
El pasado sábado tuvo lugar en Les Arts el estreno de la última de las óperas de la temporada 2009-2010 y la que más demanda de entradas había generado. “La Traviata” de Giuseppe Verdi es posiblemente la ópera más popular del repertorio italiano y suele ser escogida como acercamiento al género de los no iniciados. Eso motiva que sea realmente complicado conseguir entradas incluso cuando, como es el caso, el reparto vocal no sea especialmente conocido.
Pese a estar vendida la totalidad del aforo hubo algunos huecos en platea y, por supuesto, en esos palcos reservados para invitaciones que, ni con "La Traviata", consiguen que las posaderas VIP se dignen llenarlos, mientras el público aficionado tras horas de espera haciendo cola se queda con la frustración de no conseguir entrada.
La coproducción presentada del Arena Sferisterio de Macerata y la Fundación Pergolesi Spontini de Jesi, cuenta con la dirección artística de Henning Brockhaus y escenografía de Josef Svoboda.
Pese a estar vendida la totalidad del aforo hubo algunos huecos en platea y, por supuesto, en esos palcos reservados para invitaciones que, ni con "La Traviata", consiguen que las posaderas VIP se dignen llenarlos, mientras el público aficionado tras horas de espera haciendo cola se queda con la frustración de no conseguir entrada.
La coproducción presentada del Arena Sferisterio de Macerata y la Fundación Pergolesi Spontini de Jesi, cuenta con la dirección artística de Henning Brockhaus y escenografía de Josef Svoboda.

Esta puesta en escena, conocida popularmente como “La Traviata de los espejos”, se caracteriza por el gran panel de espejos en ángulo de 60 grados que cubre la totalidad del fondo del escenario, reflejándose en él tanto lo que ocurre sobre el mismo visto desde arriba y detrás, como el suelo cubierto por telones pintados que son los que van creando los diferentes ambientes en los que se desenvuelve la trama.
Estéticamente resulta impactante, generando unas composiciones visuales atractivas que, sin embargo, sólo consiguen su efecto pleno vistas desde el patio de butacas.
Aunque siempre es arriesgado intuir qué narices quieren decir los directores de escena con sus más o menos osadas propuestas, parece que en este caso el espejo

Por otra parte, la dirección de actores es de una vulgaridad y sosería aplastantes y se concentra especialmente en coros y figurantes, dejando a los

En el terreno musical, tras haber quedado maravillados con la reciente lectura de “Cavalleria Rusticana” llevada a cabo por Lorin Maazel, había gran expectación por ver “La Traviata” que nos brindaba el Maestro. Y el resumen de lo vivido sólo lo puedo expresar con una palabra: decepción.
Hubo numerosos desajustes entre foso y escena, la orquesta se mostraba desacompasada, la sección de cuerda no acababa de sonar como siempre lo hace… pero, sobre todo, Maazel daba la impresión de estar cumpliendo una rutinaria obligación, muy alejada de la intensidad que vive y transmite en las representaciones de Cavalleria (como en la del domingo sin ir más lejos, a la que tuve también la suerte de asistir). Fuere

El archifamoso brindis fue un cúmulo de despropósitos entre el berreante Grigolo y una orquesta que parecía perderse. Y un momento musical tan propicio para haber vivido alguna genialidad del Maestro como es el preludio del acto III, fue ejecutado correctamente, pero con alarmante frialdad.
En Cavalleria el uso de los tiempos y las intensidades que hace Maazel puede ser discutible, pero es coherente con el conjunto de la lectura que efectúa. En “La Traviata” hubo unos pocos chispazos inconexos, pero que no acababan de encender la emoción: algunos pianísimos exagerados sin venir a cuento, paradas en seco de la orquesta, y un final “alla Maazel”, rotundo y explosivo, pero que después de lo escuchado quedó como un simple acto de exhibicionismo.
Quiero pensar que el decepcionante resultado fue fruto de unos insuficientes ensayos y que con las sucesivas representaciones irán

Dicho todo lo anterior me gustaría dejar claro que la ejecución musical ofrecida por la Orquesta de la Comunitat Valenciana fue correcta, pero con lo mal acostumbrados que nos tiene Maazel, esperaba mucho más y encontré una Traviata muy normalita.
El Coro de la Generalitat volvió a ofrecer un excelente rendimiento, aunque también fuesen apreciables algunos puntuales desajustes con el foso.
La rusa Hibla Gerzmava fue la encargada de asumir el rol protagonista, tras caerse del cartel Marina Rebeka sin previo anuncio ni explicación alguna por parte de los ineptos gestores administrativos de Les Arts, en una muestra más de incapacidad e indecente menosprecio al público.
Gerzmava fue sin ninguna duda la gran sorpresa y la triunfadora de la noche. En el primer acto tuvo un inicio inseguro y alguna dificultad con la

Vittorio Grigolo fue un nefasto Alfredo. Grigolo tiene una voz que podría ser bonita si el amigo supiera cantar, pero no es el caso. Toda la


Gabriele Viviani compuso un Giorgio Germont vocalmente apocado, con demasiadas carencias en el registro grave, lo que no contribuía a hacer demasiado creíble el papel, como tampoco lo hacía el burdo maquillaje y el traje "tres tallas más" que parecían más propios de una función fin de curso. Cantó con gusto y suma corrección, pero no parece ser éste el papel que mejor se adapta a sus condiciones vocales, requiriendo una voz de mayor peso.
Volvió a destacar, esta vez en el pequeño papel de Annina, la excelente cantante del “Centre de Perfeccionament Plácido Domingo” María Luisa Corbacho.
Otra cantante del “Centre de Perfeccionament”, Ekaterina Metlova, fue una Flora Bervoix discreta. El resto de comprimarios estuvieron correctos, y muy notable fue la actuación de los bailarines Ricardo Sánchez, Esther Jiménez y Laia Salvador.
El público asistente al estreno fue un ejemplo de lo contagiosa que debe ser la tisis. Mientras Violeta tosía en escena con discreción casi inaudible, aunque su vida se

Al finalizar hubo entusiastas aplausos para todos los participantes, especialmente para una emocionada Gerzmava, y tan sólo se escucharon unos escasos y aislados abucheos entre muchos bravos al saludar Grigolo.
En definitiva, una Traviata aceptable, normalita, pero que a quienes esperábamos mucho más de Maazel, nos ha resultado bastante decepcionante. Espero que en las sucesivas representaciones mejore la cosa. Como tengo previsto acudir a la última, si mi impresión varía prometo contarlo.
De momento, finalizo esta entrada con el "Addio del passato" de Anna Netrebko en "La Traviata" de Salzburgo en 2005:
video de omraamm
Podéis leer también la estupenda crónica de Titus
Y otras opiniones diferentes en las críticas publicadas en La Razón, El País, Las Provincias y Levante.