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viernes, 13 de diciembre de 2013

"MESSA DA REQUIEM" (Giuseppe Verdi) - Palau de les Arts - 12/12/13

Cuando se anunció oficialmente el contenido de la programación de la temporada operística 2013/2014 en el Palau de les Arts, hubo dos previsiones que me atrajeron especialmente. La primera fue la esperada reposición de La Valquiriacon el maestro Mehta al frente. Y la segunda, que me ilusionaba aún más si cabe, era el regreso de Riccardo Chailly a Valencia con la Messa da Requiem de Giuseppe Verdi, tras el éxito obtenido la temporada pasada con una Bohème y una Novena de Beethoven que quedarán para siempre grabadas en nuestra memoria entre los mejores momentos vividos en este teatro.

La desilusión vino cuando, apenas tres días antes de la primera de las funciones previstas, se anunciaba oficialmente que Chailly cancelaba su participación debido a una bronquitis aguda, comunicándose que su sustituto sería el también milanés Carlo Rizzi (por cierto, si no me equivoco, Carlo Rizzi era también el nombre de uno de los personajes de El Padrino, en concreto el marido de Connie).

A pesar del desencanto que nos produjo a muchos el saber que no íbamos a poder disfrutar de la maestría de Riccardo Chailly, hay que reconocer que la sustitución podría haber sido mucho peor y que se ha buscado a un director que garantizaba unos mínimos de calidad.

Siempre nos quedará la duda de saber qué hubiera pasado si hubiese dirigido Chailly. Sospechamos, tras los resultados de la Novenadel pasado año, que el genio del milanés nos hubiese ofrecido una versión personal, cargada de matices, tensión y contrastes, obteniendo unos deslumbrantes sonidos de la orquesta. Pero no lo sabemos, y además sería profundamente injusto pretender comparar a Rizzicon lo que no ha sido.

Ayer tuvo lugar la primera de las dos funciones previstas de este Requiem y lo primero que me gustaría dejar claro es que, aunque quizás faltase esa chispa de magia que surge de las grandes batutas, lo cierto es que, desde mi punto de vista, Carlo Rizzi llevó a cabo un trabajo excelente, absolutamente impecable, ejemplo de profesionalidad y buen hacer, sobre todo teniendo en cuenta que, según él mismo confesó, hace escasos días que le trasladaron el encargo de asumir la sustitución de Riccardo Chailly.

Tras el fiasco verdiano del pasado fin de semana con La Traviata de La Scala, ayer sí tuvimos una lectura de Verdique me sonó a Verdi. El maestro Rizzi ofreció acentos remarcados y unas transiciones perfectamente hilvanadas. Hubo claridad de líneas, naturalidad en la exposición  y un uso ejemplar de las dinámicas, solventando con pulcritud artesanal el equilibrio entre orquesta y voces.

En Lacrimosasupo transmitir toda la belleza y emoción que requiere la página, pese a no contar con un cuarteto de lujo pero sí eficiente. Las sucesivas apariciones del Dies Irae estuvieron cargadas de dinamismo y fuerza, ofreciendo además distintos matices en cada una de ellas. Me resultó muy interesante también el subrayado de los timbales en el Confutatis. Todos estos detalles evidencian una labor de dirección detrás, que dista mucho de ser un simple trámite para atender un encargo de última hora. Hubo implicación y resultados eficaces.

La Orquesta de la Comunitat Valenciana respondió con una entrega absoluta y un magnífico rendimiento y todas las secciones tuvieron intervenciones destacadas. Desde la expuesta prestación de las trompetas en el Tuba mirum que se resolvió con enorme solvencia, hasta las brillantísimas ejecuciones de Pierre Antoine Escoffier al oboe, las siempre acertadas apariciones de fagots, flautas o clarinetes, o la celestial entrada de los violonchelos al comienzo del Ofertorio.

El Cor de la Generalitat, tal y como esperábamos, nos brindó otra de sus grandes noches, pleno de intensidad expresiva, refinamiento y riqueza de matices, mostrándose majestuoso, suplicante o delicado según los requerimientos de la partitura. Toda una lección para los que siguen insistiendo en que este coro sólo sabe cantar en forte. Ejemplar me resultó ayer su articulación y dicción, y recordaré especialmente ese mágico y estremecedor susurro del Libera Me, o la fuga subsiguiente extraordinariamente regulada. 

En cuanto a los solistas vocales, Verdi escribió con gran exigencia para cuatro voces poderosas que además fuesen ejemplo de su estilo, requerimientos que actualmente hacen muy difícil encontrar un cuarteto equilibrado. Si a esa dificultad natural le añadimos las penurias económicas actuales, la empresa parece casi imposible y nos contentamos con obtener unas dignas prestaciones. Y ayer pienso que las obtuvimos.  

Los retos de la parte de la soprano en esta partitura son especialmente diabólicos. La soprano italiana Carmen Giannattasio no convenció a muchos, pero yo creo que debe valorarse su esfuerzo. Mostró un timbre lírico, esmaltado, en una voz grande y con cuerpo que, en la zona grave, aunque resultase corta, alcanzaba casi resonancias de mezzosoprano, lo que, unido a los cambios de color del instrumento en los diferentes registros, hacía complicado a veces identificar en la distancia si cantaba ella o la mezzo. En la vertiente positiva destacaría que, en todo momento, procuró dotar de variedad a su fraseo, modulando y regulando, aunque en los pianísimos se pasease siempre al borde mismo del quiebro de la voz. Tuvo alguna nota calada y las subidas al agudo no siempre eran ortodoxas, pero ya digo que mi valoración general pese a todo es positiva.  

La mezzosoprano Verónica Simeoni cantó con una corrección casi matemática, pero su línea me resulto plana, fría y a mí no llegó a transmitirme emoción en ningún momento. La voz no parecía especialmente grande y sus graves fueron poco sonoros. 

Del tenor Giorgio Berrugi destacaría un timbre incisivo, color atractivo y que sonaba muy italiano y ajustado en estilo. Fue una lástima ese agudo tan estrangulado y una zona grave completamente desguarnecida.

El bajo chino Liang Li me causó una gratísima sorpresa en el Tristan e Isolda de 2012. Ayer estuvo correcto, como sus compañeros, pero poco más. Faltó rotundidad en sus graves y fueron problemáticas todas las subidas al agudo. Eché de menos una mayor modulación del sonido y del color y una lectura algo menos tosca.

El público llenó prácticamente el infecto Auditorio, posiblemente atraído en gran parte por el tirón del finalmente ausente Riccardo Chailly, y, tras sonar las últimas notas, prorrumpió en una fuerte ovación, dedicando los bravos más entusiastas al Cor de la Generalitat, si bien no se vivió la locura colectiva de otras noches, como, por ejemplo, la de la última presencia de Chailly en el podio. El comportamiento de los presentes, al menos en mis alrededores, no fue muy ejemplar. Me costó bastante concentrarme en la representación gracias a varios de mis vecinos. Desde el mastuerzo que pareció buscar el efecto trompeta en sus toses durante los pianísimos orquestales del inicio, hasta la señora que batió el record mundial de desenvoltura de caramelos a cámara lenta, sobrepasando de largo los cinco minutos de manipulación, o la joven a la que no sólo le sonó el móvil, sino que devolvió la llamada y se puso a hablar y, por si no había bastante, continuó guasapeandoy comentándolo con su vecino desde el inicio del Kyrie hasta poco antes del Ingemisco, momento en que alguno de sus colindantes no aguantó más y les llamó al orden.

Pese a la decepción inicial por la ausencia del maestro Chailly y todas las incidencias y carencias que haya puesto de manifiesto en esta crónica de urgencia, la experiencia fue enormemente positiva. De hecho, yo ahora mismo me voy a  repetir y recomendaría a todo el que todavía esté a tiempo que acuda a disfrutarlo.

Después de esto ya sólo nos queda esperar hasta febrero a que se reanude la programación. Malos tiempos para la lírica.

miércoles, 3 de octubre de 2012

PREMIOS "HELGA DE ORO" 2012. LOS GANADORES


Los lectores y visitantes de este blog han dictado su veredicto y las estatuillas “Helga de Oro” de 2012 tienen ya sus destinatarios, elegidos por democrática votación. Ante todo, quisiera agradeceros vuestra participación a todos los que habéis tenido la paciencia de entrar y votar en las diferentes categorías.

Estos premios son lo que son, y para empezar ni son premios ni son nada, que no están los tiempos para repartir ni gominolas. Se trata simplemente de sondear lo que pueda ser la opinión de los habituales asistentes al Palau de les Arts, representados en este caso por los lectores del blog, acerca de lo que gustó más o menos de lo ofrecido la pasada temporada en el recinto operístico valenciano, ofreciendo estas simbólicas estatuillas a modo de premio del público.

Esta vez no ha habido ni la tradicional gala virtual cuyas fotos falsas suelen adornar estas entradas. Hay algún malpensado que me ha preguntado si se ha debido a que la Consellera de Cultura hubiera intercedido ante el Gobierno Central para pedir que dieran más presupuesto a la gala, y en lugar de bocata de chóped pudiese ser de atún con aceitunas, y con lo bien que hace las cosas, al igual que ha pasado con los presupuestos de Les Arts para el próximo año, nos quedásemos todavía peor que estábamos. Pero no, en esta ocasión la culpa es sólo del autor de este blog que no ha tenido tiempo de tanta tontuna.

En relación con otras ediciones, lo primero que se constata es que ha existido mucha más igualdad en casi todas las categorías y no ha habido ninguna producción que salga netamente como ganadora. Está claro que “Thaïs”, “Il Trovatore” y “Medea” son los espectáculos que más han gustado y ellos se han repartido el mayor número de votos.

Pero bueno, vayamos al grano. Los premiados este año son:

Helga de Oro 2012 a la mejor dirección escénica: Nicola Raab

Tras un inicio de votación donde se mantuvo un equilibrado duelo entre la finalmente ganadora y la “Medea” de Gerardo Vera, los votos acabaron dando la victoria a la joven directora alemana Nicola Raab y su “Thaïs”, siendo también bastante valorado por los votantes el buen trabajo de Andréi Konchalovski para “Boris Godunov”. Creo que cualquiera de los tres podría haber ganado, pero Raab es una justa vencedora al haber conquistado al público con una puesta en escena brillante, que, pese a reubicar temporalmente la acción del libreto, resulto muy respetuosa y coherente con el mismo, siendo además estéticamente muy atractiva, gracias sobre todo a un vestuario e iluminación muy cuidados y con una vistosa escenografía que permitía un ágil discurrir de la acción.
Nicola Raab (“Thaïs”): 18 votos
Gerardo Vera (“Medea”): 15 votos
Andréi Konchalovski (“Boris Godunov”): 10 votos
Gerardo Vera (“Il Trovatore”): 4 votos
Phillip Himmelmann (“Dido y Eneas”): 1 voto

Helga de Oro 2012 a la mejor dirección musical: Zubin Mehta por “Il Trovatore”

Por tercer año consecutivo el maestro Zubin Mehta se lleva el galardón al mejor director, esta vez por su labor al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana en “Il Trovatore”. Aunque en esta ocasión la cosa ha estado reñidísima y hasta el último instante no se sabía si el premio recaería en el director indio o en Sir Andrew Davis, cuyo excepcional trabajo en “Ariadne auf Naxos” a punto ha estado de dar la sorpresa. Finalmente, la experiencia mostrada por el maestro Mehta con la partitura verdiana se ha impuesto y, posiblemente, a ello haya influido también el hecho de que las funciones de “Il Trovatore” hayan sido vistas por más espectadores que las dos escasas representaciones de la ópera de Richard Strauss.  
Zubin Mehta (“Il Trovatore”): 17 votos
Sir Andrew Davis (“Ariadne auf Naxos”): 15 votos
Patrick Fournillier (“Thaïs”): 10 votos
Zubin Mehta (“Medea”): 10 votos
Michele Mariotti (“La Cenerentola”): 5 votos

Helga de Oro 2012 al mejor tenor: Jorge de León por “Il Trovatore”

Pues si reñida ha estado la elección de director, no lo ha estado menos la de mejor tenor. Desde que se abrieron las votaciones se destacó claramente Jorge de León por su papel de Manrico en “Il Trovatore”, a quien desde el principio yo consideraba como el gran favorito al premio. Sin embargo, poco a poco fueron aumentando los votos para el ruso Dmitri Korchak por el Don Ottavio de “Don Giovanni”, llegando a encabezar la clasificación en muchos momentos. Finalmente, por tan sólo dos votos de diferencia, la brillantez y poderío en el agudo de De León se han impuesto a la musicalidad y riqueza de matices de Korchak.
Jorge de León ("Il Trovatore"): 16 votos
Dmitri Korchak ("Don Giovanni"): 14 votos
Jorge de León (“Tosca”): 7 votos
Nikolai Schukoff (“Ariadne auf Naxos”): 6 votos
Jorge de León (“Le Cid”): 3 votos

Helga de Oro 2012 al mejor bajo/barítono: Liang Li

En este apartado el público ha tenido las cosas más claras desde el comienzo de las votaciones, que siempre ha encabezado el chino Liang Li con su notable Rey Marke de “Tristan und Isolde”. Un apoyo importante ha recibido también el excelente Comendador de “Don Giovanni” que nos brindó Alexánder Tsymbalyuk y que ha quedado segundo. Aquí tengo que reconocer mi sorpresa ante el escaso apoyo que ha obtenido Plácido Domingo con su Athanaël, ya que pensaba que sus admiradores le facilitarían un mayor número de votos, si no en cuanto barítono en sentido estricto, sí al menos por el poderío escénico y artístico que demostró.
Liang Li (“Tristan und Isolde”): 16 votos
Alexánder Tsymbalyuk (“Don Giovanni”): 13 votos
Plácido Domingo (“Thaïs”): 7 votos
Dmitri Beloselski ("Medea”): 6 votos
Dmitri Ulianov (“Iolanta”): 5 votos

 

Helga de Oro 2012 a la mejor soprano: María Agresta

El alto nivel de las sopranos finalistas hacía presagiar la dura pugna que efectivamente ha habido. En un primer momento pensé en haber incluido a Amber Wagner en la categoría de cantante revelación, ya que, si somos sinceros, la gran revelación para muchos de esta pasada temporada fue su sensacional Ariadne; no obstante al final decidí que, precisamente por esa calidad, merecía estar en la votación a mejor soprano, aunque ello supusiera tenérselas que ver, sobre todo, con otras dos grandes triunfadoras del pasado ejercicio operístico, como son Violeta Urmana por una “Medea” espectacular y María Agresta por la fantástica Leonora de “Il Trovatore”. Siendo esta última quien al final ha logrado el triunfo por tan sólo dos votos de diferencia respecto a Urmana, quedando Amber Wagner en tercera posición con un nada despreciable 27% de los votos.
Maria Agresta (“Il Trovatore”): 20 votos
Violeta Urmana (“Medea”): 18 votos
Amber Wagner (“Ariadne auf Naxos”): 14 votos
Malin Byström (“Thaïs”): 6 votos
Ludmila Monastirska (“Le Cid”): 2 votos

Helga de Oro 2012 a la mejor mezzosoprano: María José Montiel

Aquí las cosas también han estado claras desde el comienzo y la madrileña María José Montiel ha dominado la votación con autoridad gracias a su inolvidable trabajo como la Neris de “Medea”, reconocido unánimemente por público y crítica, y que reclama un mayor protagonismo de esta excelente cantante en nuestros principales teatros. También se ha valorado por los votantes la soberbia Brangäne de Ekaterina Gubanova que ha quedado en segunda posición y que ha sido otra de las mejores voces de las que se ha podido disfrutar este año en Les Arts.
María José Montiel (“Medea”): 24 votos
Ekaterina Gubanova (“Tristan und Isolde”): 13 votos
Ekaterina Semenchuk (“Il Trovatore”): 4 votos
Cecelia Hall (“Ariadne auf Naxos”): 4 votos
María Luisa Corbacho (“La Vida Breve”): 2 votos

Helga de Oro 2012 al cantante revelación: Mario Cerdá

En esta categoría si que no ha existido la más mínima duda acerca de quién iba a ser el vencedor. Al poco de abrirse las votaciones se registró un aluvión de votos para el tenor Mario Cerdá que ha motivado que en este apartado se haya duplicado casi la participación respecto al resto de categorías. Independientemente de los motivos de esa lluvia repentina de votos, creo que es justo reconocer el trabajo que a lo largo de toda la temporada ha llevado a cabo Cerdá en papeles pequeños, pero donde siempre ha dejado entrever algunos detalles prometedores y muy interesantes. Aunque hayan quedado muy por detrás, deben valorarse también las prestaciones del resto de candidatos al premio, especialmente de Juan Jesús Rodríguez, que puede tener en poco más de un mes la posibilidad de confirmar las buenas sensaciones que dejó en “Il Trovatore” con ese “Rigoletto” que abrirá la temporada.
Mario Cerdá (“Dido y Eneas”): 52 votos
Juan Jesús Rodríguez (“Il Trovatore”): 15 votos
Serguéi Skorojodov (“Medea”): 12 votos
Paolo Bordogna (“La Cenerentola”): 10 votos
Helen Kearns (“Dido y Eneas”): 3 votos

Helga de Oro 2012 al mejor espectáculo de la temporada: “Thaïs”

Otra de las votaciones más reñidas ha sido la encargada de designar el mejor espectáculo de la temporada, donde ha existido un empate casi permanente entre “Medea” y “Thaïs” que al final se ha resuelto a favor de esta última por tan sólo dos votos de diferencia. Si se hubiese producido un empate y hubiese tenido que romper la igualdad con mi voto, la victoria hubiera ido a “Medea” que a mí, personalmente, fue la producción que me pareció más redonda de las que pasaron por Les Arts.
“Thaïs”: 20 votos
“Medea”: 18 votos
“Il Trovatore”: 10 votos
“Boris Godunov”: 8 votos
“Ariadne auf Naxos”: 3 votos

Helga Abucheadora 2012 a lo peor del año: Jonathan Miller

Desde que el pasado 27 de enero salí del estreno de “Don Giovanni”, estaba convencido de que Jonathan Miller se iba a llevar este premio, y eso que quedaba por pasar gente como Marco Vratogna, que ha quedado en un merecidísimo segundo puesto; pero la tomadura de pelo a precio de oro que nos vendió el señorito Miller debe quedar para las galerías de los horrores en Les Arts haciendo compañía a otras basuras míticas como la “Carmen” de Saura. En tercera posición ha quedado Sebastian Catana, un “meraviglioso cantante” según sus indignados seguidores que tanto criticaban su candidatura, pero que se ha llevado el 19% de los votos, y juro que no son míos.
Jonathan Miller (“Don Giovanni”): 21 votos
Marco Vratogna (“Tosca”): 16 votos
Sebastian Catana (“Il Trovatore”): 9 votos
Omer Meir Wellber (“Tosca”): 5 votos
Serena Malfi (“La Cenerentola”): 2 votos

Pues estos han sido los premios de este año. Espero que dentro de doce meses, más o menos, pueda volver a proponeros que participéis en una nueva elección, al menos sería señal de que nuestro Palau de les Arts ha aguantado hasta entonces con vida a los terremotos económicos y a la incompetencia y estupidez de nuestros gobernantes.

Para finalizar os dejo con un video en el que podemos ver al premiado Jorge de León afrontando la archifamosa cabaletta "Di quella pira" en una de las funciones de "Il Trovatore" que pudimos ver en Les Arts el pasado mes de junio:


video de LyricArt

lunes, 25 de junio de 2012

"TRISTAN UND ISOLDE" (Richard Wagner) - Palau de les Arts - 23/06/12


El pasado sábado 23 de junio, mientras toda España estaba pendiente de cómo los de La Roja derrotaban al gabacho y se acababan ya para siempre todos los males del país, el Palau de les Arts de Valencia estrenaba la última de las óperas programadas en el V Festival del Mediterrani. En esta ocasión el coliseo valenciano volvía al repertorio wagneriano con la representación de una de las obras maestras del genio de Leipzig, “Tristán e Isolda”. Eso sí, en el infecto Auditorio superior de Les Arts y en versión concierto. Bueno, sería más correcto decir: "versión semi escenificada con atriles, para solistas, coro, orquesta y fuegos de artificio".

Desde este blog vengo denunciando permanentemente que desde la dirección de Les Arts sigan empeñados en programar óperas en un recinto que no reúne unas mínimas condiciones acústicas. Este hecho no nos lo hemos inventado cuatro raritos con una especial sensibilidad en las orejas, sino que todos los músicos o cantantes con los que he tenido ocasión de hablar del tema han coincidido en calificar la acústica del Auditori como pésima e indigna del nivel que pretende tener el teatro.

Desde que el Palau de les Arts inició su actividad, las óperas en versión concierto se han venido representado en el Auditori, pese a disponer de una sala principal de excelente acústica. Con la crisis y los recortes económicos, este tipo de versiones han ido adquiriendo una mayor importancia dentro de la temporada y cada vez son más las ocasiones en que nos vemos obligados a visitar el maldito Auditori.

Últimamente, parece que en Les Arts han adquirido conciencia de que a los aficionados nos gustan poco las óperas en versión concierto y la propia Intendente Helga Schmidt ha anunciado que en las próximas temporadas, pese a la crisis, habrá menos representaciones de este tipo.

Todo esto probablemente sea lo que ha originado que, a última hora, deprisa y corriendo, hayan decidido que, en lugar de ofrecer “Tristán e Isolda” en versión concierto tal y como estaba previsto, se haya ideado una pequeña escenografía, iluminación y movimiento escénico para animar un poco la cosa. Los propósitos de la idea son buenos y el trabajo realizado aceptable, pero los resultados me han parecido lamentables.

Y es que, señora Schmidt, es verdad que nos gustan poco las óperas en versión concierto, pero lo que menos nos gusta de todo es que sigan utilizando el Auditori. Ese es el principal problema. La propuesta presentada el sábado, si hubiera tenido lugar en la sala principal, con cada cosa en su sitio: la orquesta en el foso y los solistas y coro en el escenario, hubiera estado hasta bien, pero lo ocurrido en el Auditori el sábado fue una absoluta vergüenza.

Se ubicó a la orquesta, compuesta para la ocasión por alrededor de un centenar de músicos, ocupando la totalidad del escenario, habilitando la zona superior a éste, destinada habitualmente al coro, para la colocación de una plataforma con barandilla, que asemejaba la proa de un barco, como espacio escénico en el que se desarrollaba la actuación de los cantantes. Esto originó varios problemas.

El primero y principal es que en la mitad baja del Auditori, que es la zona de mejor acústica, al estar las butacas al nivel de una orquesta wagneriana y los cantantes a un nivel superior y detrás de aquélla, costaba oir las voces, que eran tragadas por la orquesta pese a que el maestro Mehta procuraba moderar los volúmenes. Era como escuchar una ópera de Wagner desde el foso orquestal. Por el contrario, en la parte media-alta del recinto, se escuchaban mejor las voces solistas, pero al ser la zona de peor acústica, la conjunción con la orquesta era igual de mala que siempre.

Otro de los problemas es que a los espectadores de las butacas de las primeras filas centrales del Auditori, Zubin Mehta y los músicos les tapaban parcialmente la visión de la zona habilitada para los cantantes.

Otro más, fue que al coro no le quedaba sitio disponible, por lo que cuando tenían que intervenir salían por una puerta lateral a la carrera, haciendo ruido, y se ubicaban apiñados junto a un extremo de la orquesta, volviendo a desaparecer, tras sus intervenciones, corriendo y haciendo más ruido.

Por otro lado, el haber improvisado la versión escenificada a última hora motivó que se mezclasen cantantes que se sabían el papel de memoria, con otros como Jay Hunter Morris (Tristán) y Eike Wilm Schulte (Kurwenal) que, confiados en que se trataba de una versión de concierto, no se lo debían haber aprendido y tenían que recurrir a leer la partitura en el atril. Así que, en el espacio escénico creado para la ocasión, había 3 ó 4 atriles estratégicamente situados que motivaron momentos francamente chocantes, más propios de una película de los Hermanos Marx que de una ópera seria.

Por ejemplo, en el momento en que Kurwenal da muerte a Melot, Eike Wilm Schulte salió disparado desde el atril a coger la espada, simulando que se la clavaba de medio lado a Melot, volviendo de nuevo corriendo a todo correr al atril para continuar cantando con sus gafas de presbicia puestas, con lo que en lugar de un valiente caballero salvando el honor de su señor, parecía un torero cobardica que pinchase al morlaco de mala manera y huyese despavorido al burladero. También, en el dúo de amor del segundo acto, Jay Hunter Morris estaba más pendiente de la partitura que de Isolda, trocándose ese maravilloso momento de pasión desbordada, en lo que asemejaba una pareja hastiada de su relación, tomando la fresca en la puerta de casa, con ella lanzándole incendiarias frases de amor, mientras Tristán leía los deportes en el periódico.

Para que la charlotada fuese completa, avanzado el tercer acto comenzaron a oírse unos extraños sonidos que parecían denotar que el timbalero se hubiera tomado dos copas de más y estuviese aporreando el instrumento cuando no tocaba. Pero, lejos de eso, se trataba de un castillo de fuegos artificiales, intuyo que dedicados al triunfo de La Roja, que cada vez se hacían más audibles, gracias al excelente aislamiento acústico del aborrecible Auditori, y que a punto estuvo de interferir el Liebestod final de Isolda. Un director con menos miramientos que Mehta creo que hubiese arrojado la batuta y se hubiese marchado al bar a tomarse un copazo.


Lo peor de todo es que nada de esto fueron imprevistos irremediables, porque nada hubiera ocurrido si desde un principio se hubiera planificado escenificar la obra y se hubiese representado la misma (en concierto o escenificada) en la sala principal. Pienso que esto ha sido la gota que colma el vaso de la paciencia de cualquier músico o  aficionado respecto al Auditori, y, como soy demasiado ingenuo, confío en que sea el detonante definitivo para que no se vuelva a programar ni una ópera más en ese despreciable recinto.

Me he alargado demasiado con estas reflexiones previas que creo que debía efectuar, así que procuraré ser breve en cuanto al resto.

La propuesta escénica que se ha improvisado, y que por cierto ni siquiera se han dignado publicar en la web de Les Arts, ha corrido a cargo de personal del propio teatro, siendo Alex Aguilera el responsable de la dramaturgia, Antonio Castro de la iluminación y Manuel Zuriaga de la escenografía. Como dije antes, el planteamiento es de circunstancias y muy sencillo, más cercano a una función de taller de ópera que de una representación de primer nivel, pero creo que, dados los condicionantes, su trabajo se debe calificar de positivo, aunque los resultados, por los motivos ya comentados, hayan sido espantosos.

Zubin Mehta llevó a cabo una dirección muy solvente y efectiva, con algunos momentos más conseguidos (a mí me lo pareció el preludio del tercer acto) y otros menos (el dúo de amor del segundo). Estuvo como siempre atentísimo a los cantantes, al tiempo que lograba extraer unos sonidos bellísimos de la orquesta, pero se mostró bastante irregular en el mantenimiento de la tensión, pecando quizás su lectura de falta de hondura en muchos pasajes. No obstante, el resultado de conjunto a mí no me desagradó en absoluto. Bien es verdad que a ello contribuyó decisivamente el óptimo rendimiento de todas las secciones de la fantástica Orquestra de la Comunitat Valenciana, que brilló como suele ser costumbre, pero en esta ocasión con una partitura que es además toda una piedra de toque para calibrar el auténtico nivel de una agrupación orquestal, con destacadas intervenciones solistas del concertino Serguéi Ostrovski, de Itamar Ringel a la viola, Francisco Javier Ros al clarinete bajo, Cristopher Bouwman al oboe, Joan Enric Lluna al clarinete, Guiorgui Anichenko al violonchelo y, por supuesto, de la espléndida actuación del solista de corno inglés, Simon Sommerhalder, al comienzo del acto tercero. Sólo por escuchar esta orquesta valió la pena la charlotada.

El Cor de la Generalitat vio muy lastrada su actuación, vocalmente impecable, por su imposible ubicación escénica y por las características propias de ese recinto, cuyo nombre me asquea volver a repetir, que hacía que los coros internos apenas se escuchasen.

Jennifer Wilson parece haber perdido parte de la brillantez en el agudo que mostrase como Brünnhilde en el Anillo de Les Arts de hace unos años y su Isolda pecó de frialdad y de cierta monotonía, pero, yo no sé explicar por qué, a mí me gusta. Dentro de sus límites, le aprecié una mayor implicación dramática que en otras ocasiones estando bastante mejor en los momentos líricos que en la maldición, y su Liebestod he de confesar que me gustó.

Con el Tristán de Jay Hunter Morris tuve sensaciones encontradas. Le hubiera tirado piedras en el segundo acto y al final acabé aplaudiéndole. El pobre hombre tiene una voz más fea que las chaquetas de Ángela Merkel, con una nasalidad propia del pato Donald y algunos sonidos abiertos y arrastrados horrendos, pero por otra parte se preocupa permanentemente de matizar y ofrecer expresividad, aunque sea con falsetillos, y, sobre todo, se marcó un tercer acto muy meritorio, de gran intensidad dramática, sobreviviendo dignamente a la terrorífica partitura.

Lo mejor de la noche en el terreno vocal vino de la fantástica Brangäne que modeló Ekaterina Gubanova, con unas Advertencias en el segundo acto de auténtico ensueño; y del rey Marke de un sorprendente Liang Li, al que habíamos escuchado como Ferrando en “Il Trovatore” y que superó todas las expectativas, mostrando un fraseo incisivo, poderío vocal y luciendo toda la nobleza y dolor que exige el personaje.

Excelentes también el Kurwenal de Eike Wilm Schulte y el Marinero de Mario Cerdá. Y muy correctos Karl-Michael Ebner como Melot, Jesús Álvarez como Pastor y Josep Miquel Ramón como Timonel.

El público no llegaba a llenar la sala, pero no había una mala entrada para coincidir con partido internacional, apreciándose una gran presencia de espectadores foráneos. Pese a los despropósitos vividos, la grandeza de la música de Wagner, el buen hacer de Mehta y la orquesta y el esfuerzo de los intérpretes, motivaron enormes ovaciones que no decayeron ni en los saludos de los responsables de la escenificación, saliendo el público francamente contento, aunque todos los comentarios girasen en torno a los fuegos artificiales y la indecente acústica e insonorización de esa cosa que llamaron Auditori en lugar de Juan Vicente, que ya dije en una ocasión que hubiera quedado mucho más propio.

Señora Schmidt: Escarmienten de una vez. Esto no tiene justificación alguna. Ya han logrado hacer el ridículo internacional y dudo mucho que el maestro Mehta esté precisamente contento con lo acontecido el sábado. Los aficionados hemos llegado al límite de nuestra indignación. Damos por buena la penitencia sufrida, pero, por el amor de Wagner, no vuelvan a representar ni una ópera más en el Auditori, déjenlo para Julio Iglesias y sus fiscales que llevarán amplificación; pero las óperas (en versión concierto, escenificadas o con charlotada pirotécnica) en la sala principal.

AQUÍ podéis leer la crónica de maac.


video de infopera


martes, 29 de mayo de 2012

"IL TROVATORE" (Giuseppe Verdi) - Palau de les Arts - 26/05/12


El pasado sábado tuvo lugar la inauguración del V Festival del Mediterrani en el Palau de les Arts de Valencia, con el estreno de la ópera "Il Trovatore", de Giuseppe Verdi. La presencia en la sala de la Reina doña Sofía obró de nuevo el milagro de que a los politiquillos de esta Comunidad, de repente, les apasione la ópera y nos obsequien con su asistencia. La alcaldesa Barberá, el president Fabra, el presidente de les Corts, el ministro García Margallo o la, incomprensiblemente no cesada ni dimitida todavía, Delegada del Gobierno, se dejaron ver junto a otros más habituales en el recinto como la Consellera de Cultura Lola Johnson, la presidenta del Palau de la Música o el vicealcalde Grau. Y todos ellos, por supuesto, como moscas a la miel, rondando a la esposa del regio cazador de elefantes, mientras un desmesurado dispositivo de seguridad impedía, a veces con malos modos, el normal deambular de los aficionados por los espacios de Les Arts.

Dicho esto, quiero dejar claro que me parece muy bien que la Reina visite el teatro que lleva su nombre y ojalá que viniese más si su presencia puede entenderse como un guiño de apoyo a nuestro recinto operístico en estos complicados momentos que se viven, con gran incertidumbre sobre lo que nos pueda deparar el futuro. La lástima, como siempre, fue la eterna ausencia del ministro de cultura, pues hubiera sido una buena ocasión para que hubiera comprobado personalmente cómo, pese a los recortes motivados por la crisis, más los recortes extras de su gobierno, este teatro lleva a cabo una programación operística de primer rango, sin necesidad de cantantes de relumbrón, y contando con la mejor orquesta de foso y coro que hay actualmente en España, lo que debería llevarles a replantear su política actual de reparto manifiestamente injusto de las ayudas públicas.

Y es que la función del sábado creo que es de las que crean afición. Tuvimos la ocasión de disfrutar con una orquesta y un coro en estado de gracia, rindiendo a un nivel inmejorable; junto a un elenco de cantantes solistas muy homogéneo, donde todos cumplieron con nota alta sin que hubiera ninguna nota especialmente discordante y llegando en algún caso a entrar de lleno en terrenos de lo excelente; y con una dirección de escena que, mayoritariamente, gustó.

Precisamente, la dirección escénica corrió a cargo del dramaturgo, director de cine y ex director del Centro Dramático Nacional, Gerardo Vera. Para ser tiempos de crisis y después de haber padecido algunas porquerías como la “Carmen” de Carlos Saura o el “Don Giovanni” de Jonathan Miller, la propuesta de Vera, sin ser tampoco la bomba, a mí me convenció. Creo que puede considerarse efectiva y no especialmente discordante y, al menos, denotaba un trabajo de dramaturgia que, independientemente de que pueda gustar más o menos, creo que convierte en injustos los aislados pero ruidosos abucheos que obtuvo al finalizar, aunque se debe reseñar que el aplauso fue la respuesta mayoritaria.

Cuando yo leí que la misma escenografía servirá para acoger, además de este “Trovatore”, la “Medea” que se estrenará el próximo día 12, me temía lo peor y los espacios vacíos a lo Saura o la inmovilidad escenográfica a lo Miller vinieron a mi memoria, pero, lejos de eso, la propuesta de Vera cuenta con un componente escenográfico elaborado, complementado estupendamente con la iluminación de Juan Gómez Cornejo. Los videos creados por Álvaro Luna, algunos más conseguidos que otros, acabaron de dotar a la obra de un marco escénico que considero adecuado, de carácter intemporal, en el que los diferentes ámbitos en los que sucede la acción quedaban suficientemente descritos. Los gitanos aparecen como refugiados sin rumbo en un ambiente de opresión política, en medio de un entorno que podría representar cualquier ciudad en tiempos de guerra, con el fuego casi siempre presente, directamente o a través de las proyecciones.

Quizás la vertiente donde más parecía flaquear el trabajo de Vera fue en una dirección de actores que, especialmente en el caso de los movimientos del Coro y de la pareja protagonista, hubiera admitido un punto más de creatividad. Pero, en conjunto, creo que, pese a todo, nos encontramos ante un buen trabajo escénico.

En lo musical, Zubin Mehta dirigía por primera vez en Les Arts una ópera de Verdi y no me defraudó en absoluto. Es sabido que el maestro indio domina esta partitura y ahí están para atestiguarlo sus grabaciones, algunas de ellas, como la registrada con Domingo y Pryce, claro referente de la página verdiana. Mehta condujo la Orquestra de la Comunitat Valenciana sin ningún tipo de alarde ni pretensión exhibicionista, muy ajustado en los tiempos, manteniendo la tensión y adecuado en estilo, con un control preciso y equilibrado de las diferentes secciones musicales, con una percusión inspiradísima y la flauta de Álvaro Octavio haciéndonos vibrar es su particular diálogo con la soprano en “D'amor sull'ali rosee”. Hacía mucho tiempo que yo no asistía al estreno de una ópera en Les Arts donde se apreciase en la primera función tal ajuste y precisión en el foso y de éste respecto a las voces, así como un control tan cuidado del volumen de la orquesta, en un recinto cuya acústica suele favorecer que los cantantes se vean tapados con cierta frecuencia por los músicos. Desde mi punto de vista, el maestro Mehta desarrolló un fantástico trabajo de batuta y supo inundar la sala de puro aliento verdiano.

El Cor de la Generalitat, dirigido por Francesc Perales, estuvo espléndido en una obra en la que tiene un especial protagonismo, y, pese a que la dirección escénica en ocasiones le impuso un excesivo estatismo, ofreció en lo musical un rendimiento sobresaliente, brillando como en sus mejores noches.

Jorge de León debutaba el papel de Manrico. Si no me equivoco en las cuentas, es la séptima ópera que canta en este teatro el tenor tinerfeño, siendo el cuarto papel que debuta en Les Arts (tras el Turiddu de “Cavalleria Rusticana”, el Cavaradossi de “Tosca” y el Rodrigue de “El Cid”), todos ellos muy exigentes y el de Manrico no lo es menos. Claramente, De León fue de menos a más, con un comienzo de ópera en el que dio la impresión, no sé si real o mera apreciación mía, de cierto nerviosismo y rigidez, para irse progresivamente arriba y brindarnos una segunda mitad de ópera colosal, brillando especialmente en una “pira” antológica que hizo venirse abajo el teatro con un aluvión de bravos más que merecidos, y de ahí en adelante sólo fue a mejor, deslumbrando con una zona aguda y sobreaguda resplandeciente, llena de brillo y mordiente.

La soprano italiana María Agresta fue una excelente Leonora, para mí lo mejor de la noche. Pudimos ver en escena a una cantante joven, pero que mostró indudables rasgos de gran soprano verdiana. Presentó Agresta una voz  luminosa, clara, de amplio registro y muy homogénea, con una pulida línea de canto y un exquisito uso del legato y las medias voces, consiguiendo enhebrar algunos pianísimos y filados espectaculares. Su buena dicción y la fuerza e intención de su fraseo completaron una actuación sensacional. Su juventud nos hace ilusionarnos con que todavía tiene mucha carrera por delante y tiempo para perfeccionar aún más las grandes condiciones vocales que ya presenta.

Bien, aunque a mi juicio jugando en otra división, estuvo también Ekaterina Semenchuck como Azucena, mostrando una gran expresividad, aunque por momentos rozase la sobreactuación con algún alarde de tintes veristas. Pese a que se echó de menos una mayor rotundidad de auténtica mezzo en la zona más grave, su actuación debo de calificarla de muy notable, con una voz fresca, limpia y algún agudo realmente brillante y sorprendente.

Quienes asistieron al ensayo general de este “Trovatore” me comentaron que no les había gustado demasiado, por ser generosos, el Conde de Luna del italiano Sebastián Catana. Afortunadamente, para el estreno del sábado fue sustituido por el barítono onubense Juan Jesús Rodríguez, teniendo el detalle los eficientes señores de Les Arts de informar del cambio en el reparto ¡tras el descanso!, supongo que después de escuchar por los pasillos durante el intermedio algunos comentarios, como los que yo oí, acerca de lo mucho que estaba gustando Catana, el cual me consta que estaba en una pizzería cercana levantándose unas cervezas. Oficialmente se ha dicho que la causa de la sustitución ha sido la indisposición del cantante italiano, si bien las noticias que a mí me han llegado hablan de un cambio de última hora ante el pobre rendimiento de Catana en los ensayos. Confío en que, si es así, el cambio se mantenga en las próximas funciones y no sólo haya sido una artimaña para evitar las críticas negativas del estreno ni castigar las reales orejas de doña Sofía de Grecia.

Y es que Juan Jesús Rodríguez llevó a cabo una actuación muy meritoria, sobre todo teniendo en cuenta que tuvo apenas 24 horas para incorporarse al equipo, demostrando un gran sentido del declamar verdiano y fuerza interpretativa, siendo muy ovacionado en su aria.

Tampoco creo que se pueda reprochar nada al Ferrando del bajo chino Liang Li, mostrando poderío cuando fue preciso, y dejándonos expectantes respecto a las prestaciones que pueda ofrecer en este mismo Festival del Mediterrani como el Rey Marke de “Tristan e Isolda”, un compromiso, sin duda, de mayor envergadura.

Muy destacable, como siempre, Ilona Mataradze, esta vez en el breve papel de Inés, corriendo muy bien la voz y con solvente presencia escénica.

Y muy correctos estuvieron también Leonard Bernad, Jesús Álvarez y, sobre todo, Mario Cerdá, quien se marcó un precioso detalle, regulando, en su fugaz intervención.

Al finalizar, hubo grandes ovaciones para todos los artistas, que fueron especialmente intensas para la pareja protagonista, y para Juan Jesús Rodríguez y Zubin Mehta, por parte de un público que casi llenaba el recinto, salvo en los pisos más altos, donde se apreciaban huecos.

No quisiera finalizar mi crónica sin reseñar dos cosas que me llamaron la atención. La primera, fue la coincidencia de Helga Schmidt en el palco junto a la Consellera de Cultura Lola Johnson. Justo antes de apagarse las luces mantenían una apasionada (lo intuyo por sus ostensibles gestos) conversación que, igual trataba sobre la repoblación de angulas en la Albufera, pero que me hizo desear fervientemente poder haber escuchado lo que allí se decía.

La segunda circunstancia que quería comentar fue el bochornoso espectáculo de ver en el intermedio a la jefa de protocolo de Les Arts acompañando a la Reina doña Sofía, con el pinganillo puesto e intentando arrancar, cual cutre regidor de concurso televisivo, el aplauso del público que por allí se encontraba. Por cierto, sin ningún éxito.

Bueno, pues hasta aquí esta crónica en la que quería dejar constancia de la que fue sin duda una muy buena noche en la ópera, aunque no cantase Lasparri, y que me lleva a hacer un llamamiento público para que todos los aficionados a la música que puedan se acerquen en los próximos días a Les Arts, porque vale la pena.

AQUÍ podéis leer también la imprescindible crónica de Maac.


video de PalaudelesartsRS