
El jueves 10 de junio se estrenó el Palau de Les Arts esta producción propia de “Salome”, de Richard Strauss, con la que se han iniciado las representaciones operísticas del III Festival del Mediterrani. Como ya comenté en mi post anterior, la lamentable descoordinación entre el Palau de la Música y el de Les Arts, haciendo coincidir dos acontecimientos musicales de primer nivel el mismo día, nos llevó a algunos aficionados a no poder asistir al estreno de esta “Salome” que todos los amantes de la música de Richard Strauss aguardábamos con gran interés.
Acudí ayer a Les Arts, no obstante, teniendo demasiado reciente el recuerdo de otra extraordinaria “Salome”. La que pude ver en abril en Madrid con una Nina Stemme insuperable y una dirección artística de Robert Carsen innovadora, atractiva y eficaz. La memoria de la excelencia de lo allí vivido era demasiado cercana como para que no
esperase cierta decepción ante la producción ahora estrenada en el coliseo valenciano.
Llama la atención que, en estos tiempos de crisis y recortes culturales, hayamos podido ver, en menos de un año, 3 producciones diferentes de “Salome” en Barcelona, Madrid y Valencia, lo que demuestra lo poco coordinada que está la política cultural en este país.
Francisco Negrín es el responsable de la dirección artística en esta ocasión y
nos ofrece una visión atemporal del drama, llena de anacronismos, con un Herodes vestido con traje y corbata o unos soldados con fusiles y uniformes que recuerdan a la Italia fascista o la Alemania nazi, junto a otros personajes con túnicas propias de la época marcada en el libreto o los judíos con la estética de los actuales judíos ortodoxos (aunque calvos, sin barbas ni tirabuzones). Jokanaan aparece con menos pelo que Berlusconi, pese a las referencias del texto a la belleza de los cabellos del profeta, lo que aquí sonaba a chiste de humor negro y parecía justificar el subsiguiente cabreo de Jokanaan con Salomé.
La escenografía me pareció sumamente interesante. El escenario está dominado por un gran espacio giratorio, que por un lado muestra lo que ocurre en el palacio de Herodes y por el otro representa la luna, con media esfera hueca que, al girar, permite la visión de la cisterna en la que está encerrado Jokanaan. Creo que desde el punto de vista escenográfico, de la iluminación y de la dirección de actores hay un trabajo muy elaborado y eficazmente resuelto.
En cuanto al concepto, es bastante coherente el planteamiento con su desarrollo, y, pese a algunas licencias del regista, el conjunto adquiere sentido. Salomé es presentada como una joven caprichosa,
víctima del ambiente corrompido en que vive, pero a partir de su contacto con el profeta y, sobre todo, de la muerte de Narraboth, (que aquí juega como inteligente punto decisivo de inflexión del drama), su percepción de la realidad adquiere una nueva perspectiva, que culminará al ser consciente de la obsesión de su padrastro con ella desde niña y que desencadenará su venganza no sólo contra el rechazo de Jokanaan y contra la impotencia de no poder alcanzar lo que el profeta representa, sino también contra el propio Herodes, para, finalmente, acabar embadurnándose de blanco en una alegórica transmutación en Jokanaan mismo.
La danza de los siete velos me pareció uno de los momentos más convincentes de la noche. Comienza con un inicio de striptease de la protagonista que es
grabado por Herodes en video, y se interrumpe cuando éste la invita a contemplar las grabaciones de índole voyeur que tiene de ella, realizadas a lo largo de su vida. La escena culmina con el tetrarca llevándose a su hijastra a la fuerza a una habitación, dando a entender que la viola. La introducción del elemento voyeurista no es ninguna originalidad y recientemente la vimos, por ejemplo, en la puesta en escena de Carsen en el Teatro Real. Pero la reacción de Salomé pidiendo la cabeza de Jokanaan adquiere aquí una enorme coherencia.
Sin embargo, en el balance negativo de Negrín yo situaría
que, en ese momento en que insiste la protagonista en pedir la cabeza de Jokanaan, sus gestos y tono suenan más a capricho que a venganza, lo que chirría un tanto con el planteamiento anterior. Tampoco me gustó el innecesario y absurdo prólogo escénico que precedió a las primeras notas de la orquesta. E igualmente, creo que podrían haberse evitado fácilmente algunas discordancias entre libreto y escena que me impiden calificar la propuesta de Negrín de plenamente convincente. De cualquier modo, en conjunto, calificaría la dirección artística de muy notable.
Según comentaba el amigo Titus en su excelente crónica, el público que asistió al estreno el día 10 tributó a Negrín algunos abucheos, no sé si debidos a que se consideró su propuesta fallida o demasiado rompedora o
escandalosa. “Salome” siempre ha sido una obra que ha dado pie a puestas en escena con sus buenas dosis de escándalo y provocación. Pero en este caso pienso que no hay para tanto. De hecho, me parece mucho más escandalosa alguna conducta de la vida pública de personajes que suelen ocupar el palco de Les Arts, que las referencias que puedan hacerse, en pleno siglo XXI, al sexo o a situaciones más o menos impropias, en el marco de una obra de ficción. Y a los del palco no se les abuchea (de momento).
Acudí ayer a Les Arts, no obstante, teniendo demasiado reciente el recuerdo de otra extraordinaria “Salome”. La que pude ver en abril en Madrid con una Nina Stemme insuperable y una dirección artística de Robert Carsen innovadora, atractiva y eficaz. La memoria de la excelencia de lo allí vivido era demasiado cercana como para que no

Llama la atención que, en estos tiempos de crisis y recortes culturales, hayamos podido ver, en menos de un año, 3 producciones diferentes de “Salome” en Barcelona, Madrid y Valencia, lo que demuestra lo poco coordinada que está la política cultural en este país.
Francisco Negrín es el responsable de la dirección artística en esta ocasión y

La escenografía me pareció sumamente interesante. El escenario está dominado por un gran espacio giratorio, que por un lado muestra lo que ocurre en el palacio de Herodes y por el otro representa la luna, con media esfera hueca que, al girar, permite la visión de la cisterna en la que está encerrado Jokanaan. Creo que desde el punto de vista escenográfico, de la iluminación y de la dirección de actores hay un trabajo muy elaborado y eficazmente resuelto.
En cuanto al concepto, es bastante coherente el planteamiento con su desarrollo, y, pese a algunas licencias del regista, el conjunto adquiere sentido. Salomé es presentada como una joven caprichosa,

La danza de los siete velos me pareció uno de los momentos más convincentes de la noche. Comienza con un inicio de striptease de la protagonista que es

Sin embargo, en el balance negativo de Negrín yo situaría

Según comentaba el amigo Titus en su excelente crónica, el público que asistió al estreno el día 10 tributó a Negrín algunos abucheos, no sé si debidos a que se consideró su propuesta fallida o demasiado rompedora o


En el apartado musical hay que destacar ante todo la dirección del Maestro Zubin Mehta, que logró extraer de la partitura de Strauss todo su potencial, que es mucho. La música fluyó con elegancia, consistencia y viveza. No se recreó en los momentos más líricos y pasionales y quizás por eso

La extraordinaria Orquesta de la Comunitat Valenciana, ayer compuesta por alrededor de un centenar de músicos, brilló como se esperaba de ella, respondiendo con corrección extrema a la mano maestra de Mehta. Los metales y la percusión estuvieron sencillamente perfectos. Las intervenciones individuales fueron todas ellas excepcionales, aunque quiero hacer mención expresa, por su virtuosismo, de los solistas de contrafagot, clarinete y flauta.
La finlandesa Camilla Nylund fue la encargada de asumir el difícil rol

El barítono Albert Dohmen fue un peculiar Jokanaan calvo y avejentado. Este es un papel que cuenta siempre con la dificultad añadida de tener que traspasar la barrera de la gran orquesta straussiana cantando gran parte del tiempo desde la cisterna en la que se encuentra encerrado. En esta ocasión Dohmen solventó la papeleta con éxito, logrando proyectar su voz sin excesivos problemas. Este hombre canta con un enorme gusto y así lo hizo ayer también, destacando en los pasajes más líricos, pero yo le eché en falta una mayor intensidad dramática.
El tenor alemán Siegfried Jerusalem, con 70 años recién

Hanna Schwarz fue una Herodías de enorme fuerza dramática, pero por la que los años tampoco han pasado en balde, su voz, de tremendo volumen, se proyectaba con potencia superando con facilidad el inmenso muro orquestal, y lo hubiera seguido haciendo aunque hubiera estado formado por el doble de componentes, pero sus agudos son ya muy forzados y el vibrato tambaleante.
El joven tenor austriaco Nikolai Schukoff fue para mí la gran sorpresa de la

Muy correctos estuvieron el resto de comprimarios, entre los que destacaría a Adriana Zabala y Niklas Bjorling.
La escasez de público parece que va a ser una

Al final, grandes ovaciones para todo el elenco que se hicieron especialmente intensas con la aparición de Nylund y cuando, como también viene siendo ya costumbre, Mehta subió al escenario acompañado de (casi) todos los miembros de la orquesta.
El sábado repetiré, en compañía de buenos amigos, y recomiendo a todo amante de la ópera libre de prejuicios que no se la pierda. (Helga, me debes ya varias comisiones).
Aquí podéis leer las crónicas de Titus y Maac.
Aquí podéis leer las crónicas de Titus y Maac.
Actualización - 20/06/2010: Acabo de llegar, después de haber asistido a la función de hoy (ya ayer) de "Salome" y creo que es justo que realice algunas rectificaciones.
Me ha gustado mucho más la función de hoy que la del pasado miércoles. Realmente ha sido una noche de ópera auténticamente mágica donde todo, o casi todo, ha salido redondo.
La orquesta ha sonado extraordinariamente bien y tan sólo podría poner en el debe de Mehta el exceso de volumen que imprime en algunos momentos, que pone a los cantantes al límite de lo humanamente resistible. Pero esa tensión que ha salido del foso desde los primeros compases (pese a algún pequeño descontrol inicial) y se ha mantenido durante dos horas, ha sido la clave del éxito de esta velada.
Albert Dohmen ha estado sencillamente inmenso. La fuerza y la belleza de su canto hoy, han conseguido estremecerme sin ningún tipo de reserva. Bravísimo.
Camilla Nylund ha estado igualmente sensacional. La intensidad dramática que ha derrochado, compensa cualquier objecion que se pudiera efectuar. La emoción que ha transmitido a la platea ha sido ciertamente de las que hacen grande a una cantante. Hoy ha sido una Salomé completa y creíble, de las que puedo asegurar que tardaré mucho tiempo en olvidar.
Hanna Schwarz ha rejuvenecido esta noche más de veinte años. Sus agudos y el control de su voz han sido ejemplares, y su Herodias memorable.
Siegfried Jerusalem ha cumplido también con nota alta. Pese a sus limitaciones, ha estado a la altura del maravilloso espectáculo que hemos vivido.
La ovación final a todos los participantes ha sido de las más largas y sentidas que yo he escuchado en Les Arts. Y con todo merecimiento.
Insisto en mi recomendación: No dejéis de ver esta "Salome". Esto es la Ópera (con mayúscula).