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martes, 3 de diciembre de 2013

HASTA SIEMPRE, FERNANDO

Últimamente no tengo el tiempo que yo quisiera dedicar al blog y no me prodigo mucho por aquí, pero el caso es que si la última entrada que hice la dedicaba a una despedida (la del maestro Mehta, que finalizaba su temporada en Valencia), hoy vuelvo a escribir para dar otro adiós, aunque éste definitivo y mucho más triste. Y es que me ha causado una profunda conmoción enterarme hace unas horas de la lamentable noticia del fallecimiento del músico y periodista Fernando Argenta (1945-2013).

Desde hace tiempo estoy bastante desconectado también de los informativos y de toda su catarata de deprimentes y manipuladas informaciones, así que no tenía ni idea de que Fernando Argenta estuviese gravemente enfermo, con lo que el impacto ha sido mayor.
  
Además de las influencias familiares o el ambiente educativo en el que nos hayamos podido desenvolver cada uno, estoy seguro de que, igual que ocurre en mi caso, hay muchísimas personas que le deben una parte muy importante de su amor a la música clásica al trabajo que este hombre hizo junto a su equipo durante muchísimos años al frente del programa Clásicos Populares. Los pocos conocimientos que pueda tener yo hoy y mi ilusión por compartir con los demás a través de este blog mi pasión por la música, se lo tengo que agradecer en gran medida a Fernando Argenta.

Han sido innumerables las horas que, día tras día, mientras estudiaba, he pasado junto a esos objetos de anticuario llamados transistor o radiocasete, disfrutando de mi cita diaria con Clásicos Populares y grabando toneladas de cintas vírgenes, que sólo Wotan sabe dónde pararán hoy, con los fragmentos musicales que más me gustaban, acercándome a obras y compositores de los que no había oído hablar hasta entonces, pero que, gracias al buen hacer de Argenta, pasaban desde ese instante a tener un lugar importante en mi discoteca y a ser objeto de búsqueda e investigación para saber más sobre ellos.

Él fue quien me convirtió, por ejemplo, en un apasionado incondicional de Gustav Mahler, a quien hasta aquellos momentos yo consideraba poco menos que un plasta incomprensible con momentos cursis como el de Muerte en Venecia. Precisamente, gracias a un fragmento de la 4ª Sinfonía de Gustav Mahler, su tercer movimiento (Ruhevoll, poco Adagio), gané en una ocasión un concurso en el programa y me llegó a casa un vinilo de música de Gluck que todavía conservo como un tesoro.


video de Peter Calvache

Siempre me maravilló de Fernando su capacidad para transmitir el mensaje al radioyente de forma sencilla, comprensible y divertida, con lo que lograba que la información se te quedase grabada y tuvieses más interés por conocer y averiguar nuevas cosas. Me encantaba ver su programa televisivo El Conciertazo y fijarme en los rostros concentrados y emocionados de los niños y niñas a los que acercaba a la música clásica con una habilidad envidiable.

Otra de las cosas que siempre admiré de él fue el amor y la lealtad a la figura de su padre, el gran director cántabro Ataúlfo Argenta (1913-1958), una de las personalidades musicales españolas más relevantes del siglo pasado y al que, lamentablemente, como suele ser habitual en este país, se tiene demasiado en el olvido. Baste decir que este año se ha cumplido el centenario de su nacimiento y apenas se ha hablado de él en los medios especializados; o que hasta el fin de semana pasado no se decidió dar su nombre a una calle de Santander, hasta entonces rotulada con el simpático nombre de General Mola, un edificante personaje, sin duda.

Nunca tuve la suerte de conocer personalmente a Fernando Argenta, pero estoy convencido de que era tan buen tipo como parecía ser. Él también padeció en los últimos años la ignorancia, la injusticia y el maltrato, siendo apartado de RTVE junto con otro puñado de ilustres viejos y desapareciendo para siempre el programa Clásicos Populares, y lo peor que salió de su boca era que tenía “sentimientos contrapuestos”.

Espero que estos días se oiga mucho más sobre toda su trayectoria vital y profesional. Yo, simplemente, quería dedicarle un humilde, emocionado y sentido recuerdo agradecido.

Buen viaje, Fernando. Gracias por haberme dado tantos momentos de felicidad y haber consolidado mi amor por la música clásica que, estoy convencido, me ha ayudado a ser mejor persona. Te vamos a echar mucho de menos por aquí, pero tu recuerdo seguirá siendo un ejemplo para todos nosotros.

Eso sí, no quiero ni pensar la que vas a liar por ahí arriba en compañía del cura pelirrojo, el sordo genial o el viejo peluca… De este último, por ejemplo, siempre recordaré que contabas que cada vez que escuchabas el “Erbarme dich, mein Gott”, de La Pasión según San Mateo, no podías evitar que se te saltasen las lágrimas. Hoy has sido tú quien ha hecho que brotasen las mías. Hasta siempre, maestro.


video de thehappymonkey


miércoles, 24 de febrero de 2010

"PHIDYLÉ" de HENRI DUPARC

La Ninfa de la Fuente - Lucas Cranach, el viejo - Museo Thyssen Bornemisza - Madrid

El compositor francés Henri Duparc, quien fue calificado por César Franck como «el más dotado de mis discípulos» (suponemos que se refería al ámbito musical), estrenaba en 1889 la mélodie titulada "Phidylé", compuesta años atrás (1882) sobre unos versos de Leconte de Lisle (de sus "Poemas Antiguos").

Se trata de una hermosísima página para voz y piano (aunque entre 1891 y 1892, elaboraría una nueva versión para orquesta) que Duparc dedicó a su colega Ernest Chausson y que he decidido traer hoy al blog.

Duparc consigue mostrar en esta pequeña pieza todo su potencial compositivo en el ámbito de la mélodie, donde fue un auténtico maestro en el arte de unir, con sofisticada elegancia, música y poesía, mostrando una innata capacidad para extraer la atmósfera y el sentimiento del poema, y conseguir transmitirlo a través de la música.

Desafortunadamente para nosotros su producción fue muy pequeña (apenas 17 mélodies), sin embargo se puede afirmar que Duparc es el compositor que dota definitivamente a la mélodie francesa de un carácter propio, donde la música deja de ser un mero acompañante de la voz para convertirse en un intérprete más del sentido del texto poético.

"Phidylé" es una pieza llena de pasión, ternura, melancolía y sensibilidad, en la que nos describe, con una belleza estremecedora, toda la serenidad de un cuadro pastoral donde la placidez de la naturaleza acoge el sueño de la amada, evolucionando musicalmente hacia un clímax final, lleno de colorido, en el que el despertar de aquélla no es más que el simbólico despertar al amor.

A continuación podemos escuchar "Phydilé" en su versión orquestada e interpretada por la genial mezzosoprano Janet Baker:


video de MrRobuso

L’herbe est molle au sommeil sous les frais peupliers,
aux pentes des sources moussues,
qui dans les prés en fleur germant par mille issues,
se perdent sous les noirs halliers.

Repose, o Phidylé!. Midi sur les feuillages
rayonne et t’invite au sommeil.
Par le trèfle et le thym, seules, en plein soleil,
chantent les abeilles volages.

Un chaud parfum circule au détour des sentiers,
la rouge fleur des blés s’incline,
et les oiseaux, rasant de l’aile la coline,
cherchent l’ombre des églantiers.

Mais, quand l’astre incliné sur sa courbe éclatante,
verra ses ardeurs s’apaiser,
que ton plus beau sourire et ton meilleur baiser
me récompensent de l’attente!

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La hierba está blanda y duerme bajo los álamos frescos
en las pendientes de fuentes musgosas
que, en las praderas en flor, brotan en mil riachuelos
y se pierden bajo oscuros matorrales.

Reposa, ¡oh, Phidyle!. El sol de mediodía sobre el follaje
resplandece y te invita al sueño.
Entre el trébol y el tomillo sólo las abejas, a pleno sol,
cantan y revolotean.

Un cálido perfume se propaga a través de los senderos,
la roja flor del trigal se inclina,
y los pájaros, rozando con sus alas la colina,
buscan la sombra de los rosales silvestres.

Pero, cuando el astro inclinado sobre su curva resplandeciente,
vea apaciguarse sus ardores,
¡que tu más bella sonrisa y tu mejor beso
me recompensen la espera!

domingo, 21 de febrero de 2010

¿QUIÉN ES SILVIA?


"An Sylvia" es una de las piezas vocales más conocidas de las compuestas por Franz Schubert. Fue escrita en 1826, con texto de Eduard von Bauenfeld, quien tradujo al alemán la canción que aparecía en la escena 2, del Acto IV, de “Los dos hidalgos de Verona”, de William Shakespeare.

Este lied fue dedicado por Schubert a Marie Pachler, una pianista amante de las artes, en cuya casa de Graz siempre tenían cobijo artistas de todos los campos, entre ellos Franz Schubert.

He decidido traer cuatro versiones diferentes de este lied para poder escucharlo cantado por barítono, tenor, soprano y mezzosoprano.

Vamos a escucharlo, en primer lugar, en su versión original en alemán y en la voz del barítono Matthias Goerne:



Seguidamente, lo escuchamos de nuevo en alemán y por una voz masculina, pero en esta ocasión de un tenor, el genial Fritz Wunderlich:



A continuación podemos escuchar su versión para soprano en la voz de la irrepetible Elizabeth Schwarzkopf:



Y por último, es una mezzosoprano, Janet Baker, quien nos trae, esta vez en inglés, su versión del “Who is Sylvia”, acompañada al piano por Murray Perahia, en la Royal Opera House londinense:



Aquí os dejo el texto en inglés. No he encontrado ninguna traducción que le haga justicia, así que si alguien se anima a aportarla será bienvenida.

Who is Silvia?, what is she?, 
that all our swains commend her, holy fair and wise is she,
 the heavens such grace did lend her, that adored she might be.
 Is she kind, as she is fair?
 For beauty lives with kindness to her eyes love doth repair,
 to help him of his blindness, and being help’d inhabits there.
 Then to Silvia let us sing, that Silvia is excelling.
 She excels each mortal thing upon the dull earth dwelling,
 to her garlands let us bring.

Permitidme que dedique esta entrada a una Silvia muy importante para mí que hoy cumple 5 años. Felicidades, sobrina.

lunes, 28 de diciembre de 2009

EL BLOG DE ATTICUS CUMPLE UN AÑO


Pues eso. El tiempo pasa volando y a veces cantando.

Parece que fue ayer mismo cuando inicié esta aventura, sin ningún objetivo más que poner en común algunas de las cosas que me gustaban con aquellos que estuvieran dispuestos a pasarse por aquí. Nunca ha sido mi pretensión sentar cátedra ni enseñar a nadie, sino únicamente decir lo que pensaba y, sobre todo, estar abierto a aprender de quienes por aquí vinieran a intercambiar impresiones.

Un año después, quiero daros las gracias a todos cuantos visitáis este blog. Tanto a aquellos que lo hacéis anónimamente, perdiendo vuestro tiempo leyendo las tonterías que escribo, como a quienes además dejáis esos comentarios que tanto agradezco encontrar y que casi siempre me ayudan a saber más y a conocer otros puntos de vista aunque sean radicalmente distintos de los míos.

A algunos de vosotros ya os conocía y a otros he tenido la suerte de conoceros personalmente gracias al blog, y os puedo asegurar que si a algo le estoy agradecido a este espacio es precisamente el que me haya permitido entablar contacto con unas excelentes personas a quienes hoy tengo la suerte de poder considerar amigas mías.

Así que, lo dicho, muchas gracias a todos los que por aquí pasáis, pues vosotros sois la razón de ser del blog de Atticus. Bueno, vosotros y su madrina, mi querida Helga Schmidt, quien, como no podía ser menos, no ha querido perder la ocasión de felicitaros en este primer aniversario.

Yo os dejo con uno de mis compositores de cabecera, Richard Strauss, y su bellísimo Lied, “Morgen!” (mañana), compuesto sobre un texto del poeta John Henry Mackay, en la voz de Janet Baker:


video de Gabba02

Und morgen wird die Sonne wieder scheinen
Und auf dem Wege, den ich gehen werde,
Wird uns, die Glücklichen, sie wieder einen
Inmitten dieser sonnenatmenden Erde

Und zu dem Strand, dem weiten, wogenblauen,
Werden wir still und langsam niedersteigen,
Stumm werden wir uns in die Augen schauen,
Und auf uns sinkt des Glückes stummes Schweigen…
-----------------
Y mañana brillará de nuevo el sol,
y por el sendero que recorreremos
la felicidad de nuevo nos envolverá
en el seno de esta tierra embriagada de sol…

Y hacia la extensa playa de olas azuladas
descenderemos lentamente en silencio,
mudos nos miraremos a los ojos
y sobre nosotros caerá el silencio de la felicidad…

(traducción de Kareol)

martes, 1 de diciembre de 2009

MAURICE RAVEL: "La Flûte Enchantée"

"Leila" - Sir Frank Dicksee - 1892

Vuelvo a hacer hoy otra breve incursión en el campo de la mélodie, esta vez de la mano del gran compositor francés Maurice Ravel, quien, curiosamente, a diferencia de Fauré, Debussy o Poulenc, no tuvo en el campo de la mélodie una actividad especialmente prolífica, lo que no quiere decir que no encontremos en su bagaje compositivo piezas vocales que son auténticas perlas rebosantes de belleza.

Precisamente, una de las primeras obras orquestales de importancia de Ravel fue el ciclo de tres canciones titulado “Shéhérazade”, que compuso en 1903 sobre poemas de Tristan Klingsor, seudónimo (wagneriano donde los haya) de su amigo el poeta, músico, pintor y crítico de arte Léon Leclère.

Ravel confesó haber sentido desde muy niño una poderosa fascinación por el mundo oriental, y ya en 1898 escribió la obertura “Shéhérazade: ouverture de féerie" que estaba destinada a constituir la introducción de una futura ópera sobre el mundo de “Las mil y una noches” que nunca llegó a materializarse.

En 1903 seleccionó tres de los poemas de Leclère (“Asie”, “La flûte enchantée” y “L’indifferent”) y les puso música, reciclando parte de la que esbozó para aquella ópera inconclusa.

En esta composición de Ravel se percibe ya la brillantez orquestal que caracteriza su obra, apreciándose claras conexiones con Debussy y la tendencia orientalista de maestros rusos como Rimsky Korsakov, aunque haciendo gala de esas armonías tan peculiares de Ravel que, como decía Emile Vuillermoz, constituían sus “huellas dactilares”.

El ciclo “Shéhérazade”, para voz y orquesta, se estrenó el 17 de mayo de 1904. La segunda canción del mismo, “La flûte enchantée” (La flauta encantada), nos presenta a una esclava prisionera que escucha a lo lejos el sonido de una flauta y encuentra, en la belleza y matices de esas notas, el recuerdo de un amor acariciando su mejilla. Ravel nos ofrece en este breve fragmento toda la intensidad de un momento fugaz de felicidad, esperanza y melancolía, logrando una perfecta simbiosis entre música y poesía.


L’ombre est douce et mon maître dort
Coiffé d’un bonnet conique de soie,
Et son long nez jaune en sa barbe blanche.
Mais moi, je suis éveillée encor
Et j’écoute au dehors
Une chanson de flûte où s’épanche
Tour à tour la tristesse ou la joie.
Un air tour à tour langoureux ou frivole
Que mon amoureux chéri joue,
Et quand je m’approche de la croisée,
Il me semble que chaque note s’envole
De la flûte vers ma joue
Comme un mystérieux baiser.

La oscuridad es tenue y mi amo duerme
tocado con un bonete cónico de seda
y su larga nariz amarillenta en su barba blanca.
Pero yo aún estoy despierta
y escucho en el exterior
la canción de una flauta que se desborda
alternativamente en alegría o tristeza.
Una melodía por momentos lánguida o frívola
que mi querido enamorado toca,
y cuando me acerco a la ventana,
me parece que cada nota vuela
desde la flauta a mi mejilla
como un misterioso beso.

En primer lugar, podemos escuchar la versión de este fragmento en la voz de la mezzosoprano sueca Anne-Sofie Von Otter, acompañada por The Cleveland Orchestra bajo la dirección de Pierre Boulez:


video de MrRobuso

A continuación, escuchamos la extraordinaria voz de Dame Janet Baker, acompañada por Sir John Barbirolli dirigiendo la New Philharmonia Orchestra:


video de alejita1679

Y, por último, aquí tenemos a la soprano francesa Régine Crespin en una interpretación de este fragmento difícilmente superable por belleza de voz, musicalidad y perfecta dicción. Está acompañada por la Orquesta Suisse Romande, dirigida por Ernest Ansermet:


video de Rapicienta