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sábado, 5 de enero de 2013

MÚSICA PARA LA NOCHE DE REYES

“La Adoración de los Reyes Magos” – Peter Paul Rubens – Museo del Prado (Madrid)

Pese a que los tiempos que corren no son precisamente propicios para las testas coronadas y aunque la maldita crisis nos siga asfixiando, un año más parece que los magos de oriente, que cada vez demuestran ser más magos, conseguirán, pese a todo, hacer aflorar la ilusión en las caras de los más pequeños.

Como el autor de este blog ni es rey, ni mago, ni tiene presupuesto ni fuerzas para emular a los tres orientales repartidores de juguetes (me refiero a Melchor, Gaspar y Baltasar, no a la familia china del bazar de la esquina); os vais a tener que conformar con un regalo mucho más modesto, en el que he querido reunir a tres reyes de la composición que siempre consiguen hacer brotar la magia con su música. Además, los tres están de celebraciones centenarias y bicentenarias este año que acaba de comenzar y, aunque dentro de doce meses alguno posiblemente esté ya de ellos hasta el mismo gorro, creo que nunca hay excusa mala para escuchar música de Richard Wagner, Giuseppe Verdi o Benjamin Britten.

Por eso, aunque los tres sean conocidos sobre todo por su extraordinaria producción operística, ya que este año seguramente tendremos numerosas ocasiones de disfrutar de sus óperas, hoy he querido traer una muestra de la música de cada uno de ellos en otro terreno diferente, como es el de la canción.

La aportación al género por parte de Richard Wagner (1813-1883) tiene su indiscutible exponente en los maravillosos Wesendonck Lieder. Como es sabido, fueron compuestos por Wagner entre 1857 y 1858, al tiempo que trabajaba en la partitura del primer acto de “La Valquiria”, sobre cinco poemas escritos por Mathilde Wesendonck, esposa de Otto Wesendonck, mecenas del compositor. Si la relación entre Mathilde y Richard fue puramente platónica o llegó a mayores, ni lo sabemos ni nos importa demasiado, lo realmente trascendente no es lo que inspiró estas páginas sino la belleza inigualable que surgiría de las mismas.

La última de las canciones del ciclo es “Traüme” (Sueños), un título muy apropiado para la noche de hoy. Fue subtitulada por el propio Wagner como “Estudio para Tristan e Isolda” y su melodía será claramente identificable en el segundo acto de esta ópera. Compuesta originalmente para voz y piano, Wagner orquestó la pieza para ser interpretada un 23 de diciembre bajo la ventana de Mathilde Wesendonck como regalo de cumpleaños.

Aquí podemos escucharla en la voz de la legendaria Kirsten Flagstad, acompañada por la Filarmónica de Viena dirigida por el no menos legendario Hans Knappertsbusch:


video de violinthief
 

Dime ¿qué sueños maravillosos
retienen prisionera a mi alma,
sin desaparecer, como pompas de jabón,
en una nada desolada?

Sueños que a cada hora
de cada día florecen más hermosos.
Y que, con sus prefiguraciones del Cielo,
pasan felizmente a través de mi espíritu.

Sueños que, como rayos de gloria,
penetran en el alma
para pintar en ella una imagen eterna:
¡el olvido de todo! ¡el recuerdo único!

Sueños parecidos al sol de la primavera
cuyos besos hacen brotar las flores entre la nieve
y que, con una inimaginable felicidad,
acogen al nuevo día.

Y creciendo, y floreciendo,
y soñando, exhalan su perfume,
y se marchitan, dulcemente, sobre tu pecho
para descender después al sepulcro.

Las incursiones de Giuseppe Verdi (1813-1901) fuera del terreno puramente operístico no son demasiadas, aunque alguna creación, como el “Réquiem”, constituyan auténticas obras maestras. La mayoría de las canciones escritas por Verdi pertenecen sobre todo a su inicial etapa compositiva, antes del estreno de sus primeras óperas. Hoy traigo al blog una de esas creaciones de juventud, la canción La Seduzione, que fue escrita por Verdi a partir del texto que le facilitase Luigi Balestra, quien ejercía como médico en Buseto y que era amigo del compositor desde los años de infancia. La composición está fechada en 1839, mismo año en que se representaría en Milán su debut en el campo operístico, ”Oberto conde de San Bonifacio”. Aquí podemos escucharla en una de las voces más verdianas que ha habido, la del tenor Carlo Bergonzi, acompañado al piano por Vincenzo Scalera:


video de LaArsinoelV

Era bella como un ángel del cielo,
inocente en la flor de la edad,
y el primer pálpito de amor
un cruel le encendió en el corazón.

Inexperta, confió en las promesas,
se entregó al amante desleal.
¡Fue seducida! Y el anillo nupcial,
pobrecilla, en vano imploró.

A la infamia arrojada, al desprecio,
nueve lunas gimió traicionada;
luego, consumida de dolor su vida,
rogó venia al cruel y expiró.

Y el fruto de la vil traición
en el sepulcro colocó junto a ella;
no puso allí una cruz, un ciprés,
ni una piedra su nombre llevó.

El compositor británico Benjamin Britten (1913-1976) sí frecuentó con mayor asiduidad el género de la canción y cuenta en su producción con algunos ciclos francamente notables, como “Les Illuminations”, probablemente el más célebre de todos. Yo he traído hoy una pieza perteneciente a otro ciclo menos conocido, el dedicado a “Los sonetos sagrados de John Donne”, compuesto por nueve canciones escritas por Britten en el verano de 1945 tras su regreso a Inglaterra después de una gira de conciertos con el violinista Yehudi Menuhin por  Alemania, donde ofrecieron el consuelo de su arte a los presos recién liberados de los campos de exterminio.

Los textos del poeta inglés John Donne tienen un carácter profundamente íntimo y melancólico y fueron escritos tras la muerte de su esposa en 1617. De entre las canciones que componen el ciclo he elegido esta preciosa “Since she whom i loved” (Desde que ella, la que yo amaba) en la interpretación del tenor londinense Ian Bostridge acompañado al piano por Graham Johnson:


video de PakoChile

Pues nada más, tan sólo quiero desearos a todos que disfrutéis de un buen día de reyes y que si Sus Majestades de Oriente tienen a bien pasar por vuestras casas, os dejen alguna cosilla, o al menos que no hagan como otros colegas suyos de corona y se os lleven lo poco que tengáis.

viernes, 30 de julio de 2010

FLAGSTAD Y FARRELL CANTAN ERNEST CHARLES


Ernest Charles (1895-1984) fue un compositor estadounidense, nacido en Minneapolis, que comenzó su carrera como cantante de vodevil y de musicales en Broadway. Se estableció en Nueva York donde fue director musical del programa de radio “Great Moments in Music”, aunque algunos años después se trasladó a Hollywood donde desarrolló la mayor parte de su carrera compositiva. Su obra se centró en la composición de canciones para voz y piano, y comenzó a ser conocida por el público después de que en 1932 el barítono John Charles Thomas interpretase su canción “Clouds” en sus recitales.

Entre los años 1930 y 1940 su obra alcanzó una cierta popularidad, aunque la mayor parte de sus composiciones apenas han trascendido hasta la actualidad más allá de quedar registradas en alguna compilación de canciones americanas, pero dos de ellas sí han continuado siendo interpretadas, permitiéndonos acercarnos un poco al muy desconocido legado creativo de este compositor.

La primera de ellas, “Let My Song Fill Your Heart”, fue popularizada por la últimamente habitual de este blog Eileen Farrell, a quien podemos escuchar a continuación interpretando esta canción en el programa de radio "Encores from the Bell Telephone Hour", previa presentación del locutor de turno:


video de iskenderuna

“When I Have Sung My Songs”, escrita por Charles en 1934, se popularizó después de las grabaciones que hizo de ella la celebre soprano americana Rosa Ponselle. Se trata de una conmovedora composición de enorme sencillez, pero que desprende melancólica belleza.

Una de las cantantes que introdujo en su repertorio esta pieza fue la gran soprano noruega Kirsten Flagstad, la gran dama wagneriana, que también en los terrenos de la canción íntima dejaba constancia de su inmenso arte y que convirtió esta composición de Charles en un bis habitual en sus recitales, consiguiendo el reconocimiento internacional del compositor norteamericano.

Aquí podemos escuchar a Kirsten Flagstad interpretando “When I Have Sung My Songs” de Ernest Charles:


video de Onegin65

When I have sung my songs to you,
I’ll sing no more.
T’would be a sacrilege to sing
at another door.
We’ve worked so hard to hold
our dreams, just you and I.
I could not share them all again,
I’d rather die
With just the thought that
I had loved so well, so true,
That I could never sing again,
except to you.


jueves, 2 de julio de 2009

"EL ANILLO DEL NIBELUNGO" EN VALENCIA


Hemos asistido estos días a un importantísimo hito en la historia musical de esta ciudad. No se trata ya del simple hecho de que sea la primera producción por un teatro español de la tetralogía wagneriana completa y que se represente repetida en dos ciclos en un mismo año. Sobre todo, la importancia de lo vivido reside en el soberbio nivel musical que se ha ofrecido, digno de los mejores teatros de ópera del mundo, Bayreuth incluido. Y quien me conoce puede dar fe de que no peco precisamente de chauvinista.

Una producción tan cuidada, aunque pueda ser discutible, con una orquesta sonando así de bien, con unas voces tan idóneas, rindiendo todos al límite mismo de la perfección, obliga a retrotraernos muchos años atrás, a famosas producciones que no voy a mencionar expresamente para evitar ser tildado de exagerado, para encontrar algo semejante.

Esa misma opinión ha sido prácticamente unánime tanto en la prensa nacional e internacional, como en los distintos foros y blogs operísticos de la red, y, sobre todo, ese ha sido el veredicto del numeroso público que ha asistido a las representaciones, en número creciente según iba avanzando el ciclo y aumentaba el rumor de lo que se estaba cociendo en el coliseo valenciano. Habituales de Bayreuth, asociaciones wagnerianas y melómanos en general del mundo entero, han encontrado en este “II Festival del Mediterrani” un punto de referencia que esperemos pueda consolidarse en futuras temporadas y festivales, y sea tan sólo el principio del paciente, pero inexorable, avance del Palau de Les Arts para colocarse por derecho propio entre los principales teatros de ópera del mundo.

Pero ello exige que se hagan las cosas bien. Que lo vivido estos días no se vea convertido dentro de poco en un espejismo que haga pensar en que ha sido más bien producto de la confluencia favorable de los astros, que de un trabajo concienzudo y serio. Yo sinceramente pienso que el éxito de este “Anillo del Nibelungo” no ha sido fruto de la casualidad. Creo que se ha llevado a cabo una gestión ejemplar desde Les Arts y que el empeño de personas como el propio Zubin Mehta, Carlus Padrissa, Justo Romero y, por supuesto, la otras veces por mí denostada Helga Schmidt, han llevado el barco a buen puerto, mereciendo en esta ocasión, sin reparos, nuestro más sincero aplauso y nuestros ánimos para continuar por este camino.

Sin embargo, de momento no parece que, en lo que a la temporada próxima se refiere, se esté empezando con buen pie cuando, metidos ya en julio, aun no se ha hecho público su contenido, con el consecuente trastorno para músicos, cantantes y coros que no pueden programar todavía sus fechas, y para un público que quizás opte por planificar su asistencia a otros recintos en los que sí se ha informado hace tiempo de la programación. No sabemos a que se debe ese injustificable retraso. Quizás el problema sea Maazel, especialista en trastocar agendas, y que tras su “ahora me voy, ahora me quedo” puede haber contribuido a demorar el cierre de la programación. Pero lo que es evidente es que no ha existido una gestión mínimamente previsora y la imagen que se está dando al exterior no es buena. Muchos asistentes a las funciones de estos días me preguntaban por los espectáculos previstos para el año que viene, manifestando su deseo de programar futuras visitas. Se podía haber aprovechado el éxito de público del Festival del Mediterrani, sobre todo foráneo, para que se hubieran podido marchar de la ciudad conociendo ya la programación de la próxima temporada. Pero no ha podido ser.
No obstante, quiero dejar claro que prefiero un cierto retraso en el anuncio de la temporada próxima que el patético baile de repartos y la desinformación que padecimos la pasada.

Para consolidarse como un teatro de nivel no sólo hay que tener una buena programación. Hay que demostrar madurez en la gestión y respeto al público en general y al abonado en particular. Y de momento, en ese terreno Les Arts ha flaqueado bastante.
En cualquier caso, hoy me había propuesto hablar de lo bueno. Del espléndido Festival del Mediterrani que hemos vivido.

Tampoco quiero reincidir demasiado acerca de lo ya comentado cuando escribí sobre el estreno de “Der Götterdämmerung” o las dos funciones de “Die Walküre”. Tan sólo esbozar algunos rasgos generales.

Respecto a la puesta en escena de Carlus Padrissa y La Fura dels Baus ha variado poco en estos ciclos completos respecto a las anteriores entregas anuales. Tan sólo algunos pequeños detalles, por lo general a mejor, pero que no varían el enjuiciamiento que pueda hacerse de su concepción escénica. Ya he venido diciendo que a mi, en conjunto, me gusta y me parece acertada, aún reconociendo que se prima en exceso lo puramente visual sobre lo escénico y que esa propuesta visual a veces es excesiva, especialmente en las dos últimas entregas, con demasiadas proyecciones, gente en escena, movimientos de decorado y ruidos que acaban distrayendo al espectador de lo realmente importante que es la música y el canto. La espectacularidad escénica es innegable y su adecuación y respeto a la obra wagneriana muy importante, aunque haya detalles que no me gustan (la boda y el pistoletazo del Ocaso, el bailarín de breakdance de "Siegfried"...). El último día agradecí especialmente en “Der Götterdämmerung” que se decidiese suprimir, no sé si voluntaria o involuntariamente, el momento gratuito en que Siegfried (Lance Ryan) tenía que cantar colgado boca abajo cual jamón de Jabugo.

La Orquesta de la Comunitat Valenciana ha rendido nuevamente estos días a un nivel máximo. No es cuestión de seguir exagerando, pero es evidente que en cuanto adquiera un poquito más de madurez, y con la renovación de Maazel es fácil que así ocurra, puede ser toda una referencia en el panorama internacional. A mí me siguen maravillando los infinitos matices que despliega una sección de cuerda espectacular.

La dirección de Zubin Mehta ha resultado controvertida. Yo me reafirmo en que me ha gustado. En su lectura de la partitura wagneriana ha primado lo lírico y se ha desenvuelto con especial comodidad en los fragmentos orquestales donde ha desarrollado toda su brillantez. Quizás ha resultado algo plana, pero no me ha parecido aburrida o desprovista de sentimiento, y me parece un lujo que hayamos podido contar con una batuta de esta categoría.

El Coro apenas tiene ocasión de lucirse en la tetralogía, pero en la última jornada el masculino lo hizo con creces, mostrando un empaste y una potencia asombrosos.

Sobre los solistas vocales, lo primero que hay que resaltar es el grandísimo nivel de la práctica totalidad de los intervinientes, algo casi insólito hoy en día, y que posiblemente constituya el principal motivo del éxito de este “Anillo”.

Como vengo repitiendo hasta hacerme pesado, mi gran descubrimiento de estos días ha sido Eva-Maria Westbroek que ofreció en las dos representaciones de “Die Walküre” una Sieglinde majestuosa, desbordante de expresividad, con una voz y una presencia escénica de las que es imposible no enamorarse.

Del milagro de Plácido Domingo ya hablé sobradamente. Tan sólo cabe volver a agradecerle su profesionalidad y la lección de musicalidad y fuerza dramática que exhibió, especialmente en el segundo acto.

Jennifer Wilson ha creado también una Brünnhilde sin parangón en el panorama actual. Su dominio de los agudos no tiene rival, pero este año ha mostrado además una singular delicadeza y matización cuando era preciso (inolvidables sus últimos actos de la primera “Die Walküre”, el segundo “Siegfried” y el último “Götterdämmerung”). Aunque sé que hay divergencias al respecto, a mí me ha emocionado esta mujer y he visto cómo evolucionaba a mejor durante estos días. Dada su juventud, estoy seguro de que estamos ante una cantante con un importante futuro por delante.

El veterano Matti Salminen ha asombrado a propios y extraños con la frescura vocal que conserva, su profunda voz sigue inundando la sala y su dominio de las tablas y su capacidad dramática han contribuido a que hayamos presenciado unos excelsos Hagen, Hunding, Fasolt y Fafner.

Otro finlandés, Juha Uusitalo, ha creado un Wotan con poderío, habiendo mejorado muchísimo respecto a años anteriores. Sus “Die Walküre” han sido soberbias, exhibiendo una gran resistencia y un fraseo intencionado y sentido de gran calado emocional. Me ha gustado menos como “Caminante”, pero me ha parecido un grandísimo Wotan.

Lance Ryan me disgustó bastante en el “Götterdämmerung” del 30 de mayo, pero ha ido mejorando notablemente. Su timbre y nasalidad siguen afeando su canto, eso sí, pero alcanza con facilidad los agudos, aunque tiende a abrir las vocales, y se ha mostrado sobrado de volumen y resistencia. Ha sabido dosificar perfectamente sus fuerzas en las funciones y su “Siegfried” fue sencillamente muy bueno, yendo de menos a más para acabar en un acto tercero descomunal, mostrando además una capacidad interpretativa notable. Sus Ocasos han sido más flojos, pero en conjunto hemos tenido un Sigfrido más que aceptable.

Franz-Joseff Kapellmann fue un Alberich sobresaliente en “Das Rheingold”, y notable en “Siegfried” y “Götterdämmerung”.

El resto de los intérpretes ha brillado también a un gran nivel: Anna Larsson, Catherine Wyn-Rogers, Daniela Denschlag, John Daszak, Silvia Vázquez, Gerhard Siegel...

Como decía antes, hemos vivido un “Anillo del Nibelungo” digno de Bayreuth. Esperemos que podamos disfrutar de experiencias igual de satisfactorias antes de que dentro de 4 años vuelva esta tetralogía a Valencia.

Anoche mientras Mehta suspendía en el aire la batuta suavemente y la orquesta acometía la nota final de “Götterdämmerung”, que se iba extinguiendo progresivamente, un nudo se hizo en nuestras gargantas y una profunda emoción por lo visto y escuchado estos días se mezclaba con la tristeza por pensar que ya había terminado este momento mágico que hemos tenido la suerte de disfrutar aquí, al sur del Rhin.

Para finalizar podemos escuchar el final de "Der Götterdämmerung", con Kirsten Flagstad en una grabación en directo en La Scala bajo la dirección de Wilhelm Furtwängler:


video de maxlorenz24

miércoles, 18 de febrero de 2009

EDVARD GRIEG. CANCIONES

"Edvard Grieg acompañando a su esposa" - P.S. Krøyer (1898) - Nationalmuseet - Estocolmo.

La figura capital en la música escandinava, junto al finlandés Sibelius, es el noruego Edvard Grieg. Sus obras más populares, sin duda, son su celebérrimo Concierto para piano en La menor y las dos Suites “Peer Gynt”, compuestas éstas a partir de la música incidental creada para la obra literaria del mismo título del dramaturgo, también noruego, Henrik Ibsen.

Grieg fue un músico muy prolífico, pero fundamentalmente de pequeñas piezas para piano y ciclos de canciones. El propio compositor decía:

Bach y Beethoven han edificado en el cielo gigantescos templos y bellísimas catedrales. Yo he querido, sin embargo, construir viviendas para los hombres, simples viviendas en las cuales se sintiesen a gusto y felices”.

En este sentido, dentro de la obra de este miniaturista musical destacan sus ciclos de canciones, cuya principal inspiración, destinataria e intérprete fue la cantante Nina Hagerup, prima y esposa de Grieg.

La elegancia y lirismo de la música de Edvard Grieg se hace pura poesía en sus canciones, de aparente simplicidad, que constituyen pequeñas pero intensas obras maestras.

Hoy he querido traer algunas de estas canciones, todas ellas rebosantes del intimismo y exquisitez musical que caracteriza la obra del compositor noruego, buscando además que los intérpretes fueran escandinavos.

En primer lugar, podemos escuchar a la grandísima soprano sueca Birgit Nilsson interpretando la canción "En Svane" (Un cisne). Es la segunda de las seis canciones que componen la Opus 25 de Grieg, sobre poemas de Henrik Ibsen.


video de operazaile


La siguiente canción, “Veslemöy” (La muchacha), pertenece al ciclo de ocho canciones "Haugtussa", sobre poemas de Arne Garborg. La traigo aquí cantada por otra sueca, la excepcional mezzosoprano Anne Sofie Von Otter, acompañada al piano por Bengt Forsberg:





“Veslemöy” (La muchacha)
Es delgada, morena y dulce con rasgos puros,
Unos ojos hondos y grises y una forma de ser tranquila y soñadora.
Es como si un encanto estuviese sobre ella;
En sus movimientos y en sus palabras hay una paz silenciosa.
Por debajo de su frente bonita, brillan sus ojos como a través de una niebla;
Es como si su vista alcanzara lo más profundo de otro mundo.
Sólo su pecho se mueve pesado y con miedo y su boca tiembla.
Se estremece vulnerable y frágil.
También es preciosa y joven.


A continuación podemos oir "Vaaren" (La primavera), perteneciente al ciclo de doce canciones sobre poemas de Aasmund Olavson Vinje, que os presento cantada por la noruega Kirsten Flagstad, una de las grandes sopranos wagnerianas del pasado siglo, como Birgit Nilsson. Como curiosidad, "Vaaren" fue una de las canciones que interpretó la Flagstad en el concierto de su despedida en Londres el dia 7 de septiembre de 1957:



video de 242463


Volvemos ahora a escuchar a Anne Sofie Von Otter, esta vez interpretando la hermosa canción "Med en Vandlilje" (Con un lirio de agua), que pertenece, como "En Svane", al ciclo de seis canciones sobre poemas de Henrik Ibsen:



video de zoologischergarten


Aquí tenemos de nuevo a Anne Sofie Von Otter, esta vez con la maravillosa “Jeg elsker dig” (Te quiero), con letra de Hans Christian Andersen, una de las primeras composiciones de Grieg, pero que es una muestra palpable de la madurez lírica del noruego.




"Jeg elsker Dig" (Te quiero)
Cada uno de mis pensamientos empieza por ti,
eres el primer amor de mi corazón,
te quiero como nadie ha querido en la Tierra,
te quiero ahora y por siempre.


Y aquí está la misma canción en la voz de otro sueco genial, el tenor Nicolai Gedda:


video de Herur22


Para finalizar, traigo la que posiblemente sea la canción más conocida de Grieg, "Solveigs Sang" (La canción de Solveig), que forma parte de la segunda Suite "Peer Gynt". En ella, Solveig expresa su fe en que su amado Peer, en esos momentos al otro lado del mundo, regresará a buscarla, aunque pase el invierno, desaparezca la primavera, y con el fin del verano termine el año. Y si acaso él ha muerto, seguirá esperándole allí.

Podemos escucharla en la voz de la joven soprano noruega Marita Solberg:


video de stolof

"Solveig sang" (La canción de Solveig)
El invierno y la primavera pueden marcharse,
y los días de verano pueden desaparecer, y el año puede morir.
Pero estoy segura de que un día volverás conmigo,
y por eso te esperaré fiel, como una vez te prometí.
Que Dios te proteja, allá donde tus pasos te lleven.
Que te consuele, si llegas hasta Él.
Aquí esperaré tu regreso sola.
Y si tú me esperas allá arriba,
Entonces allí nos encontraremos,
mi amor.