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jueves, 10 de enero de 2013

SAMUEL BARBER Y "VANESSA"


El compositor norteamericano Samuel Barber (1910-1981) es conocido sobre todo por el gran público gracias a su famosísimo “Adagio para cuerdas” adaptado posteriormente para coro mixto como “Agnus Dei”. También son bastante populares otras composiciones como su Concierto para piano o el Concierto para violín, y tiene un importante repertorio de canciones de las que posiblemente hable algún otro día en este blog.

Su producción operística está constituida por tres obras: “A Hand of Bridge”, “Anthony and Cleopatra” y “Vanessa”, la primera de las tres en ser compuesta y sobre la que quería hoy hacer una breve reseña.

Barber es uno más de esos músicos que en su infancia fueron considerados “niños prodigio” y a los siete años ya había compuesto su primera obra para piano, a los doce era el organista de una iglesia y a los catorce entró a estudiar en el Instituto de Música Curtis de Filadelfia, donde destacaría en sus facetas de compositor, pianista y como barítono. Durante estos años trabaría amistad con el también compositor Gian Carlo Menotti, quien acabaría siendo, además de su compañero sentimental, el libretista tanto de “A Hand of Bridge” como de “Vanessa”.

“Vanessa” es la composición operística más relevante de Samuel Barber. Su estreno tuvo lugar en el Metropolitan de Nueva York el 15 de enero de 1958, obteniendo un desbordante éxito tanto de público como de crítica, llegando a obtener Barber por esta ópera el Premio Pulitzer. En Europa, sin embargo, nunca ha sido una obra que haya acabado de triunfar ni entrar en el repertorio y apenas se representa, pese a contar con algunos momentos francamente inspirados.

Fue escrita originariamente en cuatro actos aunque posteriormente, en 1965, Barber decidiría recortarla y dejarla en tres actos que es como se representa tradicionalmente. Para el libreto, Menotti y Barber tuvieron presente, no una historia concreta, pero sí el ambiente inspirado por la colección de relatos “Siete cuentos góticos” de la escritora danesa Karen Blixen (sí, la de Memorias de África).

“Vanessa” cuenta la historia de una mujer recluida en una mansión, en la que vive acompañada por su madre, La Baronesa, y una sobrina, Erika. Allí Vanessa pasa el tiempo sumida en los recuerdos, esperando el regreso de Anatol, un hombre casado con quien mantuvo una relación 20 años antes. Una noche de tormenta llega a la casa un hombre llamado Anatol, que es en realidad el hijo del antiguo amante de Vanessa, y que les comunica que su padre ha muerto. Anatol es un vividor que seduce a la inocente Erika, quien, pese a quedar embarazada de él, le rechaza al darse cuenta de que su tía se ha enamorado del recién llegado con quien mantiene una relación. Anuncian su boda a Erika, quien se autolesiona para abortar, y mientras el joven Anatol y Vanessa parten en viaje de novios hacia un futuro condenado al fracaso, Erika queda ahora en la mansión como lo hiciese su tía veinte años antes, viviendo de los recuerdos y esperando inútilmente la llegada de su amor.

Se cuenta que Barber escribió el papel de la protagonista femenina pensando en que fuese interpretado por Maria Callas, creyendo que ese personaje atormentado por un amor del pasado se acoplaría perfectamente a la temperamental cantante neoyorquina, sin embargo parece que la Callas declino el ofrecimiento al intuir que el personaje de Erika le restaría protagonismo. Sea como fuese, el caso es que acabó encomendándose a Sena Jurinac quien, apenas seis semanas antes del estreno, canceló su participación, siendo finalmente la extraordinaria soprano norteamericana Eleanor Steber quien encarnaría a Vanessa en la premiere mundial, convirtiéndolo en uno de sus papeles de referencia. Junto a Steber estarían nombres como los de Nicolai Gedda, Rosalind Elias o Giorgio Tozzi, en una producción que contó con la puesta en escena diseñada por Cecil Beaton y con la dirección musical de Dimitri Mitropoulos.

Aquí podemos escuchar precisamente a la gran Eleanor Steber en uno de los momentos claves del personaje de Vanessa, en el que canta "Do not utter a word" (No pronuncies ni una palabra). Es el momento en que Anatol entra en la casa por vez primera y Vanessa se dirige a él pensando que es su amor de hace 20 años que ha regresado, aunque pronto comprobará que no es él:


video de Rapicienta

Este es el final de la ópera, con el quinteto previo. Podemos escuchar las voces que estrenaron la obra en 1958: Eleanor Steber, Rosalind Elias, Regina Resnik, Giorgio Tozzi y George Cehanovsky:


video de EdmundStAustell

Y he dejado deliberadamente para cerrar esta entrada de hoy el fragmento más popular de la ópera y posiblemente el de mayor belleza y lirismo. Es el que suena inmediatamente antes de la intervención que hemos escuchado antes de Vanessa  (“Do not utter a Word”), y en el que Erika canta “Must the winter come so soon?” (¿Por qué el invierno llega tan pronto?), que aquí podemos escuchar en la voz de la mezzosoprano estadounidense Frederica Von Stade:


video de Sarma230

¿Por qué el invierno debe llegar tan pronto?
Cada noche oigo vagar a los ciervos hambrientos,
mientras que en el lloroso bosque,
desde su nido,
se oyen los graznidos del helado búho.
 
¿Por qué el invierno debe venir tan pronto?
Aquí, en este bosque, ni el amanecer ni el ocaso
marcan el paso de los días.
 
Es un invierno largo el de aquí.
¿Por qué el invierno debe llegar tan pronto?

viernes, 15 de julio de 2011

"THE TELEPHONE" y "AMELIA AL BALLO" (Gian Carlo Menotti) - Teatro Martín i Soler - Palau de les Arts - 13/07/11


Ahora sí que se acabó. Tras las representaciones ofrecidas los días 13 y 14 de julio de las óperas de Gian Carlo Menotti “The Telephone” y “Amelia al Ballo” en su sala Martín i Soler, el Palau de les Arts echa el cierre, en cuanto a representaciones operísticas, hasta el comienzo de la próxima temporada 2011-2012, cuyo calendario y contenido sigue, incomprensiblemente, sin anunciarse, pero que no se prevé que inicie antes de finales de octubre.

Una vez más, la actividad musical y operística de la capital valenciana queda completamente muerta durante unos meses en que se concita una importante afluencia de turistas. Pero ellos sabrán lo que hacen.

Reconozco que nunca antes había escuchado ni “The Telephone” ni “Amelia al Ballo” y acudí el pasado miércoles 13 a Les Arts con bastante poca convicción, pero he de reconocer que salí bastante satisfecho.

Las obras no son, a mi juicio, ninguna maravilla. Demasiada tendencia a incluir pasajes que suenen a Puccini, con tímidos toques de “modernidad” e inevitables ecos de Broadway. Los libretos son un puro sainete disparatado, pero el conjunto acaba por resultar entretenido y agradable de escuchar, a lo que también ayuda que su duración sea breve.

La dirección de escena corrió a cargo de Jean-Louis Grinda, de quien no me gustó su reciente “Tosca”, pero que creo que en esta ocasión, sobre todo en “Amelia al Ballo”, ha llevado a cabo una propuesta sencilla pero muy funcional y ajustada al contenido y carácter de las obras, destacando una dirección de actores ágil y estudiada que mantiene en todo momento el pulso de la comedia y permite el seguimiento de la acción con interés. Me pareció muy positivo que se decidiera efectuar el cambio de decorados entre una y otra obra al comienzo de “Amelia al Ballo”, con la música ya sonando y dando así un carácter de unidad a toda la representación.

También es justo destacar el excelente trabajo de iluminación de Antonio Castro, una de las principales bazas de esta puesta en escena.

En lo musical, el mayor interés radicaba en la presencia al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana del polifacético Plácido Domingo, quien dirigió con corrección y sin que se pueda destacar ningún aspecto especialmente negativo, pero que siempre te deja con la impresión de que, afortunadamente, se gana la vida holgadamente con su voz, y su batuta no deja de ser un capricho que está en todo su derecho, a estas alturas de su carrera, de poderse permitir.

Puso gran énfasis Domingo en los pasajes más líricos de las partituras y estuvo muy atento a las indicaciones a los cantantes, pero la orquesta en muchas ocasiones parecía ir un poco a su aire, ajustada pero sin que se apreciara una aparente coordinación entre el foso y la batuta.

El mayor pero que se le puede poner a su dirección es un exceso de volumen que no supo controlar para desgracia de algunos solistas que no conseguían hacerse oír, pese a la reducida composición de una Orquesta de la Comunitat Valenciana en la que se hace necesario volver a destacar las intervenciones solistas del oboe de Pierre Antoine Escoffier, magistral en “The Telephone”, y de Álvaro Octavio a la flauta.

El elenco vocal, incluido el Coro, estaba compuesto íntegramente por alumnos del valenciano Centre de Perfeccionament Plácido Domingo, del Domingo-Cafritz Young Artist Program de la Ópera de Washington y algún participante de Operalia. El nivel general fue bastante aceptable, sobre todo en su faceta de actores, donde tuvieron una entrega irreprochable. Entre las voces hubo un poco de todo, destacando claramente del resto el impresionante volumen y penetrante timbre de la norteamericana Jennifer Lynn Waters en su papel de Amelia.

Mención especial, para mal, vuelve a merecer la subtitulación de los textos en Les Arts, donde siguen empeñados en actualizar ridículamente las expresiones del libreto, y al final más que una ópera acaba pareciendo aquello un capítulo de “Física o Química”.

Al finalizar, fuertes aplausos para todos los artistas, dirección de escena incluida, de un público que llenaba casi por completo la sala Martín i Soler, con presencia de Consellera, Concejala y una Helga Schmidt que se sentó en primera fila dejando un asiento libre entre ella y Marta Ornelas (esposa de Domingo) a quien no se dignó saludar.

Supongo que estaría demasiado concentrada pensando cuántos contratos sin cerrar se atreve a incluir en la programación de la próxima temporada de Les Arts o cuánto más puede retrasar su anuncio, de forma que cuando mande las cartas a los abonados para la renovación pille al mayor número de vacaciones y sin tiempo para solicitar la baja en el abono. Pues no es lista ni .

Os recomiendo leer la crónica de la función que ha hecho Maac.