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viernes, 13 de abril de 2012

DANDO RESPUESTA A BÚSQUEDAS FALLIDAS - 3ª PARTE


Vuelvo a retomar esta serie de entradas que tenía un poco abandonadas (podéis ver las anteriores aquí y aquí), dedicadas a intentar dar respuesta a esas cosas extrañas que la gente se pone a buscar por internet y que, por incomprensibles motivos, acaban recalando en este blog sin poder obtener respuesta.

Como sabéis, una de las posibilidades que tenemos los administradores de un blog es conocer qué buscaban nuestros visitantes (o sea, qué han escrito en Google) para acabar llegando aquí. Y en muchas ocasiones la sorpresa es mayúscula, porque la búsqueda no tiene nada que ver con el contenido del blog, con lo que es imposible que el visitante encuentre lo que quería, por lo que quedará frustrado e igual no vuelve más.

Así que como aquí estamos para intentar que nadie se vaya triste, y además por hacer el bobo que no quede, un día me dio por ir recopilando las búsquedas que más me llamaban la atención y, de vez en cuando, hacer una entrada en el blog procurando dar respuesta a aquello que se buscaba, confiando en que los frustrados visitantes puedan ver por fin sus expectativas cumplidas si es que vuelven por aquí. Al menos en parte, porque en ocasiones es realmente complicado saber qué narices buscaba en internet nuestro fugaz lector. Como por ejemplo este que escribíó en Google:

Videos de sirenas con carne, la sirena asiendo ei
De verdad que yo le pongo todo mi interés y buena voluntad, pero hay que tener mucha imaginación para intuir qué pretendía encontrar este individuo o individua, sobre todo con tal exhibición de incorrección ortográfica. Así que no sé si acertaré, pero aquí está este bonito video de una sirena con carne que hace ei y jau y yes y muchas cosas más. Se trata de la cantante Sierra Bogges cantando un fragmento del musical “La Sirenita”, en concreto el tema titulado “Part of your world”. Diréis lo que queráis pero ¿es una sirena con carne haciendo ei o no?:


video de paulaaquino

Estoy buscando una canción que dice algo así ja la damore
Esta también es de nota. Me encanta que le dé tanta explicación al señor Google (“estoy buscando una canción”). Muchacho, ya sabemos que si estás en Google estás buscando algo, así que esa primera parte te la puedes ahorrar. Eso sí, cuando llega la hora de dar detalles para localizar la canción en cuestión, con “ja la damore” ya vamos apañados. Pues, querido amigo, acertar en este caso es más difícil que acertar la bono loto, pero por si acaso, ahí va este tema de Harry Warren y Jack Brooks que popularizara Dean Martin, titulado “That’s Amore”:


video de SpykeX

Ópera de Orson Welles en Les Arts
Para una vez que la búsqueda tiene relación con el blog, van y me meten a Orson Welles por medio… Me parece que andas un poco despistadillo… Pero vaya usted a saber, que uno se las da aquí de listo e igual resulta que es verdad que el polifacético Orson Welles también escribió alguna ópera. Para mí que a lo que te refieres es a la ópera “1984”, compuesta por Lorin Maazel, quien se basó en la novela del mismo título escrita por George Orwell, no Orson Welles. Aunque la verdad es que con el pestiño que le salió a Maazel, igual hubiéramos salido ganando si Welles hubiera sido el autor. Aquí os dejo el video del dúo de amor de “1984” con Simon Keenlyside y Nancy Gustafson:


video de elnim

Tamaño del paquete setas Meli
La verdad es que cuando vi esta búsqueda me alarmé bastante. Como uno siempre está pensando en las mismas cosas (me refiero a la ópera), lo primero que me vino a la cabeza es que alguien estaba interesado en conocer las dimensiones de los atributos masculinos del tenor genovés Francesco Meli, pero hete aquí que no. Resulta que hay una empresa, Setas Meli, que te manda a casa unos paquetes la mar de apañados para que tú mismo cultives tus propias setas. Aquí está su web. No está muy claro el tamaño de los paquetes, pero por lo que he podido averiguar rondará el cuarto de kilo. Del paquete de setas, me refiero.

Cómo aprender a crear coreografías elegantes
Ahí me has dao… Con lo poco que me gusta el arte de la danza y sólo se te ocurre venir a este blog a pedir consejo para crear una coreografía… y encima elegante. Advertido quedas de que no soy un experto. Pero a mí me parece que si consigues juntar un grupete de amigos con ganas de mover las caderas y te aprendes la coreografía de este video sueco, triunfas fijo. Eso sí, elegante, elegante… no sería la mejor definición:


video de ChuckChanMan

Pases mágicos modernos
Ya estamos como antes con el de las coreografías elegantes. Yo no entiendo de pases mágicos y menos aún de la historia de los mismos, así que no sé muy bien si serán muy modernos o no, pero si de juegos de manos se trata, yo me declaro fan de Juan Tamariz, así que ahí van unos pases mágicos aderezados con su característico sentido del humor:


video de mkredz

Niño japonés gordito cantando con unas nenas
Tampoco es que haya afinado mucho este tío con la búsqueda, pero bueno, alguna pista da. Investigando por ahí me he encontrado con este monstruito llamado Lin Yu Chun, cantando el tema de “Los Miserables” “I dreamed a dream”, acompañado por unas nenas, que no cantan pero hacen como si tocasen muy bien los instrumentos. El chiquillo no es japonés, sino coreano, pero no me he podido resistir a traerle al blog, aunque sólo sea para que los aprendices de peluquero vean lo que no hay que hacer nunca con la cabeza de un niño, o sea dejarle el mocho y llevarse el palo. Con razón suda el chaval, pobrecico mío:


video de actisys

Schubert con peluquín
Pues si de pelos hablamos, esta búsqueda sí que me dejó estupefacto. ¿Qué diantres pretendía encontrar el frustrado visitante?. Yo me he repasado toda la biografía y los retratos del compositor Franz Schubert y no he encontrado referencia alguna a peluquines o bisoñés. Pero, por casualidades de la vida, un buen día me topé con este video y, no sé muy bien por qué, me acordé de aquella búsqueda:


video de sergioreym

Jota despatárrate
Lo más curioso de esta búsqueda no es tanto lo que el visitante pretendía encontrar (¿quién no ha escuchado alguna vez en su vida, en algún solemne concierto, la famosa Jota “Despatárrate Genara”?), como los oscuros motivos por los que acabó en mi blog, pero bueno, sea como fuere, si lo que quería era disfrutar con la dulce melodía e inspirados versos de esta Jota, ahí va el video. Vaya por delante la advertencia de que contiene expresiones sexualmente explícitas y palabras más malsonantes que caca, culo pedo y pis. Luego no quiero quejas:


video de HimPhoenixXx
Bueno, creo que por hoy ya está bien de tonterías. Otro día, más.

jueves, 24 de febrero de 2011

"1984" (Lorin Maazel) - Palau de les Arts - 23/02/11


He dicho ya en varias ocasiones, y hoy considero especialmente necesario volverlo a repetir, que cuando efectúo crónicas de funciones operísticas en este blog, tan sólo pretendo reflejar mi particular opinión acerca de lo que he visto y escuchado y, a partir de ahí, intercambiar impresiones con quienes tengan la paciencia de leer las mías y el ánimo de escribir las propias, para enriquecer mi visión con la de los demás, aunque sean completamente dispares. En ningún caso es mi intención sentar cátedra, dar lecciones a nadie, ni investirme con la verdad absoluta. Es tan sólo, repito, mi opinión personal, pero no más válida que la que pueda tener cualquier otra persona.

Hecha esta previa declaración de intenciones, que espero se tome en consideración, os cuento que ayer asistí en el Palau de les Arts al estreno de “1984”, la ópera compuesta por Lorin Maazel, con libreto de J. D. McClatchy y Thomas Meehan, basada en la novela de George Orwell, y que cuenta con el morbo añadido de ser la última que el maestro francoestadounidense dirigirá desde el foso de Les Arts, poniendo así fin a un ciclo de cinco años en los que ha ostentado la dirección musical del coliseo valenciano y durante los que nos ha hecho disfrutar de noches inolvidables.

Y la noche de ayer también será inolvidable para mí. Aunque en esta ocasión por haber asistido a una obra que, musicalmente, me pareció un pestiño de proporciones ciclópeas, y desgraciadamente, tardaré mucho tiempo en apartarlo de mi memoria.

Dijo Lorin Maazel, con motivo del estreno mundial en Londres de esta obra en 2005, que su partitura es "caleidoscópica, panorámica y multifacética" (sólo se le olvidó añadir, como Súper Ratón: “y no olviden supervitaminarse y mineralizarse”). Desde luego hay que dar la razón al maestro. El único problema es que, en esa indudable variedad, la originalidad brilla por su ausencia y, lo que es peor, la sensación de “pastiche” es demasiado flagrante.

La atonalidad y las disonancias hacen acto de presencia en la obra, aunque sin demasiada agresividad, como si el compositor no se hubiera atrevido a zambullirse de lleno en ellas, pero sí lo justo para que este “1984” suene a “moderno”. Y, junto a eso, encontramos armonías y momentos melódicos con los que parece decirnos: “esto para que veáis que si me pongo a escribir más clásico también lo sé hacer, pero los compositores contemporáneos no podemos caer en estas ordinarieces”.

Si alguien se aburre durante la representación, cosa nada descartable, yo le aconsejaría un juego bastante entretenido que yo mismo practiqué para vencer el sopor: intentar ir descubriendo qué compositores podemos identificar a lo largo de la obra. Tenemos momentos en los que podemos “escuchar” a Bernstein, Weill, Gershwin, Britten, Berg, Puccini, Strauss, referencias al jazz clásico, a Broadway… pero el problema es que en ese revoltijo de morcillas con bacalao, yo no pude apreciar ni coherencia ni una pizca de personalidad creativa.

Encontré además el discurso musical concebido por Maazel más plano que el encefalograma de Belén Esteban, con una línea monótona, carente de tensión, y un patente desajuste entre la fuerza dramática de la escena y su soporte musical, que, al menos a mí, no consiguió transmitirme emoción alguna y que sólo encontré acoplada al drama en dos o tres ocasiones puntuales. A veces daba la sensación de que estuviese desarrollándose una obra de teatro sobre el escenario y en el foso hubiese unos músicos infiltrados ensayando, haciendo ruido sin ton ni son, molestando a los actores.

Y que conste que mi crítica a esta obra no viene condicionada por la “dificultad” de su escucha, por lo mucho que pueda tener de música contemporánea. No estoy rechazando las disonancias o la atonalidad, que en manos de otros compositores me pueden llegar a cautivar; estoy manifestando mi descontento ante la falta de inspiración, la superficialidad y el aburrimiento que me ha transmitido Maazel.

He visto óperas con músicas más “difíciles” pero donde la pulsión dramática estaba presente y la emoción llegaba a la sala. Lo verdaderamente importante de la música no es la melodía o la tonalidad o el empleo de efectos sonoros, lo realmente trascendente y lo que hace grande o no una obra es que haga brotar los sentimientos y las emociones en el oyente. Sin embargo, ayer la única emoción de la noche me llegó cuando constaté que aquella castaña había terminado.

Por el contrario, la puesta en escena me pareció bastante acertada. La dirección escénica es la concebida para su estreno mundial en 2005 en el Royal Opera House de Londres, por el director de cine canadiense Robert Lepage, que ya había hecho incursiones en el terreno operístico con montajes para otras óperas como “El castillo de Barba Azul” de Bartók” o “La Damnation de Faust” de Berlioz. El realizador canadiense cuenta con el apoyo de la escenografía de Carl Fillion, el vestuario de Yasmina Giguère, la estupenda iluminación de Michel Beaulieu y las coreografías de Sylvain Émard, que ha sido además el encargado de la dirección de esta reposición.

El escenario está presidido por una estructura giratoria que nos va mostrando con gran funcionalidad y agilidad los diferentes lugares en que transcurre la acción: la plaza donde el pueblo escucha al Gran Hermano, el Ministerio de la Verdad, la casa de Winston, el Pub, la tienda del anticuario o la terrible habitación 101. Las pantallas y proyecciones son otro elemento principal de esta puesta en escena que, a mi juicio, consigue, con gran eficacia, fuerza visual y sentido del drama, retratar el ambiente opresivo y de asfixiante temor que vive la sociedad de ese sombrío futuro retratado por Orwell en su novela.

La dirección de actores está bastante trabajada, con algunas aparentes influencias del musical de Broadway, y se han introducido algunas referencias a la época actual, como la clara alusión a la prisión de Guantánamo, pero la esencia del mensaje que se quiso transmitir en la obra original, permanece y encuentra en la propuesta de Lepage un interesante vehículo al que sólo le faltó estar acompañado por una música apropiada.

De la dirección musical de Maazel poco puedo decir. Al ser él también el compositor de este Frankestein operístico, dirigirá como le salga de los mismísimos mondongos y nadie le podrá discutir que esa no sea la lectura adecuada. Aunque era evidente que en ocasiones el volumen disparatado ponía en serios aprietos a unos solistas vocales que tampoco destacaron por su potencia.

No creo que fuese yo el único que anoche sintió desaprovechada la siempre eficiente Orquestra de la Comunitat Valenciana y no me siento capacitado para decir si los permanentes arreos a la percusión o el chirriar hasta la dentera de los violines, estuvieron ajustados o se fueron de compás. Hubo, eso sí, intervenciones ciertamente magníficas de la cuerda (con algunos pianísimos increíbles), de los metales y la percusión.

Al Cor de la Generalitat se han unido en esta ocasión la Escolanía de Nuestra Señora de los Desamparados, la Escola Coral Veus Juntes de Quart de Poblet y los Pequeños Cantores de Valencia. La intervención inicial en el primer cuadro del Coro fue espléndida y es de justicia destacar a la soprano Irina Ionescu que tiene ahí una breve actuación solista pero sumamente exigente, con continuos sobreagudos, y que solventó con una potencia, limpieza y claridad modélicas. Un puro violín. Me congratuló que en los aplausos finales se tuviese el detalle de que saliese a saludar en solitario para recoger su merecido premio.

Entre los intérpretes, fue notable el esfuerzo del barítono estadounidense Michael Anthony McGee, que debutaba en el papel de Winston Smith, permaneciendo en escena durante casi toda la obra, con un loable comportamiento actoral. Vocalmente se mostró voluntarioso pero mucho más limitado, resultando complicado escucharle en muchas ocasiones y abusando de falsete.

Nancy Gustafson, como Julia, demostró su veteranía, dicho sea en su acepción positiva y negativa; Richard Margison combinó potencia y agudos tambaleantes; Lynton Black fue un correcto Charrington; y el Parsons de Graeme Danby fue inaudible.

El tenor Andrew Drost, como Syme, se movió con aceptable solvencia en unas tesituras endiabladas, como también lo fueron las exigidas a la soprano valenciana Silvia Vázquez, en su doble papel de Gimnasta y Borracha, quien salvó con corrección los múltiples escollos colocados por Maazel en estos personajes y lució un amplio catálogo de chillidos, al tiempo que completaba un notable trabajo como actriz.

Quiero destacar a Mary Lloyd-Davies, que demostró mucho gusto al cantar el pequeño y agradecido papel de Proletaria.

No quiero acabar sin hacer una mención al público de ayer. Para mi sorpresa, aunque en los pisos altos había muchos huecos, la platea se encontraba prácticamente llena. Esto me pareció un excelente comienzo para una obra de estas características. Pero, tras el primer descanso, cerca de una cuarta parte del aforo ya puso pies en polvorosa sin recato alguno. Y al finalizar la función, permanecíamos en los asientos, con pulso y respirando, menos de un tercio de los valientes que iniciamos aquella intrépida aventura.

La reacción final de los supervivientes fue premiar a todos los artistas con fuertes aplausos que, cuando compareció Maazel en el escenario, se convirtieron en gran ovación con el público puesto en pie y numerosos bravos, supongo que como respuesta más al trabajo de estos cinco años, que al disfrute con lo escuchado anoche.

Como suele ser habitual en los estrenos, mucha cara guapa, caras famosas y caras duras. Allí estaba el habitual Rappel, que digo yo que menuda engañifla de adivino si pudo ver con antelación el tostón inmisericorde que se avecinaba y no hizo nada por esquivarlo.

También pudimos ver ocupando lugar de honor al todavía President de la Generalitat, quien dejó claro que a él no le levanta las nalgas del asiento oficial ni Maazel endosándole todo un “1984”, porque allí aguantó hasta el final. Aunque a él lo que le atraería más sería ese libreto de ciencia ficción que hablaba de manipulación de las masas, de ausencia de libertad de expresión, de callar al que piensa distinto, de repetir la mentira hasta que se convierte en verdad, de buscar enemigos externos para evitar la crítica interna, de aferrarse al poder a costa de lo que sea… en fin, de fantasías de escritor del siglo pasado.

Vuelvo de nuevo a lo que decía al principio. Todo lo dicho no es más que mi percepción particular. Y, desde ese mismo sentimiento personal, he de decir que tras casi cuatro horas aguantando este "1984", salí tan torturado de Les Arts como Winston Smith de la habitación 101. Y al mismo tiempo muy triste y con rabia, porque lamento enormemente que la última sensación que me deje el maestro Maazel, con el que he vivido algunas de las veladas operísticas más satisfactorias de mi vida, sea tan horrenda.

Lo tomaremos como el obligado peaje que nos ha hecho pagar, además de su desorbitado caché, por haberle tenido aquí estos años mostrando su genialidad al frente de la maravillosa Orquesta que creó y, de momento, nos deja.

En cualquier caso, maestro, gracias por todo… (pero no componga más óperas, porlamordediós).

Os dejo con este video perteneciente a las funciones londinenses de esta ópera en 2005. En concreto se trata del momento más Broadway de “1984”, el dúo de amor del acto II entre Winston (Simon Keenlyside) y Julia (Nancy Gustafson) que se ve bruscamente interrumpido por la aparición de O’Brien (Richard Margison):


video de elnim