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domingo, 7 de octubre de 2012

"EL DÚO DE LA AFRICANA" (Fernández Caballero) - Teatro Martin i Soler - Palau de les Arts - 06/10/12


Aunque todavía falta más de un mes para que comience la incierta temporada operística 2012-2013 en el Palau de les Arts, la actividad musical del teatro valenciano se reanudó anoche con la representación, en la pequeña sala Martín i Soler, de la zarzuela en un acto y tres cuadros “El Dúo de La Africana, del compositor murciano Manuel Fernández Caballero, en una producción del Teatro Arriaga de Bilbao en colaboración con la sala BBK que cuenta con dirección escénica de Emilio Sagi y musical de José Miguel Pérez Sierra, corriendo la interpretación a cargo de alumnos del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo.

Creo que debe ser motivo de satisfacción el que en los espacios de Les Arts vuelva a representarse zarzuela, y no estaría mal que todos los años, fuera de la temporada de ópera eso sí, hubiera oportunidad de asistir a alguna representación de este género que con tanta facilidad suele menospreciarse, la mayoría de las veces por puro desconocimiento.

“El Dúo de La Africana, con música de Manuel Fernández Caballero y libreto de Miguel Echegaray, es una de las obras más populares y divertidas del subgénero conocido como “género chico”. Estrenada en 1893, obtuvo un enorme éxito y sus melodías, especialmente el dúo y jota final, sonaban habitualmente por todas partes. La obra, una hilarante historia de enredos centrada en una modesta compañía itinerante de ópera que dirige un tacaño empresario, contiene un homenaje a las personas que viven del mundo de la escena y una crítica a la solemnidad y seriedad de la grand opéra francesa y a la excesiva influencia que tenía en España la ópera italiana, todo lo cual iba en perjuicio de un género autóctono como era la zarzuela y que se pretendía reivindicar. Si queréis conocer más cosas sobre “El Dúo de La Africana, incluidas algunas divertidas anécdotas, podéis pinchar aquí.

Fue bastante gratificante que, en esta primera representación en Les Arts tras el paréntesis veraniego, la sala se encontrase prácticamente llena. Es verdad que a ello influiría el reducido aforo de la Martin i Soler y los precios populares (15 euros), pero siempre es positivo ver que el público siga respondiendo a la programación musical, especialmente en estos momentos tan convulsos para la actividad cultural de nuestra ciudad.

Supongo que precisamente a esta complicada situación por la que pasa Les Arts se debería el hecho de que, en lugar de encontrarnos en las puertas con el personal habitual controlando las entradas, estuviera parte del personal técnico de la orquesta, lo que nos desconcertó a muchos y daba una impresión un poco cutre, casi de compañía de “ópera barata” similar a la que aparece en el argumento de “El Dúo de La Africana.

La puesta en escena ideada por Emilio Sagi resultó bastante acertada y responde a su estilo habitual. Sencillez, gran colorido, inteligente uso de la iluminación y un buen trabajo de dirección de actores. La acción parece haberse trasladado a la España de los años 50, pero, salvo por el vestuario, en nada más se aprecia esta reubicación temporal. Se ha rellenado el libreto original e introducido a dos personajes, sastras de la compañía, interpretadas por las cantantes Ximena Agurto e Irina Levian, que sirven de hilo de conexión entre el público y la escena sin que se distorsione el argumento original.

Es habitual que en esta obra haya un momento en que el empresario lleva a cabo audiciones de aspirantes a entrar en la compañía, instante que es aprovechado para que intervengan dos o tres artistas reales, generalmente jóvenes cantantes, que llevan a cabo una pequeña actuación. Pero claro, interpretándose esta vez la obra en un teatro de ópera como Les Arts y más en concreto en la escuela de cantantes que es el Centre de Perfeccionament Plácido Domingo, fue inevitable que esas audiciones se aprovechasen para que alumnos del Centre nos mostrasen sus facultades. Y no fueron dos ni tres, sino ¡diez!.

Como digo, era inevitable y resulta comprensible, pero lo cierto es que este momento rompió demasiado el ritmo de la función, lo cual además se vio agravado por el hecho de que tras las audiciones se decidiera hacer un intermedio.
 
No sé si se habrá buscado a propósito esta obra por su argumento, pero resultó descacharrante ver a Helga Schmidt en primera fila mientras el personaje del empresario Cherubini (Mattia Olivieri), a pocos metros, se vanagloriaba de que él no pagaba a los artistas, ni a la orquesta, ni a nadie (“Non si paga qui a nadie”)… curioso. Y no menos lo fue que el personaje de Giuseppini (Mario Cerdá) calentase la voz con escalas en las que decía “págame la nómina”. Me hubiera gustado ver la siempre seria cara de la Intendente Schmidt en esos momentos.

Uno de los mayores alicientes que presentaba esta función de ayer era el de reencontrarnos con la Orquestra de la Comunitat Valenciana y el Cor de la Generalitat. Y de nuevo sólo puedo tener palabras más que elogiosas para nuestros cuerpos estables que, con crisis o sin ella, continúan ofreciendo un nivel que es un lujo absoluto.

José Miguel Pérez Sierra llevó a cabo una dirección espléndida, ajustada en estilo, pendiente de los cantantes (sólo se desmandó un poco al final de la jota) y con algunos detalles fantásticos. El dúo que precede a la jota estuvo dotado de un inusual vuelo lírico bellísimo. Y fue todo un placer gozar de la orquesta sonando ampliamente en un comienzo del último cuadro increíble. ¡Qué ganas tengo de que empiece la temporada de ópera para poder disfrutar de esta orquesta en plenitud!.

Fantástico también el Cor de la Generalitat que dirige Francesc Perales en su reducida composición para la ocasión. Vocalmente impecables y con un comportamiento en escena espectacular. Muy celebrada fue la naturalidad y desenvoltura con la que una de sus integrantes, Ana Bort, improvisó cuando se le rompió la mariposa que movía en el cuadro final.

En lo que respecta a los cantantes del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo, ya sabéis los que sois habituales del blog que tengo por costumbre no incidir en los aspectos que me hayan podido parecer negativos cuando se trata de crónicas de funciones de los alumnos del Centre, motivo por el cual algunos luego me acusan de que soy demasiado blando con ellos, pero sigo pensando que de lo que se trata es de que se valore su esfuerzo y de esperar que sigan puliendo defectos y mejorando virtudes.

Desde luego si de esfuerzo y entrega hablamos, todos los que pisaron el escenario merecen un 10. Unos con más fortuna y otros con menos, pero el caso es que a todos se les vio dando lo mejor que tenían y con un comportamiento actoral espléndido.

A Mario Cerda, reciente ganador en este blog del Helga de oro 2012 al mejor cantante revelación de la pasada temporada, ya había tenido ocasión de escucharle anteriormente y siempre me ha parecido que tiene unas cualidades muy destacables. Se mueve con aparente facilidad por la zona alta del registro, donde su voz brilla especialmente y se muestra más estable. Si sabe elegir su repertorio y sigue mejorando técnicamente, creo que deberá contarse con él para papeles más relevantes.

Me sorprendió gratamente Ana Isabel Pérez Real. En el papel de Amina poco más hace que pegar grititos histéricos, pero cuando en la fase de las audiciones acometió un fragmento de “El Barbero de Sevilla”, dejó entrever unas condiciones y un dominio técnico muy relevantes.

Mattia Olivieri, como el empresario Querubini, se pasa un pelín de histrión, pero hay que reconocer que se come el escenario. Tiene una poderosa voz de agradable timbre baritonal que valdría la pena escuchar en un rol de enjundia para poder valorarla.

Poco andaluza, pero muy voluntariosa, estuvo la chilena Roxanna Herrera que ofreció sus mejores prestaciones en el dúo y jota. Y entregadísimos Pablo García López y Daniel Stefanov.

Entre los participantes en la audición, me llamó la atención la potencialidad del instrumento de la sueca Anna Forsebo, de quien espero que consiga perfeccionar su técnica. Y me parecieron interesantes las intervenciones de Marina Pinchuk, con “Voi lo sapete, o mamma” de Cavalleria Rusticana; de Ximena Agurto con el “Sempre libera” de “La Traviata”; y de Irina Levian con una destacable Petenera (“Tres horas antes del día”) de la zarzuela “La Marchenera”, de Moreno Torroba.

Sensacional en todas sus intervenciones la actriz Gurutze Beitia.

Un público absolutamente entregado brindó cálidas y largas ovaciones a todos los artistas, reconociendo su meritoria actuación. Como siempre tiene que haber alguien que dé la nota, esta vez le tocó el turno a una hermosa e inocente criaturita que no tendría ni tres años, la cual no tiene la culpa de que la encargada de su custodia no tenga mejor idea que meterla en un teatro dos horas a ver una zarzuela y, claro, la niña hizo lo que cualquier cría de homo sapiens hace a esa edad y en tal coyuntura, dar por saco. Afortunadamente, aunque demasiado tarde, fue sacada de la sala.

Pues nada, ahora a esperar la temporada de ópera. Si mal se aventuraba ya el futuro, las últimas noticias no nos hacen precisamente ser optimistas. Por una parte, tenemos el nuevo recorte sufrido en la aportación estatal a Les Arts (aquí podéis consultarlo). Todos recordamos las promesas de la Consellera de Cultura Lola Johnson, no hace ni un año, de que una vez gobernasen los suyos en Madrid la discriminación con el Liceu y el Teatro Real iba a desaparecer. Pues bien, no sólo no ha desaparecido sino que se ha agravado, al ser el recorte en la aportación a Les Arts bastante superior al de los otros teatros. Y la señora Consellera con apellido de sheriff de spaguetti-western en lugar de esconderse debajo de una piedra y callarse, sale, sin vergüenza, diciendo que no se puede pretender corregir esta discriminación en un solo ejercicio presupuestario. No señora, pero es que no sólo no hay indicios de corrección, sino que la discriminación ha aumentado y ustedes siguen sin defender los intereses que tienen encomendados por la ciudadanía e incomprensiblemente siguen cobrando su sueldo.

Y por si faltaba poco, ahora los trabajadores de Les Arts, a quienes comprendo perfectamente, amenazan con paros que coincidan con las representaciones operísticas de la temporada que está a punto de iniciarse. Dicen que estos paros originarán que las funciones comiencen dos horas más tarde, lo cual supondría que, en el mejor de los casos, finalizarían pasada la 1 de la madrugada. Creo que, si se confirman las convocatorias de huelga, los responsables de Les Arts deberían irse pensando ya cómo van a gestionar el tema de devolución de importe de las localidades a quienes no estén dispuestos a esperar esas dos horas a que comience la función.

Qué mal pinta todo. Iremos disfrutando mientras podamos.


video de PalaudelesartsRS

lunes, 25 de mayo de 2009

EL DÚO DE LA AFRICANA. Teatro Auditorio TAMA - Aldaia - 23/05/09


El moderno Teatro Auditorio TAMA en Aldaia (Valencia), con capacidad para más de 700 personas y una acústica aceptable, acogió el pasado sábado 23 de mayo la representación de la zarzuela en un acto “El Dúo de la Africana”, con libreto de Miguel Echegaray y música de Manuel Fernández Caballero.

La obra, un sainete que se encuadra dentro del llamado “género chico”, se estrenó en el Teatro Apolo de Madrid en 1893 con un éxito apoteósico, donde se estuvo representando nada menos que 211 funciones seguidas. El Apolo fue durante años “la catedral del género chico” y su famosa cuarta sesión en horario nocturno (“la cuarta del Apolo”), era el paradigma de público de dudosa reputación, muchas veces de peor ralea que los personajes de las obras representadas.

El libreto de Miguel Echegaray (por cierto, hermano del Premio Nobel José Echegaray) para “El Dúo de la Africana”, cuenta una típica situación de teatro dentro del teatro, en este caso de ópera dentro de la zarzuela, ambientada en una compañía operística de tercera fila, cuyo director, Querubini, un tacaño empresario que habla un absurdo castellano italianizado, pretende representar la ópera “La Africana” de Giacomo Meyerbeer. El bajo de la compañía persigue a su hija, quien está enamorada del tenor Giuseppini, un aragonés que a su vez pretende a la “prima donna”, la sevillana Antonelli, esposa de Querubini, y éste consiente la situación con tal de que el tenor cante gratis, ya que se jacta de que él no paga a nadie (Helga, no te des por aludida, el libreto es así), sucediéndose equívocos que generan numerosas situaciones jocosas. Tras el enredo argumental se esconde un sentido homenaje a las sufridas gentes que viven del mundo de la escena, mientras se critica el italianizante dominio de la ópera clasista de la época, en detrimento de un género puramente español.

Posiblemente sea ésta, junto a “Gigantes y Cabezudos”, la obra más conocida del murciano Manuel Fernández Caballero, un músico que compuso más de 200 zarzuelas y del que fue famoso su gusto por el buen yantar. Baste decir que el periodista y humorista Salvador Granés, en su libro “Calabazas y Cabezas”, describía así al compositor:
Comilón de siete suelas,
escribe con rapidez
partituras de zarzuelas,
siempre y cuando que a la vez
mueva la pluma y las muelas.
Si su inspiración se agosta
y queréis que por la posta
recobre la inspiración,
enseñadle una langosta,
seis chuletas y un jamón.


Sin duda, el momento más conocido de esta zarzuela es el dúo y jota que cantan el tenor y la soprano. Y precisamente fue lo último que escribió Fernández Caballero, quien no dejaba de pensar en cómo resolver este momento de la obra sin éxito, mientras la empresa le apremiaba su finalización. Finalmente, una noche encargó a su hijo que le trajera un pastel de Lhardy y, zampa que te zampa, le vino la inspiración de que el tenor aragonés le cantase una jota a su amada andaluza. Se cuenta que a las tres de la madrugada ya estaba acabada la pieza... y el pastel.

Seguidamente podemos escuchar este famoso fragmento en las voces de Monserrat Caballé y José Carreras en el Teatro Bolshoi en 1989:


video de lucpebo

La representación ofrecida el sábado, presentada por “Saga Producciones”, se enmarcaba dentro de las actividades dedicadas por el Ayuntamiento de Aldaia a las personas mayores. Eso motivó un retraso de casi 30 minutos en el comienzo de la función al tener que esperar que acabasen los discursos de la alcaldesa y su gente glosando lo bien que lo hace todo la Corporación.

La sala se encontraba llena de gente muy mayor, alguno de ellos puede que fuese incluso de la quinta de Fernández Caballero, demostrando las señoras un dominio espectacular del uso del abanico, amenizando la velada con sus “riiiiiis chac, chac, chac, chac, raaaaas”, mientras los señores comentaban lo que acontecía en el escenario a un volumen adecuado para los que se habían olvidado el sonotone e incluso para los que se quedaron en casa.

La puesta en escena fue clásica, con una escenografía dominada por los telones pintados a mano en 1940 por Viuda de Pastor, y un notable movimiento actoral perfectamente acorde al espacio disponible, consiguiendo una dramaturgia ágil y efectiva.

El vestuario diseñado por Fidel David aportó un toque de innovación, frescura y color al conjunto.

Vicente Martínez Alpuente dirigió la Orquesta con profesionalidad y, aunque hubo algún desajuste en las entradas y cierta descompensación de volumen entre secciones, el resultado general fue positivo y hubiese mejorado aún mas de contar con un foso en condiciones.

El Coro estuvo magnífico, posiblemente lo mejor de la noche, especialmente el femenino, mostrando empaste, fuerza y exquisita vocalidad, además de una entrega escénica total, moviéndose con soltura y desparpajo, bailando, y colaborando de forma capital a dotar a la obra del tono chispeante requerido.

En el apartado individual, Vicenç Esteve (padre) cumplió sobradamente en su papel de Querubini llevando con autoridad el peso de la obra, demostrando muchas tablas en su buen hacer como actor, derrochando vis cómica sin caer en el griterío a lo “Escenas de Matrimonio”, y solventando con dignidad su parte cantada pese al natural desgaste de su voz.

Amanda Serna, como la Antonelli, mostró prometedoras dotes, con una voz muy apropiada al género, con volumen y poderío en la emisión, facilidad en los agudos y una dicción más que correcta, aportando, además, en su actuación el gracejo requerido al personaje. En el famoso dúo y jota estuvo impecable.

Vicenç Esteve (hijo), al que hemos tenido ocasión de ver este mismo año en Les Arts como Pang en “Turandot” y Jeremías en “El rey que rabió”, solventó con facilidad los requerimientos cómicos del papel y vocalmente estuvo muy correcto.

Sandra Minguez, como Amina, apuntó, en su corta intervención, la existencia de una voz digna de un papel de más enjundia.

David Sentinella, en el ingrato rol del bajo de la compañía, exhibió sus dotes bufas y una voz interesante.

Isabel Torrijo, como doña Serafina, mostró hechuras de actriz veterana en una actuación breve pero de alto nivel.

Los bailarines Marieta Romero y Paco Berbel cumplieron brillantemente en su pequeño número, a pesar de la reducida dimensión de la mesa en que tuvieron que ejecutarlo.

Es habitual en esta obra la introducción de cameos de artistas consagrados o de jóvenes que se quieren promocionar, en la escena del casting para contratar nuevos cantantes para la compañía. En esta ocasión los artistas invitados fueron la soprano Tamara Izquierdo, el barítono Andrés del Pino y la tiple cómica Aurora Frías.

Tamara Izquierdo cantó “Me llaman la primorosa”, de la zarzuela “El Barbero de Sevilla”, una pieza de excesiva dificultad para la falta de homogeneidad en el registro y el feo vibrato que presentó, si bien exhibió generoso volumen del instrumento y una exagerada facilidad para alcanzar el sobreagudo limpiamente.

El barítono Andrés del Pino interpretó espléndidamente la bonita romanza “Ya mis horas felices”, de la zarzuela “La del Soto del Parral”, haciendo gala de calidad tímbrica, buena técnica, delicado fraseo y un legato de gran nivel.

Aurora Frías llegó dispuesta a revolucionar el añoso patio de butacas con la escueta vestimenta que requiere la famosa canción babilónica “Ay Ba” de “La Corte de Faraón”, haciendo participar al público en un "concurso" de suspiros que fue respondido con el habitual entusiasmo del público masculino de cierta edad. Demostró gran desparpajo y frescura, llegando a desconcertar a la orquesta que se veía incapaz de seguir las continuas improvisaciones de la vedette.

Al finalizar la función el público premio a todos los intérpretes con cerradas ovaciones en agradecimiento a una entretenida tarde de sábado en la que por encima de todo se defendió el género con dignidad, entusiasmo y entrega.

Como colofón os dejo otra vez la célebre jota, en esta ocasión en las voces de Marcelo Álvarez y Elina Garanca:


video de marcelissimo