Mostrando entradas con la etiqueta Gustavo Gimeno. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Gustavo Gimeno. Mostrar todas las entradas

martes, 22 de septiembre de 2015

PREMIOS HELGA DE ORO 2015. LOS GANADORES

Los visitantes de este blog, una vez más, han dictado sentencia votando aquello que les pareció mejor de la pasada temporada operística en el Palau de les Arts, y los Helga de Oro 2015 ya tienen dueños.

Lo primero, como siempre, es agradeceros vuestra colaboración a todos los que habéis participado dejando vuestros votos en las diferentes categorías propuestas. Estos premios nunca han tenido otro objetivo que el de pasar un buen rato e intentar reflejar la opinión del público de Les Arts respecto de lo ofrecido la temporada anterior.

Ha habido una producción claramente vencedora este año, y ha sido Norma, que no sólo ha obtenido con amplia mayoría el premio al mejor espectáculo, sino que se ha llevado también los correspondientes a dirección escénica, musical y mejor soprano. Es decir, 4 de los 6 Helga de Oro. Los otros dos premios, correspondientes a las voces masculinas, han sido para Don Pasquale, habiendo quedado sin premio producciones como Nabucco pese a contar con algunos aspectos muy reseñables.

Los galardonados de este año han sido:

Helga de Oro 2015 a la mejor dirección escénica: Davide Livermore por Norma

Por tercer año consecutivo, los seguidores del blog han decidido que el vencedor en esta categoría sea el actual Intendente del Palau de les Arts Davide Livermore, quien ya consiguiese la victoria el año pasado con La forza del destino y el anterior con la producción de La Bohème que precisamente inaugurará la pretemporada en apenas 10 días. En esta ocasión el reconocimiento ha sido por su trabajo en Norma, con una propuesta que reúne muchas de las virtudes y defectos habituales del polifacético y verborreico regista turinés.
Davide Livermore (Norma): 30 votos
Jonathan Miller (Don Pasquale): 24 votos
Yannis Kokkos (Nabucco): 8 votos

Helga de Oro 2015 a la mejor dirección musical: Gustavo Gimeno por Norma

He de confesar que me ha sorprendido bastante este premio. No tanto porque sea Gustavo Gimeno el vencedor, quien hizo suficientes méritos para ello y, siendo de la tierra, era fácil prever que tendría un fuerte tirón, sino sobre todo por la gran diferencia con la que ha obtenido la victoria, acaparando un 52% de los votos. Sin duda el trabajo de Gimeno en Norma, con el que debutaba en el foso operístico, fue destacable, aunque, personalmente, creo que tanto Abbadocomo Luisotti  merecían un mejor resultado.
Gustavo Gimeno (Norma): 32 votos
Roberto Abbado (Don Pasquale): 20 votos
Nicola Luisotti (Nabucco): 13 votos

Helga de Oro 2015 al mejor tenor: Maxim Mironov (Ernesto en Don Pasquale)

Pese a que se rumoreó que el tenor norteamericano Gregory Kunde, podría haber protagonizado el Pollionede Norma, finalmente no fue así, lo que posiblemente evitó que se hiciese con la estatuilla por tercer año consecutivo. Su compatriota Russell Thomas fue finalmente el elegido y no ha podido ser el galardonado, aunque ha quedado en un honroso segundo puesto a sólo 6 votos del vencedor, que ha sido el tenorino ruso Maxim Mironov, cuya elegancia, buen gusto y musicalidad emocionaron al público y compensaron otras carencias.
Maxim Mironov: 27 votos
Russell Thomas: 21 votos
Rafael Dávila: 9 votos

Helga de Oro 2015 al mejor bajo/barítono: Artur Rucinski (Doctor Malatesta en Don Pasquale)

Este año, en todas las categorías, prácticamente desde el inicio de las votaciones se han ido destacando claramente los ganadores finales; sin embargo, en este apartado de mejor bajo o barítono el resultado ha sido incierto hasta el último minuto, pudiendo haberse llevado el premio cualquiera de los tres candidatos. Al final la victoria ha ido a parar al polaco Artur Rucinski, quien se ha impuesto por tan sólo dos votos de diferencia al gran bajo danés Stephen Milling y al barítono griego Dimitri Platanias.
Artur Rucinski: 21 votos
Stephen Milling: 19 votos
Dimitri Platanias: 19 votos

Helga de Oro 2015 a la mejor soprano: Mariella Devia (Norma)

Donde no ha habido tanto suspense ha sido en la categoría del premio a la mejor soprano, donde desde el inicio se destacó claramente la italiana Mariella Devia. Ha sido una pena que dos fantásticas cantantes como Nadine Sierra y Anna Pirozzi, que tan altas prestaciones ofrecieron, hayan quedado en un segundo plano, pero lo cierto es que la prodigiosa exhibición de belcanto ofrecida por la veterana Devia merecía sin duda alguna este galardón. Personalmente, tardaré mucho tiempo en olvidar su maravillosa Norma.
Mariella Devia: 42 votos
Anna Pirozzi: 16 votos
Nadine Sierra: 5 votos

Helga de Oro 2015 al mejor espectáculo de la temporada: Norma

Pero si ha habido un apartado donde el ganador lo ha tenido chupado, con perdón, desde el principio, ha sido el correspondiente al mejor espectáculo de la temporada. Para los lectores de este blog no han existido muchas dudas acerca de que la producción del Palau de les Arts de Normaque vimos en marzo fue el espectáculo más redondo de todos los que pasaron por el teatro valenciano la pasada temporada, logrando finalmente la victoria con un 83% de los votos.
Norma: 46 votos
Don Pasquale: 9 votos
Nabucco: 6 votos

Bueno, pues hasta aquí los premios de este año. Como siempre digo, espero que dentro de doce meses, más o menos, podamos seguir por aquí hablando de premiar lo bueno que nos ofrezca el presente ejercicio operístico que se inicia el próximo día 2 de octubre con esa Bohème que abre la pretemporada.

Gracias de nuevo a todos los que habéis participado.

lunes, 9 de marzo de 2015

"NORMA" (Vincenzo Bellini) - Palau de les Arts - 08/03/15

Jornada llena de emociones la de ayer en el Palau de les Arts. Para empezar, se representaba el que, a todas luces, es el plato fuerte de esta temporada operística en Valencia, una de las obras cumbres del género, Norma, de Vincenzo Bellini, con un reparto sumamente atractivo. Y, por otro lado, a media tarde comenzaron a circular distintos rumores acerca del nombramiento del nuevo director musical titular de la Orquestra de la Comunitat Valenciana.
 
Se sabía que hoy lunes se anunciaría el nombre del sustituto del ya olvidado Omer Meir Wellber, tras demasiado tiempo con la orquesta de la casa sin titular, pero pocos minutos antes de comenzar la representación se empezó a escuchar por los pasillos que el elegido podía ser Fabio Luisi. Poco tiempo después, desde la página de Beckmesser, origen de la errónea información, se rectificaba y se decía que sería Fabio Biondi. Todo tipo de especulaciones corrieron a partir de ese momento. Esta mañana, finalmente, se ha hecho oficial que la titularidad de la dirección musical de Les Arts será compartida por los italianos Roberto Abbado y  Fabio Biondi, con el valenciano Ramón Tébar como primer director invitado.

El tema da para un amplio debate, pero ya habrá tiempo para ello. De momento hay que congratularse de que por fin se despeje la incógnita que estaba manteniendo demasiado en vilo a la orquesta, lo cual sólo podía ir en perjuicio de la misma. Además, después de las imbecilidades reiteradas, lanzadas desde la conselleria de Cultura y su entorno, acerca de la necesidad de que el nuevo director fuese valenciano por decreto de marijose, es de agradecer que se haya optado por criterios más o menos acertados, pero al menos no basados en partidas de nacimiento.

Por otra parte, los nombres de Abbado y Biondi, en principio, llaman a ser optimistas, sobre todo después de ver el sensacional rendimiento del primero junto a la orquesta de Les Arts en el reciente Don Pasquale, y la categoría contrastada del segundo, cuyo trabajo también hemos tenido la oportunidad de disfrutar en el Palau de la Musica varias veces en los últimos años. Lo de Ramón Tébar suena a cuota conselleril, pero no hay duda de que es un director solvente que puede hacer un buen trabajo como principal batuta invitada, si bien Gimeno o Bernàcer también podrían haberlo sido.

Habrá que esperar a ver si nos cuentan cómo se va a organizar esa bicefalia batutera, que es algo que a mí personalmente ya me causa más reparo. Yo soy partidario, a priori, de que haya un solo director titular que pueda marcar carácter a la orquesta y personalidad propia. Y otra cosa que me origina cierta preocupación es que, también a priori, parece que tenemos expertos en repertorio belcantista y barroco, quedando mucho más descuidado el más contemporáneo.

Pero bueno, como decía antes, ya habrá tiempo de comentar esto. Además, recuerdo aquí lo que escribí en mi crónica de Don Pasquale de hace apenas un mes: “Si mañana anunciase el verborreico Livermore que Abbado, ya que está por aquí, se va a quedar de director titular, no sería yo quien protestase”… Pues eso mismo.

Ahora voy a procurar centrarme en la crónica de una noche de ópera que, en términos musicales, fue de un nivel espléndido.

La coproducción del teatro valenciano con el Teatro Real y ABAO-Olbe presentada ayer, cuenta con la dirección escénica del Intendente, director artístico, director del Centre de Perfeccionament, y yo que sé cuántas cosas mas, Davide Livermore, que a este paso va a acabar con más títulos en sus tarjetas que la fallecida Duquesa de Alba, y no me acabó de convencer del todo, aunque el balance general creo que debe valorarse de forma positiva.

He de empezar diciendo que no conozco Juego de Tronos, porque ayer escuché un millón de veces distintas referencias a ello. La estética de este nuevo trabajo de Livermore a mí me recordaba al mundo de El señor de los anillos que es algo que controlo más. La propuesta es muy Livermore, para lo bueno y para lo malo.

Una escenografía casi nula. Apenas unos chirimbolos metálicos que simulan los árboles del bosque y un enorme tronco retorcido, con una escalinata en uno de sus lados, que servía para todo.

El tronco avanzaba y giraba consiguiendo algunos efectos interesantes, pero, a mi juicio, se abusó en exceso de esos giros. Cualquier ocasión era buena para hacer subir a los cantantes al tiovivo, perdiéndose las voces al proyectarse en dirección opuesta a las butacas. Tampoco favorecía la proyección de las voces el hacerles cantar desde lo alto del mamotreto. Y no me pareció nada adecuado que a una señora de edad respetable como Mariella Devia la tuviesen subiendo y bajando escaleras media función, que la verdad ya no se sabía si aquello era Norma de Bellini o Norma Duval.

Me resultó criticable que, nuevamente, se pretenda escenificar una obertura, como si temiesen que los aficionados nos aburramos cuando sólo hay música. Esto además se vio agravado al consistir el presunto divertimento en una panda de danzarines en bolas que no sé si pretendían representar los espíritus del bosque o una manifestación anti abrigos de piel, pero que, desde mi humilde punto de vista, sobraba. Estas son las cosas de tener que amortizar el tener al Ballet de la Generalitat, magnífico por otro lado, pero que debería tener su propio espacio diferenciado o reservarlo para las óperas que llevan ballet, y no ser utilizado para ahorrarse figurantes o para tener que montar bailes en cualquier ocasión, vengan o no a cuento.

Las consabidas proyecciones que inundan los trabajos de Livermore volvieron a estar presentes, casi hasta el empacho, sin que, a diferencia por ejemplo de lo que ocurría en La forza del destino, se aportase apenas nada al devenir dramático y, por el contrario, se rozase el ridículo en algunas ocasiones. Por otro lado, la obsesión de colocar una pantalla entre los cantantes y el patio de butacas para proyectar allí imágenes, llegó a hacerse molesta por excesiva, entorpeciendo la visión.

Claro, y ahora os preguntaréis ¿por qué habla este tío de balance general positivo después de repartir semejante estopa? Pues principalmente porque, como también suele ser habitual en los trabajos de dirección escénica de Livermore, hay una importante labor de dirección de actores y movimiento escénico, lo cual es más meritorio aún en una ópera intimista y de escasa acción, como es el caso de Norma. Cada personaje y miembro del coro estaba perfectamente instruido acerca de sus movimientos y actuación en escena, resultando el conjunto bastante eficaz y potenciándose el sentido dramático del texto.

Entrando ya en el apartado musical, en el foso se colocaba por primera vez al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana dirigiendo una ópera, Gustavo Gimeno, uno de los directores valencianos cuyo nombre había sonado insistentemente como posible candidato a la titularidad de la batuta de Les Arts. Yo he defendido estos días mi opinión acerca de que considero que la orquesta precisa de un director con más carácter y más experimentado en lides operísticas, sin cuestionar en absoluto su valía en el terreno sinfónico. Y, aunque lo sigo manteniendo, desde ayer poco voy a poder criticarle en el campo operístico, al menos por lo demostrado en esta Norma, donde llevó a cabo una labor extraordinaria.

Gimeno demostró, ante todo, oficio. Una claridad en el gesto ejemplar y una atención permanente a la conexión entre foso y escena, que fue impecable. Supo respirar con los cantantes en una ópera tan exigente como esta, marcando todas las entradas y llevando a cabo el que creo que ha sido uno de los trabajos de batuta más cuidadosos con las voces que yo he contemplado en este teatro. Manejó las dinámicas con gran inteligencia y momentos como el concertante final o el prescindible coro Guerra, Guerraestuvieron cargados de tensión dramática. En resumen, una dirección musical sobresaliente.

Entre los solistas, destacaron Magdalena Martínez en la flauta y Tamás Massànyi al clarinete, con una sección de violonchelos al mando de Rafal Jezierski espectacular en el inicio del acto segundo.

El Cor de la Generalitat, una vez más, respondió incluso por encima de las expectativas, contundente el masculino en sus escenas con Oroveso, y delicadísimo y casi celestial el acompañamiento de las voces femeninas en la cavatina Casta diva. En la ya mencionada escena de Guerra, Guerra, se lució demostrando poderío vocal y un empaste magnífico, y, como siempre, destacaron en el apartado dramático. No por repetido deja de ser verdad el lujazo que es contar en el Palau de les Arts con estos cuerpos estables.

Mariella Deviaes una auténtica diosa del belcanto. Soy un devoto admirador suyo y, quizás no sea demasiado objetivo, porque esto es lo que tiene también la pasión operística. Reconozco que no la había escuchado en el papel de Norma que, pese a su larga carrera, ha debutado hace menos de un año, así que iba también con un poco de prevención porque, a priori, no parece el rol que mejor se adapte a su vocalidad y, además, la señora está a punto de cumplir 67 años. Bueno, pues he de decir que me reafirmo en que puede no ser el papel que mejor se adapta a sus características, pero, por Tutatis, vaya lección belcantista nos ofreció la Devia anoche.

La voz ofrece algún pequeño síntoma de desgaste y en los descensos al grave se denotaban apuros y cambios de color, pero ahí pondría yo el punto y final a cualquier crítica que se pretenda hacer de una labor cuyos puntos positivos compensaron, con mucho, cualquier reparo. Su técnica respiratoria y el prodigioso control del fiato le permitieron exhibir un legatoexcelso, elegante hasta el desmayo. La precisión en los ataques, la afinación y la musicalidad infinita que derrochó fueron ejemplares. Si en los pasajes dramáticos percibía más limitaciones, la soprano los compensaba con expresividad a raudales a base de pura técnica canora. Además de eso, su comportamiento escénico fue encomiable, pese a tener que hacer de vedette sube y baja escaleras.

Una gratísima sorpresa fue la Adalgisa que ofreció la mezzosoprano armenia Vaduhi Abrahamyan. Su voz oscura, de bello timbre, grande, se apoderaba de la sala, mostrando gran expresividad, buena dicción y sentido musical. Empastó perfectamente en los dúos con Norma, aunque técnicamente pasó algún apuro en las agilidades.

El Pollionedel tenor norteamericano Russell Thomastambién fue digno de destacarse, con un importante vozarrón que brilló especialmente en los agudos, mostrando voluntad para adornar el canto con algunos matices y recursos expresivos que no acabaron de salir bien del todo. La pena fue una dicción bastante mala y un escaso sentido del legato belcantista, debido sobre todo a una técnica de emisión ruda, a empujones. Yo me preguntaba cómo una mujer tan elegante vocalmente como Norma podía haberse enamorado de este romano tan basto… Aunque igual es que el nombre del personaje no es casualidad.

Tampoco fue un ejemplo de elegancia belcantista el bajo Serguéi Artamonovcomo Oroveso, pero su voz oscura se adaptaba a los requerimientos del personaje. Buenas prestaciones ofreció Cristina Alunno como Clotilde y algo más justito David Fruci, como Flavio, con problemas de proyección; ambos alumnos del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo.

La sala se encontraba ayer más llena que en los últimos estrenos, castigándonos con su presencia en el palco la nefasta consellera María José Catalá, a quien acompañaba el President Fabra, quien por hacerse la foto se tuvo que chupar la ópera enterita. Sus ronquidos no se llegaron a escuchar, posiblemente debido a que serían tapados por el concierto de desaforadas toses que tuvimos que padecer durante toda la noche, con especial intensidad al comienzo del segundo acto.

El público aplaudió y braveó con calidez durante toda la representación los principales momentos, y al finalizar fueron singularmente efusivas las ovaciones dedicadas al terceto protagonista, especialmente a Mariella Devia. También la dirección escénica de Livermorefue acogida con unánime aprobación, así como el trabajo de Gustavo Gimeno al frente de la orquesta y el del Cor de la Generalitat.

A la salida todos los comentarios se centraban en cruzar apuestas acerca de quién sería el designado hoy tras filtrarse el nombre de Biondi. Bueno, pues ya ha habido fumata blanca. Esperemos que este sea el inicio de una vuelta a la normalidad lo más rápida posible que ayude a consolidar la continuidad y calidad de nuestra orquesta. Mimbres hay, ahora hay que saber hacer los cestos.