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viernes, 20 de mayo de 2011

GRAN EXCLUSIVA DE LA TELEVISIÓN VALENCIANA

La televisión pública valenciana, sostenida con el dinero público de todos los valencianos, dio el pasado martes 17 la noticia de la rueda de prensa de Helga Schmidt y Zubin Mehta en la que presentaron la programación del IV Festival del Mediterrani que se llevará a cabo en el Palau de les Arts a partir del próximo 28 de mayo.

Podéis ver el video AQUÍ (mientras no lo censuren).

Nada más comenzar el relato de lo ocurrido, la televisión valenciana aprovecha para hacer un alarde más de su amor por la cultura, y su vocación formativa y de servicio público, lanzando una enorme exclusiva: las óperas “Fidelio” y “Tosca” no fueron compuestas, como inocentemente se creía, por Beethoven y Puccini, sino por un tal Gustav Maggler (*).

No hay que confundir al gran Gustav Maggler, con Gustav Mahler, un compositor menor de bandas sonoras de Visconti, ni con Makkler, otro ignoto gran músico de quien, según informó la propia emisora valenciana en el reportaje, se podrá escuchar también en el IV Festival del Mediterrani un concierto dirigido por un señor llamado Chubinmeta.

Igualmente se anunció el estreno en Valencia de la “Trilogía Romana”, sin que digan de quién es la obra, que para eso los espectadores de la cadena son cultísimos y saben que es de Respighi, pero para dar una pista para retrasadillos, ponen imágenes de la Tetralogía del Anillo, de Wagner.

Lo único extraño es que en todo el video no salgan las jetas de Camps ni de Rita, ni siquiera fugazmente, hecho hasta ahora insólito en toda la programación de Canal 9 (dibujos animados incluidos), por lo que imagino que, a pesar del enorme valor cultural e informativo del reportaje, su autor pueda verse cesado en breve.



(*) Yo he estado buscando en libros, bases de datos y wikipedias varias y todas hacen gala de una ignorancia supina, callando incluso la existencia misma del gran Maggler, pero un amigo del bibliotecario del colegio donde estudió la prima de una cuñada del redactor jefe de cultura de Canal 9, me ha facilitado el borrador con los apuntes de la preparación del reportaje que contiene algunos datos sorprendentes.

Parece que Gustav Maggler nació en 1778 en la población de Molinicos (Albacete) con el nombre de Gustavo Magro González-Lerma. Ya desde muy chico destacó por sus aptitudes musicales, siendo un virtuoso del rasque de botella de anís con tenedor. A los 9 años contrajo unas malignas fiebres de malta, al confundir unos excrementos de oveja con olivas negras de cuquillo, y a punto estuvo de fenecer, pero su padre, que era conductor de coche de caballos, se cruzó media Europa y se llevó al zagal a Viena donde vivía un tío suyo, Juan Magro, que era veterinario.

Allí el pequeño Gustavo consiguió recuperarse a base de zampar strudel como un descosido, pero como estaba todavía demasiado débil para regresar a España, el padre decidió dejarle en Viena viviendo con el tío. Éste ingresó al chiquillo interno en el conservatorio de la capital, no tanto por admirar su capacidad para la música, cuanto por dejar de oír los conciertos de botella de anís con que le obsequiaba el plasta de Gustavo todas las tardes.

Gracias a esta iniciativa, Gustavo Magro pudo estudiar música, especializándose en la composición de óperas, comentándose que llegó a escribir más de 50, con el seudónimo de Gustav Maggler, que quedaba más germánico.

Se dice que entre las composiciones de Maggler, además de “Fidelio” y “Tosca”, estarían títulos tan conocidos como “Cavallería Rusticana” (dedicada a su padre), “Don Giovanni” (dedicada a su tío) o "Simon Boccanegra" (dedicada a un compañero del conservatorio que era algo guarrete).

Una noche, entre alucinaciones provocadas por un empacho de strudel, se escribió de una sentada una ópera surrealista que tituló “1984”. A la mañana siguiente, cuando despertó y releyó lo compuesto, le entró un ataque de risa hasta orinarse y ocultó la partitura debajo de un ladrillo por temor a ser condenado por invocar al diablo.

Su carácter insociable, timidez enfermiza y su temprana muerte a los 21 años, al trepanarse involuntariamente el cerebro mientras se hurgaba la oreja con la pluma de ganso que usaba para escribir, le llevaron a no publicar en vida ninguna de sus composiciones, todas las cuales quedaron guardadas en un misterioso arcón negro que fue donado al Museo de Artes Aplicadas de Viena, donde se ve que metió mano más de uno.