Jornada festiva la de anoche en el Palau de les Arts. El Cor de la Generalitat celebraba oficialmente su XXV cumpleaños y para tal conmemoración se decidió contar con un programa que, al mismo tiempo, homenajease otros dos aniversarios, los del bicentenario del nacimiento de Giuseppe Verdi y Richard Wagner.
La Orquesta de la Comunitat Valenciana y la batuta del maestro Zubin Mehta fueron ilustres acompañantes en esta celebración que vistió de gala el mal llamado Auditori de Les Arts.
La fiesta llegó en un momento delicado, precisamente cuando han vuelto a renacer los rumores acerca del ERE que se cierne sobre ese macro engendro llamado CulturArts Generalitat, aunque parece que su director general, Manuel Tomás, ha garantizado que el Cor de la Generalitat no va a verse afectado, e incluso que está previsto impulsar la actividad de la formación potenciando su proyección internacional e implantando cursos de formación para sus miembros. Esta gente es menos de fiar que Cristobal Montoro jugando al mus, pero más vale que diga eso a que calle poniendo cara de estreñimiento como anteriores responsables autonómicos de la cartera de Cultura.
El Cor de la Generalitat es un activo cultural irrenunciable de la Comunidad Valenciana y su mantenimiento una obligación que imponen la decencia y el sentido común, dos criterios generalmente ausentes del discurso político, pero que hoy más que nunca son necesarios si no queremos acabar asfixiados por falta de oxígeno en medio de tanta inmundicia.
Este coro además no es un dream team fruto de la cultura del pelotazo y de nuevo rico, sino resultado del esfuerzo personal de cada uno de sus miembros y directores, de su trabajo durante 25 años y de la inteligencia. Desde sus inicios como Cor de Valencia ha ido evolucionando, mostrando una enorme versatilidad y capacidad de adaptación a nuevas exigencias y repertorios, alcanzando una calidad que, en el mundo musical, absolutamente nadie cuestiona hoy por hoy.
El programa elegido para la celebración de ayer era propicio para el lucimiento del coro y de la orquesta y, al mismo tiempo, estaba plagado de temas populares para el gran público. Eso motivó los consabidos e inevitables canturreos o esos comentarios de “esta sí que es bonita” cuando se comenzó a entonar el coro de “Nabucco”.
La primera parte estuvo dedicada a Verdi y, junto a celebérrimos fragmentos, como el “Gloria all’Egitto” de “Aida” o el ya citado “Và, pensiero” de “Nabucco”, se coló ese coro del acto II de “La Traviata”, con el “bello y gallardo Piquillo” y los toreros de Madrid que siempre he odiado especialmente, pero, bueno, lo tomaremos como un ensayo de ese inicio de temporada próxima, que esperemos se confirme, con Mehta dirigiendo “La Traviata”. En la segunda parte las notas de la sublime música de Richard Wagner volvió a escucharse en el Palau de les Arts, con fragmentos de “Tannhäuser” y de “Los maestros cantores de Nuremberg”.
Como no podía ser de otra forma, el Cor de la Generalitat se entregó por completo el día de su celebración y rindió al excelente nivel al que nos tiene acostumbrados. Empaste, potencia, equilibrio, homogeneidad… en fin, todas esas virtudes que le han convertido en uno de los mejores coros de ópera de Europa. Me gustó más en la parte wagneriana que en Verdi, donde Zubin Mehta pecó de cierto exhibicionismo y amor al decibelio, no pareciendo controlar que la orquesta no estaba en el foso y que la acústica del Auditori es horrenda, con lo que hubo cierta estridencia y las voces fueron avasalladas en más de una ocasión.
Excelsa me pareció la intervención de la sección masculina (¡qué tenores tiene esta formación!) en el Coro de Peregrinos de “Tannhäuser”, momento en el que la emoción recorrió la sala como un huracán, provocando incluso lágrimas en alguna cercana vecina de localidad. Cosa que también ocurrió en ese impresionante final de Meistersinger, con toda la agrupación brillando mientras cantaba “Honrad a los Maestros alemanes”. Y a fe mía que se honró a Richard Wagner.
El maestro Mehta llevó a cabo una dirección más controlada en la parte dedicada al compositor alemán, con un sabio manejo de las dinámicas y consiguiendo un mágico equilibrio y claridad de las diferentes secciones orquestales.
La Orquesta de la Comunitat Valenciana exhibió también su inmensa calidad y todos sus componentes tuvieron ocasiones de lucimiento, como los violonchelos en el Preludio del acto I de “La Traviata”, las trompetas y trombones en “Aida”, donde también destacó el flautín de Virginie Reibel, el clarinete de Tamás Massànyi en el Preludio de “Luisa Miller”, el oboe de Cristopher Bouwman en la Obertura de Meistersinger, o las violas y violines en la de “Tannhäuser”.
Enormes ovaciones, con el teatro puesto en pie, premiaron la labor de todos los intervinientes en el concierto, y, sobre todo, agradecían al Cor de la Generalitat y a su director, Francesc Perales, el trabajo que llevan desempeñando desde hace 25 años, convirtiendo esta agrupación en todo un referente en España y Europa. La noche finalizó con todo el teatro entonando el “Cumpleaños Feliz” bajo la dirección de Zubin Mehta.
El recinto estaba prácticamente lleno, a excepción de algunos asientos de la zona alta del infame Auditori. Me gustaría que alguien me explicase cuál ha sido el misterio de que en la web no hayan salido a la venta en ningún momento las localidades de esa zona, pese a que desde 48 horas antes del evento se agotasen las entradas de la parte baja, quedándose muchas personas sin poder acudir y, sin embargo, ayer al dar comienzo la representación apareció casi llena también la zona superior. Misterios de esta casa.
Entre el público asistente se pudo ver a un exultante Carlos Álvarez que no paró de recibir felicitaciones por el magnífico Yago que está representando estos días en la sala principal del teatro valenciano, en ese triunfal “Otello” que está teniendo una enorme repercusión a nivel internacional. También estaba presente el director general de esa cosa llamada CulturArts Generalitat, Manuel Tomás, y la Consellera de Cultura, María José Catalá, a quien se vio charlando largo y tendido con la Intendente Helga Schmidt. Ojalá de esas conversaciones surja un mayor acercamiento entre la Administración autonómica y Les Arts que permita garantizar el futuro de la temporada de ópera en Valencia y que la sensatez se imponga en las medidas que se adopten para hacer frente a la crisis.
Señoras y señores del Cor de la Generalitat: ¡Muchas felicidades! Gracias por las noches de emoción que nos habéis permitido vivir durante todo este tiempo y ahora más que nunca: ¡que cumpláis muchos más!... y nosotros que lo oigamos.