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lunes, 18 de marzo de 2013

RUISEÑORES CONTRA PETARDOS

"El ruiseñor está cantando" - Mikhail Nesterov - 1918

Son ya demasiados días de fiestas falleras. Ya sé que están a punto de acabar, pero me estoy empezando a dar miedo a mí mismo, porque cada vez me deleito más fantaseando con mi imagen, metralleta en mano, convertido en un nuevo Michael Douglas en “Un día de furia”.
 
Respeto muchísimo a los que se lo están pasando bomba (nunca mejor dicho) a costa de fastidiar a los demás, pero ya se me ha encendido la luz de la reserva en mi límite de aguante del ruido permanente, el olor a aceite requemado y a orín, el pasodoble del maestro Padilla y las calles tomadas por carpas del tamaño de la catedral de Burgos y por legiones de seres sin raciocinio, moviéndose sin rumbo, que te hacen pensar que te has colado en un capítulo de “Walking Dead” (en este caso Walking Drunk).

Así que para intentar cambiar el chip, y mientras en el exterior parecen estar reproduciendo el ataque a Pearl Harbor, he pensado en traer una selección de canciones en diferentes idiomas que tienen como denominador común estar todas dedicadas al ruiseñor, ese pajarillo tan cursi al que, no obstante, me une cierto cariño por formar parte del título de la novela y película que dieron a conocer al auténtico Atticus Finch.

Además nos viene que ni pintado, pues una de las características de este ave es que no se calla ni de noche y que, cuanto más ruido ambiente hay, más aumenta el puñetero el volumen de sus trinos y silbidos para hacerse oír. En cualquier caso, el ruiseñor siempre ha sido símbolo de la perfección en el canto, de ahí que esté presente en innumerables composiciones a lo largo de toda la historia de la música. Hoy he querido traer al blog una pequeñísima muestra de algunas de ellas.

Podríamos empezar, por ejemplo, con uno de los más grandes compositores de lied que ha habido, como es Franz Schubert (1797-1828), quien, como no podía ser de otra forma, tiene entre sus páginas más conocidas varias canciones dedicadas al pajarito pesado este. Una de ellas es la breve pero bellísima “An die Nachtigall” (Al ruiseñor), basada en un texto de Matthias Claudius (1740-1815), y que podemos escuchar ahora cómo la cantaba nada menos que Christa Ludwig:


video de bert muzieklexicon

Otro de los lied que Schubert dedicó al ruiseñor, en este caso a su muerte, fue este “Auf den tod einer Nachtigall”, compuesto sobre un poema de Ludwig Heinrich Christoph Hölty (1748-1776), que nadie cantó mejor que el gran Dietrich Fischer-Dieskau:


video de sorrisoilparadiso

Otro reputado compositor de lied en lengua alemana fue Johannes Brahms (1833-1897), quien también dedicó al ruiseñor varias de sus canciones, la más popular de las cuales es posiblemente la titulada precisamente “Nachtigall” (Ruiseñor), con texto de Christian Reinhold (1813-1856), y que es la primera de las seis canciones que integran su Opus 97. Podemos escucharla ahora en la delicada versión que nos brinda Anneliese Rothenberger acompañada al piano por Gerald Moore:


video de NoeckesHarfenschall

Sin cambiar de idioma, damos un salto en el tiempo hasta 1907, año en que el austriaco Alban Berg (1885-1935) compondría, sobre un texto de Theodor Storm (1817-1888), esta joya titulada “Die Nachtigall”, perteneciente al conjunto de lieder publicado como “Siete canciones de juventud”. He elegido en esta ocasión la interpretación de la mezzosoprano sueca Anne Sofie von Otter:


video de jussibjorling

Dejando atrás el lied y adentrándonos en la mélodie o canción francesa, también encontramos aquí más de una referencia al ruiseñor, por ejemplo esta “Au rossignol” que compuso Charles Gounod (1818-1893) sobre un poema de Alphonse Marie Louis de Lamartine (1790-1869) y que cantaba así de bien la legendaria Ninon Vallin:


video de Alma Winemiller

No podía faltar hoy tampoco esta preciosidad titulada “Le rossignol des lilas”, que escribiese en 1913 el compositor de origen venezolano Reynaldo Hahn (1874-1947) sobre texto de Léopold Dauphin y que podemos disfrutar en la estupenda versión que ofrece la estadounidense Susan Graham acompañada al piano por Roger Vignoles:


video de MrRobuso

Siguiendo con ruiseñores en francés, pero en un tono menos poético y más pirotécnico y exhibicionista, tenemos esta aria del ruiseñor, perteneciente a la música incidental compuesta en 1902 para la obra “Parysatis” por Camille Saint-Saens (1835-1921) y que le escuchamos a la soprano Rita Streich. Reconozco que este fragmento me suele provocar el buscar una escopeta de perdigones:


video de inca48

También en el repertorio ruso nos encontramos con cantarines ruiseñores, como este “Solovej” (El ruiseñor) que compuso Piotr Ilich Tchaikovsky (1840-1893), sobre un poema de Aleksandr Pushkin (1799-1837) en 1866, dentro del conjunto de doce canciones que integran su opus 60. Aquí os dejo la versión que interpretase otra voz legendaria, la del bajo ruso Feodor Chaliapin:


video de operbathosa

Siguiendo con los pajaritos rusos tenemos también este “El ruiseñor y la rosa”, de Nikolai Rimsky-Korsakov (1844-1908). Se trata de la segunda de las cuatro canciones de su opus 2, escrita sobre un texto del poeta Aleksey Vasilievich Koltsov (1809-1842) y que interpreta en este video la también rusa Anna Netrebko:


video de Onegin65

Y en castellano no nos privamos tampoco de los gorgoritos del ruiseñor, por ejemplo con la romanza “Era una rosa que un jardín”, también conocida como “Canción del Ruiseñor”, de la zarzuela “Doña Francisquita” del compositor catalán Amadeo Vives (1871-1932), que nos canta aquí la soprano granadina Mariola Cantarero:


video de rexeterna

Bueno, pues creo que por hoy ya está bien de ruiseñores, que por menos de nada acabo trayendo a Joselito... Sé que se quedan muchos fuera, pero otra vez será. De momento espero que esta selección de pajaritos os compense un poco del estruendo fallero a los que lo estéis sufriendo.

Pum, pum… porropopum.
 

jueves, 18 de octubre de 2012

LOS OJOS AZULES DE MI TESORO

“Mujer con ojos azules” – Amadeo Modigliani – 1918 – Museo Arte Moderno - Paris

"Die zwei blauen Augen von meinem Schatz" (Los ojos azules de mi tesoro) es la última de las cuatro canciones del ciclo Lieder eines fahrenden Gesellen” (Canciones de un camarada errante), del que ya he hablado en este blog en alguna otra ocasión, compuesto en 1884 por un joven Gustav Mahler que a la sazón contaba 24 añitos. La versión orquestal data de 1893 y el ciclo completo no se estrenaría hasta el 16 de marzo de 1896 en Berlín, donde se presentaría en su versión para orquesta, bajo la dirección del propio Mahler y con la voz del barítono holandés Anton Sistermans.

Königliches Theater - Kassel
La composición del ciclo coincide con la estancia de Mahler en la ciudad alemana de Kassel, donde ostentaba la dirección musical del Königliches Theater. El suceso que marcó con mayor fuerza su paso por Kassel y que está directamente vinculado al ciclo "Lieder eines fahrenden Gesellen" fue que se enamoró perdidamente de Johanna Richter, una soprano habitual del teatro de la ciudad. No se conoce muy bien hasta dónde llegó esta relación y si llegó a haber algo más que deseos contenidos y no especialmente correspondidos. Aparte de que en aquellos años una relación entre el director musical y la cantante de un pequeño teatro no habría pasado precisamente desapercibida para la siempre escandalizable sociedad alemana de la época.

En unas cartas dirigidas a su amigo Fritz Löhr, escritas en agosto de 1884 y enero de 1885, Mahler habla de sus sentimientos por una joven cuyo nombre no menciona, pero que nadie duda de que se trataba de Johanna Richter. Las canciones, escribía, “están dedicadas a ella... son como si un compañero errante, que ha tenido un infortunio, saliera a recorrer el mundo caminando”.

Mahler se opuso desde un principio a reconocer la autoría de los poemas que componen los textos de este ciclo de canciones, confesando tiempo después que la sencillez e inocencia de los versos surgidos de su apasionado amor le hacían sentir ridículo. La temática es típica del romanticismo, la figura del protagonista que, decepcionado por la cruel realidad, se lanza a vagar por los caminos, en comunión con la naturaleza, buscando un sentido a la existencia que no encontrará sino con la propia muerte.

Cuando Gustav Mahler escribe su revolucionaria Primera Sinfonía, “Titán”, obra que, como se sabe, nunca quiso llamar Sinfonía sino Poesía Sinfónica en dos partes (por respeto a Beethoven, decía), incorpora diversos fragmentos melódicos del ciclo "Lieder eines fahrenden Gesellen". Entre ellos, se pueden escuchar las notas de "Die zwei blauen Augen von meinem Schatz" en el tercer movimiento de la “Titán”. Quizás esta utilización del ciclo para formar parte de su obra sinfónica, el hecho de que se trate de canciones de juventud lejos todavía del Mahler más maduro, o que el propio compositor no fuese precisamente un ardiente defensor de estas piezas, ha originado que haya existido una cierta infravaloración de las mismas.

Si yo quería traer aquí hoy "Die zwei blauen Augen von meinem Schatz" es porque, aun reconociendo su aparente sencillez y que todavía se encuentra lejos de otras piezas liederisticas de más peso como los Rückert-Lieder o “La Canción de la Tierra”, reconozco que es uno de mis lieder favoritos de Gustav Mahler. Su melodía siempre me ha resultado emocionante y cautivadora, pues creo que transmite de forma espléndida la paz de espíritu que finalmente encuentra el protagonista. Además, ya se pueden atisbar en este lied muchos rasgos de su maestría compositiva en el género, que culminaría con “La Canción de la Tierra”, con cuyo último fragmento, Der Abschied”, guarda no pocas semejanzas.

Este lied es una marcha fúnebre que, no obstante, no acaba de mostrar este carácter sombrío ya que apenas se deja entrever envuelta en la agradable atmósfera que va creando la sosegada y dulce melodía. En el poema, el caminante finaliza su peregrinar al que le llevaron aquellos ojos azules que le enamoraron y encontrará la muerte bajo el árbol del tilo, al que se dirige con lentos y rítmicos pasos para olvidar el dolor de la vida.

Pero no estamos en este caso ante una muerte desesperada dominada por la tristeza y la frustración, sino llena de sosiego y resignación, encontrándose con “el amor y el dolor, y el mundo y el sueño”, todo lo cual nos es descrito perfectamente por la música, donde yo destacaría el emocionante sonido del arpa que surge tras un silencio de la orquesta, o ese lento apagarse, como la vida del protagonista, de las últimas notas de una música que transmite la paz eterna.

Este es uno de esos fragmentos en los que me parece un crimen imperdonable lanzarse a aplaudir nada más terminar la música. Creo que ese final merece unos segundos de reposo, de comunión con ese lamento resignado que hemos sentido como el nuestro propio a través de la música y el canto.

Os propongo en esta ocasión la escucha de tres versiones distintas. En primer lugar, tenemos una de las interpretaciones referenciales del ciclo, la protagonizada por el gran barítono alemán Dietrich Fischer-Dieskau, posiblemente el cantante que más grabaciones tenga en su haber de esta página mahleriana, acompañado en esta ocasión por la Orquesta Philharmonia dirigida por otro grande, Wilhelm Furtwängler, en 1952. Todo un ejemplo de dicción, expresividad y modulación:



Pese a que fue escrito para voz masculina, son muchas las mezzosopranos que han cantado el ciclo, como por ejemplo la genial Christa Ludwig, otro referente en el lied mahleriano. Sin embargo, yo quería traer hoy a la sueca Anne Sofie Von Otter, en esta grabación en la que está acompañada por John Eliot Gardiner al frente de la NDR-Sinfonieorchester, que, aunque ha sido cuestionada por algunos, a mí me parece una interpretación delicada y bellísima, al tiempo que derrocha expresividad y técnica vocal, sabiendo transmitirnos perfectamente ese resignado sosiego del protagonista:


  
Y finalizo con otro barítono alemán, esta vez Christian Gerhaher, todo un especialista en el género del lied y en Mahler y una de las voces baritonales más bellas que yo he escuchado en un teatro. Aquí podemos verle acompañado por la Gustav Mahler Jugendorchester, bajo la dirección de Herbert Blomstedt en un concierto de los londinenses PROMS de 2010:



Los ojos azules de mi tesoro
me han arrojado al ancho mundo.
¡Tuve que dejar
los lugares amados!
¡Oh, ojos azules! ¿Por qué tuvisteis que mirarme?
ahora tengo tristeza y pena eterna.

Partí en la noche tranquila
por la oscura pradera.
Nadie me dijo adiós.
¡Adiós! ¡El amor y el dolor son mi única compañía!

Ahí, junto al camino, hay un tilo.
¡Y ahí por fin encontré descanso en el sueño!
Bajo el tilo que nevaba
sus flores sobre mí.
¡Supe que  todo en la vida estaba bien otra vez!
¡Todo! ¡Todo, el amor y el dolor
y el mundo y el sueño!

viernes, 8 de octubre de 2010

"ONE TOUCH OF VENUS". KURT WEILL EN BROADWAY


Se cuenta que, poco después del ascenso de Hitler al poder, Kurt Weill declaró que lo que estaba ocurriendo en su país era tan horrible que no duraría más allá de dos meses. Desde luego como adivino no se ganaba la vida el hombre, pero para podérsela seguir ganando como músico tuvo que emigrar tras conocer por un amigo que la Gestapo había ordenado su detención. Luego de pasar un tiempo en París y Londres, Weill acabará instalándose en Estados Unidos en septiembre de 1935.

Tras sus colaboraciones en Alemania con Bertolt Brecht de la que surgieron algunas de sus principales composiciones, como “La Ópera de Tres Peniques”, “Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny” “Happy End” o "Los Siete Pecados Capitales", Weill llega a Nueva York junto a Lotte Lenya, donde fue recibido por los hermanos Gershwin y entra en contacto con el Group Theater, un colectivo teatral del que formaban parte gente como Lee Strasberg, John Garfield o Elia Kazan.

En esta etapa americana, el compositor da un cierto giro a su obra y se acerca a un estilo más próximo al musical de Broadway, llegando a colaborar con letristas tan reputados como Ira Gershwin o Alan Jay Lerner. Gran parte de la crítica menospreció el trabajo de Weill en el terreno del musical y de la canción americana, considerando que había abandonado su frescura, originalidad y carga política, adaptándose demasiado fácilmente a los cánones y exigencias de Broadway. Sea como fuere, lo cierto es que sus composiciones de este periodo gozaron de un importante éxito y algunas de sus canciones se convirtieron en auténticos estándares del jazz y la música popular.

Pero sería de la única colaboración de Weill con el letrista Ogden Nash, de donde surgiría uno de sus principales trabajos de estos años, el musical “One Touch of Venus”, basado en la novela “The Tinted Venus” de Thomas Anstey Guthrie. El libreto, obra de Ogden Nash y S.J. Perelman, cuenta la historia de una valiosa estatua de la diosa Venus que cobra vida cuando un inocente barbero desliza en su dedo el anillo de compromiso destinado a su prometida. Ella le toma por su libertador y amante y él es acusado del robo de la estatua, surgiendo mil enredos.

En 1948, Hollywood hizo su propia versión de la obra con una discreta película dirigida por William A. Seiter, titulada en España “Venus era mujer”, eliminándose la mayoría de los temas compuestos por Weill y cuyo principal aliciente fue contar para el papel protagonista con una Ava Gardner guapa hasta doler que fue doblada en las canciones por Eileen Wilson.

“One Touch of Venus” fue estrenada en el teatro Imperial de Nueva York el 7 de octubre de 1943, con dirección escénica de Elia Kazan, quien apenas un año antes había obtenido un clamoroso éxito dirigiendo la obra de teatro “The Skin of Our Teeth”, de Thornton Wilder, con Tallulah Bankhead como protagonista.

Marlene Dietrich, a quien Kurt Weill había conocido en Alemania, fue la elegida para encarnar el papel de Venus en el estreno, pero cuando leyó el libreto definitivo, con frases como: “el amor es el sonido triunfal de un somier”, calificó el mismo como “demasiado sexy y vulgar” y abandonó los ensayos provocando la cólera de Weill.

Tras la renuncia de Dietrich y el rechazo mostrado por otras candidatas, el papel de Venus le fue ofrecido finalmente a Mary Martin, que fue quien acabó estrenándolo, obteniendo unas críticas muy favorables por su interpretación y viendo catapultada definitivamente su carrera como artista de Broadway, que se consagraría luego con obras como “South Pacific”, “The Sound of Music” o “Peter Pan”. Como curiosidad, apunto que Martin era la madre del actor Larry Hagman (inolvidable J.R. en “Dallas”).

La obra llegó a superar las 500 representaciones y el tema “Speak Low” se convirtió rápidamente en su melodía más conocida, traspasando las fronteras de Broadway, y grabándose numerosas versiones del mismo por los principales intérpretes de la canción americana y el jazz.

Ogden Nash escribió la letra de la canción incluyendo al comienzo, a sugerencia de Kurt Weill, un verso de Shakespeare, perteneciente al Acto II de “Much Ado About Nothing” (Mucho Ruído y pocas Nueces): “Speak low if you speak love”.

Aquí podemos escuchar “Speak Low” en las voces que estrenaron “One Touch of Venus” en Broadway, Mary Martin y Kenny Baker:



video de varadero 1839

A continuación es Ute Lemper quien nos trae su versión de "I'm A Stranger Here Myself", el primero de los temas que canta el personaje de Venus en la obra, en el que la diosa del Amor, que ha cobrado vida, se sorprende de lo mucho que ha cambiado el concepto del amor en 3.000 años y se pregunta si será algo pasado de moda:



video de isabelrivaud

Y ahora, con un estilo muy diferente, podemos escuchar a la mezzosoprano sueca Anne Sofie Von Otter, acompañada por la NDR Sinfonieorchester dirigida por John Elliot Gardiner, interpretando otra de las canciones de “One Touch of Venus”, en esta ocasión “My Foolish Heart”, donde Venus se muestra angustiada pensando que ha perdido su magia y su encanto y se pregunta por las contradicciones del amor:



video de HaydnFan1732

Finalizo este nuevo post dedicado a Kurt Weill con otra de las infinitas versiones que existen de “Speak Low”. Me ha costado elegir, pero voy a optar por esa magia especial que siempre imprimía a sus interpretaciones la señora Billie Holliday:



video de alxdSilva

No obstante, por si a alguien aún le quedan ganas de más “Speak Low”, pinchando en sus nombres podéis escuchar también las versiones de Sarah Vaughan (fantástica), Mario Lanza, Jane Morgan, Frank Sinatra, Mina, Judy Garland y… ¡el propio Kurt Weill! (con un acento realmente curioso).

miércoles, 30 de diciembre de 2009

ATTICUS AWARDS 2009


El año 2009 toca a su fin. Todos los fines de año, hay costumbres que se repiten puntualmente y que esta vez, lamentablemente, tampoco faltarán, como las retransmisiones televisivas de las campanadas, los programas joseluismorenescos, los cotillones con baile de conga con corbata anudada en la frente, etc.

Otra tradición, menos perjudicial para la salud, es el hacer balance de lo ocurrido en los 365 días anteriores. Así que, ya que no voy a cumplir ni con las congas ni viendo a Raphael cantar el tamborilero, he decidido hacer mi propio resumen musical del año, con una particular entrega de premios a lo que considero más destacado de aquellos espectáculos que he podido presenciar en directo durante 2009.

Así que, por votación unánime del jurado de los Atticus Awards 2009, compuesto por el autor de este blog reunido consigo mismo y su circunstancia, los premios otorgados son los siguientes:

Helga de Oro a la mejor dirección musical:
En esta categoría quizás el premio se vea lastrado por mi imposibilidad de asistir a ninguna de las funciones de la “Turandot” que dirigió Lorin Maazel en Les Arts en abril, y porque el “Parsifal”, dirigido también por Maazel en el mismo recinto, tuvo lugar en 2008. Así que ajustándome escrupulosamente a las normas que yo mismo me he autoimpuesto, voy a conceder la Helga de Oro en este apartado a Antonio Pappano por su magistral dirección, llena de profundidad y matices, de “Il Barbiere di Siviglia” rossiniano en el ROH londinense el pasado mes de julio.

Helga de Oro al mejor Coro:
Sin duda alguna, el premio va a parar al Cor de la Generalitat Valenciana, por todas y cada una de las intervenciones que ha tenido este año, con referencia especial al magnífico desempeño demostrado en la exigente partitura de “Les Troyens”.

Helga de Oro a la mejor Orquesta:
Tampoco he tenido que pensar mucho. La dorada Helga es para la Orquestra de la Comunitat Valenciana, que nos sigue sorprendiendo favorablemente función tras función, y que ha alcanzado unos niveles de excelencia que la colocan en el primer rango internacional.

Helga de Oro a la mejor dirección artística:
Si el premio fuese para la peor labor en este apartado, el galardón habría estado reñidísimo, pero si tengo que destacar una puesta en escena que me haya convencido plenamente, aportando originalidad, respeto a la obra e inteligencia en la propuesta, me inclino por conceder la Helga de Oro al italiano Damiano Michieletto y su sensacional dirección artística concebida para “La Scala di Seta” de Rossini.

Helga de Oro al mejor intérprete individual:
En este apartado es en el que ha habido más dudas, ya que he tenido la suerte de escuchar en directo a artistas de talla indiscutible (y a algunos conocerlos personalmente) como Plácido Domingo, Waltraud Meier, Piotr Beczala, Juan Diego Flórez, Joyce Di Donato, Renée Fleming, Elina Garanca o mi admiradísima Eva Maria Westbroek a quien hasta el último momento he estado dudando si le adjudicaba el premio por la maravillosa Sieglinde que nos ofreció en “Die Walküre” en junio en Les Arts. Pero, finalmente, he decidido que la Helga de Oro vaya a parar a la sueca Nina Stemme por la interpretación que hizo de Isolde en el "Tristan und Isolde" de Wagner que pude escuchar en Londres el pasado mes de octubre, donde demostró que es la nueva cantante de referencia de este papel, consiguiendo elevar los niveles de emoción del público a cotas altísimas.

Helga de Oro al mejor espectáculo del año:
Habiendo disfrutado tanto como lo hice este mes de junio en Les Arts, creo que es de justicia que esta Helguita vaya a parar al “Der Ring des Nibelungen” wagneriano que se ofreció completo en Les Arts en el II Festival del Mediterrani, con la puesta en escena de Carlus Padrissa y La Fura dels Baus, dirección musical de Zubin Mehta al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana y un elenco de cantantes homogéneo, que ofreció un inmejorable rendimiento y que estuvo muy por encima de lo que pudimos escuchar en Bayreuth este verano.

Bueno, pues hasta aquí mis particulares chorra-galardones. Para poner el broche musical a los mismos, he decidido que sea con un video de la premiada Nina Stemme, en esta ocasión cantando la escena final de "Salomé" de Richard Strauss, en la abominable producción que se pudo ver este año en el Liceu barcelonés:


video de LiceuOperaBarcelona

Y como punto final a este 2009, con mis mejores deseos para todos vosotros para el próximo año, os dejo con uno de mis finales operísticos favoritos, el trío final de “Der Rosenkavalier”, también de Richard Strauss, en la interpretación de Anne Sophie von Otter (Octavian), Barbara Bonney (Sophie), y Felicity Lott (Marschallin):


video de rwprof



¡¡FELIZ AÑO 2010!!

martes, 1 de diciembre de 2009

MAURICE RAVEL: "La Flûte Enchantée"

"Leila" - Sir Frank Dicksee - 1892

Vuelvo a hacer hoy otra breve incursión en el campo de la mélodie, esta vez de la mano del gran compositor francés Maurice Ravel, quien, curiosamente, a diferencia de Fauré, Debussy o Poulenc, no tuvo en el campo de la mélodie una actividad especialmente prolífica, lo que no quiere decir que no encontremos en su bagaje compositivo piezas vocales que son auténticas perlas rebosantes de belleza.

Precisamente, una de las primeras obras orquestales de importancia de Ravel fue el ciclo de tres canciones titulado “Shéhérazade”, que compuso en 1903 sobre poemas de Tristan Klingsor, seudónimo (wagneriano donde los haya) de su amigo el poeta, músico, pintor y crítico de arte Léon Leclère.

Ravel confesó haber sentido desde muy niño una poderosa fascinación por el mundo oriental, y ya en 1898 escribió la obertura “Shéhérazade: ouverture de féerie" que estaba destinada a constituir la introducción de una futura ópera sobre el mundo de “Las mil y una noches” que nunca llegó a materializarse.

En 1903 seleccionó tres de los poemas de Leclère (“Asie”, “La flûte enchantée” y “L’indifferent”) y les puso música, reciclando parte de la que esbozó para aquella ópera inconclusa.

En esta composición de Ravel se percibe ya la brillantez orquestal que caracteriza su obra, apreciándose claras conexiones con Debussy y la tendencia orientalista de maestros rusos como Rimsky Korsakov, aunque haciendo gala de esas armonías tan peculiares de Ravel que, como decía Emile Vuillermoz, constituían sus “huellas dactilares”.

El ciclo “Shéhérazade”, para voz y orquesta, se estrenó el 17 de mayo de 1904. La segunda canción del mismo, “La flûte enchantée” (La flauta encantada), nos presenta a una esclava prisionera que escucha a lo lejos el sonido de una flauta y encuentra, en la belleza y matices de esas notas, el recuerdo de un amor acariciando su mejilla. Ravel nos ofrece en este breve fragmento toda la intensidad de un momento fugaz de felicidad, esperanza y melancolía, logrando una perfecta simbiosis entre música y poesía.


L’ombre est douce et mon maître dort
Coiffé d’un bonnet conique de soie,
Et son long nez jaune en sa barbe blanche.
Mais moi, je suis éveillée encor
Et j’écoute au dehors
Une chanson de flûte où s’épanche
Tour à tour la tristesse ou la joie.
Un air tour à tour langoureux ou frivole
Que mon amoureux chéri joue,
Et quand je m’approche de la croisée,
Il me semble que chaque note s’envole
De la flûte vers ma joue
Comme un mystérieux baiser.

La oscuridad es tenue y mi amo duerme
tocado con un bonete cónico de seda
y su larga nariz amarillenta en su barba blanca.
Pero yo aún estoy despierta
y escucho en el exterior
la canción de una flauta que se desborda
alternativamente en alegría o tristeza.
Una melodía por momentos lánguida o frívola
que mi querido enamorado toca,
y cuando me acerco a la ventana,
me parece que cada nota vuela
desde la flauta a mi mejilla
como un misterioso beso.

En primer lugar, podemos escuchar la versión de este fragmento en la voz de la mezzosoprano sueca Anne-Sofie Von Otter, acompañada por The Cleveland Orchestra bajo la dirección de Pierre Boulez:


video de MrRobuso

A continuación, escuchamos la extraordinaria voz de Dame Janet Baker, acompañada por Sir John Barbirolli dirigiendo la New Philharmonia Orchestra:


video de alejita1679

Y, por último, aquí tenemos a la soprano francesa Régine Crespin en una interpretación de este fragmento difícilmente superable por belleza de voz, musicalidad y perfecta dicción. Está acompañada por la Orquesta Suisse Romande, dirigida por Ernest Ansermet:


video de Rapicienta

viernes, 3 de abril de 2009

LA CANCION DE MARIETTA

Brujas - Canal Rozenhoedkaai - Suraj Mathew

“Die Tote Stadt” (La ciudad muerta) es la ópera más famosa de las cinco que compuso Erich Wolfgang Korngold, y el pasaje conocido como “La canción de Marietta” su fragmento más popular.

Korngold fue un auténtico niño prodigio que estrenó su primera obra a los once años. Su estilo musical es inconfundible con ampulosas orquestaciones y una fuerza descriptiva casi cinematográfica.

De hecho, Korngold desarrolló gran parte de su carrera en Hollywood, convirtiéndose en un auténtico referente de la composición de bandas sonoras y en el músico que posiblemente más haya influido a los actuales compositores de música para el cine. Sus trabajos para “El sueño de una noche de verano” (1935), “Robin de los Bosques” (1938), “El Halcón del Mar” (1940) o "Entre dos mundos" (1944), son incuestionables obras maestras.

“Die Tote Stadt” desarrolla su acción en la ciudad belga de Brujas y se basa en la novela "Brujas, la muerta" de Georges Rodenbach. El libreto fue firmado por Paul Schott, en realidad un seudónimo del propio Erich y su padre Julius Korngold, reputado y temido crítico musical vienés, que prefirió ocultar su participación en la obra por miedo a la reacción que pudiesen adoptar sus colegas, vapuleados por él en otras ocasiones.

La antigua ciudad de Brujas, con sus viejas casas, sus canales, campanas e iglesias, se convierte en un símbolo de la muerte y del pasado, temas sobre los que gira toda la obra, en la cual Paul llora el reciente fallecimiento de su joven esposa Marie, apareciendo entonces Marietta, una bailarina con un asombroso parecido físico a la difunta. El final trágico previsto en la novela original es transmutado por los Korngold en el libreto, convirtiendo todo lo ocurrido en una ensoñación del protagonista.

Erich W.Korngold empezó a componer la música de esta ópera a los 19 años, comenzando precisamente por el fragmento "Glück das mir verblieb", conocido popularmente como “La canción de Marietta”. En ese momento de la obra, Paul entrega un laúd a Marietta, quien le dice que el instrumento precisaría de una canción. Así, Marietta comienza a entonar una vieja melodía que habla de amores fieles que deben morir, llevando a Paul al nostálgico recuerdo de su difunta esposa.

Dentro de la ópera realmente es un dúo entre soprano y tenor, pero la belleza de la pieza hace que sea habitual su interpretación en recitales y grabaciones por una soprano solista.

Hoy he querido traer aquí tres versiones muy diferentes de este hermosísimo fragmento.

En primer lugar podemos y ver escuchar la versión operística, con Angela Denoke y Torsten Kerl en la producción presentada en Estrasburgo en 2001:


video de kryltoppa

Seguidamente escuchamos la versión en concierto, con orquesta y soprano, en este caso Renée Fleming:


video de Onegin65

Y, por último, una curiosa y sugerente adaptación para voz, piano y cuarteto de cuerdas efectuada por Bengt Forsberg, habitual acompañante al piano de la genial mezzosoprano Anne Sofie Von Otter:


video de bendsito


LIED DER MARIETTA

Gluck, das mir verblieb,
Rück zu mir, mein treues Lieb.
Abend sinkt im Haag
Bist mir Licht und Tag.
Bange pochet Herz an Herz.
Hoffnung schwingt sich himmelwärts.
Wie wahr, ein traurig Lied.
Das Lied vom treuen Lieb,
Das sterben muß.
Ich kenne das Lied.
Ich hört es oft in jungen,
In Schöneren Tagen...
Es hat noch eine Strophe,
Weiß ich sie noch?
Naht auch Sorge trüb,
Rück zu mir, mein treues Lieb.
Neig dein blaß Gesicht,
Sterben trennt uns nicht.
Mußt du einmal von mir gehn,
Glaub, es gibt ein Auferstehn.

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LA CANCION DE MARIETTA

La alegría de antes
guarda el secreto de mi amor fiel.
La oscuridad apaga el día,
tú encenderás mi camino.
El miedo late en nuestros corazones
y la esperanza sube hacia el cielo.
Es en verdad una canción triste.
Es la canción de un verdadero amor
que pronto debe morir.
Conozco la canción.
La oí a menudo en mis días de juventud,
cuando era feliz...
Tiene otra estrofa.
¿Cómo era?
Los días jubilosos pueden huir,
pero tú, mi querido amor, quédate cerca de mí.
El tiempo pasará,
pero el verdadero amor se quedará.
Aunque nosotros tenemos que partir en el dolor,
en el más allá nos encontraremos de nuevo.
Traducción: María del Mar Huete 2003



miércoles, 18 de febrero de 2009

EDVARD GRIEG. CANCIONES

"Edvard Grieg acompañando a su esposa" - P.S. Krøyer (1898) - Nationalmuseet - Estocolmo.

La figura capital en la música escandinava, junto al finlandés Sibelius, es el noruego Edvard Grieg. Sus obras más populares, sin duda, son su celebérrimo Concierto para piano en La menor y las dos Suites “Peer Gynt”, compuestas éstas a partir de la música incidental creada para la obra literaria del mismo título del dramaturgo, también noruego, Henrik Ibsen.

Grieg fue un músico muy prolífico, pero fundamentalmente de pequeñas piezas para piano y ciclos de canciones. El propio compositor decía:

Bach y Beethoven han edificado en el cielo gigantescos templos y bellísimas catedrales. Yo he querido, sin embargo, construir viviendas para los hombres, simples viviendas en las cuales se sintiesen a gusto y felices”.

En este sentido, dentro de la obra de este miniaturista musical destacan sus ciclos de canciones, cuya principal inspiración, destinataria e intérprete fue la cantante Nina Hagerup, prima y esposa de Grieg.

La elegancia y lirismo de la música de Edvard Grieg se hace pura poesía en sus canciones, de aparente simplicidad, que constituyen pequeñas pero intensas obras maestras.

Hoy he querido traer algunas de estas canciones, todas ellas rebosantes del intimismo y exquisitez musical que caracteriza la obra del compositor noruego, buscando además que los intérpretes fueran escandinavos.

En primer lugar, podemos escuchar a la grandísima soprano sueca Birgit Nilsson interpretando la canción "En Svane" (Un cisne). Es la segunda de las seis canciones que componen la Opus 25 de Grieg, sobre poemas de Henrik Ibsen.


video de operazaile


La siguiente canción, “Veslemöy” (La muchacha), pertenece al ciclo de ocho canciones "Haugtussa", sobre poemas de Arne Garborg. La traigo aquí cantada por otra sueca, la excepcional mezzosoprano Anne Sofie Von Otter, acompañada al piano por Bengt Forsberg:





“Veslemöy” (La muchacha)
Es delgada, morena y dulce con rasgos puros,
Unos ojos hondos y grises y una forma de ser tranquila y soñadora.
Es como si un encanto estuviese sobre ella;
En sus movimientos y en sus palabras hay una paz silenciosa.
Por debajo de su frente bonita, brillan sus ojos como a través de una niebla;
Es como si su vista alcanzara lo más profundo de otro mundo.
Sólo su pecho se mueve pesado y con miedo y su boca tiembla.
Se estremece vulnerable y frágil.
También es preciosa y joven.


A continuación podemos oir "Vaaren" (La primavera), perteneciente al ciclo de doce canciones sobre poemas de Aasmund Olavson Vinje, que os presento cantada por la noruega Kirsten Flagstad, una de las grandes sopranos wagnerianas del pasado siglo, como Birgit Nilsson. Como curiosidad, "Vaaren" fue una de las canciones que interpretó la Flagstad en el concierto de su despedida en Londres el dia 7 de septiembre de 1957:



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Volvemos ahora a escuchar a Anne Sofie Von Otter, esta vez interpretando la hermosa canción "Med en Vandlilje" (Con un lirio de agua), que pertenece, como "En Svane", al ciclo de seis canciones sobre poemas de Henrik Ibsen:



video de zoologischergarten


Aquí tenemos de nuevo a Anne Sofie Von Otter, esta vez con la maravillosa “Jeg elsker dig” (Te quiero), con letra de Hans Christian Andersen, una de las primeras composiciones de Grieg, pero que es una muestra palpable de la madurez lírica del noruego.




"Jeg elsker Dig" (Te quiero)
Cada uno de mis pensamientos empieza por ti,
eres el primer amor de mi corazón,
te quiero como nadie ha querido en la Tierra,
te quiero ahora y por siempre.


Y aquí está la misma canción en la voz de otro sueco genial, el tenor Nicolai Gedda:


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Para finalizar, traigo la que posiblemente sea la canción más conocida de Grieg, "Solveigs Sang" (La canción de Solveig), que forma parte de la segunda Suite "Peer Gynt". En ella, Solveig expresa su fe en que su amado Peer, en esos momentos al otro lado del mundo, regresará a buscarla, aunque pase el invierno, desaparezca la primavera, y con el fin del verano termine el año. Y si acaso él ha muerto, seguirá esperándole allí.

Podemos escucharla en la voz de la joven soprano noruega Marita Solberg:


video de stolof

"Solveig sang" (La canción de Solveig)
El invierno y la primavera pueden marcharse,
y los días de verano pueden desaparecer, y el año puede morir.
Pero estoy segura de que un día volverás conmigo,
y por eso te esperaré fiel, como una vez te prometí.
Que Dios te proteja, allá donde tus pasos te lleven.
Que te consuele, si llegas hasta Él.
Aquí esperaré tu regreso sola.
Y si tú me esperas allá arriba,
Entonces allí nos encontraremos,
mi amor.