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sábado, 8 de diciembre de 2012

EL "LOHENGRIN" DE LA SCALA

Día de San Ambrosio nevado en Milán y, fiel a la tradición, apertura de la temporada operística en el mítico Teatro alla Scala. Afortunadamente, igual que ocurriera en años anteriores, esta función inaugural de ayer ha podido ser contemplada en directo desde cines de todo el mundo, lo que a los humildes mortales nos ha permitido asistir al acontecimiento sin tener que pagar los 2.400 euros que costaba una butaca.

Comentábamos ayer en el cine, mientras esperábamos que comenzase la retransmisión, las bondades y miserias de estas sesiones inaugurales a precios astronómicos sólo aptos para consolidadas fortunas dinásticas y presuntos delincuentes. Por una parte, es cierto que, con la caja de un estreno así, te has apañado la temporada. Ya quisiéramos en Les Arts que en el inicio de la sesión operística se consiguiese una recaudación como la del día de San Ambrosio en Milán. No dejaría de ser una suerte de patrocinio de la temporada por aquellos que quieren ser vistos en la platea con todo su atrezzo peletero-joyeril o su joven acompañante siliconada. Pero, por otro lado, es innegable que, sobre todo en la situación de crisis económica actual, parece un insulto esta exaltación del derroche y no hace mucho bien a la, ya de por sí deformada, imagen que el conjunto de la sociedad tiene del mundo de la ópera como algo ajeno y elitista.

Como también parece ser ya casi tradición, la temporada milanesa se inició con polémica. Como siempre, hubo en el exterior las habituales manifestaciones contra los recortes sociales y en protesta por la ostentación de la que hablaba antes. Pero además este año se ha generado un agrio debate a cuenta de la decisión de que el templo de las esencias de la ópera italiana abriese el ejercicio, en el que se va a conmemorar el bicentenario tanto del nacimiento de Giuseppe Verdi como del de Richard  Wagner, con una ópera de este último. El actual director musical scaligero, Daniel Barenboim, comentaba que Verdi nació a finales de 1813 y por eso se había pensado abrir esta temporada con un Wagner y la próxima con Verdi (“La Traviata”). Lo cierto, sea cual sea el motivo real, es que, haya sentado mejor o peor, teniendo de director musical a Barenboim es una garantía abrir la temporada con una obra de Richard Wagner.

Para la dirección escénica se ha contado esta vez con el alemán Claus Guth, un regista que no pocas veces ha suscitado polémica con sus particulares interpretaciones de los libretos. Yo tuve ocasión de ver en directo su “Parsifal” del Liceu del año pasado y francamente me gustó mucho, pese a algunas cosas discutibles.

Ayer tuve sensaciones muy contradictorias. Estéticamente, en conjunto, me gustó mucho la propuesta de Guth. El uso de la iluminación me pareció ejemplar. La escenografía muy vistosa, con una especie de patio de casa señorial en el que se desarrolla la acción de los sucesivos actos, desde la pradera con el roble de la justicia del primero, a una cámara nupcial del tercero que es sustituida por una marisma, muy discutible en cuanto al fondo, pero visualmente impactante. El vestuario, en general, también resulta atractivo, sobre todo esos vestidos iguales de Elsa y Ortrud, uno en blanco y el otro en negro, basados, según se dijo, en el que llevaba Claudia Cardinale en “Il Gattopardo”. Mucho más discutible me resultó el aspecto Amish de Lohengrin.

Es obvio que existe también una exhaustiva labor de dirección de actores, encontrándose además en esta ocasión con unos cantantes que han llevado a cabo un rendimiento óptimo en esta faceta, de acuerdo con las instrucciones del director, con un concepto del drama impecable y una construcción dramatúrgica muy elaborada.

El problema que yo le he encontrado es que la lectura que Guth ha querido realizar, y que intentó explicar en una entrevista que se ofreció en uno de los intermedios, era de difícil comprensión visual, incluso con tal explicación, y ofrecía una imagen que a veces provocaba más la risa (hubo carcajadas en el cine en momentos puntuales) que otra cosa. Significativo fue en este sentido el empeño en que el héroe Lohengrin aparezca en escena acurrucado en posición fetal y lanzando plumas, que esté cantando con espasmos como el tío Calambres de Luis Aguilé y agarrado permanentemente a una trompetilla de pregonero, cual tonto del pueblo. O que Elsa tenga permanente aspecto de estar más ida que un ciruelo y se rasque los brazos con desesperación como si hubiera sido presa de un ataque de chinches, además de sufrir puntuales desmayos catalépticos. Vamos, aquello por momentos parecía más “Alguien voló sobre el nido del cuco” que “Lohengrin”. Tampoco me gustó nada el abuso de hacer que los cantantes tuviesen que emplearse, contra una orquesta wagneriana, tumbados en el suelo.

No discuto que la propuesta de Guth tenga su interés (os recomiendo leer aquí el interesante análisis que hace maac en su blog) y que el asimilar el personaje de Lohengrin con el de Kaspar Hauser sea un acierto, pero a mí no me llegó y por momentos consiguió exasperarme, pese a que estéticamente me estaba gustando.

En lo musical la cosa me llenó mucho más. El maestro Daniel Barenboim volvió a hacer gala de su genialidad y ofreció una lectura riquísima en matices, con unos contrastes espectaculares entre los momentos dramáticos (¡qué pedazo de segundo acto!) y el lirismo desbordado de los instantes románticos, siempre con una tensión ajustadísima y unos sonidos hipnóticos, como esa cuerda del preludio o los cellos del comienzo del segundo acto.

En la Orquesta de la Scala hubo más de una pifia que, gracias a la amplificación de los sonidos para la retransmisión, quedaron en evidencia. Tampoco me pareció que tuviesen su mejor día los miembros del Coro, con algunos desajustes muy notables.

En cuanto a los cantantes, creo que merece destacarse el Lohengrin de Jonas Kaufmann. El alemán tiene sus amantes y sus detractores, que alaban o repudian sus actuaciones haga lo que haga, pero yo creo que criticar su Lohengrin carecería de toda justificación. Entube o no entube, con falsetes o con pianísimos auténticos, el caso es que la belleza y expresividad de su canto es innegable, su fraseo fue cuidadísimo y su entrega dramática óptima, pese a tener que emular a Tony Leblanc en “Los tramposos” o cantar el tercer acto chapoteando en agua. Su llamada del cisne me pareció antológica.

La también alemana Annette Dasch, la Elsa habitual de los últimos años en Bayreuth, sustituyó a última hora la baja de Anja Harteros y la de la sustituta prevista, la danesa Ann Petersen, no se sabe muy bien si por enfermedad de ambas o por mieditis aguda. Dasch cantó bien, pero es una cantante que no me llega nada de nada. Sonidos fijos y portamentos caracterizan sus subidas al agudo y su timbre me resulta ingrato. Dicho esto, reconozco que controla el papel, le da el aire requerido y su implicación dramática fue irreprochable, más meritoria aún si tenemos en cuenta que se ha incorporado a la producción de improviso, aunque su actuación pareciese ser fruto de meses de ensayos.

Evelyn Herlitzius fue una Ortrud que derrochó maldad, con una actuación escénica sobresaliente. Personalmente me desquicia con sus chillidos y gritos, pero admito que su vis dramática fue excelente.

Tómas Tómasson, como Friedrich von Telramund, comenzó el primer acto de manera espléndida, pero, a partir del segundo, su voz fue yendo a peor, siempre en el límite a punto de quebrarse, con un par de accidentes muy notorios, aunque milagrosamente consiguió finalizar sin que asomase la granja avícola que parecía esconder en su garganta.

Sensacional el rey Heinrich del grandísimo René Pape. Todo un ejemplo de elegancia vocal y nobleza tímbrica. También destacó, en un papel que suele ser casi anecdótico, el Heraldo del notable barítono Zeljko Lucic.

Al final hubo grandes ovaciones para los artistas, con aluvión de bravos especialmente dedicados a Herlitzius, Kaufmann y Barenboim. También hubo lluvia de claveles sobre el escenario que, en el caso de René Pape, a punto estuvo de dejarle de por vida condenado a interpretar a Wotan, porque casi le sacan un ojo. Yo esperaba un abucheo histórico a Guth, pero, mira por dónde, los bravos fueron casi más que los abucheos, lo cual en una prima de La Scala es como cortar dos orejas en San Isidro.

Y mientras ellos se lo pasaban pipa en Milán, en Valencia el President Fabra sacaba por fin del gobierno a la Consellera con apellido de sheriff de spaguetti-western y dejaba la Conselleria de Cultura, junto a Educación y Deporte, en manos de María José Catalá… pero esto es otra historia (para no dormir).

domingo, 30 de octubre de 2011

PREMIOS "HELGA DE ORO 2011". LOS GANADORES


A menos de una semana para que “Boris Godunov” inaugure en el Palau de les Arts la temporada operística 2011-2012 (que algunos parece que estén empeñados en conseguir que sea la última), los votos de los lectores del Blog de Atticus ya han elegido destinatarios para los premios “Helga de Oro” correspondientes a la pasada temporada 2010-2011.

Antes de nada, como siempre, quisiera agradeceros vuestra participación en esta tontería que un día me dio por promover. No sé si los resultados obtenidos serán o no representativos de lo que pueda ser la opinión mayoritaria del público que acude habitualmente al Palau de les Arts, aunque creo que no diferirá mucho, pero desde luego lo son respecto de las personas que se pasan por aquí.

Soy consciente de que premiar “lo mejor” o “lo peor” es una tarea que no suele ser fácil, implica demasiada simplificación y muchas veces es injusta, pero siempre he pensado que, aunque sea dentro de los reducidísimos límites de este blog, es positivo conocer qué opina el aficionado respecto a la programación operística que se le ofrece. No se trata tanto de resaltar lo mal o lo bien que lo puedan haber hecho determinados artistas, potenciando filias y fobias, cuanto de que se sepa aquello que gusta o no gusta al público, aunque luego los responsables artísticos de Les Arts se pasen la opinión por allí mismo y sus alrededores.

Yo, como de costumbre, me había reservado mi opción de votar por si hubiese habido que desempatar en alguna de las categorías, pero no ha hecho falta mi intervención y, aunque en apartados como el de mejor tenor ha habido mucha igualdad entre algunos candidatos, en la mayoría de categorías, desde el principio mismo de la votación, se han destacado claramente los finalmente ganadores.

Como resumen, se podría decir que la indiscutible triunfadora de la temporada 2010-2011 en Les Arts ha sido la reposición de la producción propia del teatro valenciano de la ópera “Fidelio” de Beethoven, que inaugurase en 2006 el recinto valenciano y que se pudo ver el pasado mes de junio dentro del IV Festival del Mediterrani, la cual ha obtenido cuatro de las siete “Helga de Oro” que se repartían, incluyendo la correspondiente a Mejor Espectáculo de la temporada. Los otros tres premios dorados se los han repartido “Tosca”, “Aida” y “Mefistofele”, con lo que se han ido de vacío dos producciones como “Yevgueni Oneguin” y “L’Elisir d’amore” que yo pienso que hubieran merecido algo más.

En la tradicional gala* virtual celebrada esta misma noche en el Palau de les Arts, y a la que pertenecen algunas de las imágenes que ilustran este post, se ha procedido a la entrega de los premios a los galardonados. La Intendente Schmidt ha presidido el acto luciendo el nuevo look que puede verse en la fotografía de la derecha y con el que se apunta como posible nueva chica Bond. Este año la crisis ha vuelto a hacer mella en el evento y los tristes bocadillos de chóped de la última edición han sido sustituidos por Boca Bits, y sándwiches de margarina de tres colores, todo ello regado con abundante Champín de fresa.

Los galardonados han sido:

Helga de Oro a la mejor Dirección Escénica: Pier’Alli por “Fidelio”.

Pocas dudas parecen haber existido entre los votantes sobre cuál era la mejor puesta en escena que había pasado por Les Arts la pasada temporada. Desde el primer minuto de votación, la propuesta concebida por el italiano Pier’Alli en 2006 para inaugurar el teatro valenciano con la ópera “Fidelio”, comenzó a destacarse claramente, habiendo obtenido el 50 por cien de los votos en este apartado. También era esta mi opción preferida, aunque he de reconocer que pensaba que el original trabajo de Damiano Michieletto para “L’Elisir d’Amore”, iba a obtener un mejor resultado que los escasos 11 votos que ha recibido, pese a haber quedado en segunda posición.
Pier’Alli: 25 votos
Damiano Michieletto: 11 votos
Robert Lepage: 7 votos
Vincent Paterson: 5 votos
Mariusz Trelinski: 2 votos

Helga de Oro a la mejor Dirección Musical: Zubin Mehta por “Fidelio”.

Este ha sido otro de los galardones donde ha habido una holgada diferencia de votos desde el principio, teniendo muy claro los votantes, y yo también, que había que recompensar el excelente trabajo de Zubin Mehta al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana en “Fidelio”, con lo que el director indio consigue este premio por segundo año consecutivo. Pero, pese a la justicia de este galardón, nos queda cierto sabor agridulce viendo como el magistral trabajo de batuta de Nicola Luisotti en “Mefistofele” queda sin premio, al igual que la genialidad (esta ya más discutida) de Lorin Maazel en “Aida”. Más preocupante es que el sucesor de éste, Omer Wellber, no haya obtenido ni uno solo de los votos emitidos en este apartado, quedando en último lugar.
Zubin Mehta (Fidelio): 29 votos
Lorin Maazel: 9 votos
Nicola Luisotti: 8 votos
Zubin Mehta (Tosca): 3 votos
Omer Wellber: 0 votos

Helga de Oro al mejor tenor: Jonas Kaufmann.

Si de sabor agridulce hablaba en el apartado anterior, otro tanto se podría decir de este premio al mejor tenor de la temporada. Aquí sí que ha existido una reñida pugna, desde el principio al fin de la votación, entre Jonas Kaufmann y Dmitri Korchak. Al final, por tan solo 3 votos de diferencia, el premio ha ido a manos del alemán, que nos enamoró con el impresionante Florestan que se marcó el 22 de junio pasado, en aquella visita inesperada para cantar una sola noche este breve (y exigente) papel. Pero no hubiera sido más injusto que se hubiera llevado el premio Korchak, por un Lensky lleno de lirismo y sensibilidad, con detalles de un gusto exquisito; o Seiffert, por un Florestan pletórico por entrega y con una voz que dejó momentos bellísimos pese a acusar el paso de los años; o Jorge de León, por su espectacular debut como Cavaradossi; o Ramón Vargas, por la elegancia y delicadeza de su canto… En fin, afortunadamente este año en este apartado ha habido mucho y bueno donde elegir.
Jonas Kaufmann: 19 votos
Dmitri Korchak: 16 votos
Jorge de León: 8 votos
Ramón Vargas: 8 votos
Peter Seiffert: 5 votos

Helga de Oro al mejor Bajo/Barítono: Bryn Terfel.

La verdad es que este premio no ha sido una sorpresa para nadie. Desde la designación de los candidatos se veía venir que Terfel iba a arrasar en las votaciones. Su Scarpia ha sido uno de los mejores acontecimientos que ha pasado por el escenario de Les Arts, tanto por calidad vocal como por personalidad escénica y fuerza interpretativa, y el galardón llevaba su nombre puesto, pese a la calidad y meritorio trabajo llevado a cabo por sus rivales en esta categoría, que, de no haber competido con Scarpia, nos hubiesen proporcionado una emocionante y reñida votación. A la salida del acto pude conversar brevemente con el cantante galés, quien manifestó: “la estatuilla es fea de narices, pero muchas gracias. A ver si tenéis cocos de premiar el año que viene también al Scarpia de Marco Vratogna, jajaja…”.
Bryn Terfel: 34 votos
Erwin Schrott: 10 votos
Ildar Abdrazakov: 4 votos
Stephen Milling: 4 votos
Artur Rucinski: 1 voto

Helga de Oro a la mejor cantante femenina: Daniela Barcellona.

La escasez este año de candidatas al premio y la calidad de la interpretación que llevó a cabo la mezzosoprano Daniela Barcellona del personaje de Amneris en “Aida”, también parecían garantizar la victoria de la cantante triestina con holgada mayoría de votos, como así ha ocurrido, ya que ha obtenido el mayor número de votos y porcentaje de todas las categorías. Es significativo que haya estado acompañada en la candidatura por dos cantantes que venían de segundos repartos (Hui He y Kristine Opolais) y por dos sopranos cuya actuación había generado controversia (Oksana Dyka y Jennifer Wilson), pero es que no había más nombres para elegir en papeles femeninos protagonistas (para el olvido quedan gente como Indra Thomas, Irina Mataeva, Aleksandra Kurzak, Rocío Ignacio o Ailyn Pérez).
Daniela Barcellona: 35 votos
Kristine Opolais: 8 votos
Jennifer Wilson: 6 votos
Oksana Dyka: 4 votos
Hui He: 3 votos

Helga de Oro al cantante revelación: Fabio María Capitanucci.

Ya sé que el concepto “cantante revelación” es relativo, sobre todo cuando se trata de artistas que, pese a actuar por primera vez en Les Arts, llevan ya unos años de carrera a sus espaldas, o porque algunos de los nombres propuestos tuvieron poca ocasión de dejar apreciar su auténtica valía por lo breve de sus papeles; pero el jurado ha procurado incluir aquí a cantantes que combinen el hecho de haber actuado por vez primera en Les Arts y que, sin estar propuestos en ninguna de las restantes categorías, hayan dejado detalles interesantes que sean merecedores de reconocimiento y que nos hayan motivado a desear volver a verles actuar en papeles de mayor enjundia. Finalmente, tras una gran igualdad inicial entre la soprano Yannick-Muriel Noah y el barítono Fabio Capitanucci, ha sido el cantante italiano quien ha obtenido el galardón, con gran alegría por mi parte, pues personalmente no me acabó de convencer la cantante canadiense, pese a que crítica y público coincidieron en alabar su Margherita de “Mefistofele”. De todas formas, mi voto se debatía entre el Gremin de Groissböck y la Gianetta de Mataradze.
Fabio Capitanucci: 21 votos
Yannick-Muriel Noah: 13 votos
Ilona Mataradze: 9 votos
Günther Groissböck: 8 votos
Jenniffer Lynn Waters: 3 votos

Helga de Oro al mejor espectáculo: “Fidelio”.

Este ha sido sin lugar a dudas el premio que menos emoción ha generado de todos, pues también desde el principio parecía bastante claro que la estatuilla estaba destinada a la producción del Palau de les Arts de “Fidelio”, que contó con una dirección musical y escénica y unos solistas de primer nivel, en la que ha sido indiscutiblemente la ópera más redonda de toda la temporada. En segundo lugar, aunque a gran distancia, ha quedado un “L’Elisir d’Amore” que, como ya dije antes, creo que fue una interesante y original producción que merecía mayor reconocimiento, el cual posiblemente hubiera obtenido con unas Adinas menos decepcionantes que Kurzak y Rocío Ignacio.
"Fidelio": 31 votos
“L’Elisir d’Amore”: 8 votos
“Aida”: 6 votos
“Yevgueni Oneguin”: 2 votos
“Tosca”: 1 voto

Helga Abucheadora a lo peor de la temporada: “1984”, de Lorin Maazel.

Una vez más, mi poco admirado Vittorio Grigolo se ha librado de la Helga Abucheadora, pero lo cierto es que en esta ocasión ha vuelto a tener unos contrincantes que le han puesto relativamente fácil la escapatoria. En los primeros días de votación hubo bastante igualdad entre la infame Aida que perpetró Indra Thomas y el pestiño king size concebido en una noche de resaca por el maestro Maazel, pero al final los votantes han dejado claro que debía señalarse la ópera del ex director musical de Les Arts como lo peor que pasó por aquí la pasada temporada. Yo en su momento fui bastante duro con “1984” y sigo manteniendo todo cuanto escribí, pero considero que peor que Indra Thomas ha habido pocas cosas en este teatro… incluida la Voulgaridou
“1984”: 23 votos
Indra Thomas: 14 votos
Vittorio Grigolo: 9 votos
Jean-Louis Grinda: 7 votos
Marco Vratogna: 4 votos

Pues hasta aquí ha llegado esta edición de los Helga de Oro 2011. Reitero mi agradecimiento a todos por vuestra participación y espero, como digo siempre, que dentro de un año este blog y el Palau de les Arts sigan funcionando y que podamos participar en la elección de lo mejor de esa temporada 2011-2012 que levanta el telón el próximo sábado, y que confiemos que no sea la última.

Para finalizar, os dejo con dos videos donde podemos escuchar a los dos intérpretes masculinos ganadores del Helga de Oro al mejor tenor y al mejor bajo/barítono.

En primer lugar podemos escuchar a Bryn Terfel cantando el “Tedeum” del final del acto primero de “Tosca”, tal y como lo hizo el día 31 de mayo pasado en el Palau de les Arts acompañado por la Orquestra de la Comunitat Valenciana y el Cor de la Generalitat, dirigidos por Zubin Mehta:


video de MrsTLeighton

Y aquí está el señor Jonas Kaufmann, interpretando el aria de Florestan “Gott, welch Dunkel hier!”, de “Fidelio”. El video pertenece a una función grabada en Munich tan sólo 16 días después de cantar Kaufmann el papel en Valencia. La puesta en escena de Calixto Bieito debía ser de las toma pan y moja:


video de ximowb

(*) Vuelvo a advertir como siempre a crédulos y despistados que, tanto la gala como las fotografías de la misma, son más falsas que las mechas de Mairen Beneyto.

domingo, 26 de junio de 2011

EL "FIDELIO" DE JONAS KAUFMANN


Quisiera haberos hablado antes del magnífico “Fidelio” que pudimos disfrutar en el Palau de les Arts el pasado día 22, pero por unas cosas u otras no ha podido ser. Aunque quizás sea preferible que hayan transcurrido ya unos días desde aquella mágica noche, para procurar que esta reseña, que pretendo que sea muy breve, sea también lo más reposada y objetiva posible.

Ante todo quisiera empezar felicitando a Helga Schmidt por haber conseguido finalmente traer a Valencia a Jonas Kaufmann, aunque haya sido para cantar una sola función, cosa que tiene mucho más mérito si tenemos en cuenta lo mal que suelen cerrarse los contratos en esta casa y la repleta agenda del tenor alemán.

Pero como en Les Arts nunca se pueden hacer las cosas bien del todo y siempre me tienen que asomar un pico de la muleta para que entre al trapo, me pareció muy mal que, después de que se apuntase la gente para acudir al backstage a saludar a los artistas, se anulara porque había “una cena”. Ignoro quién estaba en esa cena, aunque me lo puedo imaginar, y no me parece motivo bastante para que se impidiese que se perdieran cinco minutos con personas que habían cruzado media Europa para escuchar y conocer personalmente al cantante.

Y es que de nuevo la presencia de público extranjero volvió a ser más que notable, así como la de numerosos aficionados venidos de otros puntos de la península.

La expectación por escuchar a Jonas Kaufmann en directo era grande y, sin embargo, había bastantes huecos en platea, pese a que la venta de última hora al 50% funcionó a pleno rendimiento. No parece muy normal, y yo sigo convencido de que gran parte de la culpa la tiene la nula publicidad que se hizo desde Les Arts de la presencia del cantante alemán y del gran nivel musical y artístico de este “Fidelio”. Ha funcionado más el “boca a boca” que el interés desde el propio teatro en promocionar y vender sus espectáculos.

Sobre la función no voy a comentar demasiado, ya que básicamente me remito a la crónica que efectué con motivo del estreno, pero sí he de decir que el nivel general ofrecido el día 22 fue claramente superior a la jornada inaugural.

Sobre todo en el terreno vocal, parecía como si los cantantes estuviesen especialmente motivados por la presencia de Kaufmann y su rendimiento fue bastante mejor. Jennifer Wilson estuvo mucho más fina en los agudos, no así en las agilidades. Hubo menos chillidos y una mayor entrega, aunque Leonore definitivamente no es su papel. Sandra Trattnigg que no me gustó nada en el estreno, no es que me enloqueciera, pero se mostró mucho más fina, y Stephen Milling ofreció un magnífico Rocco, rotundo vocalmente y profundamente humano. Yevgueni Nikitin empezó medianamente bien, pero volvió a defraudarme muchísimo.

Jonas Kaufmann no pudo comenzar mejor de lo que lo hizo. Su “Gott, welch Dunkel hier!” fue realmente impresionante. El “Gott” inicial fue marca de la casa, con un crescendo estremecedor, que parecía provenir del fondo de la tierra, de una nota en pianíssimo (aunque se inició en falsete), perfectamente audible, que fue poco a poco reforzándose y ensanchándose hasta el forte, retumbando en todo el teatro y recorriendo como un placentero latigazo nuestra espina dorsal. El resto del aria estuvo caracterizado por una soberbia interpretación, sentida, emocionante, donde la voz corría con fluidez sobrepasando sin dificultad la orquesta, y se movía con aparente facilidad por unas tesituras envenenadas. Y allí donde hemos visto a otros cantantes pasarlas francamente canutas, Kaufmann fraseaba con intención, belleza, sentido del legato e insultante autoridad.

Al finalizar el aria, Mehta hizo una breve “paradinha” para el aplauso, pero como nadie se animaba, se dispuso a reanudar la marcha y fue entonces cuando una explosión de bravos inundó el teatro, algo más tarde de lo que esperaba el director y con evidente gesto de disgusto de éste.

La voz de Kaufmann, por su color más oscuro y opacidad, destacó menos en otros momentos, como el trío “Euch werde Lohn in bessern Welten”, donde otras voces más brillantes, como la de Seiffert, lucen bastante más, pero en general no cabe hacer reproche alguno a la magnífica actuación del tenor alemán, que acabó auténticamente pletórico y estuvo en todo momento, vocal y dramáticamente, entregadísimo. Lo cual es muy de agradecer a una figura tan mediática y que venía sólo a cantar un acto (aunque ¡vaya acto!) de una función, demostrando así que no se lo había tomado en absoluto como un “bolo”.

En cuanto a Zubin Mehta y la Orquestra de la Comunitat Valenciana volvieron a brindarnos una actuación excelente, con una “Obertura Leonora 3” nuevamente para el recuerdo que puso al teatro en pie. Y otro tanto podemos decir del Coro de la Generalitat, ofreciendo tanto en el coro de prisioneros como en el cuadro final un rendimiento inmejorable. Definitivamente hoy por hoy somos unos privilegiados de contar con unos cuerpos estables de semejante calidad en este teatro.

El balance final artístico de este IV Festival del Mediterrani ha sido muy positivo. Ahora sólo falta que se anuncie la programación de la temporada 2011-2012, a ser posible antes de que llegue Navidad, y la amiga Helga nos ofrezca alguna sorpresa agradable.

martes, 17 de mayo de 2011

¿JONAS KAUFMANN EN LES ARTS?

Eso es lo que dice hoy la web del Palau de les Arts. De forma sorprendente y sin previo aviso, como suele hacer Helga las cosas, a primera hora de esta tarde se ha incluido en la información referida a la ópera de Beethoven “Fidelio” que se representará el próximo mes en Les Arts dentro del IV Festival del Mediterrani, que el tenor alemán Jonas Kaufmann asumirá el papel de Florestan en la función del 22 de junio.

Con nuestra amiga Schmidt uno nunca puede saber si la cosa va en serio o luego nos traerá a Toni Genil, pero de momento eso es lo que hay escrito. Lo curioso es que esta mañana ha tenido lugar una rueda de prensa en el Palau de les Arts, donde nuestra Intendente favorita, acompañada por Zubin Mehta, ha presentado oficialmente la programación del IV Festival del Mediterrani que tendrá lugar en el recinto valenciano a partir del próximo día 28 de mayo, y, al menos en las informaciones de agencias que han trascendido hasta ahora, nada parece haberse dicho sobre Kaufmann. Y en la web del tenor, por el momento, tampoco aparece anunciado. Figura que canta el 18 de junio "Don Carlo" en Tokio y el 7 de julio "Fidelio" en Munich.

En cuanto a lo que se ha informado, parece que este año el certamen llevará por título “Amor és llibertat” y su Presidente, Zubin Mehta, ha manifestado que irá dedicado a los acontecimientos que están viviéndose actualmente en el Mediterráneo y a “los pueblos que han iniciado la batalla contra los regímenes dictatoriales”, sin que se refiriese a esta Comunidad, claro.

El Festival cuenta como principales eventos con las dos óperas que ya se anunciaron al principio de temporada, “Tosca” de Giacomo Puccini, y la ya citada “Fidelio” de Beethoven.

La “Tosca” que se estrenará el día 28 es una nueva coproducción de Les Arts, la Fundación del Festival Puccini de Torre del Lago, la Ópera de Montecarlo y el Teatro Regio de Turín. Cuenta con dirección escénica de Jean-Louis Grinda y musical de Zubin Mehta, y un reparto en el que figuran el galés Bryn Terfel como Scarpia, Oksana Dyka como Floria Tosca y de momento siguen anunciando a Marcelo Álvarez como Cavaradossi para todas las funciones, excepto la última, el 13 de junio, donde será el tinerfeño Jorge de León quien asuma el rol. Precisamente esa función del 13 de junio será retransmitida en directo a diversas capitales europeas y se proyectará en pantallas gigantes en algunos puntos de la capital valenciana, dentro de la iniciativa “Viva Europa 2011”.

La producción prevista de “Fidelio” es la que inauguró la actividad operística de Les Arts hace casi 5 años (cómo pasa el tiempo), y que está editada en Dvd, con dirección escénica de Pier'Alli y musical de Zubin Mehta. Entre los intérpretes, aparte del anuncio sorpresa de Kaufmann, destacan la soprano norteamericana Jennifer Wilson como Leonora, quien tendrá el difícil reto de que no nos acordemos demasiado de Waltraud Meier que fue quien intervino en su estreno en 2006; y alternándose en el papel de Florestan, Jonas Kaufmann (22 de junio), el gran Peter Seiffert (5, 8 y 11 de junio) y Lance Ryan (26 de junio).

El infecto Auditorio de Les Arts tendrá un lamentable (por demasiado destacado) protagonismo, albergando dos interesantes conciertos.

Por una parte, Zubin Mehta al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana, dirigirá el 12 de junio, en conmemoración del centenario del fallecimiento de Gustav Mahler, su Sinfonía nº 3, con la presencia de la mezzosoprano holandesa Christianne Stotijn.

Y otro director legendario, el francés Georges Prêtre, tomará la batuta para dirigir (¡a punto de cumplir 87 lúcidos años!) a la Orquestra de la Comunitat Valenciana en la Trilogía Romana (“Feste Romane”, “Fontane di Roma” y “Pini di Roma”) de Ottorino Respighi, en lo que se denomina “concierto-espectáculo” (temblando estoy) con la colaboración de Carlus Padrissa y La Fura dels Baus, los días 17, 18 y 19 de junio.

“Liszt - Annees de Pelerinage” es el título de los tres recitales de piano que tendrán lugar los días 20, 21 y 23 de junio en la Sala Martín i Soler, donde se interpretarán, por músicos valencianos o vinculados a Valencia, las obras de Franz Liszt que conforman los tres volúmenes del compositor titulados “Años de Peregrinación”.

También en la Martín i Soler se llevará a cabo el 15 de junio “Palabra es Música”, con la interpretación de “obras para piano inspiradas en poemas” y en el Aula Magistral, el 31 de mayo, la lectura dramatizada de “La Tosca”, el drama concebido por el escritor francés Victorien Sardou en el que se basa el libreto de la ópera de Puccini.

De la próxima temporada 2011-2012 nada se ha dicho. Tan sólo Mehta ha comentado que volverá a Valencia en enero-febrero para dirigir “Don Giovanni”, intuyo que con la reposición de la producción, con dirección escénica de Jonathan Millar, que pudo verse en 2007 y cuya puesta en escena se vio limitada por la inundación que sufrió el monstruo de Calatrava.

A estas alturas, en que los principales teatros del mundo ya hace meses que han concretado repertorio, fechas e intérpretes, en casa Helga se sigue guardando silencio, con su habitual desprecio por músicos, cantantes y público. Luego se quejarán de que no puedan traer a los artistas deseados o de que cada vez reciban menos visitantes de fuera de la capital, pero no parecen ser conscientes de que el mundo de la ópera funciona a medio-largo plazo. Los artistas tienen que programar sus agendas y el aficionado dispuesto a desplazarse posiblemente ya haya optado por planificar sus viajes a otros escenarios cuando salga la información de Les Arts. Y es que funcionar a un buen nivel suele ser incompatible con trabajar a golpe de improvisación. Aunque a veces (las menos) puedan salir las cosas bien. Como en esta ocasión si, finalmente, acaba viniendo Jonas Kaufmann a Valencia.

Cruzaremos los dedos para que esta vez Helga no nos vuelva a tomar el pelo.

martes, 26 de enero de 2010

EL "WERTHER" DE JONAS KAUFMANN EN PARÍS


Una fiesta local que cae en viernes y Jonas Kaufmann en París cantando “Werther” de Massenet, eran dos circunstancias que, coincidiendo en el tiempo, resultaban demasiado tentadoras como para dejar pasar la ocasión, así que el pasado día 23 acudí a la Ópera de la Bastilla para asistir por primera vez a escuchar en directo al tenor alemán.

La producción presentada cuenta con la dirección artística del director de cine francés Benoit Jacquot, quien ha debutado en París con esta producción que ya estrenara en el Royal Opera House de Londres en 2004. Se trata de una puesta en escena de corte clásico, donde la acción se desarrolla en la época original del libreto y que aporta poca innovación conceptual, pese a que estéticamente es enormemente atractiva. No se trata de una propuesta recargada ni ampulosa, consiguiendo su objetivo dramático con simplicidad, al tiempo que alcanza algunos momentos de enorme belleza visual que me hicieron recordar la obra pictórica del danés Vilhelm Hammershøi.

La iluminación de Charles Edwards y André Diot es pieza clave del montaje y, aunque en algún momento resultó un tanto efectista (como en la súbita inundación lumínica que acompañó la invocación de Werther “et toi, soleil, viens m'inonder de tes rayons!”), consiguió impregnar la obra del tono adecuado, especialmente en los dos últimos actos. La escenografía de Edwards es sobria, apenas con los elementos imprescindibles para enmarcar la trama, pero sumamente eficaz, dejando grandes espacios libres que potencian el protagonismo de los cantantes y hace que en ellos se concentre toda la atención.

La procedencia cinematográfica de Jacquot se deja traslucir en una cuidadísima dirección de los movimientos de los actores y un acertado uso de los espacios. Muy llamativa resulta la escena final donde, tras escucharse el disparo suicida del protagonista, vemos a éste al fondo del escenario en su habitación, la cual se va acercando lentamente hasta quedar situada sobre la boca del escenario, en una curiosa simulación teatral de un travelling cinematográfico.

La dirección musical corrió a cargo del francés Michel Plasson, un experto en el repertorio operístico galo, quien tiene en su haber una magnífica grabación deWerther” en 1979, que considero de absoluta referencia, con la Orquesta Filarmónica de Londres y Alfredo Kraus en el papel protagonista. Plasson comenzó acusando una cierta morosidad, con algún problema incluso de sincronización entre el foso y los cantantes, pero enseguida el veterano director, pese a moverse en tiempos lentos, encontró el pulso de la obra y ofreció una lectura muy interesante, en la que potenció la faceta más melancólica y fatalista, con algunos detalles espléndidos, como el extraordinario preludio del IV acto y, en general, la hondura y fuerza expresiva que consiguió imprimir a la partitura, especialmente en los dos últimos actos.

La Orquesta de la Ópera Nacional de Paris funcionó a la perfección, logrando unas sonoridades precisas y depuradas, con ocasión para el lucimiento de los solistas de saxo y cello (¡magníficos los cellos!). Reconozco que, desde que la Orquesta titular de Les Arts nos tiene tan “mal” acostumbrados, son pocas las agrupaciones que consiguen sorprendernos, pero en este caso he de admitir que los parisinos tuvieron un óptimo rendimiento.

Jonas Kaufmann era el protagonista indiscutible del evento. Yo acudí con cierta prevención a mi primer encuentro con el tenor alemán, recelando un tanto de su adecuación a un personaje que siempre he identificado con voces de timbre más luminoso. Pero, tras escuchar a Kaufmann, sólo puedo decir que quizás su creación se parezca poco a otras precedentes, pero desde luego demostró que él es Werther.
Kaufmann hizo gala de sus mejores virtudes, entre las que sobresale su infinito abanico de matices con que maneja su voz oscura y abaritonada, consiguiendo transmitir toda la carga emocional del atormentado personaje, desde la desbordada pasión amorosa al dolor y desesperación de su renuncia, a base de expresividad vocal y exquisitas modulaciones, y no con desgarros veristas, sin que su exquisita línea de canto se resienta en ningún momento, acompañando todo eso, además, con su imponente presencia escénica y sus inmensas dotes como actor. Su primera intervención fue una extraordinaria “O nature, pleine de grâce” que ya apuntaba por dónde iba a ir la cosa. Rotundo y conmovedor el “Un autre est son époux!” del acto II. El “Lorsque l’enfant revient d’un voyage”, excelso. Y profundamente arrebatadora la pasión con que cantó su dúo del acto tercero, finalizando en un beso que casi asfixia a la Koch. Estuvo maravilloso en todas sus intervenciones, implicado en su papel desde el comienzo, con toda la intensidad y sensibilidad que es capaz de ofrecer Kaufmann en un escenario, demostrando en todo momento la inteligencia musical y dramática que le han llevado a estar situado en lo más alto del escalafón actual.
Cuando un cantante hace creíble los, muchas veces increíbles, personajes que interpreta, y consigue transmitir con su voz todas las emociones que viven esos personajes, entonces todo lo secundario deja de tener importancia, porque la magia de la ópera ha hecho acto de presencia.

Sophie Koch fue una magnífica Charlotte. Su voz, de centro bello y ancho con sobrado volumen, se movió en la zona aguda con incisiva autoridad. Quizás le faltase un punto de redondez en los graves, pero su dicción perfecta, excelsa musicalidad y derroche de expresividad, compensaron con creces cualquier carencia.

Ludovic Tézier, como Albert, conquistó al auditorio con su voz tersa y bien colocada, belleza tímbrica, homogeneidad de registros y perfección y control de la emisión.

La Sophie que compuso Anne Catherine Gillet, fue todo un descubrimiento para mí. La joven soprano belga asumió el rol con total desparpajo y madurez estilística, en una soberbia interpretación dramática y vocal, mostrando una voz limpia, con estrecho y agradable vibrato, muy segura en los agudos, que adornó con unas portentosas matizaciones, consiguiendo transmitir toda la dulzura e inocencia del personaje. Pude conversar brevemente con ella a la salida y estaba francamente emocionada por el éxito cosechado.

Muy notable fue también la actuación de Alain Vernhes como Le Bailli. Y más que correctos estuvieron Andreas Jäggi, como Schmidt, y Christian Tréguier como Johann.

Dentro del buen tono general hay que destacar también el coro de niños de la Ópera Nacional de París, tanto por sus voces, como por su desenvoltura escénica.

El público, que abarrotaba la inmensa sala de la Opera de la Bastilla, estuvo correctísimo en todo momento, y se agradeció que las toses y ruiditos de rigor no hiciesen ostensible acto de presencia rompiendo la magia de la noche. Para ser sincero, sí que un momento se escucho brevemente y a lo lejos el maldito ni no ni no - ni no ni no ni de la sintonía de Nokia, pero fue la excepción en un recinto que acogía a casi 3.000 espectadores.

De hecho, ni siquiera los aplausos interrumpieron ni una sola vez la representación, pese a que motivos hubo, y sobrados, para haberse dejado llevar por la emoción. Lejos de ser un indicio de frialdad o descontento con el espectáculo, lo interpreté como respeto ante la magnífica construcción musical que se estaba llevando a cabo entre el foso y el escenario, pues al acabar cada uno de los actos la explosión de aplausos y bravos era atronadora, y por supuesto al finalizar la función se desató la locura, sobre todo, con la salida de Herr Kaufmann, que cosechó una de las mayores cataratas de bravos que yo he escuchado.

Una fantástica experiencia este “Werther” de Kaufmann que podrá seguirse hoy, martes 26 de enero, gratuitamente por internet a partir de las 20.30 horas en las webs de Arte , Medici.tv y de la Ópera Nacional de París. Os aconsejo que no os lo perdáis.

 

miércoles, 9 de diciembre de 2009

"CARMEN" ABRE TEMPORADA EN LA SCALA


El día de San Ambrosio (7 de diciembre) es una cita obligada para todo amante de la ópera, pues supone el inicio de la temporada en el templo por excelencia del género, el Teatro alla Scala de Milán. Tradicionalmente, el día de San Ambrosio, patrón de la ciudad, ha supuesto un antes y un después para muchos músicos y cantantes, pues la apertura de la temporada milanesa (la prima della Scala) podía encumbrarte o hundirte definitivamente, en el tiempo que dura una representación operística.

Hay que reconocer que hace ya algunos años que la prima no es lo que era, tanto por el nivel de la propuesta artística que se escoge para abrir la temporada, como por haberse convertido en un acontecimiento casi más social que musical, donde se aprovecha para exhibir todo el glamour y la decadencia de los que son capaces los milaneses cuando se ponen a ello. Pero la magnitud mediática del evento sigue siendo importantísima, como se aprecia en el hecho de que la función del lunes fuese retransmitida en directo en cines de 25 países y por televisión, en “falso directo”, por el canal Arte.

La obra escogida en esta ocasión para abrir la temporada ha sido “Carmen” de
Georges Bizet, una ópera que no inauguraba la sesión milanista desde 1984, presentándose ahora una producción con dirección artística de Emma Dante y musical del maestro Barenboim, y la presencia protagonista del tenor alemán Jonas Kaufmann, como Don José, y una desconocida georgiana procedente de la "Academia de Perfeccionamiento de La Scala", Anita Rachvelishvili, como Carmen.

La dirección artística, como decía, corrió a cargo de la siciliana Emma Dante, una,
presuntamente, innovadora directora de teatro que tiene su propia compañía teatral en Palermo, y que recientemente se jactó en una entrevista de no haber pisado jamás La Scala hasta que fue contratada para esta “Carmen” y no haber asistido nunca a una representación en un teatro de ópera. En los días previos al estreno, la propia regista se dedicó a difundir que se trataba de una puesta en escena completamente provocadora con monjas, violaciones, féretros en escena y majaderías por el estilo. Pues bien, de eso casi nada. Finalmente la propuesta de la Sra. Dante no fue tan osada, aunque sí tan estúpida o más de lo que se esperaba, pero precisamente por quedarse a medio camino en todo, sin aportar absolutamente nada nuevo.
En realidad fue una puesta en escena muy tradicional, que recordaba en muchos momentos a
otras producciones clásicas, dando a la obra, eso sí, un aire más siciliano que andaluz y adornándolo todo con elementos esporádicos claramente buscados para provocar, pero que lo único que motivaban era risa y vergüenza ajena. Se ve que la señora Dante pensó: “¿cómo puedo provocar al respetable?, pues con religión, sexo y violencia. Así que les voy a dar un poco de todo esto, pero no demasiado no se vayan a molestar”. Y le salió muy mal la jugada.
La violencia aparecía esporádicamente, pero sin un planteamiento de fondo que diese coherencia al discurso. La escena de la pelea de las cigarreras comenzó con algunas con la boca abierta como si estuviesen gritando,
mientras eran sujetadas por los pelos, y culminó con uno de los soldados pateando en el suelo a una de ellas que acababa sangrando por la boca. Otro de los momentos de exposición gratuita de violencia fue en la canción del toreador, donde, mientras Escamillo cantaba sus hazañas taurinas, se desplegaban tras él dos fotografías de toros muertos y ensangrentados, desviando claramente la atención de donde tenía que estar que era en el cantante. Y por último, culminó el acto cuarto con una presunta violación deprisa y corriendo, metida con calzador, de Don José a Carmen, antes de matarla, carente de nuevo de toda coherencia con el resto de la propuesta.
Con el tema religioso, más de lo mismo, presencia de curas y monaguillos con enormes cruces y Cristos en escena sin sentido ni coherencia alguna.
Otra estupidez king size fue que Escamillo tuviese que salir siempre a
escena acompañado por unos personajes disfrazados que parecían la Moma del Corpus. Especialmente ridículo resultó el desfile de las cuadrillas del acto cuarto, con botafumeiro sevillano, mozos de San Fermín, exposición de exvotos, las Momas de Escamillo al frente del cortejo y un cura con teja comandando, cruz en alto, a los toreros, banderilleros y picadores, que eran siempre los mismos cuatro boys, con pecho descubierto y pantalón de luces, y desfilando de rodillas… Pabernosmatao.
En definitiva una puesta en escena pretenciosa y ridícula que obtuvo su justo pago en un sonorosísimo abucheo final, principalmente proveniente del Loggione, que dejo a la Dante con cara de circunstancias y al borde de la lágrima.

La dirección musical de Daniel Barenboim fue a mi juicio muy notable, pese a abusar un tanto de los tempi lentos, pero logrando una perfecta conjunción de la orquesta y siempre pendiente de los cantantes, mostrando una sutileza y musicalidad enormes en todo momento.

Excelente fue también el rendimiento de los Coros, luciendo especialmente el masculino.

Jonas Kaufmann es, sin ninguna duda, una de las voces más interesantes del panorama actual
y el mejor Don José que puede subirse ahora mismo a un escenario. De auténtica referencia es su “Carmen”, junto a Anna Caterina Antonacci, del ROH londinense en 2006, y el lunes en La Scala volvió a demostrar su dominio del personaje. A punto estuvo de no hacerlo, pues su ausencia en el pase para jóvenes por una indisposición, desató todas las alarmas y se especuló con su presencia o no en tan esperado estreno, pero al final el tenor alemán actuó y lo hizo, como suele ser ya habitual en él, con absoluta brillantez. Llevó a cabo una interpretación vocal y actoral extraordinaria. Derrochando expresividad, matizando cada frase con un gusto exquisito, con unos pianissimi y medias voces antológicos, transmitiendo emoción en todo momento por los cuatro costados. No hay otro Don José como Kaufmann.

Anita Rachvelishvili, a sus escasos 25 años, fue la gran triunfadora de la noche. De entrada hay que destacar la seguridad y desparpajo con que afrontó el reto de protagonizar una prima della Scala retransmitida internacionalmente, sin que flaquease en ningún momento. Anita (de apellido imposible) lució una voz de bello timbre y equilibrada, con un buen registro agudo, un centro poderoso, y los graves quizás algo faltos de redondez, pero hay que pensar que está comenzando su carrera y creo que con el tiempo puede llegar a ser una cantante muy destacable. Su actuación dramática estuvo a la altura de Kaufmann en muchos momentos, con fuerza escénica y expresividad, aunque mostró algunas carencias en sus movimientos, abusando del levantamiento de falda y golpe de melena, y en las escenas de baile estuvo torpona. Pero en conjunto, una destacable Carmen que puede tener un futuro importante por delante.

Erwin Schrott como Escamillo fue de menos a más. En la canción del toreador perdió varias veces la impostación y llegó a desafinar, no sé si sería debido al espanto que le produciría verse la pinta que tenía con esa ridícula montera que le colocaron. Sin embargo su comportamiento en el tercer acto fue espléndido. Dotó al personaje de un aire chulesco y donjuanesco, y demostró una vez más ser un muy buen actor.

Adriana Damato, como Micaela, en lugar de una inocente adolescente parecía una vieja resabiada. Presentó una voz oscilante, brusca, chillona y sin matices, absolutamente inapropiada para el personaje.

El resto de reparto, bastante aceptable, especialmente la Frasquita de Michéle Losier.

Al final, enormes ovaciones para Barenboim, Kaufmann y Anita Comosellame, viéndose a
ésta enormemente emocionada. Fuertes aplausos para el resto del elenco y Coros, salvo para Damato que recibió algunos tímidos abucheos. Para la directora artística Emma Dante, tremendo abucheo que no gustó nada a Barenboim, quien salió abrazado a ella posiblemente para intentar, inútilmente, aplacar la ira del Loggione milanista.

Y mientras todo eso ocurría en el interior del teatro, en el exterior, bajo la lluvia, un centenar de trabajadores protestaba por las consecuencias de la crisis económica, lanzando huevos al público que acudía de etiqueta a la representación del coliseo milanés, mientras gritaban: "La presa della bastiglia è vicina!! Lasciamo all'aristocrazia gli ultimi istanti di fama....prima del patibolo! Il popolo ha fame:.....dategli brioches" ("La toma de la Bastilla está cercana, dejemos a la aristocracia los últimos instantes de fama antes del patíbulo. El pueblo tiene hambre...dadles brioches"). Casi ná, y eso que no vieron las chorriocurrencias de Mariemma.

Para finalizar os dejo con el video de Kaufmann y Anita en la escena final, con pseudoviolación y procesión incluidas: