
Piotr Beczala y Anna Netrebko - "Romeo y Julieta" - Festival de Salzburgo 2010
Tras las intensas emociones de la noche anterior con “Elektra”, me dispuse a vivir mi segunda y última jornada de ópera en el Festival de Salzburgo. En esta ocasión
se trataba de “Romeo y Julieta” de Charles Gounod. No es que sea una de mis óperas favoritas, pero lo que me atraía era la posibilidad de poder escuchar por fin en directo a Anna Netrebko después de algunos intentos fallidos, y si para ello tenía que pasar por un “Romeo”, no había problema, y menos aún en Salzburgo, donde hubiese estado dispuesto a tragarme hasta un Elisir donizettiano, que ya es decir.
Al llegar a la calle de los Festivales observé que el ambiente era ligeramente distinto al día anterior. Más joyas, más gente presuntamente famosa que era parada por
fotógrafos de prensa y, sobre todo, muchísimas más personas con el típico cartelito: “Suche Karte” (busco entrada). Alguno de los cuales estaba posteriormente en el interior de la sala, con lo cual supongo que consiguió su objetivo. Según leí después en la prensa local parece que en el día del estreno de este “Romeo” se pagaban en reventa unos 1.000 euros por una localidad, lo que pone de manifiesto, aparte de la incorregible estulticia de algunas personas, el tirón popular que tiene Anna Netrebko.
Esta vez la representación tenía lugar en la Felsenreitschule, antigua escuela de equitación, y que constituye uno de los más emblemáticos recintos del Festival. Aquí se vienen representando espectáculos desde los primeros años del Festival de Salzburgo, y los
seguidores de los musicales de Rodgers y Hammerstein lo conocemos bien gracias a la película “The sound of music” (en Ejpaña, que somos más chulos, “Sonrisas y Lágrimas”). Realmente impresiona ver este inmenso escenario de anchura inacabable, con sus características arcadas de fondo en 3 pisos, que lo primero que te hace pensar es que los cantantes que no tengan una voz de gran volumen se las van a ver negras para conseguir proyectar adecuadamente. Pero, al menos en este caso, la pareja protagonista lo consiguió con creces.

La producción presentada es la reposición de la que ya pudo verse en el Festival en 2008 y que fue posteriormente editada en DVD. Preparada en aquella ocasión para reunir de nuevo a la mediática pareja Villazón-Netrebko, el embarazo de ésta frustró las previsiones, aunque lanzó a la fama a su sustituta, la georgiana Nino Machaidze. Este año se ha llevado de nuevo la producción al Festival con la presencia, esta vez sí, de Anna Netrebko, y, en lugar de Villazón, el tenor polaco Piotr Beczala.
La dirección escénica ya conocida de Bartlett Sher es vistosa, colorida y muy clásica. No aporta absolutamente nada, pero tampoco
llega a molestar. Es muy “americana”, con una estética y planteamiento muy de comedia musical. De hecho, Bartlett Sher ganó en 2008 un premio Tony, como mejor director de un musical, por “South Pacific” en Broadway. Pero, como decía, a mí al menos no me molestó y la puesta en escena es eficaz como mero entretenimiento visual, sabiendo aprovechar el enorme espacio escénico. Incluso parece que a veces se le quedase pequeño, pues hubo varios momentos en los que se decidió desarrollar la acción por los pasillos de platea (un error desde mi punto de vista).
Las coreografías ideadas por BH Barry para las luchas a espada estuvieron bastante bien resueltas y se notaba un trabajo serio de preparación de los cantantes, no quedando, como suele ser habitual, de función fin de curso o filà de moros y cristianos.
Yannick Nézet-Séguin se encargó de la dirección
musical, al frente de la Orquesta del Mozarteum. El quebequés debutó en el Festival en 2008 dirigiendo precisamente esta producción de “Romeo y Julieta”. Siempre vehemente en el pódium, su dirección resultó apasionada y llena de ímpetu, sin descuidar los matices más emotivos y la elegancia inherente al repertorio. En el preludio del segundo acto hizo brillar especialmente a una orquesta que mostró durante toda la obra una impecable conjunción y musicalidad, como también lo hizo el Coro de la Ópera de Viena.
La belleza de la voz de Anna Netrebko hace mucho tiempo que me conquistó. Independientemente de la mercadotecnia que siempre acompaña al personaje y de las aventuras profesionales más o menos acertadas que en
algún momento ha podido acometer, lo cierto es que esta mujer posee una de las voces más privilegiadas del panorama actual. Pero realmente hasta que no se escucha una voz en directo no se pueden calibrar sus auténticas cualidades. Yo llevaba ya mucho tiempo intentando conseguirlo y la verdad es que esta vez tenía cierto temor a salir desilusionado o a que las condiciones actuales de la rusa no fueran ya las más idóneas. Pero, afortunadamente, no fue así y la experiencia de escuchar y ver a Anna Netrebko sobre la escena supero todas mis expectativas, y estuvo auténticamente radiante.
La cosa sin embargo no empezó del todo bien y en su primera intervención estuvo bastante insegura sin acabar de controlar la emisión de la voz,
pero cuando llegó al “Je veux vivre” el torrente vocal fluyó seguro y cristalino consiguiendo una interpretación de gran calibre. Las agilidades siguen siendo uno de los caballos de batalla de Netrebko, pero resolvió la papeleta con encomiable corrección, ayudada también por el tempo impuesto por Nézet-Séguin.
Otro de los habituales reproches que se le suelen hacer es su mala dicción francesa, y he de decir que en este aspecto ha mejorado muy notablemente. No es que la chica sea Régine Crespin, pero no chirría tanto su escucha como hace años.
A partir del segundo acto, donde sus características vocales se adaptaban mejor a la partitura, las prestaciones de la cantante alcanzaron su punto máximo, sabiendo transmitir perfectamente la evolución del personaje. El momento más importante de la tarde vino sin duda con la extraordinaria aria de la poción “Viens! viens! Amour, ranime mon courage” que nos brindó Netrebko, dando una auténtica exhibición de canto, fuerza, matices y emoción, que arrancó el espontaneo aplauso del público y numerosos bravos que se mantuvieron durante largos instantes.
Creo que Juliette es un papel que se le queda ya pequeño a sus condiciones
actuales, que reclaman roles de mayor envergadura, pero daba igual. La magia y carisma que desprende Anna Netrebko con su mera presencia es inigualable. Nada más salir a escena su imagen magnetiza todas las miradas. Es como aquellas actrices de cine clásico que con una simple caída de ojos llenaban la pantalla. Además su comportamiento actoral es inmejorable, lo que unido a la mayúscula expresividad que despliega con su canto, hace de la experiencia de asistir a su interpretación un acontecimiento inolvidable.
La belleza de su voz en directo se acentúa, y esa oscura suntuosidad que la
caracteriza se extiende homogéneamente, abrazando al espectador e inundándole de belleza sonora. Y no sólo canta con belleza, sino que además emociona. Y lo hace consiguiendo desplegar una paleta de matices casi imposible, llegando desde los pianísimos y filados más exquisitos, desbordados de lirismo, hasta los arrebatados momentos cargados de fuerza y pasión en que despliega toda su exuberancia vocal y el volumen hace que se estremezcan los cimientos del teatro. Y todo ello además lo lleva a cabo con una apariencia de facilidad casi insultante para el resto de los mortales.
Como decía antes, al final la experiencia no sólo valió la pena, sino que superó mis expectativas, y escuchar a Anna Netrebko en directo es algo que recomiendo a todos los amantes de la ópera, incluso a aquellos que puedan ser más críticos o escépticos respecto a la cantante. Creo que no les defraudará.
A Piotr Beczala pude escucharle en directo el año pasado en Viena, también cantando Gounod (en aquella ocasión “Fausto”), y he observado respecto a entonces dos circunstancias que han cambiado para mejor: su dicción francesa, y,
sin ser un volcán de pasión, ha mejorado también notablemente en expresividad tanto actoral como vocal. Su comportamiento escénico fue impecable y su dominio de la técnica es espectacular. Exhibió una exquisita musicalidad, homogeneidad y adecuación al género, sin brusquedades ni los histrionismos efectistas de algún antecesor en estas tablas. No capó ni un solo agudo, y en todo momento estuvo valiente, encarando por derecho los escollos de la partitura. Sigue teniendo la peculiaridad de que en los sobreagudos la voz tiende a irse hacia atrás, pero su emisión es limpia y segurísima, mostrando una luminosidad deslumbrante. Su fraseo es impoluto y se marcó algunos pianísimos de ensueño. Un estupendo Romeo.
El resto del reparto estuvo correcto en general, destacando Mikhail Petrenko, que fue un meritorio Fray Lorenzo, luciendo una emisión llena de prestancia y empaque. Su “Entends ma prière fervente” fue más que notable.
Nada más sonar el último acorde, la respuesta del público, que llenaba por completo las más de 1.400 localidades de la Felsenreitschule, fue exultante. Una gran
ovación para todos los intervinientes que se convertía en atronadora tempestad de bravos para la pareja protagonista. Muy largos minutos de aplausos que obligaron a salir a saludar al elenco reiteradamente, incluso después de encendidas las luces y retirada ya la orquesta. Pese a que Beczala animaba a Netrebko a recibir en solitario su ovación, ella cogió la mano del tenor y le obligó a compartir con ella todo el tiempo los calurosísimos aplausos.
Al haber comenzado la función a las 3 de la tarde, cuando salimos todavía no había anochecido, y como además no llovía decidí acercarme a ver el ambientillo que había por la puerta de salida de artistas. Para lo que suele ser habitual cuando canta una artista tan mediática como Anna Netrebko, no había demasiada gente, unas 30 personas. Eso sí, allí estaba un curioso sujeto (ver foto) al que ya me he
encontrado dos veces en la stage door del ROH de Londres, otra en la Opéra Bastille parisina y ahora en Salzburg. A modo de “dónde está Wally” no hay puerta de artistas europea que no cuente con la presencia en primera fila de este individuo entradito en carnes, francoparlante, siempre con gafas de sol aunque sea noche cerrada y siempre acompañado de su madre, la cual siempre lleva, aunque sea agosto, una gabardina blanca no precisamente recién estrenada. Tienen, sobre todo la mami, una habilidad innata para colocarse en primera fila y sortear a las hordas de fans, con grácil manejo del hincamiento de codos en higadillos, siendo los primeros en dar la vara al cantante de turno y haciéndoles firmar hasta las fotos de la Comunión. Ya me diréis si os suena.
Muy pronto salió Anna Netrebko acompañada de su pareja, el barítono uruguayo Erwin Schrott, quien el día anterior había obtenido un importante
éxito en el Festival como Leporello. Mientras ella atendía amablemente a mami Wally y al resto de admiradores, yo aproveché para acercarme a Schrott y conversar con él unos instantes. Cuando supo que veníamos de Valencia le faltó tiempo para contarnos que están pensando en venirse a vivir a Valencia o hacia la zona de Jávea, donde han estado viendo algunas casas, y que el único problema es que Anna dice que está un poco lejos de todo, pero que no descartan trasladarse aquí porque les encanta esta parte de España. Me confirmó que vendrá
esta temporada a Les Arts como Dulcamara (omití prudentemente mi parecer acerca de L’Elisir) y le dije que ya nos veríamos por aquí. Luego me acerqué a Netrebko, a la que no dije nada de la conversación con Erwin no la fuéramos a liar, me limité a felicitarla y me di cuenta de que, aunque ganó peso tras el embarazo, está menos oronda de lo que parece en algunas fotografías. Al grito de “Erwin, andiamo!” la pareja se alejó caminando del teatro y podía seguirse su ruta por los aplausos con que les iban obsequiando la gente que estaba cenando en las terrazas de las calles próximas.

Posteriormente salió Beczala con quien también estuve charlando brevemente en universal idioma ciclista (un poco de todo mezcladillo) y que me dijo que cantará “Fausto” en el Liceu a principios de la próxima temporada, precisamente con Schrott de Mefistófeles.
Bueno, pues hasta aquí han llegado mis crónicas salzburguenses. Creo que me he extendido demasiado, pero quería dejar constancia de una experiencia francamente muy positiva y que espero poder repetir algún día.

De momento ya parece confirmarse que en el Festival de 2011 se repondrá la Trilogía Da Ponte de Mozart (“Las Bodas de Figaro”, “Cosí fan Tutte” y “Don Giovanni”) con la conocida y polémica dirección escénica de Claus Guth y dirección musical de Robin Ticciati, Marc Minkowski y Yannick Nézet-Séguin, respectivamente.
También se habla de tres nuevas producciones:
- “Macbeth” de Giuseppe Verdi, con dirección escénica de Peter Stein y musical de Riccardo Muti.
- “El caso Makropulos” de Janacek, con dirección escénica de Christian Marthaler y musical de Essa Pekka Salonen.
- Y “La mujer sin sombra” de Richard Strauss, con dirección escénica de Christof Loy y musical de Christian Thielemann, con un reparto del que podrían formar parte Anne Schwanewilms, Evelyn Herlitzius, Michaela Schuster, Stephen Gould y Wolgang Koch.
No pinta mal. Por si acaso, iremos ahorrando.

Al llegar a la calle de los Festivales observé que el ambiente era ligeramente distinto al día anterior. Más joyas, más gente presuntamente famosa que era parada por

Esta vez la representación tenía lugar en la Felsenreitschule, antigua escuela de equitación, y que constituye uno de los más emblemáticos recintos del Festival. Aquí se vienen representando espectáculos desde los primeros años del Festival de Salzburgo, y los


La producción presentada es la reposición de la que ya pudo verse en el Festival en 2008 y que fue posteriormente editada en DVD. Preparada en aquella ocasión para reunir de nuevo a la mediática pareja Villazón-Netrebko, el embarazo de ésta frustró las previsiones, aunque lanzó a la fama a su sustituta, la georgiana Nino Machaidze. Este año se ha llevado de nuevo la producción al Festival con la presencia, esta vez sí, de Anna Netrebko, y, en lugar de Villazón, el tenor polaco Piotr Beczala.
La dirección escénica ya conocida de Bartlett Sher es vistosa, colorida y muy clásica. No aporta absolutamente nada, pero tampoco

Las coreografías ideadas por BH Barry para las luchas a espada estuvieron bastante bien resueltas y se notaba un trabajo serio de preparación de los cantantes, no quedando, como suele ser habitual, de función fin de curso o filà de moros y cristianos.
Yannick Nézet-Séguin se encargó de la dirección

La belleza de la voz de Anna Netrebko hace mucho tiempo que me conquistó. Independientemente de la mercadotecnia que siempre acompaña al personaje y de las aventuras profesionales más o menos acertadas que en

La cosa sin embargo no empezó del todo bien y en su primera intervención estuvo bastante insegura sin acabar de controlar la emisión de la voz,

Otro de los habituales reproches que se le suelen hacer es su mala dicción francesa, y he de decir que en este aspecto ha mejorado muy notablemente. No es que la chica sea Régine Crespin, pero no chirría tanto su escucha como hace años.
A partir del segundo acto, donde sus características vocales se adaptaban mejor a la partitura, las prestaciones de la cantante alcanzaron su punto máximo, sabiendo transmitir perfectamente la evolución del personaje. El momento más importante de la tarde vino sin duda con la extraordinaria aria de la poción “Viens! viens! Amour, ranime mon courage” que nos brindó Netrebko, dando una auténtica exhibición de canto, fuerza, matices y emoción, que arrancó el espontaneo aplauso del público y numerosos bravos que se mantuvieron durante largos instantes.
Creo que Juliette es un papel que se le queda ya pequeño a sus condiciones

La belleza de su voz en directo se acentúa, y esa oscura suntuosidad que la

Como decía antes, al final la experiencia no sólo valió la pena, sino que superó mis expectativas, y escuchar a Anna Netrebko en directo es algo que recomiendo a todos los amantes de la ópera, incluso a aquellos que puedan ser más críticos o escépticos respecto a la cantante. Creo que no les defraudará.
A Piotr Beczala pude escucharle en directo el año pasado en Viena, también cantando Gounod (en aquella ocasión “Fausto”), y he observado respecto a entonces dos circunstancias que han cambiado para mejor: su dicción francesa, y,

El resto del reparto estuvo correcto en general, destacando Mikhail Petrenko, que fue un meritorio Fray Lorenzo, luciendo una emisión llena de prestancia y empaque. Su “Entends ma prière fervente” fue más que notable.
Nada más sonar el último acorde, la respuesta del público, que llenaba por completo las más de 1.400 localidades de la Felsenreitschule, fue exultante. Una gran

Al haber comenzado la función a las 3 de la tarde, cuando salimos todavía no había anochecido, y como además no llovía decidí acercarme a ver el ambientillo que había por la puerta de salida de artistas. Para lo que suele ser habitual cuando canta una artista tan mediática como Anna Netrebko, no había demasiada gente, unas 30 personas. Eso sí, allí estaba un curioso sujeto (ver foto) al que ya me he

Muy pronto salió Anna Netrebko acompañada de su pareja, el barítono uruguayo Erwin Schrott, quien el día anterior había obtenido un importante



Posteriormente salió Beczala con quien también estuve charlando brevemente en universal idioma ciclista (un poco de todo mezcladillo) y que me dijo que cantará “Fausto” en el Liceu a principios de la próxima temporada, precisamente con Schrott de Mefistófeles.
Bueno, pues hasta aquí han llegado mis crónicas salzburguenses. Creo que me he extendido demasiado, pero quería dejar constancia de una experiencia francamente muy positiva y que espero poder repetir algún día.

De momento ya parece confirmarse que en el Festival de 2011 se repondrá la Trilogía Da Ponte de Mozart (“Las Bodas de Figaro”, “Cosí fan Tutte” y “Don Giovanni”) con la conocida y polémica dirección escénica de Claus Guth y dirección musical de Robin Ticciati, Marc Minkowski y Yannick Nézet-Séguin, respectivamente.
También se habla de tres nuevas producciones:
- “Macbeth” de Giuseppe Verdi, con dirección escénica de Peter Stein y musical de Riccardo Muti.
- “El caso Makropulos” de Janacek, con dirección escénica de Christian Marthaler y musical de Essa Pekka Salonen.
- Y “La mujer sin sombra” de Richard Strauss, con dirección escénica de Christof Loy y musical de Christian Thielemann, con un reparto del que podrían formar parte Anne Schwanewilms, Evelyn Herlitzius, Michaela Schuster, Stephen Gould y Wolgang Koch.
No pinta mal. Por si acaso, iremos ahorrando.