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lunes, 1 de marzo de 2010

"LA NOVIA VENDIDA" (Bedřich Smetana) - Palau de les Arts - 28/02/10

Ayer asistí a la segunda de las representaciones en el Palau de Les Arts de Valencia de la ópera del compositor checo Bedřich Smetana, “Prodaná Nevesta” (La Novia Vendida). Si hace unos días manifestaba mi decepción porque no se hubiera llenado el Palau de la Música en el concierto de Kasarova, lo de ayer en Les Arts fue alarmante. Un domingo, en principio, no es mal día, para ver el recinto de Les Arts más lleno de lo normal, pero ayer presentaba un aspecto descorazonador. Está claro que la ópera no es de las más conocidas por el gran público, ni los cantantes intervinientes tienen un especial tirón mediático, sin embargo se trata de una obra musicalmente agradable y el elenco vocal elegido presenta un nivel notable y homogéneo, todo lo cual justificaría una mejor respuesta popular.

La más conocida de las óperas de Smetana tiene un libreto bastante tontaina y la historia carece de cualquier tipo de emoción dramática, pero la música nos brinda algunos momentos francamente brillantes, como su conocida obertura, y otros de acusado lirismo, como el dúo de la escena 2 del primer acto, o el aria de Marenka del acto III, que valen realmente la pena. Pese a todo, me parece mucho mejor la primera parte que la segunda, y hay que reconocer que la obra presenta ciertos altibajos a los que contribuyen de modo esencial unas escenas de danza demasiado largas que se hacen pesadas, sobre todo la del circo.

La producción de la Opera North de Leeds, con dirección de Daniel Slater, que se ha traído a Les Arts, traslada la acción al 9 de mayo del año 1972, a una Checoslovaquia comunista que celebra el día de la liberación del país de la dominación nazi por las tropas rusas. Este cambio temporal respecto al original, a mi entender, no tiene mucho sentido, pues en ningún momento se desarrolla un discurso dramático elaborado que haga justificable esa transposición histórica. El único cambio apreciable se produce en el papel de Kecal, el casamentero, que parece ser un miembro del Partido, pero sin que exista un trabajo similar con el resto de personajes o en la concepción escénica que construya una lectura paralela a partir de una sólida propuesta conceptual.

Por lo demás, la puesta en escena evidencia una cierta sosería y pobreza escenográfica, desarrollándose la acción en el tablado de la plaza de un pueblo en fiestas, con un uso de los espacios muy primario y poco imaginativo.
El vestuario parece comprado en un todo a cien y los pobres miembros del coro lucen unas pintas setenteras de la vieja Europa del Este bastante lamentables.
Me pareció un detalle propio de revista de pueblo que el director del circo (Robert Burt) hiciese un parlato del inicio de la escena segunda del acto III mezclando torpemente castellano y valenciano, cual comentarista del Canal 9, aunque hubo entre el público a quien el guiño le gustó tanto que prorrumpió en aplausos.

Lo mejor del trabajo de Slater considero que se encuentra en una dirección de actores bastante cuidada para lo que suele ser habitual, aunque creo que la obra daba mucho más juego del que se le ha sacado en esta ocasión.

En conjunto, la propuesta del director británico no es en modo alguno rechazable, pero tampoco aporta nada especialmente significativo.

El checo Tomás Netopil, que nos martirizó el año pasado con una dirección musical de “Cosí fan Tutte” merecedora de haberle retirado de por vida el carnet de director, ha ofrecido en esta ocasión un rendimiento mucho más satisfactorio, posiblemente por sentirse más cercano y entender mejor la música de su compatriota, logrando algunos momentos de indudable brillantez, comenzando por la famosa obertura, donde efectuó una lectura vertiginosa, compaginando la fuerza en la dirección con un eficaz trabajo de matización. Ha estado siempre muy pendiente del escenario marcando las entradas de los cantantes y el coro con precisión. Para mi gusto le ha sobrado un poco de volumen en ciertos momentos en los que ha puesto en algún apuro a los cantantes. No es que haya sido un trabajo de los que dejan huella, pero superó con mucho las expectativas después de sus nefastos antecedentes.

De la Orquestra de la Comunitat Valenciana poco nuevo hay que decir. Una nueva exhibición de buen hacer por parte de estos extraordinarios músicos, que siguen mostrando una capacidad enorme para adaptarse a cualquier tipo de repertorio y dirección musical. Una vez más debo destacar esa privilegiada sección de cuerda que ha destacado especialmente en la obertura, y merece también una mención expresa el solista de clarinete (desconozco su nombre) que ha tenido varias intervenciones francamente sensacionales.

Tampoco me cansaré de seguir elogiando al Cor de la Generalitat, que ha ofrecido otra lección de empaste y profesionalidad. Hubo algún pequeño desajuste en su primera intervención, pero posteriormente ha estado perfecto, con una escena de la cerveza, que abre el acto II, de impecable ejecución. En esta ocasión debe valorarse especialmente el alto rendimiento escénico exigido al coro, cumpliendo de forma sobresaliente como cantantes, actores y bailarines.

La soprano Sabina Cvilak, a quien dediqué un reciente post, fue posiblemente la triunfadora de la noche. Compuso una Marenka muy completa, aportando la picardía, romanticismo y carácter que requiere el personaje. Mostró una voz más bien pequeña, pero de bello timbre, que moduló con exquisito gusto regulando intensidades con mucho oficio. En la zona aguda se desenvolvió con autoridad, presentando más limitaciones en sus graves. El papel no tiene muchas ocasiones de especial lucimiento canoro, pero la eslovena supo sacar partido de sus intervenciones derrochando musicalidad.

El checo Aleš Briscein, como Jenik, no puede decirse que estuviese mal, pero no acabó de convencerme. Tuvo buenos destellos de lirismo, pero también alguna desafinación y le faltó sutileza. Fue en su faceta de actor donde presentó sus mayores carencias, estando por debajo de sus compañeros de reparto.

Vicenç Esteve, todo un habitual de Les Arts, tuvo que afrontar el papel de Vašek, que le exige no sólo cantar en checo sino además tartamudeando. Las excepcionales aptitudes para la comedia del catalán y un nivel vocal muy correcto le permitieron salir con éxito del empeño.

El bajo ruso Vladimir Matorin impactó con su enorme vozarrón cavernoso de auténtico bajo eslavo. Ciertamente los años no pasan en balde y sus graves no fueron tan poderosos y redondos como antaño, pero en cualquier caso, este veterano cantante, que tiene en su haber una de las más altas distinciones de la música rusa, el título de “Artista del Pueblo de la Federación Rusa”, hizo ostentación de una presencia vocal y escénica apabullantes.

El resto del reparto ofreció un buen nivel, gustándome especialmente la Ludmila de Pilar Vázquez.

Al finalizar la obra, todos los participantes fueron premiados con cálidos aplausos del público. Bueno, del público que quedaba, porque gran parte de los asistentes salieron a la carrera nada más caer el telón, como si hubiera un aviso de incendio.

Sin ser lo mejor que ha pasado últimamente por Les Arts, “La Novia Vendida” es una buena ocasión de acercarse al repertorio checo y a la siempre interesante música de Smetana, y pasar un rato agradable, y, visto como marcha la venta de localidades, es además una oportunidad óptima de conseguir entradas el mismo día de la representación al 50%.

Como colofón musical os dejo el aria de Marenka del acto III en la voz de Lucia Popp, cantando en alemán:


video de LaViolettaValery

Podéis leer también las crónicas de Titus y FLV-M

viernes, 17 de julio de 2009

"PRODANÁ NEVESTA" (La Novia Vendida). Bedřich Smetana


Una de las propuestas más interesantes dentro de la programación prevista en Les Arts para la temporada 2009-2010, aparte por supuesto de “Les Troyens”, es la primera incursión del coliseo valenciano en el repertorio checo, de la mano de Bedřich Smetana (1824-1884) con su ópera más conocida: “Prodaná Nevesta” (La Novia Vendida).

"La Novia Vendida", estrenada en el Teatro Provisional de Praga el 30 de mayo de 1866, donde fue dirigida por el propio compositor, es la segunda ópera de Bedřich Smetana, tras “Braniboři v Čechách” (Los Brandemburgueses en Bohemia), la primera ópera escrita íntegramente en checo. Como en ésta, el libreto es de Karel Sabina, escritor y periodista checo que fue uno de los principales dirigentes del movimiento revolucionario de ese país en 1849. Sin embargo, mientras “Los Brandemburgueses en Bohemia” era una obra patriótica y seria, “La Novia Vendida” es una comedia ligera y optimista, ambientada en el campesinado checo, con una trama sencilla destinada al puro entretenimiento, reflejo de las esencias del folklore popular. De hecho, el propio Smetana reconoció que escribió esta ópera como reacción a aquellos que le acusaban de ser demasiado wagneriano y no ser capaz de escribir algo más ligero, y procuró que su música tuviese un carácter popular, que “sonase” a checo, dado que la trama reflejaba la vida del pueblo.

Durante los tres años que empleó Smetana en su composición, la obra, concebida inicialmente como una opereta, sufrió hasta cuatro revisiones y ampliaciones diferentes hasta adoptar su actual configuración.

Quizás sus fragmentos más conocidos sean las danzas y, sobre todo, su brillante y trepidante Obertura, que fue compuesta bastante tiempo antes que el resto de la obra y suele ser pieza habitual de conciertos sinfónicos. En ella no aparecen leitmotivs referidos a personajes o situaciones concretas que luego se repitan, sino que tan sólo se escucharán posteriormente referencias melódicas a este inicio en algunas intervenciones aisladas del Coro, pero, pese a ello, marca de forma inequívoca el espíritu de la obra y posiciona el estado de ánimo del espectador. De ahí que, en ese sentido, se la haya comparado con la Obertura de “Le Nozze di Figaro” de Mozart.

Seguidamente podemos escuchar la Obertura de “La Novia Vendida” en la interpretación de la Berliner Philharmoniker dirigida por Mariss Jansons:


video de MahaKrisna

La historia se desarrolla en un pueblo de Bohemia durante el siglo XIX. Narra, en tono jocoso, las peripecias de la ingenua y alegre campesina Marenka, quien sufre por haber sido prometida en matrimonio con Vasek, al que no conoce, el hijo medio estúpido y tartamudo de Micha, un hombre rico, mientras que ella ama a Jenik, un honesto y pobre joven aldeano. Jenik, es en realidad también hijo de un primer matrimonio de Micha, pero huyó de casa por desavenencias con su madrastra. Ante la propuesta del casamentero para que renuncie a Marenka, Jenik aparenta aceptar la situación a cambio de un pago de 300 florines, con la condición de que Marenka sólo pueda casarse con un hijo de Micha. Marenka se siente traicionada por su amado Jenik y sus amigos piensan que ella ha sido vendida, pero al final la verdad y el amor resplandecerán.

Los personajes están bien definidos dentro del espíritu desenfadado de la historia, adquiriendo una especial relevancia, además de la pareja protagonista, el casamentero Kezal y el bobalicón Vasek, auténticos conductores de la comicidad en la obra.

Desde su estreno, la obra se ha venido representando regularmente en la República Checa, donde siempre ha gozado de gran popularidad y sus habitantes la consideran parte esencial de su cultura nacional.

Es la única de las óperas de Smetana que ha traspasado sus fronteras de origen para formar parte del repertorio de los teatros internacionales. La primera vez que se representó fuera de su tierra natal fue en 1871, en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo, no volviendo a exportarse hasta 1892, cuando llegó a Viena y comenzó realmente su reconocimiento por el público y críticos internacionales, aunque representándose en idioma alemán. En 1894 Gustav Mahler introdujo la obra en Alemania. Tras el nombramiento de Mahler como director de la Staatsoper de Viena, “La Novia Vendida” pasó a formar parte del repertorio habitual de la compañía. De nuevo sería Mahler quien la introduce con éxito en Estados Unidos, en 1909, al ser nombrado director del antiguo Metropolitan de Nueva York. Cuentan las cónicas que, el día del estreno, Mahler ordenó interpretar la Obertura entre los actos I y II para que pudiese ser escuchada por los rezagados. A España no llegaría hasta 1924, cuando se estrenó en el Liceu de Barcelona.

Seguidamente podemos escuchar a la eslovaca Lucia Popp interpretar el aria del acto III "Ten lásky sen" (mi sueño de amor), en la que canta lamentándose por la traición de su amado y pensando lo feliz que hubiese sido su vida junto a él:


video de Glenmed

Ahora se anuncia que llegará a Valencia en abril, en una producción de The Grand Theatre & Opera House de Leeds, con dirección escénica de Daniel Slater, de quien ya hemos visto en Valencia sus montajes de “Esponsales en el Monasterio” y “L’Arbore di Diana”, y musical de Tomáš Netopil. En principio nada bueno augura que se haya elegido para la presentación en Valencia de la ópera al director checo Tomáš Netopil (alias “sosopil”), especialista en aburrir auditorios. Esperemos que al ser una obra de su tierra le entre la vena patriótica, y la morriña le insufle un poco de espíritu a su dirección musical.

En cuanto a los intérpretes, los previstos para los principales papeles, hasta que Helga se saque a la Voulgaridou de la manga, son: la eslovena Sabina Cvilak como Marenka, el checo Aleš Briscein como Jenik, el veterano bajo ruso Vladímir Matorín como Kezal, y Vicenç Esteve como Vanek.

Acabo con el bonito dúo entre Jenik y MarenkaVerne Milovani”, de la escena II del acto I, en este caso interpretado por el tenor checo Peter Dvorský (ojito al peinado setentero) y la soprano eslovaca Gabriela Beňačková, mientras se dicen: “Nuestro amor no será destruido por ninguna presión. Hemos jurado y prometido que seremos fieles el uno para el otro”. Ahí es :


video de Scarpios