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domingo, 5 de enero de 2014

QUE VIENEN LOS REYES... (MAGOS)

La adoración de los Reyes Magos – Giotto di Bondone – Cappella degli Scrovegni (Padua)

Aunque ni CulturArts ni mamá Generalitat han sacado todavía la consabida nota oficial, parece confirmarse que Sus Majestades los Reyes de Oriente van a tener las santísimas y regias narices de, pese a como está el panorama por estas tierras, venir un año más cargados de regalos. Eso sí, fuentes de la Casa Real de Melchor han avanzado que tan sólo vendrán acompañados por los consabidos pajes asexuados, ya que se han dejado en casita con la canguro a todos los hijos, yernos, nueras y demás familia, no fuera a ser que al pasar por Valencia se liasen a firmar contratos con los Noós, los Gürtel o le encargasen un nuevo portal de Belén a Calatrava.

Fabra escribiendo a Melchor
A mí, como me he portado muy mal este año pasado, que ni siquiera he criticado a Helga, supongo que no me dejarán ni carbón, pero espero que al President Fabra sí le traigan lo que les ha pedido. Yo pensaba que en su carta les habría solicitado 1.500 millones de euros de financiación extra para la Comunitat, pero no, que dice que eso se lo va a dar su amiguito del alma Rajoy; así que a Sus Majestades simplemente les ha pedido dos toneladas de tubos de pegamento Imedio, para pegar el trencadís de Les Arts, y unos pantalones vaqueros, para poder entrar al edificio en cuanto dejen de ocuparlo esos gordos pegando voces y se programen espectáculos divertidos y que se entiendan, de esos como los de Lina Morgan o Tania Doris.

Visto el percal, yo les sugeriría a los mágicos monarcas que, si no les supone mucho trastorno, le dejen también a Helga Schmidt un suspensorio de banda ancha con coquilla, para que se proteja los… lo que quiera que tenga entre las piernas, en la pelea con el gobierno valenciano que se avecina en los meses venideros.

Tonterías aparte, mi intención era traer aquí hoy un poco de buena música para amenizar la inminente llegada de los Reyes, y para ello había pensado proponeros escuchar a una auténtica reina de la ópera fallecida el año pasado, se trata de la norteamericana Regina Resnik (1922-2013).

Nunca tuve la oportunidad de escuchar en directo a la Resnik, pero poseía una de esas voces que, al menos en grabaciones, generaban en mí una atracción irresistible y, aunque estuviese distraído haciendo cualquier otra tarea con la música puesta, en cuanto aparecía su voz conseguía atraer mi atención.

Comenzó su carrera como soprano, especializándose en papeles de soprano dramática, pero, tras su magnífica Sieglinde del Festival de Bayreuth de 1953, por sugerencia del director Clemens Krauss decide pasar a cantar como mezzosoprano. Fue una cantante de enorme expresividad, con voz oscura, ancha, y timbre incisivo y muy atractivo. De todas formas no voy a soltaros ningún latazo de fechas, roles, vanas alabanzas o disección de sus características vocales en plan Reverter. Escuchar la voz de un cantante puede ser mucho más definitivo, para saber si nos gusta o no, que cualquier pamema que nadie nos cuente, por mucha pedantería que se utilice al hacerlo.

Podemos empezar escuchando a Regina Resnik en una grabación de 1948, en sus primeros años de carrera, como la Santuzza de Cavalleria Rusticana de Mascagni, en este emocionante “Voi lo sapete, O mamma” junto a Claramae Turner:


video de troppofiato1

Aquí la tenemos ahora como una extraordinaria Sieglinde, en un pequeño fragmento del primer acto de La Valquiria, de ese Festival de Bayreuth de 1953 al que antes hice referencia. La acompaña Ramón Vinay como Siegmund y dirige la Orquesta del Festival Clemens Krauss:


video de nadaniente115a

Ahora podemos escuchar a Resnik como Jimena en la bellísima “Pleurez, pleurez mes yeux” del acto tercero de El Cid de Massenet. No conmoverse escuchando esto, es motivo de ir al médico y hacer testamento a la carrera:


video de Addiobelpassato

Regina Resnik fue también una reputada Éboli. Aquí podemos escucharla en el celebérrimo “O don fatale” del Don Carlo de Verdi, en una grabación del Festival de Salzburgo de 1960, acompañada por la Filarmónica de Viena dirigida por Nello Santi:


video de Addiobelpassato

Uno de los papeles que más éxito le reportó fue el de Dalila, aquí la tenemos en “Mon coeur s’ouvre a ta voix”, de Samson et Dalila de Saint-Saëns, en una grabación de estudio junto a la Orquesta del Covent Garden londinense dirigida por Sir Edward Downes:


video de Addiobelpassato

También fue importante su aportación al papel protagonista de la Carmen de Bizet. Podemos escucharla en la famosa Seguidilla, acompañada por el impetuoso Don José de Mario del Mónaco y la Orquesta de la Suisse Romande, bajo la dirección de Thomas Schippers:


video de Addiobelpassato

Y acabo con otro de los papeles más representativos de la carrera de Regina Resnik, que ha sido una de las Klytemnestra más poderosas e impactantes que yo he escuchado, y si encima tenía enfrente a una Elektra como Birgit Nilsson, los resultados podían ser estremecedores:


video de OperaDepot
 

Pues esto ha sido todo. Os deseo que esta noche de reyes vuestras ilusiones, por antimonárquicas que sean, se cumplan. Yo me conformo con ver, un año más, la sonrisa inocente de unos niños emocionados creyendo todavía en la magia y en la bondad de los seres humanos.

Ah, se me olvidaba: Majestades, este año eviten en su recorrido circular en las inmediaciones del Palau de les Arts, no se vaya a volar otro trozo de la falla de Calatrava y le abra la cabeza a Baltasar; que ya ha dicho Fabra que es peligrosísimo de la muerte pasar por allí… por lo menos hasta que Helga dimita.

Bis: A propuesta de Pep, vaya aquí otro video del Festival de Bayreuth de 1953, con Regina Resnik, la húngara Maria von Ilosvay y la austriaca Ira Malaniuk como tres excelentes Nornas en el inicio del Götterdämmerung. Dirige Clemens Krauss:


video de WeicheWotanWeiche
 

martes, 31 de diciembre de 2013

FELIZ 2014... O NO

El tiempo vencido por el amor, la esperanza y la belleza – Simon Vouet - Museo del Prado

El año del bicentenario de Wagner y Verdi llega a su fin y 2014 está llamando a la puerta sonriente, aunque uno no sabe si franquearle el paso o salir corriendo.

Para los aficionados a la ópera que vivimos en Valencia, estos están siendo unos días especialmente tristes y preocupantes. Hace ya algún tiempo que las informaciones sobre el Palau de les Arts copan las portadas de los principales medios informativos, y no precisamente por motivos musicales y artísticos.

Aparte de la indecente campaña con la que siguen machacando desde el diario El Mundo a la Intendente Helga Schmidt, caiga quien caiga, y utilizando filtraciones interesadas, parciales, arcaicas y descontextualizadas; en los últimos días se han ido sucediendo las noticias relacionadas con el Palau de les Arts y ninguna de ellas da muchas razones para mantener el optimismo respecto al porvenir de la ópera en nuestra ciudad.

Desde el gobierno valenciano quieren desembarazarse como sea de la carga que les supone la presencia de Helga Schmidt al frente de Les Arts y apuestan por su relevo por las buenas o por las malas, importándoles una chufa las consecuencias que pueda tener para el futuro operístico en Valencia, y suspirando por poder entregar el teatro a una gestión indirecta joseluismorenesca o similar. Lo que ocurre es que la tarea no es sencilla. Precisamente el análisis de los pros y contras del relevo de Schmidt se analizaban con especial lucidez en este artículo que podéis leer aquí.

De momento, según se ha publicado (ver enlace), en la reunión del Patronato de la Fundación Palau de les Arts celebrada ayer, se recortaron más los poderes de la Intendente, creando un nuevo cargo, el de director económico y financiero, para controlar el presupuesto y las contrataciones.

Si con la dirección artística del teatro no se sabe qué va a ocurrir, tampoco está nada claro quién será la persona que sustituya a Omer Meir Wellber como director musical titular de la Orquesta de la Comunitat Valenciana. En un principio parecía que Plácido Domingo tenía todos los números para asumir el cargo, pero ni desde el punto de vista artístico ni económico ha sido acogido como la mejor opción. Después se ha hablado (ver enlace) de otros nombres, desde Carlo Rizzi al propio Zubin Mehta, e incluso de la posibilidad de dejar el puesto vacante, pero lo cierto es que a día de hoy los músicos de la orquesta, actualmente de gira en China junto al maestro Mehta, siguen sin saber quien les dirigirá la próxima temporada.

Y por si había poco picante en el guiso, llegaron los fuertes vientos de Navidad y, cual si el mismísimo Santa Claus y todos sus renos se hubieran estampado contra el mastodóntico edificio concebido por el sinvergüenza de Calatrava, parte del trencadís que lo cubre se fue a hacer puñetas (ver enlace). Excusa perfecta para que el gobierno valenciano haya decretado el cierre del teatro hasta nueva orden, habiéndose anunciado ya (ver enlace) que la primera ópera de 2014, Manon Lescaut, parece que no podrá estrenarse en febrero tal y como estaba previsto, desconociéndose qué ocurrirá con los siguientes títulos.

Eso sí, Fabra y los suyos ya han anunciado, muy dignos y pomposos, que van a exigir judicialmente responsabilidades a la constructora, al estafador Calatrava y hasta al que fotocopió los planos del recinto si es menester, pero no explican por qué llevan un año sin hacer nada desde que ya se produjesen los primeros desprendimientos. Quizás sea ya hora de que sean los ciudadanos quienes pidan responsabilidades, no a Calatrava, sino a los indignos gobernantes.

En el gobierno valenciano, tanto respecto a Helga Schmidt como al hermano Calatrava tonto, actúan como si hubiesen llegado desde Marte en una nave espacial hace un mes y les hubiera pillado de nuevas todo lo que pasa y ha venido pasando durante años bajo su amparo y responsabilidad.

Lo peor de todo es que cada día queda más en evidencia que no tienen proyecto alguno, ni interés por la ópera, la música o la cultura en general. Las declaraciones recientes del President Fabra diciendo que quiere que “en el Palau de les Arts entre gente con vaqueros”, deja en evidencia su profunda incultura, ignorancia y desconocimiento de la realidad. A mí también me gustaría que algún día entrasen en la Generalitat o en la Moncloa personas con sentido común, honestas y con voluntad de defender la cultura y la educación de sus ciudadanos.

De todas formas hoy no tengo tiempo ni ganas de entrar a fondo en estos temas, que me ponen de especial mal humor, y ya habrá lugar para ello, lamentablemente. Pero no podía pasar por aquí para dar la bienvenida al nuevo año sin hacer alguna referencia a lo que está ocurriendo en nuestro teatro de ópera.

Si Wagner y Verdi protagonizaron musicalmente el año 2013, en este 2014 que ahora va a dar sus primeros pasos se celebrará el 150 aniversario del nacimiento de Richard Strauss, así que he decidido felicitar este fin de año con música del compositor muniqués, en concreto con una obra extraordinaria de su último periodo como es Metamorfosis. Compuesta en 1945, durante los últimos días de la Segunda Guerra Mundial en Alemania, la pieza está escrita para 23 instrumentos de cuerda, con claras referencias a la Marcha Fúnebre de la Tercera Sinfonía de Beethoven, y se cuenta que fue concebida por Strauss ante la tristeza en que le sumió la noticia de que una de las consecuencias de esa maldita guerra había sido la destrucción del teatro de ópera de su ciudad… No sé por qué me habré acordado de esto yo hoy…

La podemos escuchar en la interpretación de los músicos de la Filarmónica de Viena bajo la dirección de Herbert von Karajan:


video de Addiobelpassato

 
Que ustedes tengan un tranquilo, saludable, musical y feliz 2014... si nos dejan.
 

lunes, 20 de junio de 2011

SENSACIONAL "TRILOGIA ROMANA" DE PRÊTRE EN LES ARTS


Mientras en los exteriores del Palau de Les Arts, el pasado viernes 17 de junio, el agropijismo y futbolerismo más variopinto inauguraba la temporada del teatro valenciano como salón de bodas, en el mal llamado Auditorio del mismo recinto el legendario director francés Georges Prêtre dirigía a la Orquestra de la Comunitat Valenciana en una magistral interpretación de los tres poemas sinfónicos (“Fuentes de Roma”, “Fiestas Romanas” y “Pinos de Roma”) que conforman la llamada Trilogía Romana del compositor italiano Ottorino Respighi (1879-1936), en lo que se anunciaba como “concierto-espectáculo” con dirección de escena de Carlus Padrissa (La Fura dels Baus) y dirección de video de Emmanuel Carlier, sobre una idea de Valentin Proczynski.

Yo no pude acudir al estreno, fui a la representación del sábado y repetí el domingo, y lo primero que tengo que decir es que el tal Valentín hubiera tenido una mejor idea si hubiese decidido hacerse eremita o alistarse en la legión extranjera sin contar a nadie sus visiones, porque la propuesta de Padrissa y Carlier me pareció una mamarrachada como la copa de un pino (de Roma).

Toda la aportación furera al “concierto-espectáculo” consistía en una proyección de video y algunos juegos de luces, pese a que en algún medio de prensa se llegó a anunciar, literalmente, que el escenario del Auditorio se llenaría “de música, color y acrobacias”. Bueno, pues allí las únicas acrobacias que se vieron fueron las de los espectadores de cierta edad o con problemas de movilidad intentando llegar a su localidad sin caer rodando por los interminables escalones inadaptados del carísimo recinto concebido por el tercer hermano Calatrava, el arquitecto humorista, tras alguna indigestión de horchata con fartons.

Un recinto que presentó demasiados huecos vacíos en sus asientos ante una cita que se presumía muy interesante para el aficionado a la música, independientemente de las majaderías videográficas. Y eso que hubo un masivo regalo de entradas, lo que volvió a originar la kafkiana situación de que algunos aficionados se quedasen en la calle sin poder adquirir una entrada de última hora a mitad de precio en la zona de platea por estar presuntamente vendidas, aunque en el interior se observasen muchos huecos en esa misma zona y muchísimos más en la parte de anfiteatro.

Se colocaron para la ocasión dos pantallas para proyectar en ellas las imágenes ideadas por Padrissa y Carlier al ritmo de la música de Respighi, una en el lugar destinado habitualmente al Coro, tras la orquesta, y otra delante de ésta, en la boca del escenario a modo de telón transparente. Pero un telón que sólo en muy contadas ocasiones durante toda la representación se alzó, con lo que la visión del director y de los músicos quedaba molestamente tapada por las imágenes proyectadas en esa primera pantalla.

¿Y total qué? Pues para obsequiarnos con las repetidísimas obsesiones fureras del fuego, las gotas y chorros de agua a cámara ultra-lenta, prietos cuerpos desnudicos y cuatro genialidades más por el estilo. El colmo de la imaginación lo tuvimos en “Pini presso una catacomba” donde la proyección era de volutas de humo, y en “I pini del Gianicolo” que, como se ve que no se les ocurría nada, lo proyectado fue… nada, pero la pantalla, allí delante. Para culminar a lo grande, la representación se cerró en “I pini della Via Appia” con unos árboles, mezcla entre dibujito de Walt Disney y los Ents de “El Señor de los Anillos” marchando sobre la Via Appia, en una ridiculez impropia de la grandeza musical que se estaba viviendo.

He de reconocer que cuando comenzó “Feste Romane”, con las imágenes del fuego ocupando todo el escenario del Auditorio, me emocioné; pero no por su belleza o acierto, sino por ver, durante unos segundos, ardiendo por los cuatro costados ese infame recinto que, una vez más, volvió a demostrarse que no sirve para la función que se le quiere dar, con una acústica que en algunas zonas sigue siendo peor que pésima aunque en la parte central haya mejorado.

Tan sólo salvaría de la videoproyección momentos aislados, fundamentalmente de “Fontane di Roma”, con los cuerpos humanos que acababan fundiéndose con las figuras de las fuentes, o las imágenes de fragmentos de películas en blanco y negro sobre callejuelas romanas en color en “La Befana”, y, sobre todo, esas dos o tres ocasiones en que lo proyectado era la imagen de Georges Prêtre dirigiendo, que eso sí que era un espectáculo en sí mismo. Igualmente, me pareció acertado que se destacase con la iluminación la actuación de algunos solistas de la orquesta, pero todo esto no compensaba la insulsez, gratuidad, incoherencia y fealdad pretenciosa de esta propuesta de Padrissa y Carlier, que si le ha costado a Helga más que un bocadillo de mortadela de Popeye, ya me parece cara.

Yo procuré aislarme lo más posible de las imágenes e intenté concentrarme en lo puramente musical, porque ahí es donde estuvo lo realmente importante de la noche. Los tres poemas sinfónicos de Respighi no son precisamente obras que me enloquezcan, las encuentro demasiado irregulares y, aunque me gustan sus rasgos más impresionistas y presentan algunos momentos de gran belleza, no me parecen obras redondas. Pero la maestría de Georges Prêtre y la calidad de los músicos de la orquesta titular de Les Arts hicieron brillar la música de Ottorino Respighi como yo nunca antes la había escuchado en directo.

A sus casi 87 años, Prêtre dio toda una lección de técnica de batuta y sabiduría musical. Llevó a cabo una dirección fresca, lúcida y lucida, enormemente precisa, marcando los tiempos y las entradas con una exactitud asombrosa, sin derrochar ni un solo gesto inútil (vamos, lo contrario de Wellber o Traub), llegando incluso a bajar los brazos y seguir la orquesta con la mirada y pequeños movimientos de cabeza, esperando tan sólo el momento en que el gesto fuese necesario.

Supo crear en cada momento la atmósfera requerida, logró unas magistrales transiciones entre los sucesivos movimientos, extrajo todos los colores y matices escondidos en lo más recóndito de la partitura y alguno más, y dotó al conjunto orquestal de una claridad expositiva y riqueza expresiva modélicas. No voy a alargarme en una inútil sucesión de adjetivos e hipérboles sobre su trabajo, pero sí quisiera resaltar los maravillosos pianísimos sostenidos de la cuerda, donde se lograron unos sonidos mágicos estremecedores. Pura emoción.

Todas estas virtudes de Prêtre se vieron acompañadas por la espléndida actuación de todos y cada uno de los miembros de la Orquestra de la Comunitat Valenciana. Desde la nunca suficientemente alabada sección de cuerda, a los sensuales clarinetes, con Joan Enric Lluna a la cabeza, el concertino, las flautas, oboes, fagot, percusión, arpas, piano, o esos soberbios metales inspiradísimos que tuvieron oportunidad de lucirse puestos en pie en el espectacular final de “I pini della Via Appia”. Bravo a todos ellos.

Una larguísima y calurosísima ovación al director francés y a todos los músicos fue el premio a la excelencia de lo vivido por parte de un público cuyo comportamiento durante el concierto sin embargo no fue precisamente ejemplar. Las toses, caramelos, carraspeos y sonoros "Riiiiisc Raaaasc" de los abanicos, formaron parte de la percusión repetidamente. Aunque la palma se la llevó el bebé que el domingo se pasó parloteando a voz en grito el último tercio de “Pini di Roma”, con absoluta inacción de sus acompañantes y de la Fiscalía de Menores. Los comentarios que podían escucharse a la salida tampoco tuvieron desperdicio, desde “si dura diez minutos más, me torro” a “para ser gratis no ha estado mal” o “¿el Peter (sic) este, es el compositor o es el Otorrino?”.

Entre ese público del sábado estaba la flamante nueva concejala de Cultura del Ayuntamiento de Valencia, Mayrén Beneyto (que Dios nos pillé confesados), también Presidenta del Palau de la Música, quien, supongo que para dar ejemplo a los del 15-M, se desplazó a Les Arts en coche oficial.


video de PalaudelesartsRS


jueves, 28 de abril de 2011

"MEFISTOFELE" (Arrigo Boito) - Palau de les Arts - 27/04/11


Ayer se estrenó en el mal llamado Auditorio del Palau de les Arts la última ópera de la temporada valenciana, con la versión en concierto de la obra de Arrigo Boito “Mefistofele”, una página que no es de las más habituales en el repertorio de los principales teatros operísticos, pero que tiene un indudable interés musical, con algunos momentos bellísimos.

Las óperas en versión concierto no son precisamente santo de mi devoción. El componente escénico es parte fundamental de una ópera, aunque resulte fallido, y cuando éste es suprimido, al resultado final, aunque sea muy positivo como es el caso de ayer, a mí me cuesta seguirle llamando ópera. Es otra cosa. Hay quien defiende que prefiere estas versiones en concierto que algunas puestas en escena que destrozan el libreto. Pero no es mi caso.

Asumo que los tiempos de crisis que vivimos requieren ajustes y que una forma de rebajar costes en este campo es recurrir a este tipo de representaciones. Lo acepto, pero inevitablemente mi interés decae. Y mucho me temo que esto sólo es el principio y las óperas en versión concierto aumentarán la próxima temporada (sí, esa que aquí sigue sin desvelarse oficialmente, cuando en todos los teatros decentes del mundo hace ya tiempo que se han anunciado con todo tipo de detalles sobre obras, fechas e intérpretes).

A falta de escenografía, en esta ocasión se intentó ambientar un poco la cosa con una permanente salida de humo y mediante juegos de luces bastante elementales (tonalidades rojas en los pasajes diabólicos y azules y blancas en los celestiales).

El director italiano Nicola Luisotti, al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana, llevó a cabo una lectura extraordinaria de la partitura. Supo extraer, con hondura, toda la riqueza orquestal concebida por Boito y cuidar los matices con pulcritud, dirigiendo con precisión y enérgico brío. Tan enérgico que, en un momento dado, la batuta salió disparada, sin que afortunadamente sacase el ojo a ningún músico. Ildar Abdrazakov la recogió y se la entregó, volviendo a tirarla al suelo el director, no sé si en esta ocasión intencionadamente o no.

Esta es una obra en la que si orquesta y coro funcionan, el éxito final está casi garantizado. Y en este caso la orquesta, sabiamente conducida por Luisotti, funcionó a la perfección en todas sus secciones, y el coro estuvo inmenso.

Y es que el gran protagonista de la velada fue sin duda alguna el Cor de la Generalitat, que ha puesto un broche de oro a la temporada con su soberbia actuación en esta partitura tan exigente, en la que consiguieron brillar de forma incontestable. Su primera intervención, entrando en piano en “Ave signor”, fue auténticamente sublime, como grandioso y sin fisuras resultó el impresionante final. Los niños de la Escolania de la Mare de Déu dels Desamparats no estuvieron al mismo nivel, aunque nada hay que objetar a su actuación.

En cuanto a los solistas, el bajo Ildar Abdrazakov, un habitual del MET neoyorquino, fue un destacado Mefistofele. Me gustó bastante. Quizás se echó en falta una mayor contundencia, sobre todo en la zona más grave, costándole sobrepasar a la orquesta, especialmente en sus últimas frases de la noche donde no sé si cantaba o se limitó a mover la boca, porque fue implacablemente tapado por el torrente sonoro coral y orquestal. Pero el ruso canta con muchísimo gusto, con una cálida voz, de bello color y nobleza tímbrica, y en “Son espíritu che nega” estuvo fantástico, con poderío.

El papel de Faust fue asumido por el tenor mejicano Ramón Vargas que repetía protagonismo en Les Arts tras su reciente éxito en “L’Elisir d’Amore” y tengo que decir que no estuvo tan brillante como en aquella ocasión. Yo salí con el convencimiento de que, además de que este papel le va menos a su vocalidad, posiblemente ayer no estuviese en perfecto estado de salud. Desde luego empezó bastante inseguro y su "Dai campi dai prati" fue francamente mejorable, mostrando algunos apuros para alcanzar y proyectar los agudos. También parecía un poco frío y falto de expresividad. De todas formas en la segunda mitad de la ópera mejoró ostensiblemente. Mostró una mayor implicación dramática, la voz corría mucho mejor y nos obsequió algunos instantes mágicos, como un muy notable "Giunto, sul'passo estremo" y un bellísimo dúo “Lontano, lontano” donde derrochó elegancia canora.

La, hasta ahora completamente desconocida para mí, soprano canadiense Yannick-Muriel Noah, como Margherita, fue una de las triunfadoras de la noche. Sé que voy a ir contracorriente de la mayoría de opiniones, pero tengo que decir que no me acabó de convencer. Su voz oscura sonaba demasiado entubada y en ocasiones daba la impresión de que le hubiesen colocado una sobrasada entera en la campanilla. Reconozco que entrega no le faltó. Lució volumen, potencia y claridad en los agudos, buen fiato, se adornó con valentía esbozando algunas medias voces y filados muy aceptables, y estuvo siempre inmersa en el papel, con gran expresividad dramática. Pero cuando una voz no te emociona, no hay nada que hacer, y a mí la Noah me dejó completamente frío. Posiblemente fuese problema mío, pero no puedo decir otra cosa.

La venezolana Lucrezia García, en el papel de Elena, tampoco me gustó. Mucho más limitada técnicamente que Noah, no pudo controlar el enorme volumen de su voz. Se mostró potentísima en los agudos, pero estos eran abiertos y chillados. Y su brusco cambio de color en los diferentes registros afeaba muchísimo la línea de canto.

Los papeles de Marta y Pantalis, poco dados al lucimiento, fueron interpretados con brillantez por la joven mezzosoprano mallorquina María Luisa Corbacho que volvía a Les Arts después de habernos dejado la pasada temporada algunas excelentes impresiones en “Cavalleria Rusticana”, “La Traviata” o “La Vida Breve”.

El tenor ilicitano Javier Agulló también intervino en dos roles, como Wagner y Nereo, que tampoco ofrecen mucho margen para destacar, y también lo hizo cumpliendo con enorme corrección. Dio la sensación de empezar algo nervioso, pero no deslució en absoluto en su dúo con Vargas del acto I.

El público, que superaba los tres cuartos de entrada pese a la coincidencia con semifinal futbolera, y entre quienes se pudo ver al maestro Alberto Zedda, respondió con fuertes aplausos al buen espectáculo ofrecido, resultando especialmente sonora la ovación para los miembros del Cor de la Generalitat y Nicola Luisotti.

No quisiera cerrar esta reseña sin referirme una vez más a ese engendro estéticamente atractivo y acústicamente deleznable que osaron denominar Auditorio en el Palau de les Arts. Que digo yo que si le hubiesen llamado Juan Manuel, el nombre le hubiese ido mejor.

Aunque respecto a los primeros años se ha mejorado algo, sigue siendo absolutamente impresentable la acústica de este recinto, fruto del onanismo arquitectónico disfuncional del señor Calatrava, que para mí que debe ser el tercero de los hermanos humoristas, porque lo que nos hace reír el jodío cada vez que vamos no tiene precio.

Ayer comentábamos algunos amigos la necesidad de que esta castaña de Auditorio deje de utilizarse para menesteres musicales y se le dé cualquier otra utilidad. Se apuntó que podría destinarse a almacén (de escenografías, de facturas de trajes, de zapatos de Mairén…); o a “ballenográfico”, aprovechando su similitud con el interior de una ballena, y Helga podría incluso servir de Pinocho; o a piscina climatizada (para rentabilizar las inundaciones); o a Falla de Sección Especial para pegarle fuego en 2012… en fin, no sé… Se abre un concurso de ideas y se admiten propuestas.

Os recomiendo leer las crónicas y comentarios de Titus y Maac.