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lunes, 16 de marzo de 2009

COSÌ FAN TUTTE (W.A.Mozart) - Palau de Les Arts - 14/03/09


Tras la emocionante e intensa experiencia vivida la semana pasada con “I Capuleti” en Covent Garden, y ante los comentarios de algunos asistentes a anteriores funciones del “Così fan Tutte” presentado ahora en el Palau de Les Arts, mis expectativas ante la función del sábado eran francamente mínimas. Pero al final, como suele ocurrir en las ocasiones en que poco esperas de un espectáculo, salí con buen sabor de boca, pese a los muchos reparos que se le pueden poner a lo visto y oído.


La producción presentada del Festival de Glyndebourne, con dirección escénica de Nicholas Hytner adaptada para la ocasión por Bruno Ravella, es clásica y destaca por su luminosidad mediterránea y sus amplios espacios, con unos decorados y vestuario de Vicki Mortimer acordes a esa concepción, lográndose un conjunto al que se le puede achacar su falta de originalidad, pero que resulta sumamente eficaz como soporte de la trama.

Personalmente, desde luego, prefiero la poca originalidad eficaz que el onanismo mental disfrazado de presunta creatividad que invade tantos escenarios, dificultando los movimientos de los artistas, el seguimiento de la trama o la coherencia de la obra, sin aportar nada más que la autocomplacencia arrogante del regista de turno. Pero, en fin, esto es otro tema.

Eso sí, me rechinó profundamente ese absurdo final escénico con Jaima, vajilla bereber y lámpara colgante de cristales, sobre todo cuando se les enganchó uno de los extremos de la tela sin que pudieran izarla del todo produciéndose una situación ridículamente patética al tener los cantantes que finalizar cantando medio encorvados para no acabar tapados por la Jaima, como sí le ocurrió al coro.


La dirección musical del checo Tomáš Netopil siguió, lamentablemente, las pautas que ya marcó en “Le Nozze di Figaro” del pasado año. Sosería a raudales. Y mira que es difícil hacer soso a Mozart, pues Netopil es un artista en conseguirlo. Es incapaz de dotar a la música de la chispa que necesita una obra como ésta, e intentó compensar esa falta de mordiente con un exceso de volumen, en algún pasaje, de forma gratuita.

La Orquestra de la Comunitat Valenciana estuvo como siempre impecable en su ejecución, con oboes y trompas excelentes, y, pese a la monotonía de la lectura impuesta por el Maestro, no llegó a dormirse ninguno, lo que tiene su mérito.

El Coro de la Generalitat Valenciana, aunque sin el protagonismo de otras obras, volvió a mostrarse compacto y poderoso, aguantando con dignidad su canto del “Benedetti i doppi coniugi” tapado bajo ridícula Jaima.


En el terreno solista, la mayor curiosidad estribaba en calibrar el rendimiento que pudiese ofrecer Alexandra Deshorties como Fiordiligi, sustituyendo a Bárbara Frittoli por cortesía de Helga Schmidt. La canadiense mostró un nivel claramente superior a otras sustitutas de la casa (sí, esa), pero no consiguió hacer olvidar a la Frittoli, ni mucho menos. No me resultó agradable el timbre de Deshorties que acusaba además una clara descompensación entre registros, con una clara tendencia al chillido. Su “Come Scoglio” no hubiese pasado los octavos de final de la liguilla de Maac, pero lo solventó con más dignidad de lo que yo imaginaba, a pesar de que dejó constancia que las agilidades no son su fuerte. Mostró buen volumen y control del fiato y, pese a todas las carencias señaladas, superó mis expectativas, para tratarse de uno de los regalitos fuera de abono de Helga.

La Dorabella de Nino Surguladze, sin embargo, me decepcionó mucho. No se puede decir que cantase mal, pese a que su voz tendía a abrirse con un feo vibrato y presentaba apuros en la zona baja, pero no aportó la frescura interpretativa y vocal que requiere el personaje. Por el contrario, me gustó su tratamiento de los recitativos.

También me decepcionó el veterano Natale De Carolis, esposo de la Frittoli, como Don Alfonso. No supo dotar de la presencia vocal y escénica que requiere el rol de quien es el auténtico conductor de la trama.

Joan Martín-Royo fue un Guglielmo correcto, sin más, que pareció contagiarse de la sosería de Netopil y tuvo una actuación vocal aceptable, pero muy plana, y con excesivo engolamiento, aunque su interpretación actoral fue la más sentida y buffa de todos.

Bastante bien estuvo la jovencísima Eleonora Buratto como Despina, quien sí supo extraer la chispa de frescura y picardía del personaje, con temperamento y soltura, mostrando una voz limpia y muy mozartiana.

Mi gran sorpresa positiva de la noche fue el Ferrando que compuso Joel Prieto. Al hispano-puertorriqueño tuvimos ocasión de verle en “L’Arbore di Diana” y no destacó en absoluto. El sábado, sin embargo, fue lo mejor de la noche. Su bello timbre se adaptó perfectamente a la partitura mozartiana y lució altas cotas de musicalidad en una buena línea de canto con un fraseo muy bien ligado. Su “Un aura amorosa” fue de lo mejor de la noche, pese a hacer dueto con el espontáneo tosedor que tachonó rítmicamente de cof, cofs toda el aria.


Pese a la mediocridad vocal del conjunto y la falta de garra de Netopil, salí satisfecho de la casita de Helga... Y es que Mozart, siempre es Mozart.

Os recomiendo al respecto las excelentes crónicas de Alfredo y Titus.

Como postre os dejo dos videos de lujo.

En el primero escuchamos a Christa Ludwig, Gundula Janowitz y Walther Berry en el trío “Soave sia il vento”, dirigidos por Karl Böhm. La estética es viejuna pero la calidad musical tremenda:


video de madamemauve

Finalmente, en este otro video podemos disfrutar de “Doña Perfecta” Elisabeth Schwarzkopf en un “Per Pietà” de antología.


video de ClassicalRelated89