentimientos de los personajes o esos cruces de miradas entre Guenevere, Lancelot y Arturo que dicen más que diez líneas de guión.

Casi 50 años después de su estreno, este genial musical de Lerner y Loewe mantiene toda su frescura y encanto, y ha resistido dignamente el paso del tiempo, contribuyendo a cumplir ese encargo que hizo el rey para no olvidar aquel lugar, que existió en un breve momento de esplendor, llamado Camelot.



video de jlrial61


Each evening, from December to December,
Before you drift to sleep upon your cot,
Think back on all the tales that you remember
Of Camelot.
Ask ev'ry person if he's heard the story,
And tell it strong and clear if he has not,
That once there was a fleeting wisp of glory
Called Camelot.
Camelot! Camelot!
Now say it out with pride and joy!
Camelot! Camelot!
Yes, Camelot, my boy!
Where once it never rained till after sundown,
By eight a.m. the morning fog had flown...
Don't let it be forgot
That once there was a spot
For one brief shining moment
that was known
As Camelot.

lunes, 13 de abril de 2009

EASTER PARADE (DESFILE DE PASCUA)

Es costumbre en USA que el domingo de Pascua la gente se lance a la calle en un colorido desfile celebrando la llegada de la primavera. Es especialmente célebre el que tiene lugar en la 5ª Avenida de Nueva York, y sobre todo lo fue durante la década de los 40 del pasado siglo. Allí los ciudadanos se ponen sus mejores galas, especialmente las mujeres, que aprovechan para plantarse llamativos sombreros en una especie de Ascot a la americana, y recorren la Avenida, en una demostración de prosperidad, camino de su iglesia… o del bar.

El compositor Irving Berlin dedicó una de sus canciones (Easter Parade) a este desfile en 1933, para un musical llamado “As Thousands Cheer”. Y Hollywood aprovechó, como hizo en otras muchas ocasiones, para, a partir de una canción más o menos famosa o con perspectivas de poderse popularizar, construir una película.

En 1946, la Metro Goldwyn Mayer de los todopoderosos Louise B. Mayer e Irving Thalberg, intentan atraer a Irving Berlin a hacer un musical para ellos y encargan a Sydney Sheldon, Frances Goodrich y Albert Hackett que escriban una historia a partir de la canción de Berlin. El productor Arthur Freed pensó en Vincente Minelli para dirigir la cinta, pero éste, por discrepancias con su mujer Judy Garland, de quien acabó divorciándose 3 años después, rehusó formar parte del proyecto, encomendándose la dirección a Charles Walters, un modesto pero eficaz director y coreógrafo que llegó a especializarse en el género ("Lilí", "La Bella de Nueva York", "Alta Sociedad") y que firmó en 1966 una divertidísima comedia “Walk don’t Run” (Apartamento para Tres), protagonizada por Cary Grant en lo que sería su última aparición en la gran pantalla.



video de antoine877

Finalmente Irving Berlin aceptó la propuesta y firmó su primer musical para la MGM, aportando 8 temas de su catálogo y otros 8 originales, que son la auténtica columna vertebral y sustancia de la película, donde el banal argumento no es sino la excusa para intercalar estos números musicales, muchos de ellos sin ninguna relación con la trama, sino como espectáculo dentro del espectáculo, como este profundamente kitschOn the cover of a magazine”:




“Easter Parade” cuenta la simple y previsible historia de Don Hewes (Fred Astaire), un famoso bailarín que, ante la ruptura profesional con su compañera de trabajo Nadine (Ann Miller), de quien está secretamente enamorado, decide contratar a la primera chica que encuentre, topándose con Hannah (Judy Garland) que resulta ser todo un descubrimiento artístico y sentimental.



Tampoco Fred Astaire era el protagonista previsto, sino que sustituyó a Gene Kelly, quien, a consecuencia de una lesión en el tobillo jugando al voleibol en su casa, no pudo intervenir, lo que permitió a Astaire regresar a las pantallas tras una ausencia de dos años, consiguiendo uno de sus mayores éxitos que volvió a relanzar su carrera, mostrando además una química muy especial con Garland, a pesar de casi doblarle la edad.



Y tampoco Peter Lawford y Ann Miller eran los secundarios en quienes se había pensado, sino Frank Sinatra (curiosamente amigo de Lawford, otro miembro del Rat Pack) y Cyd Charisse.
Pero, pese a todos los inconvenientes y cambios de reparto, el producto final fue un éxito.

A continuación podemos ver el video en el que Fred Astaire y Ann Miller bailan el tema “It only happens when i dance with you”. Si os fijáis, Miller lleva zapatilla plana de ballet, debido a que fue la condición que puso Fred Astaire para aceptar bailar con ella, para que no quedase más alta que él.


video de refusetobesilent

La película no es, ni de lejos, el mejor musical que hayamos visto, ni es la mejor partitura de Berlin, ni el mejor trabajo de Garland o Astaire, pero desprende una magia y un optimismo cautivador que hace imposible no quedarse enganchado a sus bailes y melodías y a la atmósfera sugerente realzada por la luminosa fotografía y ese refulgente technicolor de la época.

Y, en cualquier caso, era la mejor manera que se me ocurría de desearos a todos/as una feliz Pascua.



Irving Berlin al piano, junto a Astaire, Miller y Lawford en el rodaje de Easter Parade