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domingo, 13 de diciembre de 2015

"SILLA" (G. F. Haendel) - Palau de les Arts - 12/12/15

Cuando se presentó la temporada operística del Palau de les Arts, allá por el mes de junio, nuestro Intendente Davide Livermore anunció que la ópera Silla, de G.F. Haendel, sería cantada por alumnos del Centre Plácido Domingo y “una estrella mundial del barroco”. Al comenzar la pretemporada en octubre, pudimos comprobar que quien aparecía anunciada era Meredith Arwady, una contralto norteamericana que, sin poner en duda su valía, ni por fama ni por repertorio cumplía el perfil de estrella mundial del barroco. Y, finalmente, ha sido una aún más desconocida Benedetta Mazzucato quien ha protagonizado anoche el estreno de Silla. Parece que en Les Arts, sea quien sea quién maneje su timón, hay cosas que se repiten una y otra vez y que ya parecen formar parte de su peculiar idiosincrasia.

El Intendente Livermore, en una reciente rueda de prensa, anunció también que la programación de esta ignota ópera de Haendel para ser interpretada por alumnos del Centre Plácido Domingo respondía a lo que él denominó “la revolución del sentido común” (chúpate esa), que consiste, según él, en apostar por la calidad de los espectáculos, independientemente de que se trate de obras no tan conocidas por el gran público y aunque sus protagonistas no sean siempre estrellas, sino gente preparada, como era el caso de quienes figuran en el Centre.

Como declaración de intenciones me parece genial. Y hay que reconocer que este hombre tiene una labia que es capaz de venderle un jamón de jabugo a un Ayatollah, el problema puede venir cuando los resultados no se ajusten a los propósitos. Y, en mi opinión, eso es lo que sucedió ayer.

Me parece una gran idea que se incluyan en la temporada títulos minoritarios, de forma que el público no se limite a escuchar una y otra vez los clásicos Traviata, Bohème, etc. y pueda abrirse a nuevas propuestas.

Y también me parece estupendo que se den oportunidades a jóvenes cantantes, sin necesidad de que sean estrellas mediáticas, siempre que respondan a los niveles de calidad que el nombre de este teatro y la excelencia de sus cuerpos estables merece. Así ha ocurrido en el pasado con muchos de los cantantes que han pasado por Les Arts con enorme éxito antes de su reconocimiento internacional (Amber Wagner, Jennifer Wilson, Jorge de León y un largo etcétera). Pero anoche esa calidad no estuvo presente. Entre los cantantes hubo de todo, bueno, malo y regular; pero incluso en lo bueno el nivel me pareció más propio de estudiantes de conservatorio que de cantantes seleccionados para perfeccionarse en el Centre.

Lo he dicho en alguna ocasión, y lo sigo pensando, que el nivel del alumnado del Centre Plácido Domingo es muy inferior en los últimos años al que tuvo en un principio. Dicho esto también afirmo que lo que escuché anoche me gustó más que las representaciones del Centre del año anterior.

Entiendo, y así lo he mantenido siempre, que no se debe medir por el mismo rasero a estos cantantes del Centre que a los que se contraten para los espectáculos de la temporada de abono, pero cuando desde el teatro se nos pretende colar que esta es una alternativa de calidad, me considero en mi derecho de, al menos, discrepar. Anoche hubo una diferencia abismal entre la calidad de la parte musical y el apartado vocal.

Y el capítulo escénico tampoco acabó de convencerme. Se trata de una nueva producción del Palau de Les Arts que se ha encargado a la joven directora italiana Alessandra Premoli. El resultado es demasiado parecido a cualquiera de los trabajos que ha hecho anteriormente el Intendente Livermore para ser representados por alumnos del Centre, aunque habiéndose pagado aquí a un tercero (Premoli). Quizás esta sensación se deba a que se contaba con la escenografía de Manuel Zuriaga, la iluminación de Antonio Castro y el vestuario de José María Adame; es decir, los habituales colaboradores de la casa. La escenografía está compuesta por un par de paneles móviles y un graderío giratorio que igual representa un ágora, un circo o un parlamento; y los juegos de luces crean una sugerente ambientación para algunas escenas.

Su propuesta no me parece que aporte nada especial. En su defensa se ha de decir que tiene un enorme mérito perder tiempo y esfuerzos en poner en escena un libreto que es una ñorda elefantiásica. Pero la labor de dirección de actores me resultó menos conseguida que en otras ocasiones y limitarse a representar diversas escenas de violencia para que veamos lo malo que es el dictador, hacer veladas referencias a la Italia fascista o simbolizar a los oprimidos con alusiones a las madres de la Plaza de Mayo, no creo que sea nada muy original ni que constituya una inteligente transposición del drama a la época actual. No quiero decir que el trabajo de Premoli sea rechazable, pero me pareció absolutamente intrascendente.

Es de enorme interés la tarea que lleva a cabo Fabio Biondi para la investigación y recuperación de óperas perdidas, como es el caso de este Silla. Decía el maestro Biondi que el motivo de que Haendel hubiera dejado esta ópera en un cajón, llevándose parte de su música a Amadigi di Gaula, era un tema político de la época. Después de lo visto ayer yo más bien sospecho que el compositor pudiera haberse dado cuenta de la inconsistencia y ridiculez del libreto y decidiese dedicar la música a otros fines más loables. Y es que, a diferencia del texto, la partitura de Haendel contiene momentos bellísimos, a los que además Fabio Biondi supo sacarle el mejor partido posible.

Era la primera ocasión en que Biondi ocupaba el foso de Les Arts para dirigir una ópera. Ya pudimos verle en octubre al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana, de la que fue nombrado en marzo director titular junto a Roberto Abbado, interpretando Davidde Penitente de Mozart, y tengo que reconocer que entonces me defraudó bastante. Ayer, sin embargo, creo que Biondi llevó a cabo un trabajo excelente de dirección que da motivos para ser optimistas.

Dirigió Biondi sin batuta, al violín, tal y como era costumbre cuando la obra fue compuesta. En alguna de sus primeras intervenciones como solista se observaron imprecisiones en la digitación, pero en las siguientes dejó instantes sublimes. La dirección de Biondi fue ágil, clara, con pulso dramático y estuvo plagada de modulaciones y matices soberbios que proporcionaron toda la expresividad que faltaba en escena. Cuidó muchísimo la endeblez de la mayoría de las voces y marcó con precisión todas las entradas. La escena de la tormenta fue extraordinaria y maravilloso el acompañamiento de las cuerdas en “La vendetta è un cibo al cor”.

En el foso destacaron toda la noche las intervenciones de Guiorgui Anichenko al violonchelo, Pierre Antoine Escoffier al oboe y un magistral Rubén Marqués a la trompeta, especialmente en el “Con tromba guerriera” que puso fin al primer acto.

En cuanto al apartado vocal, ya he dicho anteriormente lo poco que me satisfizo. Destacaría la delicadeza con la que Federica di Trapani acometió el aria de Flavia “Un sol raggio di speranza”, regulando y dando intención al texto, siendo también la cantante que mejor se manejó en los recitativos, masacrados por la generalidad del reparto. Me gustó también el color, volumen, proyección y sentido del legato de la soprano mejicana Karen Gardeazábal como Metella, aunque se le atragantasen las agilidades. Buenos detalles apuntó también Nozomi Kato como Celia, pese al infame vestuario que tuvo que padecer, mezcla de colegiala nipona y jotera, destacando especialmente en su aria “Sei già morto, idolo mio”.

Por respeto a los alumnos del Centre obviaré las consideraciones más negativas sobre ellos, pero sí señalaré que, curiosamente, lo peor de la noche vino de las dos únicas cantantes que no pertenecían al Centre Plácido Domingo. Adriana Di Paola, se cargó el papel de Claudio, el más  extenso de esta ópera, con voz entubada y destemplada, que cuando entraba en terrenos de agilidad no se sabía si cantaba, reía o le daban arcadas, y exhibió la expresividad dramática de un airgamboy.

Por su parte, Benedetta Mazzucato, en el rol del dictador Lucio Cornelio Sila, tan sólo ofreció agradable timbre en la zona central mientras no entraba en terrenos comprometidos, pero los graves se los dejó en Roma, con las agilidades mostró más problemas que Stephen Hawking saltando vallas y sus recitativos parecían el penoso declamado de un actor de teleserie española juvenil. Es inaudito que desde Les Arts no se haya encontrado ninguna alternativa mejor para el papel protagonista de esta ópera, y haber pasado de anunciar a una estrella mundial del barroco a traernos a Mazzucato es una tomadura de pelo en toda regla.

La figuración recayó esta vez en alumnos de la Escola Superior d'Art Dramàtic de Valencia (ESAD), quienes realizaron una meritoria labor con los mimbres que le atribuyó la dirección escénica.

La sala del Teatre Martin i Soler se encontraba prácticamente llena, con bastante gente joven, y se dejaron ver por allí el tenor José Manuel Zapata, el principal director invitado de la casa, Ramón Tebar, el director húngaro Henrik Nánási y Plácido Domingo junto a su esposa. El público no se mostró especialmente cálido durante la representación, aunque al final se aplaudió y braveó a discreción, especialmente a la orquesta y a su director, Fabio Biondi.

Expediente X digno de consultar a Iker Jiménez fue el origen de las ráfagas de olor a fritanga o churrería que inundaban la sala de vez en cuando, habiéndose confirmado que no se trataba de que hubiesen echado a la bañera de aceite hirviendo a quien seleccionó el reparto vocal.

Pese a todo lo dicho creo que siempre merece la pena acercarse a descubrir una ópera nueva, sobre todo si está plagada de bella música, como este Silla de Haendel y si de paso se puede disfrutar del buen hacer de la Orquestra de la Comunitat Valenciana, mucho mejor.



martes, 6 de noviembre de 2012

ESPERANDO EL INICIO DE LA TEMPORADA

El próximo sábado día 10, por fin, se iniciará la temporada de ópera 2012-2013 en el Palau de les Arts de Valencia, con el estreno de “Rigoletto”, de Giuseppe Verdi, que contará con la dirección musical de Omer Meir Wellber en una producción del Teatro Wielki de Varsovia, con direccion escénica de Gilbert Deflo, escenografía de Ezio Frigerio y vestuario de Franca Squarciapino. Por cierto, esta misma producción se estrena hoy y se representará durante los próximos días en el Teatro alla Scala de Milán. Para ir preparando el evento os recomiendo pasar por la web de Amics de les arts i de l’òpera de la Comunitat Valenciana y leer la interesante entrada que han colgado.

Mientras llega el ansiado inicio de esta incierta temporada, hoy se ha anunciado en la web de Les Arts, por sorpresa, como es práctica habitual en el teatro valenciano, que el próximo jueves día 8, alumnos del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo llevaran a cabo, en la Sala Martín i Soler, la interpretación de algunos fragmentos de las óperas que integran la programación de esta temporada, en una iniciativa denominada “Ven a la ópera”. Se han previsto dos representaciones de unos 45 minutos de duración cada una, a las 19.30 y 21 horas. La entrada será gratuita y podrán recogerse las localidades en taquillas a partir de las 10.30 horas de mañana, día 7, hasta agotarse el aforo.

En concreto, los fragmentos que se interpretarán por los cantantes y pianistas del Centre de Perfeccionament serán: “Zu Hilfe!, Zu Hilfe!” y “Der Hölle Rache” de “La Flauta Mágica”, de Mozart; “Un dì, se ben rammentomi… Bella figlia dell’amore” de “Rigoletto”, de Verdi; “Largo al Factotum” de “El Barbero de Sevilla”, de Rossini; “O Soave Fanciulla” de “La Bohème”, de Puccini; y “Tu al cui sguardo onnipossente” de “I due Foscari”, de Verdi.

Por otra parte, también se ha anunciado que, únicamente ese mismo día 8, dentro de la promoción “Les Arts per a tots” los poseedores del Carnet Jove, el Carnet Internacional de Estudiante (ISIC), el título de Familia Numerosa y las personas en situación de desempleo o con un grado de minusvalía igual o superior al 33%, podrán adquirir entradas con un descuento del 50% para cualquiera de los días de función de “Rigoletto” en cualquier zona del recinto. Para las siguientes óperas que se vayan estrenando se establecerán también los respectivos días en que se puedan adquirir localidades con los beneficios de esta promoción.

Bueno, pues seguiremos esperando que llegue el sábado y, de aquí a entonces, a los de Les Arts todavía les queda tiempo para darnos alguna sorpresa de las suyas. Ya veremos cómo se desarrollan los acontecimientos el día del estreno, porque el patio está bastante revuelto, como consecuencia de la nefasta gestión de la política cultural en esta desgobernada Comunitat Valenciana. Ahora son los trabajadores del Instituto Valenciano de la Música, incluyendo a los miembros del Cor de la Generalitat, los que parece que podrían estar planteándose algún tipo de protesta; y, que yo sepa, sigue vigente la convocatoria de paros que anunciaron los trabajadores de Les Arts para los días en que haya representación, con lo que los horarios de las funciones podrían verse modificados notablemente. Visto el panorama y por si acaso, habrá que llevarse la cesta de picnic y unas mantas… Qué pena. Y mientras tanto la Consellera con apellido de sheriff de spaguetti-western sigue en activo y cobrando el sueldo.

Pues hablando de caraduras y de “Rigoletto”, aquí os dejo con un Duca de Mantua de auténtico lujo, para mí el más grande que ha existido, don Alfredo Kraus, interpretando el inicio del acto tercero, el recitativo y cavatina “Ella mi fu rapita… Parmi veder le lagrime”. Imposible cantarlo mejor:


video de ilpiugrandetenore

Y ahora vamos a volver a escuchar a Alfredo Kraus en el mismo fragmento, pero esta vez con los comentarios de Ricardo de Cala, Fernando Argenta y Araceli González, en aquel imprescindible programa radiofónico que fue “Clásicos Populares” y que tanto nos enseñó a algunos:


video de kraustrujillo

domingo, 7 de octubre de 2012

"EL DÚO DE LA AFRICANA" (Fernández Caballero) - Teatro Martin i Soler - Palau de les Arts - 06/10/12


Aunque todavía falta más de un mes para que comience la incierta temporada operística 2012-2013 en el Palau de les Arts, la actividad musical del teatro valenciano se reanudó anoche con la representación, en la pequeña sala Martín i Soler, de la zarzuela en un acto y tres cuadros “El Dúo de La Africana, del compositor murciano Manuel Fernández Caballero, en una producción del Teatro Arriaga de Bilbao en colaboración con la sala BBK que cuenta con dirección escénica de Emilio Sagi y musical de José Miguel Pérez Sierra, corriendo la interpretación a cargo de alumnos del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo.

Creo que debe ser motivo de satisfacción el que en los espacios de Les Arts vuelva a representarse zarzuela, y no estaría mal que todos los años, fuera de la temporada de ópera eso sí, hubiera oportunidad de asistir a alguna representación de este género que con tanta facilidad suele menospreciarse, la mayoría de las veces por puro desconocimiento.

“El Dúo de La Africana, con música de Manuel Fernández Caballero y libreto de Miguel Echegaray, es una de las obras más populares y divertidas del subgénero conocido como “género chico”. Estrenada en 1893, obtuvo un enorme éxito y sus melodías, especialmente el dúo y jota final, sonaban habitualmente por todas partes. La obra, una hilarante historia de enredos centrada en una modesta compañía itinerante de ópera que dirige un tacaño empresario, contiene un homenaje a las personas que viven del mundo de la escena y una crítica a la solemnidad y seriedad de la grand opéra francesa y a la excesiva influencia que tenía en España la ópera italiana, todo lo cual iba en perjuicio de un género autóctono como era la zarzuela y que se pretendía reivindicar. Si queréis conocer más cosas sobre “El Dúo de La Africana, incluidas algunas divertidas anécdotas, podéis pinchar aquí.

Fue bastante gratificante que, en esta primera representación en Les Arts tras el paréntesis veraniego, la sala se encontrase prácticamente llena. Es verdad que a ello influiría el reducido aforo de la Martin i Soler y los precios populares (15 euros), pero siempre es positivo ver que el público siga respondiendo a la programación musical, especialmente en estos momentos tan convulsos para la actividad cultural de nuestra ciudad.

Supongo que precisamente a esta complicada situación por la que pasa Les Arts se debería el hecho de que, en lugar de encontrarnos en las puertas con el personal habitual controlando las entradas, estuviera parte del personal técnico de la orquesta, lo que nos desconcertó a muchos y daba una impresión un poco cutre, casi de compañía de “ópera barata” similar a la que aparece en el argumento de “El Dúo de La Africana.

La puesta en escena ideada por Emilio Sagi resultó bastante acertada y responde a su estilo habitual. Sencillez, gran colorido, inteligente uso de la iluminación y un buen trabajo de dirección de actores. La acción parece haberse trasladado a la España de los años 50, pero, salvo por el vestuario, en nada más se aprecia esta reubicación temporal. Se ha rellenado el libreto original e introducido a dos personajes, sastras de la compañía, interpretadas por las cantantes Ximena Agurto e Irina Levian, que sirven de hilo de conexión entre el público y la escena sin que se distorsione el argumento original.

Es habitual que en esta obra haya un momento en que el empresario lleva a cabo audiciones de aspirantes a entrar en la compañía, instante que es aprovechado para que intervengan dos o tres artistas reales, generalmente jóvenes cantantes, que llevan a cabo una pequeña actuación. Pero claro, interpretándose esta vez la obra en un teatro de ópera como Les Arts y más en concreto en la escuela de cantantes que es el Centre de Perfeccionament Plácido Domingo, fue inevitable que esas audiciones se aprovechasen para que alumnos del Centre nos mostrasen sus facultades. Y no fueron dos ni tres, sino ¡diez!.

Como digo, era inevitable y resulta comprensible, pero lo cierto es que este momento rompió demasiado el ritmo de la función, lo cual además se vio agravado por el hecho de que tras las audiciones se decidiera hacer un intermedio.
 
No sé si se habrá buscado a propósito esta obra por su argumento, pero resultó descacharrante ver a Helga Schmidt en primera fila mientras el personaje del empresario Cherubini (Mattia Olivieri), a pocos metros, se vanagloriaba de que él no pagaba a los artistas, ni a la orquesta, ni a nadie (“Non si paga qui a nadie”)… curioso. Y no menos lo fue que el personaje de Giuseppini (Mario Cerdá) calentase la voz con escalas en las que decía “págame la nómina”. Me hubiera gustado ver la siempre seria cara de la Intendente Schmidt en esos momentos.

Uno de los mayores alicientes que presentaba esta función de ayer era el de reencontrarnos con la Orquestra de la Comunitat Valenciana y el Cor de la Generalitat. Y de nuevo sólo puedo tener palabras más que elogiosas para nuestros cuerpos estables que, con crisis o sin ella, continúan ofreciendo un nivel que es un lujo absoluto.

José Miguel Pérez Sierra llevó a cabo una dirección espléndida, ajustada en estilo, pendiente de los cantantes (sólo se desmandó un poco al final de la jota) y con algunos detalles fantásticos. El dúo que precede a la jota estuvo dotado de un inusual vuelo lírico bellísimo. Y fue todo un placer gozar de la orquesta sonando ampliamente en un comienzo del último cuadro increíble. ¡Qué ganas tengo de que empiece la temporada de ópera para poder disfrutar de esta orquesta en plenitud!.

Fantástico también el Cor de la Generalitat que dirige Francesc Perales en su reducida composición para la ocasión. Vocalmente impecables y con un comportamiento en escena espectacular. Muy celebrada fue la naturalidad y desenvoltura con la que una de sus integrantes, Ana Bort, improvisó cuando se le rompió la mariposa que movía en el cuadro final.

En lo que respecta a los cantantes del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo, ya sabéis los que sois habituales del blog que tengo por costumbre no incidir en los aspectos que me hayan podido parecer negativos cuando se trata de crónicas de funciones de los alumnos del Centre, motivo por el cual algunos luego me acusan de que soy demasiado blando con ellos, pero sigo pensando que de lo que se trata es de que se valore su esfuerzo y de esperar que sigan puliendo defectos y mejorando virtudes.

Desde luego si de esfuerzo y entrega hablamos, todos los que pisaron el escenario merecen un 10. Unos con más fortuna y otros con menos, pero el caso es que a todos se les vio dando lo mejor que tenían y con un comportamiento actoral espléndido.

A Mario Cerda, reciente ganador en este blog del Helga de oro 2012 al mejor cantante revelación de la pasada temporada, ya había tenido ocasión de escucharle anteriormente y siempre me ha parecido que tiene unas cualidades muy destacables. Se mueve con aparente facilidad por la zona alta del registro, donde su voz brilla especialmente y se muestra más estable. Si sabe elegir su repertorio y sigue mejorando técnicamente, creo que deberá contarse con él para papeles más relevantes.

Me sorprendió gratamente Ana Isabel Pérez Real. En el papel de Amina poco más hace que pegar grititos histéricos, pero cuando en la fase de las audiciones acometió un fragmento de “El Barbero de Sevilla”, dejó entrever unas condiciones y un dominio técnico muy relevantes.

Mattia Olivieri, como el empresario Querubini, se pasa un pelín de histrión, pero hay que reconocer que se come el escenario. Tiene una poderosa voz de agradable timbre baritonal que valdría la pena escuchar en un rol de enjundia para poder valorarla.

Poco andaluza, pero muy voluntariosa, estuvo la chilena Roxanna Herrera que ofreció sus mejores prestaciones en el dúo y jota. Y entregadísimos Pablo García López y Daniel Stefanov.

Entre los participantes en la audición, me llamó la atención la potencialidad del instrumento de la sueca Anna Forsebo, de quien espero que consiga perfeccionar su técnica. Y me parecieron interesantes las intervenciones de Marina Pinchuk, con “Voi lo sapete, o mamma” de Cavalleria Rusticana; de Ximena Agurto con el “Sempre libera” de “La Traviata”; y de Irina Levian con una destacable Petenera (“Tres horas antes del día”) de la zarzuela “La Marchenera”, de Moreno Torroba.

Sensacional en todas sus intervenciones la actriz Gurutze Beitia.

Un público absolutamente entregado brindó cálidas y largas ovaciones a todos los artistas, reconociendo su meritoria actuación. Como siempre tiene que haber alguien que dé la nota, esta vez le tocó el turno a una hermosa e inocente criaturita que no tendría ni tres años, la cual no tiene la culpa de que la encargada de su custodia no tenga mejor idea que meterla en un teatro dos horas a ver una zarzuela y, claro, la niña hizo lo que cualquier cría de homo sapiens hace a esa edad y en tal coyuntura, dar por saco. Afortunadamente, aunque demasiado tarde, fue sacada de la sala.

Pues nada, ahora a esperar la temporada de ópera. Si mal se aventuraba ya el futuro, las últimas noticias no nos hacen precisamente ser optimistas. Por una parte, tenemos el nuevo recorte sufrido en la aportación estatal a Les Arts (aquí podéis consultarlo). Todos recordamos las promesas de la Consellera de Cultura Lola Johnson, no hace ni un año, de que una vez gobernasen los suyos en Madrid la discriminación con el Liceu y el Teatro Real iba a desaparecer. Pues bien, no sólo no ha desaparecido sino que se ha agravado, al ser el recorte en la aportación a Les Arts bastante superior al de los otros teatros. Y la señora Consellera con apellido de sheriff de spaguetti-western en lugar de esconderse debajo de una piedra y callarse, sale, sin vergüenza, diciendo que no se puede pretender corregir esta discriminación en un solo ejercicio presupuestario. No señora, pero es que no sólo no hay indicios de corrección, sino que la discriminación ha aumentado y ustedes siguen sin defender los intereses que tienen encomendados por la ciudadanía e incomprensiblemente siguen cobrando su sueldo.

Y por si faltaba poco, ahora los trabajadores de Les Arts, a quienes comprendo perfectamente, amenazan con paros que coincidan con las representaciones operísticas de la temporada que está a punto de iniciarse. Dicen que estos paros originarán que las funciones comiencen dos horas más tarde, lo cual supondría que, en el mejor de los casos, finalizarían pasada la 1 de la madrugada. Creo que, si se confirman las convocatorias de huelga, los responsables de Les Arts deberían irse pensando ya cómo van a gestionar el tema de devolución de importe de las localidades a quienes no estén dispuestos a esperar esas dos horas a que comience la función.

Qué mal pinta todo. Iremos disfrutando mientras podamos.


video de PalaudelesartsRS

martes, 6 de diciembre de 2011

"LAS BODAS DE FIGARO" (W. A. Mozart) - Teatro Martin i Soler - Palau de les Arts - 05/12/11


El pasado lunes tuvo lugar en la sala Martín i Soler del Palau de les Arts de Valencia la primera de las dos funciones (la siguiente será el día 10) de la cita de este año con los jóvenes artistas que ultiman su formación musical en el Centre de Perfeccionament Plácido Domingo. En este caso se ha elegido para ello la celebérrima ópera de Wolfgang Amadeus Mozart "Le nozze di Figaro" ("Las bodas de Fígaro", que no “La Noche de Figaro” como me espetó sin rubor alguno una amable señorita de las taquillas del teatro valenciano).

En la parte positiva hay que empezar reseñando que por vez primera esta temporada se han agotado las localidades. Es verdad que el aforo de la Martín i Soler es muy inferior al de la sala principal, pero desde hace una semana ya no había entradas disponibles y eso es una buena noticia. En primera fila se encontraban varios cargos de Les Arts, entre ellos la Intendente Helga Schmidt (por cierto con el mismo atuendo de siempre, que digo yo que en ropa no debe gastarse precisamente el abultado sueldo).

También estaba Justo Romero, a quien se denomina “dramaturgo del Palau de les Arts”, pero cuya ocupación estos últimos años, huérfanos de libretos, comentarios en los programas y actividades complementarias, es un enigma mayor que las líneas de Nazca. En esta ocasión Romero también firmaba como “comisario” de la exposición Detalls Magistrals, ubicada en el foyer, y que no es sino una recopilación de fotografías de los ensayos de esta producción, junto a otras cuantas de una histórica representación en La Scala con Mirella Freni y Wladimiro Ganzarolli (esposo de Helga Schmidt, fallecido el año pasado).

Este estreno suponía el debut del legendario bajo-barítono italiano Ruggero Raimondi al frente del Centro de Perfeccionamiento, tras haber sustituido a Alberto Zedda. Raimondi, como director de interpretación y escena del Centro, ha sido el encargado de la dirección escénica de la producción presentada, que contaba además con el apoyo del vestuario de Begoña del Valle y la iluminación de Antonio Castro.

La escenografía apenas consistía en unos cuantos elementos rescatados probablemente de anteriores producciones: un tendedero en el primer acto, un biombo y una chaise longue en el segundo, unas cuantas sillas en el tercero y un seto en el último. Con estos escasos, pero eficaces, elementos para ubicar la acción, el trabajo de Raimondi se ha centrado por completo en la dirección de actores y el movimiento escénico, y el resultado obtenido a mí me ha parecido magnífico.

Siempre que existe una buena comprensión del libreto y un trabajo serio en la faceta dramática, la austeridad escenográfica no tiene por qué lastrar el conjunto. Raimondi en este caso ha trabajado fundamentalmente la expresividad de los intérpretes, tanto en el plano vocal como en su gestualidad, donde se pudieron ver muchos detalles que reforzaban los perfiles de los personajes y facilitaban el seguimiento de la acción. Se ha sabido potenciar además la vertiente cómica del libreto sin caer en la exageración y, como decía, el resultado obtenido me parece muy positivo.

La dirección musical corrió a cargo de Andrea Battistoni, quien también debutaba al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana. El joven director italiano llevó a cabo un trabajo de batuta enérgico, muy vivaz, con tempi por momentos apresurados en exceso, echándose en falta una mayor minuciosidad y reposo, sobre todo en los fragmentos más líricos. En general la labor de Battistoni me pareció más rutinaria que brillante. Durante toda la obra, el foso estuvo plenamente al servicio de los cantantes, ocupando un segundo plano demasiado evidente y sólo en instantes puntuales despuntaba el auténtico potencial de la agrupación orquestal, con algunos sonidos exquisitos comandados por el auténtico terciopelo que brotaba de los violines.

Álvaro Octavio en la flauta, Cristopher Bouwman al oboe, Joan Enric Lluna al clarinete y Francisco Cerpa en el fagot destacaban en una última fila de la orquesta que cumplió con calidad excelente en todas sus intervenciones. También pudo destacar el polaco Rafal Jezierski al cello.

Tengo que hacer constar respecto a la Orquesta algo que me llamó la atención y es que vi a varios de sus componentes, en distintos momentos, bostezando, con la mirada perdida y con una importante sensación de aburrimiento. Cosa que no es nada habitual en estos músicos.

El Coro del Centro de Perfeccionamiento rindió a un gran nivel, tanto en lo que respecta al comportamiento escénico como prestando siempre el soporte vocal adecuado.

El bajo milanés Andrea Mastroni, en el papel de Figaro, fue el único de los cantantes que no pertenecía al Centro de Perfeccionamiento y la verdad es que estuvo muy por encima del resto de sus compañeros. Posee Mastroni una voz grave y profunda de muy bello color, riqueza tímbrica y sobrado volumen. Lástima que en los extremos de la tesitura el instrumento pierda consistencia y sobre todo en la zona aguda presente serias carencias. Sus mejores prestaciones vocales tuvieron lugar en el acto cuarto, sobre todo en el recitativo y aria “Tutto è disposto… Aprite un po' quegli' occhi”, donde ofreció algunos detalles de buen bajo mozartiano, y aunque tuvo alguna dificultad con el fiato, supo resolverla con inteligencia ajustando el fraseo.

En lo que respecta al resto de solistas, todos ellos integrantes del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo, lo primero que se debe destacar es su gran entrega vocal y escénica. En su faceta de actores estuvieron todos espléndidos, cuidando el lenguaje gestual y moviéndose en escena con gran soltura y naturalidad, dibujando con sutileza los perfiles de sus personajes.

En el plano vocal ya hubo un poco de todo. Los que seguís este blog sabéis que cuando hago las crónicas de estas funciones de los alumnos del Centro de Perfeccionamiento evito incidir en los aspectos negativos de los jóvenes cantantes. Y así lo haré también en esta ocasión, obviando cualquier comentario crítico, deseando que vayan evolucionando en su preparación y ajustando sus voces a sus posibilidades reales, aunque algunos de los que pudierais estar presentes en esta función concluyáis, con razón, que soy demasiado blando.

Helen Kearns fue una Susanna pizpireta y con gran desparpajo escénico que en lo vocal destacó sobre todo en el aria del cuarto acto “Deh, vieni, non tardar” donde apuntó algunos matices con sensibilidad.

Isaac Galán, como El Conde, me gustó más que en otras ocasiones, y Diana Mian, en el rol de La Condesa, brilló especialmente en los recitativos, estando mejor en “Dove sono i bei momento” que en “Porgi, amor, qualche ristoro” y toda la noche cuidó el uso de reguladores y las medias voces con mucho gusto.

Me agradó especialmente la Barbarina de Brigitta Simon y también presentaron detalles interesantes Alessia Nadin, como Cherubino, y Jesús Álvarez como Don Curzio, éste último con unos incomprensibles zapatones 7 tallas más grandes que la suya.

Mario Cerdá (Don Basilio) lució un atractivo timbre ligero, y de la Marcellina de Adriana Di Paola poco más podría decir aparte de que tiene unos ojos muy bonitos.

Pero como decía antes, lo que debe destacarse es la gran entrega de todos los cantantes y su enorme implicación dramática, que compensaba las limitaciones vocales que pudieran presentar. Y así lo entendió el público que llenaba la sala que premió a todos los intérpretes con cálidas ovaciones que fueron especialmente sonoras para Diana Mian.

No quisiera finalizar sin hacer otra de mis famosas quejas que acaban flotando en el éter sin que nadie haga ni puñetero caso. En esta ocasión mi protesta va dirigida al servicio de taxis a la salida de las representaciones en Les Arts. Yo no suelo ir en este transporte público, pero constato día tras día como pasan muchos minutos desde que finalizan las funciones hasta que empiezan a aparecer taxis por allí y, poco más tarde, cuando no queda ya nadie por los alrededores, las colas de taxistas charlando y echándose un cigarrito a la puerta de Les Arts superan la docena. Pero en fin, se ve que el fubol y Valencia son asín.