Muerte y Vida – Gustav Klimt – 1916 – Colección del Dr. Rudolph Leopold - Viena
La incertidumbre sigue envolviendo el futuro del Palau de les Arts (además de la red de protección con la que están cubriendo el edificio) y todos los días surgen nuevas noticias en este tétrico sainete que está viviendo la ópera en Valencia estos últimos meses.
Algunas informaciones aparecen rebosantes de falsa euforia propagandística, como la venta que está haciendo la Generalitat del hecho de que Pepe Gotera Calatrava y sus boys hayan accedido a correr con los gastos de la reparación de la millonaria chapuza; otras rezuman populismo pueblerino y barato, como esa voluntad manifestada por la Consellera Catalá de que el próximo director musical de Les Arts y titular de la Orquesta de la Comunitat Valenciana, tenga que ser necesariamente valenciano y joven (sólo le ha faltado añadir: y buen mozo y de Torrent); y alguna otra, que posiblemente sea más responsabilidad de Plácido Domingo que de la tropa culturartsista, pero que alcanza tal nivel de surrealismo que, o uno se lo toma a broma, o se deprime para siempre, como el anuncio de que la Manon Lescaut que no va a poder representarse en la fecha prevista, será grabada en CD con Domingo dirigiendo la orquesta y Andrea Bocelli como Des Grieux… En cuanto se entere Francisco, se apunta a estrenarla en otoño, con María Abradelo de protagonista.
Respecto a la reapertura del teatro y la reanudación de la temporada, todo indica que podría normalizarse la situación para el estreno de L’Italiana in Algeri, el 23 de febrero, pero, tal y como están las cosas, aquí seguro no hay nada. Y en cuanto a las perspectivas de futuro, si Bocelli y los directores jóvenes valencianos impuestos por decreto ley son una pista, apañados vamos.
De todas formas, con el poco tiempo del que dispongo últimamente para alimentar algo el blog, me apetece muy poco dedicar este espacio a tener que comentar las desgracias que nos asolan, y casi prefiero compartir un poco de música.
La última entrada que hice estaba dedicada a la noche de reyes, y hoy voy a volver a hablar de una Noche de Reyes, aunque en este caso se trata de la comedia del mismo título (bueno, en realidad el título original es Twelfth Night) escrita por William Shakespeare. Y es que, precisamente a esa obra, en concreto a la escena 4 del acto II, pertenecen los versos de la canción Come away, death, que canta el personaje de Feste y es la que quería que protagonizase hoy el blog.
Ya en alguna ocasión he comentado las versiones que diferentes compositores han hecho de un mismo texto. Y de eso va también hoy la cosa. Estos versos de Shakespeare no es que sean precisamente la alegría de la huerta, pero las adaptaciones musicales que se han hecho de los mismos me parecen realmente interesantes.
Aléjate, aléjate, muerte,
y bajo un lúgubre ciprés déjame yacer;
vuela lejos, vuela lejos, aliento;
una cruel dama me está asesinando.
Mi mortaja blanca, clavada con tejo
¡Oh, prepararla!
Mi sentido de la muerte, nadie lo compartía
con tanta verdad.
Ni una flor, ni una sola delicada flor,
se esparza en mi oscuro féretro;
ni un solo amigo, que ningún amigo acoja
mi mísero cadáver, en dónde mis huesos serán arrojados.
Mil, mil suspiros que ahorrarse.
Dejadme, oh donde
ningún triste amante pueda encontrar mi sepultura,
¡para sollozar sobre ella!
Han sido numerosos los músicos, especialmente ingleses, que se han inspirado en estos versos para componer una canción. Hoy os propongo escuchar a tres de ellos.
A algunas canciones del inglés Roger Quilter (1877-1953), interpretadas por Kathleen Ferrier, ya les dediqué en su día un post. Quilter es hoy conocido fundamentalmente por su repertorio de canciones, de las que llegó a escribir más de un centenar, alcanzando gran popularidad entre el público gracias a las emisiones radiofónicas. La crítica y algunos colegas no fueron tan amables con él, pues su música fue tildada de folklórica y sujeta a cánones pasados de moda, en unos años en los que las vanguardias caminaban claramente por derroteros mucho más innovadores.
Come away, death es la primera de las canciones que integran su opus 6, Three Shakespeare Songs (1905), constituyendo la primera composición que hizo Quilter basada en textos de William Shakespeare, aunque luego vendrían muchas más. Podemos escuchar esta hermosa canción de Quilter en la, siempre elegante, versión del tenor Ian Bostridge, acompañado al piano por Julius Drake:
Tampoco es la primera vez que visita el blog Erich Wolfgang Korngold (1897-1957), un compositor por el que tengo debilidad, tanto en el campo de las bandas sonoras, como de la creación operística o en sus incursiones en el terreno del lied. Al igual que Quilter, Korngold también fue cuestionado por componer siguiendo unos cánones melódicos que se consideraban demasiado clásicos en la Viena de comienzos del siglo XX.
En 1929 trabó amistad con el escenógrafo Max Reinhardt quien le convenció para que, cinco años después, se trasladase a Hollywood, donde se encargaría de la banda sonora de El sueño de una noche de verano, película que dirigió Reinhardt junto a William Dieterle. En los años siguientes realizó esporádicas visitas a Europa, pero, ante la convulsa situación política que se vivía en Austria tras la anexión alemana, y dada su condición de judío, decidió permanecer trabajando en Estados Unidos, donde se centró en la composición de música para el cine, a excepción de alguna colección de lieder. Entre ellas está el ciclo Songs of the clown, su opus 29, integrado por cinco lieder que recogen los textos que canta el personaje de Feste en la Noche de Reyes de Shakespeare, siendo el primero de ellos Come away, death.
Aquí podemos escuchar la lectura que hace Korngold de Come away, death, en la voz de la mezzosoprano Angelika Kirchschlager acompañada al piano por Helmut Deutsch:
video de MrRobuso
video de MrRobuso
Yo conocí al compositor inglés Gerald Finzi (1901-1956) gracias a una entrada que le dedicó Titus en su blog y a un CD que me hizo llegar con una grabación de varias de sus obras y que desde entonces escuchó con asiduidad. Como no podía ser de otro modo, también a Finzi le reprocharon que su obra se moviera dentro de unas líneas clásicas que se consideraban anticuadas. Comenzó a despuntar en el panorama musical de su país a raíz de la composición de una pequeña obra orquestal, A Severn Rhapsody (1923), demostrando que prefería seguir la estela de compositores como Parry, Elgar o Vaughan Williams, con partituras de carácter pastoril y amablemente melódicas, que aventurándose en propuestas más innovadoras y arriesgadas.
Su maestría en la composición de canciones hoy no se discute y la belleza de sus creaciones le ha colocado en el lugar que siempre mereció. Entre sus piezas más conocidas se encuentra el ciclo Let us garlands bring, en el que reúne cinco canciones sobre textos de William Shakespeare que compuso entre 1929 y 1942. La primera de ellas es Come away, death, posiblemente la más popular de todas, y con la que finalizo esta entrada de hoy animándoos a que dediquéis cuatro minutejos a escuchar esta exquisita muestra del buen hacer de Finzi, con la voz del barítono galés Bryn Terfel acompañado por el piano de Malcolm Martineau:
video de Paula Swafford
video de Paula Swafford